Halloween, una noche para honrar al anciano que ha nacido de nuevo tras la media noche. Nos enseña a convertir la muerte en algo menos terrible: preparamos comidas especiales, reservamos un lugar en la mesa para las personas queridas que han fallecido y las recordamos con respeto.
30 octubre 2009
29 octubre 2009
This is Halloween, Halloween, Halloween
http://www.youtube.com/watch?v=xpvdAJYvofI
"This is Halloween" - Citizens of Halloweentown
SHADOW
Boys and girls of every age
Wouldn't you like to see something strange?
SIAMESE SHADOW
Come with us and you will see
This, our town of Halloween
PUMPKIN PATCH CHORUS
This is Halloween, this is Halloween
Pumpkins scream in the dead of night
GHOSTS
This is Halloween, everybody make a scene
Trick or treat till the neighbors gonna die of fright
It's our town, everybody scream
In this town of Halloween
CREATURE UNDER BED
I am the one hiding under your bed
Teeth ground sharp and eyes glowing red
MAN UNDER THE STAIRS
I am the one hiding under your stairs
Fingers like snakes and spiders in my hair
CORPSE CHORUS
This is Halloween, this is Halloween
VAMPIRES
Halloween! Halloween! Halloween! Halloween!
In this town we call home
Everyone hail to the pumpkin song
MAYOR
In this town, don't we love it now?
Everybody's waiting for the next surprise
CORPSE CHORUS
Round that corner, man hiding in the trash can
Something's waiting now to pounce, and how you'll scream
HARLEQUIN DEMON, WEREWOLF, AND MELTING MAN
Scream! This is Halloween
Red 'n' black, slimy green
WEREWOLF
Aren't you scared?
WITCHES
Well, that's just fine
Say it once, say it twice
Take the chance and roll the dice
Ride with the moon in the dead of night
HANGING TREE
Everybody scream, everybody scream
HANGED MEN
In our town of Halloween
CLOWN
I am the clown with the tear-away face
Here in a flash and gone without a trace
SECOND GHOUL
I am the "who" when you call, "Who's there?"
I am the wind blowing through your hair
OOGIE BOOGIE SHADOW
I am the shadow on the moon at night
Filling your dreams to the brim with fright
CORPSE CHORUS
This is Halloween, this is Halloween
Halloween! Halloween! Halloween! Halloween!
Halloween! Halloween!
CHILD CORPSE TRIO
Tender lumplings everywhere
Life's no fun without a good scare
PARENT CORPSES
That's our job, but we're not mean
In our town of Halloween
CORPSE CHORUS
In this town
MAYOR
Don't we love it now?
MAYOR WITH CORPSE CHORUS
Everyone's waiting for the next surprise
CORPSE CHORUS
Skeleton Jack might catch you in the back
And scream like a banshee
Make you jump out of your skin
This is Halloween, everyone scream
Won't ya please make way for a very special guy
Our man Jack is king of the pumpkin patch
Everyone hail to the Pumpkin King now
EVERYONE
This is Halloween, this is Halloween
Halloween! Halloween! Halloween! Halloween!
CORPSE CHILD TRIO
In this town we call home
Everyone hail to the pumpkin song
EVERYONE
La la-la la, Halloween! Halloween! (etc.)
*******
Sí, lo sé, es un clasicazo de esta temporada, hahaha, pero no pude evitar colgarlo y cantar por millonésima vez mientras le echaba un vistazo al video.
Happy Demon, hasta hace muy poco, tuvo una etapa donde todo el tiempo era ver la peli Nightmare Before Christmas y estos días, donde vemos calabazas por doquier además de las que pongo de decoración en casa y de una real que compré en uno de los supermercados del barrio, jejeje, me dice sonriente que le gustan mucho las calabazas y Jack ;-)
Mientras que un compañero suyo dice que le dan miedo los simples monstruos que salen en los dibujos animados de Scooby-Doo :P
26 octubre 2009
Undead
White on white translucent black capes
Back on the rack
Bela Lugosi's dead
The bats have left the bell tower
The victims have been bled
Red velvet lines the black box
Bela Lugosi's dead
Undead undead undead
The virginal brides file past his tomb
Strewn with time's dead flowers
Bereft in deathly bloom
Alone in a darkened room
The count
Bela Logosi's dead
Undead undead undead
"Bela Lugosi's dead"
Bauhaus
Back on the rack
Bela Lugosi's dead
The bats have left the bell tower
The victims have been bled
Red velvet lines the black box
Bela Lugosi's dead
Undead undead undead
The virginal brides file past his tomb
Strewn with time's dead flowers
Bereft in deathly bloom
Alone in a darkened room
The count
Bela Logosi's dead
Undead undead undead
"Bela Lugosi's dead"
Bauhaus
Béla Ferenc Dezso Blaskó nació en Lugos, Hungría (cerca de la frontera oeste con Transylvania) el 20 de octubre de 1882. A pesar de las penurias económicas que padeció junto con su familia al quedar huérfano de padre a la edad de doce años, pudo estudiar interpretación en la Academia de Teatro de Budapest. A los diecinueve, se había convertido en una estrella del teatro húngaro que se resguardaba bajo el pseudónimo de Arisztid Olf.
De acuerdo a la rigurosa jerarquía de la interpretación teatral del siglo XIX, el joven Béla consiguió papeles cada vez más complejos y extensos, obteniendo un creciente éxito que le llevó a cambiar definitivamente su nombre artístico por el de Bela Lugosi, en homenaje a su pueblo natal.
La dureza de sus primeras giras teatrales, fue extraordinaria, de hecho llegó a alternar hasta cuarenta papeles distintos en la misma temporada. El repertorio que dominaba era también muy extenso: iba desde los melodramas románticos hasta operetas, pasando por las comedias bufas y el drama histórico. Su interpretación del galán protagonista en el montaje de Romeo y Julieta de Shakespeare, llamó la atención de un agente tetral de Budapest que lo contrató en 1911.
Pronto se convirtió en actor principal del Teatro Estatal Húngaro. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial interrumpió súbitamente su carrera y aunque le ofrecieron quedar exento del servicio activo, Béla decidió participar en combate con el grado de teniente del 43 regimiento de infantería en el ejército del Imperio Astrohúngaro, distinguiéndose en un par de acciones y recibiendo, incluso, una herida en la pierna que nunca llegó a sanar y que años más tarde, le provocaría ciática.
Tras la caída del Imperio, Béla formó un sindicato de actores y en 1917 protagonizó su primera película Az ezredes (El coronel). Entre 1917 y 1918 protagonizó veinte más: Az Élet királya (El retrato de Dorian Gray, en versión de 1918), Nagymama naplójából/Lili, Casanova, Küzdelem a létért, entre otras, y aunque la mayor parte están perdidas, otras se conservan como tesoros en la filmoteca de su país.
La crisis política en la que vive el país, obliga a Béla a emigrar a Alemania, Se dice que era perseguido por sus ideas de izquierda. En Alemania participó en diversos títulos comerciales y de calidad, principalmente adaptaciones de novelas de Karl May como Auf den Trümmern des Paradieses y Die Todeskarawane, siendo su pareja habitual la actriz judía Dora Gerson. Alcanzó prestigio crítico y social y tuvo la ocasión de trabajar con grandes directores como Michael Curtiz (futuro director de Casablanca) y Murnau (irónicamente, el realizador de Nosferatu) que le brindó la ocasión de aparecer en su primera gran película de terror: Des Januskopft de 1920, una adaptación/plagio de la clásica historia de Jekyll y Hyde siendo conocido en esta adaptación conocido como el Dr. Warren. Béla encarnó en la cinta al mayordomo de Jekyll. También co-protagonizó una de las primeras versiones de El último mohicano.
La situación en la Alemania de los albores del nazismo no era agradable, lo que motivó su partida casi furtiva a Estados Unidos en octubre de 1920 prácticamente sin hablar inglés. Con sus recursos muy limitados, pero ya en América, Bela no pudo legalizar su entrada en el país hasta marzo de 1921. Según los registros, medía 1.85 cm. y pesaba 82 kilos. Bela, empobrecido, se encontró con que su estatus de estrella en Hungría y Alemania no le servía de nada en América, lastrado por su marcado acento húngaro del que no se desprendería nunca. Tras deambular por el país en representaciones ocasionales y desempeñando diversos oficios no teatrales, participó en una obra de teatro en 1922 (The red poppy) y un año después consiguió debutar en Hollywood con la película The silent comand, con un brevísimo papel. Apareció en diversas producciones mudas de la época, destacando entre todas ellas con luz propia He who gets slapped en la cual compartía cartel con el genial Lon Chaney (El fantasma de la ópera, El jorobado de Notredame), la gran leyenda del cine de terror mudo. El papel de Lugosi en esta peli, era como en todas las otras, muy pequeño. Hoy en día resulta casi imposible encontrarle en dicha película si no se sabe previamente quien es, pues no tiene ni siquiera diálogo. Otra película destacable sería Black camel, casi contemporánea a Drácula, donde interpretaba el papel de jeque.
Lentamente, su condición de extranjero lo encaminaba a interpretar papeles de villano y por tanto, lo encasillaba. Tenía un contrato fijo (aunque no exclusivo) con la Metro Goldwyn Mayer, pero ésta le asignaba papeles de escaso interés. El estrellato quedaba lejos y la Metro parecía no valorarlo.
A Béla parecía que le iba mejor en el teatro: en 1927 consigue el papel de Drácula en la adaptación teatral de la novela que Hamilton Deane y John L. Balderston montaron en Broadway. Sorprendentemente, la temporada termina en éxito rotundo y las giras se extendienden hasta 1929 y 1930.
La adaptación de Drácula fue obra del actor Hamilton Deane, cuya compañía de repertorio la estrenó en 1924 en Derby. Esta ciudad formaba parte del circuito provincial por el que habitualmente hacía giras Deane, donde gozaba de considerable reputación. Consciente de las limitaciones dramáticas del texto, Deane era reacio a estrenar en Londres. Sin embargo, el éxito de Drácula aumentaba con el paso de los meses, hasta el punto de arrinconar el resto del repertorio de la compañía. Esto atenuó la reticencia del actor-empresario, y finalmente, el estreno londinense se produjo en febrero de 1927, cuando el número de espectadores iba ya en continuo ascenso.
A una de las representaciones, asistió el productor norteamericano Horace Liveright, cuyo olfato comercial detectó las posibilidades de la obra en Estados Unidos. Tras duras negociaciones con la viuda Stoker, consiguió los derechos para su país con un trato que incluía una nueva adaptación a cargo del periodista y dramaturgo John L. Balderston. Él fue quien manejó la negociación, pues se dice que la viuda Stoker aborrecía al productor norteamericano.
El estreno estadounidense se llevó a cabo en Nueva York en octubre de 1927 con Bela Lugosi en el papel principal.
Aquí es donde comienza a escribirse la leyenda, aquí es donde el personaje se apropia de aquel que lo encarna hsta convertirse en un solo ser. Este es el momento que me hace recordar un relato muy bueno que leí años atrás: Mucho en juego (Much at stake) de Kevin J. Anderson más conocido por sus novelas spin-off de Star Wars y co-autor de las precuelas de la saga Dune. No intenten buscarlo por la red: no está ni en inglés ni en castellano. Quizá sólo pertenece a una antología de relatos que se publicó en 1991 conmemorando el 60 aniversario del estreno de la adaptación fílmica de Drácula.
Esta antología titulada Drácula insólito (y posteriormente llamada El Mito de Drácula) ha sido publicada en castellano por Timun Mas (en 1992) y creo que a estas alturas del partido no resulta sencillo encontrarla. Quizá me equivoco, pero es que aún tengo muy frescos los dolores de cabeza que causaba la búsqueda de librerías en plena Ciudad de México que tuviesen tratos con Timun Mas que en aquel lado del mundo era distribuida por la editorial Aconcagua. Hace poco más de quince años, yo misma viví verdaderos peregrinajes que me llevaron no sólo a recorrer las librerías El Sótano y El Parnaso de Coyoacán, sino inclusive llegar al extremo de ir directamente a las oficinas de la editorial Aconcagua :P Recordemos también que Timun Mas fue la primera editorial en traducir los primeros tres libros de las Crónicas Vampíricas de Mrs. Rice.
En fin, que Mucho en juego es un relato magnífico donde Bela Lugosi agobiado por los dolores que le provoca aquella vieja herida de guerra, se encierra en su camerino para "descansar" bajo los influjos de la morfina. Así que Kevin J. Anderson nos propone que juguemos a las suposiciones y al ritmo de "y si..." provoca un encuentro bajo los efluvios opiáceos de Lugosi con el mismísimo Vlad Tepes. Mentiría si cuento mucho más porque no tengo tan fresco el relato, pero puedo decir que bien vale la pena echarle un vistazo.
Se dice que en los años '40, justo cuando la carrera cinematográfica de Lugosi comenzaba a apagarse, el consumo de morfina iba en aumento. Sus constantes depresiones no eran otra cosa que el resultado de un desaforado consumo de morfina a la que dicen se volvió adicto desde que había sido herido en la guerra. Además, se cuenta también que consumía otras sustancias.
Es una pena que habiendo sido un actor tan reconocido que lo mismo interpretaba al Shakespeare más puro como a un Jesús en el Calvario, haya sido encasillado en un papel, que si bien le dio el reconocimiento mundial, también lo hundió en las peores miserias de la infravaloración artística.
(Con información de agpandorabox y cinematismo).
***
Labels:
Actores,
Bela Lugosi,
Cinema,
Desde la Oscuridad,
Dracula,
Friki On,
Idolos de todo tipo,
Vampiros
25 octubre 2009
"El diablo tiene debilidad por los poderosos"
Padre Gabriele Amorth, el exorcista de Roma
Trabaja al servicio del Papa Benedicto XVI y es uno de los mayores expertos en el diablo. A sus 82 años, ha realizado más de 70.000 exorcismos. Hablamos con él en su consulta privada.
"Ojalá no tuviese vecinos tan quisquillosos. Todo sería más sencillo. Se quejaban, 'Alteración del orden público' , decían..." Don Gabriele ha vivido demaiadas cosas como para enojarse. " 'Alteración del orden público', decían... Se quejaban de los gritos, claro. Pero en los casos más difíciles son inevitables". Así que, ahora, Gabriele Amorth sólo trata en su casa los casos más graves. "Por suerte, un colega me ha dejado un local. Tengo también cinco o seis ayudantes, por si alguien se pone violento. Además, allá sí que pueden gritar." Se refiere a los poseídos por el diablo. Todos los martes y viernes a partir de las nueve de la mañana.
Don Gabriele es el exorcista oficial de la diócesis de Roma y, por lo tanto, también el exorcista al servicio del obispo de Roma, es decir, del Papa Benedicto XVI. A sus 82 años, sigue llevando la sotana con 33 botones. Para el padre Amorth, el diablo no es una metáfora, es la realidad con la que trabaja. "Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa. He realizado más de 70.000 exorcismos a lo largo de 21 años. ¿Ve mi agenda? Está llena para los próximos dos meses.
Su consulta privada parece más una cocina que otra cosa. Está dividida en dos, con un fregadero y un pequeño altar. De las paredes cuelgan imágenes del padre Pío, de juan Pablo II y de cándido Amantini, el preceptor del padre Amorth. No hay nada inquietante a la vista, ni olor a azufre ni potros para atar a los poseídos. Gabriele Amorth es una eminencia. Además de los estudios de Teología completó también los de Derecho. Sus libros se han traducido a 21 idiomas, entre ellos al japonés. Se lo considera una autoridad en mariología, la especialidad dedicada al estudio de la madre de Cristo. en 1990 fundó la Sociedad Internacional de Exorcistas. En la actualidad es su presidente honorario. "Les aconsejo a todos que primero vayan al médico o al psicólogo. En la mayoría de los casos hay una base física o psicológica para explicar sus sufrimientos. Los psiquiatras me envían a mí los casos que consideran incurables. No hay rivalidad. El psiquiatra establece si se trata de una enfermedad psicológica; el exorcista, si hay síntomas de una maldición."
El sacerdote habla sobre el diablo como un operario de la rotura de una cañería. Don Gabriele es el fontanero del mal. "En general, los poseídos no huelen a nada especial. Pero a veces escupen cosas. Ayer se pasó por aquí un paciente al que curé hace tiempo. Con los clavos que escupió podríamos haber abierto una ferretería. Pero también hay posesiones que se solucionan sólo con oración y ayuno."
El interior de la iglesia de la Inmaculada Concepción está debilmente iluminado. Dos o tres docenas de fieles se han congregado este viernes para asistir a la misa matinal. En la primera fila de bancos hay una joven con zapatos a la última. Los fieles han desplegado varios objetos ante el padre Amorth para que los bendiga: agua, sal común y fotografías de una boda. Tras la bendición, el sacerdote entra, acompañado por tres diáconos, en una sala contigua; allí los esperan sus ayudantes: tres señoras de cierta edad y aspecto jovial.
La puerta se cierra y, poco después, empieza a oírse un murmullo; de vez en cuando se aprecia la voz del padre Amorth. De repente, un grito. Obscenamente intenso. El murmullo se hace más alto. Otro grito: "¡Maledetto!". Es una voz de mujer. Al cabo de un rato, una de las mujeres sale y se lava las manos. Sonríe, como si en la habitación a sus espaldas no se oyeran gritos, rugidos salvajes y sollozos. "¡Yo te maldigo!", se oye también; luego, otra vez, al padre Amorth preguntando: "¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu nombre?" Un lamento gutural se transforma en un grito agudo. "¡Dime tu nombre! ¿Es Asgaroth?" La voz no sólo no contesta la pregunta, sino que no deja de blasfemar: "¡No! ¡No! ¡Poorrrrrca Madonna!".
Todo se prolonga durante media hora y cesa. Uno de los diáconos se asoma a la puerta. Luego es la poseída quien sale. Es una mujer que estuvo sentada en la primera fila durante la misa. Su rostro está algo congestionado, pero mira, tranquila, saluda y hace una observación sobre la huelga de transportes. Tiene un aspecto radiante, como si Leonardo DiCaprio acabase de firmarle un autógrafo.
En la sala de espera aguarda Tonino con su madre. Viven en un barrio pobre de Roma y tiene un problema: los muebles se mueven. "Es por las noches, y ve sombras de encapuchados", dice su madre. Su marido guarda silencio. Tonino, también. "Pasen, por favor", pide don Gabriele. A sus espaldas se ve una pequeña sala con un viejo sillón, unas sillas y, en el centro, una camilla. A su alrededor ya están sentadas las tres ayudantes con sus rosarios en la mano, hablan de las rebajas, tan tranquilas. Junto con ellas, tres diáconos jóvenes y fornidos.
"Lo primero que hago es preguntarle al demonio cuál es su nombre. A menudo no quiere decirlo, pues se vuelve más vulnerable. No hay que hacerle nunca preguntas estúpidas, como si la Roma ganará al Lazio. Sólo preguntas directamente relacionadas con la curación del poseído. Así que, primero, el nombre; luego, el día de entrada en el cuerpo, los motivos y quién lo envía."
Tonino ya está tumbado en la camilla. Una mujer sostiene su cabeza y uno de los sacerdotes le coge la mano. Los padres permanecen de pie. El exorcista rocía al joven con agua bendita. "Renuncia, Tonino, el satanismo, a la brujería, a los demonios, a los echadores de cartas..." Tonino mira la lámpara de neón del techo. Lleva pendientes en las orejas: dos puntas de acero.
Don Gabriele traza varias veces la señal de la cruz sobre la frente del joven, luego lo golpea con la yema de los dedos. "¿Cómo te llamas?", pregunta, y acerca su oreja a los labios de Tonino. No hay respuesta. A tonino se lo ve inquieto. Esto no mola nada, ni siquiera a un chaval de 17 años del extrarradio de Roma. "Con la ayuda de don Cándido, con la ayuda de Juan Pablo II, con la ayuda de la Inmaculada Virgen María... libera a Tonino", repite una y otra vez el padre Amorth mientras golpea la frente del joven. El chico suda, arruga el rostro como si algo empezara a dolerle, agita las piernas. "Libera a Tonino, libera a Tonino..."
Su cuerpo empieza a rebelarse, el torso se comba hacia arriba. La ayudante más robusta se sienta sobre sus muslos. Otra sostiene una servilleta por si el joven empieza a escupir o a vomitar. El ambiente empieza a cargarse. Esto parece que ya va en serio. Si Tonino empieza a escupir clavos o a levitar... tendría que replantearme mi visión del mundo.
Pero Tonino no escupe, sólo cierra los ojos con fuerza durante un momento, y todo termina. Los presentes rezan un avemaría.Tonino también, para alivio de sus padres y los religiosos. "Bueno, ¿te sientes mejor?", pregunta el exorcista. Tonino asiente. "Un exorcista puede ayudarte, pero sólo tú puedes sanarte. Tienes que rezar todos los días", dice el padre Amorth, y le entrega una lista de diez oraciones.
"¿Y que hacemos con los muebles que se mueven, padre?", pregunta la madre de Tonino. "El agua bendita suele ser de ayuda. Un par de gotas en cada rincón de la casa". La mujer sostiene con fuerza la mano del padre Amorth, luego le da 20 euros. "Para los pobres", dice don Gabriele. Su labor es gratis.
"Un caso leve", dice don Gabriele. Como la convocatoria de huelga en los trasnportes públicos de la ciudad se mantiene para hoy, puede sentarse un rato y tomarse un descanso. "No, por supuesto que no estoy a salvo del diablo. Todo el mundo es vulnerable. Incluso la madre Teresa fue exorcizada en sus últimos años. Y otros santos, también. El diablo es muy inteligente. Ha conservado la inteligencia del ángel que fue." Según la doctrina de la Iglesia, los demonios son criaturas reales como los ángeles, la Inmaculada Concepción y el piano que el Papa Benedicto XVI tiene en su residencia. El mal es el precio de la libertad. El ser humano tiene la opción de hacer el mal sólo porque fue creado como un ser libre. ¿Pero cómo se puede conciliar la posesión infernal con el libre albedrío? "La Revelación nos dice que los espíritus del mal fueron en su día ángeles que se alzaron contra Dios. su misión consiste en conducir al ser humano al pecado. Puede ser, por ejemplo, que alguien de su trabajo sienta envidia de usted y le lance una maldición. Usted enfermará. El origen del 90 por ciento de los casos que trato es, precisamente, una maldición. El resto se debe a la pertenencia a sectas satánicas, a haber tomado parte en sesiones de espiritismo oa practicar la magia. El diablo, en ocasiones, tiene la capacidad de poseer un cuerpo, pero... -don Gabriele señala a su interlocutor con el dedo, a la altura del plexo solar- sólo el cuerpo, nunca el alma. Si usted vive en consonancia con Dios, al diablo le resultará mucho más difícil llevar a cabo la posesión."
En la primera conferencia internacional sobre el exorcismo celebrada en México en 2004, la Iglesia decidió actuar con más energía contra el diablo. La situación no ha cambiado tras la muerte de Juan Pablo II. Con Benedicto XVI han continuado con renovado impulso, los cursos de formación para exorcistas. Hay escasez de aprendices. "El Papa apoya a los exorcistas. Siempre me ha animado. No creo que él haya realizado nunca un exorcismo, a diferencia del papa Wojtyla. Antes éramos nueve exorcistas en Roma. Uno está enfermo, otro ha sido promovido a otro cargo y un tercero ha sido trasladado. Ya no hay exorcistas en activo en el Vaticano. Pero las sectas satánicas proliferan. No las vemos, pero están. El diablo trabaja en todas partes. Está en Fátima, en Lourdes... Y con toda seguridad también actúa en el Vaticano, en el centro mismo del cristianismo."
El padre Amorth ya se dedicaba a luchar contra el mal antes de hacerse exorcista. Combatió a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. A los 18 años se unió a los partisanos. Su nombre de guerra era Alberto. Tras la caída del régimen fascita, Giuolo Andreotti intentó llevarlo a la política, pero al final decidió convertirse en sacerdote. "Por supuesto que existe el mal en la política, incluso es frecuente. Al diablo le gusta adueñarse de aquellos que ocupan cargos de responsabilidad, industriales, políticos... Hitler y Stalin estuvieron poseídos. ¿Por qué lo sé? Porque mataron a millones de personas. El Evangelio dice: 'Por sus frutos los conocereis'. Desgraciadamente, un exorcismo no habría funcionado con ellos, pero estaban convencidos de lo que hacían. No se puede decir que fuera una posesión en el sentido estricto de la palabra, más bien se trataba de una aceptación total y voluntaria de las sugerencia del diablo."
El padre asegura que, tras 70.000 casos, no es capaz de reconocer a un demonio de un vistazo. "Cada uno es diferente." Luego apunta una idea: "Podríamos intentarlo con usted. No se ponga nervioso. Durará unos minutos. Su mano, fría, toca mi frente y pronuncia una oración en latín. Una persona maldita debería caer de rodillas entre sollozos. Algo se me agita en el estómago. Quizá sean los fagioli que cené anoche. Quizá.
"Ojalá no tuviese vecinos tan quisquillosos. Todo sería más sencillo. Se quejaban, 'Alteración del orden público' , decían..." Don Gabriele ha vivido demaiadas cosas como para enojarse. " 'Alteración del orden público', decían... Se quejaban de los gritos, claro. Pero en los casos más difíciles son inevitables". Así que, ahora, Gabriele Amorth sólo trata en su casa los casos más graves. "Por suerte, un colega me ha dejado un local. Tengo también cinco o seis ayudantes, por si alguien se pone violento. Además, allá sí que pueden gritar." Se refiere a los poseídos por el diablo. Todos los martes y viernes a partir de las nueve de la mañana.
Don Gabriele es el exorcista oficial de la diócesis de Roma y, por lo tanto, también el exorcista al servicio del obispo de Roma, es decir, del Papa Benedicto XVI. A sus 82 años, sigue llevando la sotana con 33 botones. Para el padre Amorth, el diablo no es una metáfora, es la realidad con la que trabaja. "Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa. He realizado más de 70.000 exorcismos a lo largo de 21 años. ¿Ve mi agenda? Está llena para los próximos dos meses.
Su consulta privada parece más una cocina que otra cosa. Está dividida en dos, con un fregadero y un pequeño altar. De las paredes cuelgan imágenes del padre Pío, de juan Pablo II y de cándido Amantini, el preceptor del padre Amorth. No hay nada inquietante a la vista, ni olor a azufre ni potros para atar a los poseídos. Gabriele Amorth es una eminencia. Además de los estudios de Teología completó también los de Derecho. Sus libros se han traducido a 21 idiomas, entre ellos al japonés. Se lo considera una autoridad en mariología, la especialidad dedicada al estudio de la madre de Cristo. en 1990 fundó la Sociedad Internacional de Exorcistas. En la actualidad es su presidente honorario. "Les aconsejo a todos que primero vayan al médico o al psicólogo. En la mayoría de los casos hay una base física o psicológica para explicar sus sufrimientos. Los psiquiatras me envían a mí los casos que consideran incurables. No hay rivalidad. El psiquiatra establece si se trata de una enfermedad psicológica; el exorcista, si hay síntomas de una maldición."
El sacerdote habla sobre el diablo como un operario de la rotura de una cañería. Don Gabriele es el fontanero del mal. "En general, los poseídos no huelen a nada especial. Pero a veces escupen cosas. Ayer se pasó por aquí un paciente al que curé hace tiempo. Con los clavos que escupió podríamos haber abierto una ferretería. Pero también hay posesiones que se solucionan sólo con oración y ayuno."
El interior de la iglesia de la Inmaculada Concepción está debilmente iluminado. Dos o tres docenas de fieles se han congregado este viernes para asistir a la misa matinal. En la primera fila de bancos hay una joven con zapatos a la última. Los fieles han desplegado varios objetos ante el padre Amorth para que los bendiga: agua, sal común y fotografías de una boda. Tras la bendición, el sacerdote entra, acompañado por tres diáconos, en una sala contigua; allí los esperan sus ayudantes: tres señoras de cierta edad y aspecto jovial.
La puerta se cierra y, poco después, empieza a oírse un murmullo; de vez en cuando se aprecia la voz del padre Amorth. De repente, un grito. Obscenamente intenso. El murmullo se hace más alto. Otro grito: "¡Maledetto!". Es una voz de mujer. Al cabo de un rato, una de las mujeres sale y se lava las manos. Sonríe, como si en la habitación a sus espaldas no se oyeran gritos, rugidos salvajes y sollozos. "¡Yo te maldigo!", se oye también; luego, otra vez, al padre Amorth preguntando: "¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu nombre?" Un lamento gutural se transforma en un grito agudo. "¡Dime tu nombre! ¿Es Asgaroth?" La voz no sólo no contesta la pregunta, sino que no deja de blasfemar: "¡No! ¡No! ¡Poorrrrrca Madonna!".
Todo se prolonga durante media hora y cesa. Uno de los diáconos se asoma a la puerta. Luego es la poseída quien sale. Es una mujer que estuvo sentada en la primera fila durante la misa. Su rostro está algo congestionado, pero mira, tranquila, saluda y hace una observación sobre la huelga de transportes. Tiene un aspecto radiante, como si Leonardo DiCaprio acabase de firmarle un autógrafo.
En la sala de espera aguarda Tonino con su madre. Viven en un barrio pobre de Roma y tiene un problema: los muebles se mueven. "Es por las noches, y ve sombras de encapuchados", dice su madre. Su marido guarda silencio. Tonino, también. "Pasen, por favor", pide don Gabriele. A sus espaldas se ve una pequeña sala con un viejo sillón, unas sillas y, en el centro, una camilla. A su alrededor ya están sentadas las tres ayudantes con sus rosarios en la mano, hablan de las rebajas, tan tranquilas. Junto con ellas, tres diáconos jóvenes y fornidos.
"Lo primero que hago es preguntarle al demonio cuál es su nombre. A menudo no quiere decirlo, pues se vuelve más vulnerable. No hay que hacerle nunca preguntas estúpidas, como si la Roma ganará al Lazio. Sólo preguntas directamente relacionadas con la curación del poseído. Así que, primero, el nombre; luego, el día de entrada en el cuerpo, los motivos y quién lo envía."
Tonino ya está tumbado en la camilla. Una mujer sostiene su cabeza y uno de los sacerdotes le coge la mano. Los padres permanecen de pie. El exorcista rocía al joven con agua bendita. "Renuncia, Tonino, el satanismo, a la brujería, a los demonios, a los echadores de cartas..." Tonino mira la lámpara de neón del techo. Lleva pendientes en las orejas: dos puntas de acero.
Don Gabriele traza varias veces la señal de la cruz sobre la frente del joven, luego lo golpea con la yema de los dedos. "¿Cómo te llamas?", pregunta, y acerca su oreja a los labios de Tonino. No hay respuesta. A tonino se lo ve inquieto. Esto no mola nada, ni siquiera a un chaval de 17 años del extrarradio de Roma. "Con la ayuda de don Cándido, con la ayuda de Juan Pablo II, con la ayuda de la Inmaculada Virgen María... libera a Tonino", repite una y otra vez el padre Amorth mientras golpea la frente del joven. El chico suda, arruga el rostro como si algo empezara a dolerle, agita las piernas. "Libera a Tonino, libera a Tonino..."
Su cuerpo empieza a rebelarse, el torso se comba hacia arriba. La ayudante más robusta se sienta sobre sus muslos. Otra sostiene una servilleta por si el joven empieza a escupir o a vomitar. El ambiente empieza a cargarse. Esto parece que ya va en serio. Si Tonino empieza a escupir clavos o a levitar... tendría que replantearme mi visión del mundo.
Pero Tonino no escupe, sólo cierra los ojos con fuerza durante un momento, y todo termina. Los presentes rezan un avemaría.Tonino también, para alivio de sus padres y los religiosos. "Bueno, ¿te sientes mejor?", pregunta el exorcista. Tonino asiente. "Un exorcista puede ayudarte, pero sólo tú puedes sanarte. Tienes que rezar todos los días", dice el padre Amorth, y le entrega una lista de diez oraciones.
"¿Y que hacemos con los muebles que se mueven, padre?", pregunta la madre de Tonino. "El agua bendita suele ser de ayuda. Un par de gotas en cada rincón de la casa". La mujer sostiene con fuerza la mano del padre Amorth, luego le da 20 euros. "Para los pobres", dice don Gabriele. Su labor es gratis.
"Un caso leve", dice don Gabriele. Como la convocatoria de huelga en los trasnportes públicos de la ciudad se mantiene para hoy, puede sentarse un rato y tomarse un descanso. "No, por supuesto que no estoy a salvo del diablo. Todo el mundo es vulnerable. Incluso la madre Teresa fue exorcizada en sus últimos años. Y otros santos, también. El diablo es muy inteligente. Ha conservado la inteligencia del ángel que fue." Según la doctrina de la Iglesia, los demonios son criaturas reales como los ángeles, la Inmaculada Concepción y el piano que el Papa Benedicto XVI tiene en su residencia. El mal es el precio de la libertad. El ser humano tiene la opción de hacer el mal sólo porque fue creado como un ser libre. ¿Pero cómo se puede conciliar la posesión infernal con el libre albedrío? "La Revelación nos dice que los espíritus del mal fueron en su día ángeles que se alzaron contra Dios. su misión consiste en conducir al ser humano al pecado. Puede ser, por ejemplo, que alguien de su trabajo sienta envidia de usted y le lance una maldición. Usted enfermará. El origen del 90 por ciento de los casos que trato es, precisamente, una maldición. El resto se debe a la pertenencia a sectas satánicas, a haber tomado parte en sesiones de espiritismo oa practicar la magia. El diablo, en ocasiones, tiene la capacidad de poseer un cuerpo, pero... -don Gabriele señala a su interlocutor con el dedo, a la altura del plexo solar- sólo el cuerpo, nunca el alma. Si usted vive en consonancia con Dios, al diablo le resultará mucho más difícil llevar a cabo la posesión."
En la primera conferencia internacional sobre el exorcismo celebrada en México en 2004, la Iglesia decidió actuar con más energía contra el diablo. La situación no ha cambiado tras la muerte de Juan Pablo II. Con Benedicto XVI han continuado con renovado impulso, los cursos de formación para exorcistas. Hay escasez de aprendices. "El Papa apoya a los exorcistas. Siempre me ha animado. No creo que él haya realizado nunca un exorcismo, a diferencia del papa Wojtyla. Antes éramos nueve exorcistas en Roma. Uno está enfermo, otro ha sido promovido a otro cargo y un tercero ha sido trasladado. Ya no hay exorcistas en activo en el Vaticano. Pero las sectas satánicas proliferan. No las vemos, pero están. El diablo trabaja en todas partes. Está en Fátima, en Lourdes... Y con toda seguridad también actúa en el Vaticano, en el centro mismo del cristianismo."
El padre Amorth ya se dedicaba a luchar contra el mal antes de hacerse exorcista. Combatió a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. A los 18 años se unió a los partisanos. Su nombre de guerra era Alberto. Tras la caída del régimen fascita, Giuolo Andreotti intentó llevarlo a la política, pero al final decidió convertirse en sacerdote. "Por supuesto que existe el mal en la política, incluso es frecuente. Al diablo le gusta adueñarse de aquellos que ocupan cargos de responsabilidad, industriales, políticos... Hitler y Stalin estuvieron poseídos. ¿Por qué lo sé? Porque mataron a millones de personas. El Evangelio dice: 'Por sus frutos los conocereis'. Desgraciadamente, un exorcismo no habría funcionado con ellos, pero estaban convencidos de lo que hacían. No se puede decir que fuera una posesión en el sentido estricto de la palabra, más bien se trataba de una aceptación total y voluntaria de las sugerencia del diablo."
El padre asegura que, tras 70.000 casos, no es capaz de reconocer a un demonio de un vistazo. "Cada uno es diferente." Luego apunta una idea: "Podríamos intentarlo con usted. No se ponga nervioso. Durará unos minutos. Su mano, fría, toca mi frente y pronuncia una oración en latín. Una persona maldita debería caer de rodillas entre sollozos. Algo se me agita en el estómago. Quizá sean los fagioli que cené anoche. Quizá.
Alexander Smoltczyk
XL Semanal
13 de abril de 2008
XL Semanal
13 de abril de 2008
Entrevista al padre Gabriele Amorth (con imágenes de exorcismos reales).
24 octubre 2009
El Dueño de Ramplig Gate (tercera parte)
-Podría tratarse de la misma persona de la que habló papá aquella noche? preguntó Richard.
A pesar del sol que entraba a raudales por las puertas abiertas, me sacudió un violento escalofrío. Por primera vez me sentí inquieta en esta casa, inquieta por nuestra audacia al venir aquí, sin hacer caso de las palabras de papá.
-Pero eso sucedió muchos años antes, Richard... -dije-. ¡Y qué puede significar esa referencia a un ser sobrenatural! ¡Seguramente el pobre hombre estaba trastornado! ¡No era un espíritu lo que yo vi en el vagón del tren!
Me dejé caer en el sillón colocado frente al suyo, y procuré aquietar los latidos de mi corazón.
-Julie -Richard habló en voz baja, al tiempo que cerraba el libro-, Mrs. Blessington ha vivido aquí feliz durante años. Seis criados duermen todas las noches en el ala norte. Con toda seguridad, no existe nada de todo eso.
-Y sin embargo, no resulta nada divertido, ¿no es cierto? -apunté tímidamente-. No es nada parecido a las historias de fantasmas que solíamos contarnos el uno al otro, cuando poblábamos las tinieblas de seres imaginarios y nos reíamos de los amigos de la escuela que se asustaban al escucharnos.
-Durante toda mí vida -dijo él, con la mirada clavada en la mía-, he oído historias de duendes y de espíritus, unas imaginarias y otras supuestamente verídicas, y casi invariablemente se menciona que la casa en cuestión está embrujada, o que posee una atmósfera que despierta un presentimiento peculiar, una sensación de amenaza o de alarma...
-Sí, lo sé, y aquí no existe en absoluto esa atmósfera envenenada.
-Al contrario, no me he sentido más a gusto en mi vida. -Hundió la mano en el bolsillo para extraer de él la inevitable cerilla con la que encender la pipa que enarbolaba-. Y a propósito, Julie, no sé cómo voy a poder cumplir el último deseo de papá, de destruir este edificio piedra por piedra.
Asentí, llena de simpatía. Lo mismo pensaba yo desde el momento mismo de nuestra llegada. Incluso ahora, me sentía cómoda, natural, completamente segura.
Súbitamente, de modo irracional, deseé que no hubiera encontrado las anotaciones del libro del tío Baxter.
-¡Tendré que hablar una vez más con Mrs. Blessington! -dije, casi de mal humor-. Me refiero a una conversación seria...
-Pero si ya lo he hecho yo -respondió él-. Le pregunté sobre todo el asunto esta mañana, en cuanto hube hecho el descubrimiento, y se echó a reír. juró que nunca ha visto aquí nada fuera de lo normal, y que ninguna persona viva del pueblo puede contar historias sobre este lugar. Me repitió que está encantada de que hayamos regresado a Rampling Gate. No creo que tenga la menor sospecha de que nos proponemos destruir la casa. ¡Oh, si lo supiera, eso le destrozaría el
corazón!
-¿Nunca ha visto nada fuera de lo normal? -me sorprendí-. ¿Eso dijo? ¡Qué forma más extraña de expresarse, Richard, cuando apenas puede ver nada en absoluto!
Pero no me escuchaba. Había dejado el libro a un lado y se había levantado muy despacio, casi perezosamente; salió paseando por la doble puerta al pequeño jardín, y miraba por encima de la alta barrera de los robles que inclinaban sus ramas acodadas casi hasta la superficie del lago. No había el menor ruido en aquella hora temprana del día, salvo el suave susurro de las hojas de los árboles sacudidas por la brisa, y el piar esporádico de algún pájaro.
-Tal vez se ha ido, Julie -dicho Richard por encima del hombro, y su voz sonó nítida en aquel silencio-, si alguna vez estuvo aquí. Tal vez nadie tiene ya nada que temer en este lugar. No pensarás quedarte aquí todo el invierno, ¿verdad? Supongo que querrás estar de vuelta en Londres para entonces. Parecía muy pequeño frente a los grandes árboles y el cielo roto en pequeños fragmentos relucientes por el entramado del follaje que filtraba tenuemente la luz.
Rampling Gate se había apoderado de él. Y le comprendí a la perfección, porque también se había apoderado de mí. Podría muy bien quedarme aquí todo el invierno, sin importarme la soledad ni el frío. No quería volver nunca más a mi casa.
Y la inmediatez del misterio contribuía a debilitar todavía más mi percepción de todas las cosas y lugares restantes.
Después de una larga pausa, me levanté, salí al jardín y coloqué mi mano en el brazo de Richard.
-Hay algo que sé de cierto, Julie -dijo, como si nos hubiéramos seguido hablando durante todo el rato-. juré a papá que haría lo que me pidió, y eso me está destrozando. De una u otra manera lo llevaré siempre sobre mi conciencia, tanto si destruyo la casa como si me rebelo contra mi propio padre y contra la carga que me impuso en su postrer aliento.
-Hemos de buscar ayuda, Richard. Consejo de nuestros abogados, de los confesores de papá. Debes escribirles y contarles todo el asunto. Papá estaba febril cuando te dio esa orden. Si podemos exponer lo ocurrido a esas personas, ellos nos ayudarán a decidir.
Eran las tres en punto cuando abrí los ojos. Pero había estado despierta durante largo tiempo. Había oído las lejanas campanadas del reloj del salón, hora a hora. Y no sentía miedo al estar tendida sola en la oscuridad, sino algo distinto. Una especie de agitación vaga e inexorable, una sensación de vacío y de necesidad que me hizo finalmente levantarme de la cama. Me pregunté cómo podría hacer desaparecer aquella tensión. Miraba fijamente los objetos más sencillos en la
sombra. El pequeño tapiz colocado sobre la chimenea, con sus esbeltos príncipes y princesas semidesvanecidos por el desgaste de las fibras y de los hilos. El retrato de una antepasada isabelina, que me miraba con un ojo almendrado desde su pequeño marco.
¿Qué era esta casa, en realidad ? ¿Tan sólo un lugar, o bien un estado de ánimo? ¿Qué le estaba haciendo a mi alma? ¿Por qué las anotaciones del libro del tío Baxter no nos habían devuelto a Londres a toda prisa? ¿Por qué nos habíamos quedado juntos hasta tan tarde en el gran salón, después de cenar, sin pronunciar una sola palabra?
Me sentí de repente muy cansada, y al mismo tiempo excluida de algún secreto magno y deslumbrante; ¿y no era ésa la misma palabra que había empleado el tío Baxter?
Consciente únicamente de mi insoportable cansancio, me puse mi bata de lana, abroché el botón del cuello y anudé el cinturón. Luego me calcé las zapatillas, y me dirigí al salón. La luna iluminaba la escalera de madera de roble, y el rincón donde estaba la puerta abierta del dormitorio de Richard. Me acerqué de puntillas, y vi que la cama estaba vacía e intacta.
De modo que también él estaba desvelado aquella noche, y había salido de su cuarto igual que yo. ¡Ah, si al menos hubiera venido a buscarme y me hubiera pedido que le acompañara!
Me volví y descendí sin hacer ruido las largas escaleras.
El gran salón se abrió delante de mí, oscuro como una gran caverna; la luz de la luna acariciaba, aquí y allá, un par de espadas cruzadas o un escudo colgado. Pero en el otro extremo de la estancia, en el estudio situado junto a la biblioteca, vi con toda claridad una lucecita que parpadeaba. Y la brisa que atravesaba la inmensa sala traía el inconfundible olor de un fuego de leña.
Me encogí de hombros, aliviada. Richard estaba allí, podríamos hablar. O tal vez explorar los dos juntos todas las habitaciones, formando una pantalla con las manos para preservar las frágiles llamas de nuestras velas. Una sensación de bienestar me invadió y me hizo sentirme en calma; y aunque la distancia que nos separaba parecía interminable, me entró una prisa desesperada por franquearla, y eché a correr de repente a lo largo de la gran mesa de comedor, con sus macizos
candelabros, hasta precipitarme finalmente en la pequeña habitación que se abría junto a las puertas de la biblioteca.
Sí, Richard estaba allí. Estaba sentado, con los ojos cerrados, dormitando en el sillón de piel, y la brisa procedente del jardín hacía temblar las frágiles llamas de las velas colocadas sobre la chimenea de piedra y sobre la mesita situada a su lado.
Me disponía a acudir junto a él, después de cerrar las puertas, para darle un ligero beso y preguntarle por qué no se iba a la cama, cuando de improviso vi por el rabillo del ojo a alguien más en la habitación.
En el rincón más lejano, a la izquierda, junto al escritorio, había otra figura, inclinada sobre los papeles de Richard, con las manos pálidas en reposo sobre la superficie de madera.
Sabía que no podía ser cierto. Sabía que tenía que estar soñando, que ninguna de las cosas que había en la habitación, y menos que ninguna otra aquella figura, podía ser real. Porque se trataba del mismo hombre que había visto quince años antes en un vagón de tren, y ni el más mínimo detalle de la apariencia de aquel joven sombrío había cambiado. Tenía el mismo pelo espeso y lustroso, peinado descuidadamente tan sólo en la parte del cogote en que pendía sobre el cuello
ancho de su chaqueta negra, y la piel era tan fina que casi resplandecía en la sombra. Los ojos oscuros se alzaron de repente y me miraron con una expresión tan curiosa que casi me hizo gritar.
Nos miramos fijamente a través de la habitación oscura; yo de pie junto a la puerta, y él visible e innegablemente sobresaltado porque le había sorprendido de improviso. Mi corazón se detuvo.
En una fracción de segundo avanzó hacia mí, abolió el espacio que nos separaba y se inclinó sobre mi rostro, mientras sus dedos blancos se cerraban con suavidad sobre mis brazos.
-Julie! -susurró, en una voz tan baja que me pareció que me hablaban mis propios pensamientos. Pero no se trataba de un sueño; era una persona real. Me estaba sujetando, y de mi interior escapó un grito agudo, ensordecedor, incontrolable, cuyos ecos se extendieron por las cuatro paredes de la estancia.
Vi que Richard se levantaba de su sillón. Yo estaba sola. Agarrada al marco de la puerta, di un traspié hacia adelante y entonces, de nuevo, con toda claridad vi al joven intruso: estaba de pie en el jardín, mirando hacia atrás por encima del hombro, y en el instante siguiente desapareció. No podía dejar de gritar. No pude ni siquiera cuando Richard me sostuvo, cargó conmigo y me hizo sentar en el sillón. Todavía seguía sollozando cuando finalmente llegó Mrs. Blessington. Me tendió una copita de cordial, mientras Richard me suplicaba una vez más que dijera lo que había visto.
A. R. (1982)
(Continuará)
A pesar del sol que entraba a raudales por las puertas abiertas, me sacudió un violento escalofrío. Por primera vez me sentí inquieta en esta casa, inquieta por nuestra audacia al venir aquí, sin hacer caso de las palabras de papá.
-Pero eso sucedió muchos años antes, Richard... -dije-. ¡Y qué puede significar esa referencia a un ser sobrenatural! ¡Seguramente el pobre hombre estaba trastornado! ¡No era un espíritu lo que yo vi en el vagón del tren!
Me dejé caer en el sillón colocado frente al suyo, y procuré aquietar los latidos de mi corazón.
-Julie -Richard habló en voz baja, al tiempo que cerraba el libro-, Mrs. Blessington ha vivido aquí feliz durante años. Seis criados duermen todas las noches en el ala norte. Con toda seguridad, no existe nada de todo eso.
-Y sin embargo, no resulta nada divertido, ¿no es cierto? -apunté tímidamente-. No es nada parecido a las historias de fantasmas que solíamos contarnos el uno al otro, cuando poblábamos las tinieblas de seres imaginarios y nos reíamos de los amigos de la escuela que se asustaban al escucharnos.
-Durante toda mí vida -dijo él, con la mirada clavada en la mía-, he oído historias de duendes y de espíritus, unas imaginarias y otras supuestamente verídicas, y casi invariablemente se menciona que la casa en cuestión está embrujada, o que posee una atmósfera que despierta un presentimiento peculiar, una sensación de amenaza o de alarma...
-Sí, lo sé, y aquí no existe en absoluto esa atmósfera envenenada.
-Al contrario, no me he sentido más a gusto en mi vida. -Hundió la mano en el bolsillo para extraer de él la inevitable cerilla con la que encender la pipa que enarbolaba-. Y a propósito, Julie, no sé cómo voy a poder cumplir el último deseo de papá, de destruir este edificio piedra por piedra.
Asentí, llena de simpatía. Lo mismo pensaba yo desde el momento mismo de nuestra llegada. Incluso ahora, me sentía cómoda, natural, completamente segura.
Súbitamente, de modo irracional, deseé que no hubiera encontrado las anotaciones del libro del tío Baxter.
-¡Tendré que hablar una vez más con Mrs. Blessington! -dije, casi de mal humor-. Me refiero a una conversación seria...
-Pero si ya lo he hecho yo -respondió él-. Le pregunté sobre todo el asunto esta mañana, en cuanto hube hecho el descubrimiento, y se echó a reír. juró que nunca ha visto aquí nada fuera de lo normal, y que ninguna persona viva del pueblo puede contar historias sobre este lugar. Me repitió que está encantada de que hayamos regresado a Rampling Gate. No creo que tenga la menor sospecha de que nos proponemos destruir la casa. ¡Oh, si lo supiera, eso le destrozaría el
corazón!
-¿Nunca ha visto nada fuera de lo normal? -me sorprendí-. ¿Eso dijo? ¡Qué forma más extraña de expresarse, Richard, cuando apenas puede ver nada en absoluto!
Pero no me escuchaba. Había dejado el libro a un lado y se había levantado muy despacio, casi perezosamente; salió paseando por la doble puerta al pequeño jardín, y miraba por encima de la alta barrera de los robles que inclinaban sus ramas acodadas casi hasta la superficie del lago. No había el menor ruido en aquella hora temprana del día, salvo el suave susurro de las hojas de los árboles sacudidas por la brisa, y el piar esporádico de algún pájaro.
-Tal vez se ha ido, Julie -dicho Richard por encima del hombro, y su voz sonó nítida en aquel silencio-, si alguna vez estuvo aquí. Tal vez nadie tiene ya nada que temer en este lugar. No pensarás quedarte aquí todo el invierno, ¿verdad? Supongo que querrás estar de vuelta en Londres para entonces. Parecía muy pequeño frente a los grandes árboles y el cielo roto en pequeños fragmentos relucientes por el entramado del follaje que filtraba tenuemente la luz.
Rampling Gate se había apoderado de él. Y le comprendí a la perfección, porque también se había apoderado de mí. Podría muy bien quedarme aquí todo el invierno, sin importarme la soledad ni el frío. No quería volver nunca más a mi casa.
Y la inmediatez del misterio contribuía a debilitar todavía más mi percepción de todas las cosas y lugares restantes.
Después de una larga pausa, me levanté, salí al jardín y coloqué mi mano en el brazo de Richard.
-Hay algo que sé de cierto, Julie -dijo, como si nos hubiéramos seguido hablando durante todo el rato-. juré a papá que haría lo que me pidió, y eso me está destrozando. De una u otra manera lo llevaré siempre sobre mi conciencia, tanto si destruyo la casa como si me rebelo contra mi propio padre y contra la carga que me impuso en su postrer aliento.
-Hemos de buscar ayuda, Richard. Consejo de nuestros abogados, de los confesores de papá. Debes escribirles y contarles todo el asunto. Papá estaba febril cuando te dio esa orden. Si podemos exponer lo ocurrido a esas personas, ellos nos ayudarán a decidir.
Eran las tres en punto cuando abrí los ojos. Pero había estado despierta durante largo tiempo. Había oído las lejanas campanadas del reloj del salón, hora a hora. Y no sentía miedo al estar tendida sola en la oscuridad, sino algo distinto. Una especie de agitación vaga e inexorable, una sensación de vacío y de necesidad que me hizo finalmente levantarme de la cama. Me pregunté cómo podría hacer desaparecer aquella tensión. Miraba fijamente los objetos más sencillos en la
sombra. El pequeño tapiz colocado sobre la chimenea, con sus esbeltos príncipes y princesas semidesvanecidos por el desgaste de las fibras y de los hilos. El retrato de una antepasada isabelina, que me miraba con un ojo almendrado desde su pequeño marco.
¿Qué era esta casa, en realidad ? ¿Tan sólo un lugar, o bien un estado de ánimo? ¿Qué le estaba haciendo a mi alma? ¿Por qué las anotaciones del libro del tío Baxter no nos habían devuelto a Londres a toda prisa? ¿Por qué nos habíamos quedado juntos hasta tan tarde en el gran salón, después de cenar, sin pronunciar una sola palabra?
Me sentí de repente muy cansada, y al mismo tiempo excluida de algún secreto magno y deslumbrante; ¿y no era ésa la misma palabra que había empleado el tío Baxter?
Consciente únicamente de mi insoportable cansancio, me puse mi bata de lana, abroché el botón del cuello y anudé el cinturón. Luego me calcé las zapatillas, y me dirigí al salón. La luna iluminaba la escalera de madera de roble, y el rincón donde estaba la puerta abierta del dormitorio de Richard. Me acerqué de puntillas, y vi que la cama estaba vacía e intacta.
De modo que también él estaba desvelado aquella noche, y había salido de su cuarto igual que yo. ¡Ah, si al menos hubiera venido a buscarme y me hubiera pedido que le acompañara!
Me volví y descendí sin hacer ruido las largas escaleras.
El gran salón se abrió delante de mí, oscuro como una gran caverna; la luz de la luna acariciaba, aquí y allá, un par de espadas cruzadas o un escudo colgado. Pero en el otro extremo de la estancia, en el estudio situado junto a la biblioteca, vi con toda claridad una lucecita que parpadeaba. Y la brisa que atravesaba la inmensa sala traía el inconfundible olor de un fuego de leña.
Me encogí de hombros, aliviada. Richard estaba allí, podríamos hablar. O tal vez explorar los dos juntos todas las habitaciones, formando una pantalla con las manos para preservar las frágiles llamas de nuestras velas. Una sensación de bienestar me invadió y me hizo sentirme en calma; y aunque la distancia que nos separaba parecía interminable, me entró una prisa desesperada por franquearla, y eché a correr de repente a lo largo de la gran mesa de comedor, con sus macizos
candelabros, hasta precipitarme finalmente en la pequeña habitación que se abría junto a las puertas de la biblioteca.
Sí, Richard estaba allí. Estaba sentado, con los ojos cerrados, dormitando en el sillón de piel, y la brisa procedente del jardín hacía temblar las frágiles llamas de las velas colocadas sobre la chimenea de piedra y sobre la mesita situada a su lado.
Me disponía a acudir junto a él, después de cerrar las puertas, para darle un ligero beso y preguntarle por qué no se iba a la cama, cuando de improviso vi por el rabillo del ojo a alguien más en la habitación.
En el rincón más lejano, a la izquierda, junto al escritorio, había otra figura, inclinada sobre los papeles de Richard, con las manos pálidas en reposo sobre la superficie de madera.
Sabía que no podía ser cierto. Sabía que tenía que estar soñando, que ninguna de las cosas que había en la habitación, y menos que ninguna otra aquella figura, podía ser real. Porque se trataba del mismo hombre que había visto quince años antes en un vagón de tren, y ni el más mínimo detalle de la apariencia de aquel joven sombrío había cambiado. Tenía el mismo pelo espeso y lustroso, peinado descuidadamente tan sólo en la parte del cogote en que pendía sobre el cuello
ancho de su chaqueta negra, y la piel era tan fina que casi resplandecía en la sombra. Los ojos oscuros se alzaron de repente y me miraron con una expresión tan curiosa que casi me hizo gritar.
Nos miramos fijamente a través de la habitación oscura; yo de pie junto a la puerta, y él visible e innegablemente sobresaltado porque le había sorprendido de improviso. Mi corazón se detuvo.
En una fracción de segundo avanzó hacia mí, abolió el espacio que nos separaba y se inclinó sobre mi rostro, mientras sus dedos blancos se cerraban con suavidad sobre mis brazos.
-Julie! -susurró, en una voz tan baja que me pareció que me hablaban mis propios pensamientos. Pero no se trataba de un sueño; era una persona real. Me estaba sujetando, y de mi interior escapó un grito agudo, ensordecedor, incontrolable, cuyos ecos se extendieron por las cuatro paredes de la estancia.
Vi que Richard se levantaba de su sillón. Yo estaba sola. Agarrada al marco de la puerta, di un traspié hacia adelante y entonces, de nuevo, con toda claridad vi al joven intruso: estaba de pie en el jardín, mirando hacia atrás por encima del hombro, y en el instante siguiente desapareció. No podía dejar de gritar. No pude ni siquiera cuando Richard me sostuvo, cargó conmigo y me hizo sentar en el sillón. Todavía seguía sollozando cuando finalmente llegó Mrs. Blessington. Me tendió una copita de cordial, mientras Richard me suplicaba una vez más que dijera lo que había visto.
A. R. (1982)
(Continuará)
22 octubre 2009
Carne para Linda
http://www.youtube.com/watch?v=Qau-z2-sdVA
"Carne para Linda" - Loquillo y los Trogloditas
Linda tiene un secreto para conservar su línea.
Sus amigos se preguntan por la clase de alimento.
Linda sonríe coqueta y se guarda su secreto,
pues su fuente de energía es la carne de los muertos.
No necesita más.
Y sus padres preocupados, esta chica que no come.
Y ella sigue perpetrando sus nocturnas excursiones.
Todo el mundo ya se extraña de las desapariciones
en todos los cementerios, de cercanas poblaciones.
No necesita más.
En las cenas familiares nunca prueba ni un bocado,
ocupada en enterarse del entierro más cercano.
En los banquetes de Pascua permanece indiferente,
pensativa en un difunto que poderle hincar el diente.
En los "partys" siempre baila con el muchacho más pálido,
y coqueta le pregunta por si padece de algo.
No se pierde ni un entierro y discreta se relame,
una chica educada comentan sus familiares.
No necesita más.
Del álbum "La mafia del baile" (1985)
*******
Yo no conocía esta canción que es una verdadera curiosidad dentro del repertorio de ese personajazo que es Loquillo ;-) Pero, al poco tiempo de que empezamos a vivir juntos, mi señor marido me la mostró y no puedo negar que me encantó, jejeje: una modosita ghoul cuyos parientes consideran una chica educada, hahahaha.
Creo que no hace falta decir que Carne para Linda es un temazo para estos días, en que estamos en plena cuenta regresiva para festejar Samhain, Halloween y Día de Muertos ;-)
21 octubre 2009
Bésame, bésame mucho
Los 'besos vampíricos' vuelven voluptuoso al que los recibe. Puesto que el vampiro busca la vida rechaza al cadáver ya que al poseer, da vida eterna, o, mejor, evita la muerte. Así que, cuando esta fuerza infecta sobre todo a las mujeres, se convierten en seres lánguidos, sexualmente exigentes, desenfrenados y eróticamente atractivos...
17 octubre 2009
El dueño de Rampling Gate (2a parte)
Encontramos nuestros dormitorios, los mejores de la mansión, bien aireados, con sábanas blancas de hilo y con las chimeneas encendidas para expeler la humedad siempre presente entre los gruesos muros. Las ventanas de cristales emplomados en figura de rombos se abrían al espléndido paisaje del lago y del bosque de robles allá.
Aquella noche reímos como niños mientras cenábamos en la gran mesa de roble, iluminados únicamente por la débil luz de unas velas. Y después, jugamos una encarnizada partida de billar en la sala de juegos que había sido la última reforma del tío Baxter; y me temo que también bebimos alguna copa de coñac de más.
En el momento en que me disponía ya a acostarme, pregunté a Mrs, Blessington sí había vivido alguien en la casa desde la muerte del tío Baxter. Eso había sucedido en el año 1838, hacía casi cincuenta años, y ella era ya entonces el ama de llaves.
-No, querida -respondió rápidamente, al tiempo que ahuecaba las almohadas de plumas-. Su padre vino ese año, como bien sabe, pero no estuvo aquí más que uno o dos meses, y enseguida regresó a su casa.
-¿Nunca vivió aquí un hombre joven, después...? -insistí, aunque en realidad no tenía el menor deseo de averiguar nada que perturbara la felicidad que sentía. ¡Cuánto me gustaba la pulcritud espartana de aquel dormitorio, las paredes de piedra desnudas de todo tipo de papel o de adorno, el resplandor de la pulida madera de avellano del lecho!
-¿Un hombre joven ... ? -Dejó escapar una risa fácil, casi condescendiente, y con la infalible seguridad con que manejaba las cosas que la rodeaban, levantó el hurgón y atizó el fuego de la chimenea-. ¡Qué cosas tan raras me pregunta!
Quedé silenciosa por unos instantes, sentada frente al espejo, y retiré la última aguja de mi cabello, que cayó suelto, espeso y cálido, sobre mis hombros. Me daba una sensación agradable, como si se tratara de una suave capucha bajo la cual podía ocultarme. Pero ella se volvió como si percibiera en mí alguna incomodidad, y se aproximó.
-¿Por qué habla de un hombre joven, señorita? -preguntó. Lenta, minuciosamente, sus dedos examinaron las largas trenzas que reposaban sobre mis hombros. Tomó el peine de mis manos
Contarle la historia me parecía perfectamente ridículo, de modo que recurrí a una versión abreviada; le dije, sencillamente, que nos habíamos tropezado inesperadamente con un joven diabólicamente guapo al que mí padre, furioso, había llamado más tarde el dueño de Ramplíng Gate.
-¿Así que era guapo? -inquirió, mientras cepillaba mi cabello enredado con suavidad. Pareció pendiente de cada una de mis palabras, mientras yo volvía a describirlo.
-¿No apareció ningún intruso en esta casa, por entonces, Mrs. Blessington? -le pregunté- ¿Ningún misterio sin resolver ... ?
Respondió con una risa alegre.
-¡Oh, no, querida, esta casa es el lugar más seguro del mundo! -se apresuró a declarar-. Es una casa feliz, ¡Ningún intruso se atrevería a perturbar Rampling Gate!
Y en efecto, nada perturbó la serenidad de los días siguientes. Los humos y los ruidos deLondres, y las palabras de nuestro padre moribundo, pasaron a ser un sueño. Lo real eran nuestros largos paseos juntos por los jardines descuidados, y nuestros viajes de punta a punta del lago en el bajo el techo acristalado del invernadero vacío. Y por la noche subíamos las escaleras con los mejores libros de la biblioteca del tío Baxter en las manos, dispuestos a leerlos a la luz de las velas en la intimidad de nuestros dormitorios.
Todas nuestras discretas investigaciones en la aldea nos llevaron a la misma conclusión: los aldeanos amaban la mansión y no contaban historias antiguas ni inquietantes. Por el contrario, repetidamente nos dijeron que Rampling era el pueblo más apacible de Inglaterra, y que nadie se atrevería -las mismas palabras de Mrs. Blessington- a perturbar el lugar.
-Esa vieja casa es nuestro ángel de la guarda -dijo la anciana de la librería en la que Richard compraba los periódicos de Londres-. ¿Qué sería el pueblo de Rampling, sin la casa Ramada Rampling Gate?
¿Cómo íbamos a explicarles la orden de nuestro padre? ¿Cómo podíamos tenerla presente nosotros mismos? No volvimos a hablar ni una sola vez del desastre propuesto, y Richard escribió a su empresa que no regresaría a Londres hasta el otoño.
Había encontrado una mina de materiales clásicos en los viejos volúmenes de la biblioteca del tío Baxter, y yo instalé mis bártulos de escribir en el pequeño estudio situado junto a la biblioteca, del que me adueñé por completo.
Nunca había conocido tanta paz y quietud. Parecía que la atmósfera de Rampling Gate permeaba las más simples descripciones que escribía, y enriquecía con un toque de añeja sabiduría las tramas y los personajes que creaba. El lunes después de nuestra llegada finalicé mi primera narración corta, y descendí a pie hasta el pueblo para enviarla con urgencia a los editores del Blackwood Magazines.
¿Qué era lo que había aterrorizado a mi padre en este precioso rincón de Inglaterra? -me pregunté-. ¿Qué recuerdo había podido ensombrecer sus horas postreras hasta el punto de llevarle a maldecir este lugar?
Mi corazón se abrió a aquel silencio celestial, y a la innegable majestuosidad de un paisaje que me hacía olvidarme totalmente de mí misma. Había ocasiones en las que me sentía un intelecto incorpóreo flotando en un silencio insondable, mientras recorría los senderos del jardín o los pasillos de piedra que habían sido testigos de demasiados acontecimientos para percatarse de la presencia de una joven pequeña y frágil, que en algunos momentos Regaba incluso al extremo de
hablar en voz alta a las armaduras que la rodeaban, a las estatuas rotas del jardín, a los querubes de las fuentes que desde hacía años y mas anos ya no tenían agua que verter desde las conchas que sostenían.
Pero ¿había en aquel entorno idílico alguna fuerza maligna que aún se ocultaba de nosotros, alguna historia secreta que lo explicara todo? Un horror indecible... En mi recuerdo volvía a ver a aquel joven, y me invadía la extraña sensación de que en mi memoria o en mi imaginación se había enriquecido aquella imagen en los últimos días. Tal vez lo había reinventado en sueños, y había adornado con un rubor brillante sus labios y sus mejillas. Tal vez, al recrear su figura para Mrs. Blessington, le había permitido alzar la mano hasta la bufanda roja de modo que pude advertir entonces los dedos, largos, delicados y sugestivos, de una mano de músico.
Todo aquello rondaba confusamente por mi mente cuando entré de nuevo en la casa, sin hacer ruido, y vi a Richard sentado en su sillón de piel favorito, junto al fuego.
Un aire cálido entraba por la puerta abierta del jardín, y sin embargo el brillo de las llamas era invitador, y hacía que la amplia habitación, con sus estanterías abarrotadas de libros encuadernados en cuero, pareciera atractiva y pequeña como un refugio.
-Siéntate -dijo gravemente Ríchard, sin dirigirme más que una mirada apresurada-. Quiero leerte algo de inmediato.
Tenía en las manos un libro largo y estrecho.
-Esto pertenecía al tío Baxter -dijo-. Y al principio creí que se trataba sólo de un libro de, cuentas que había llevado en la época de las reformas, pero he encontrado anotaciones de diario que corresponden a las últimas semanas de su vida. Están escritas apresuradamente y son casi indescifrables, pero he conseguido averiguar lo que dicen.
-Muy bien, pues léemelas -manifesté, pero sentí un ligero escalofrío de temor al decirlo. No quería saber ninguna cosa terrible relativa a este lugar. Si pudiéramos permanecer siempre aquí..., pero eso era imposible, por supuesto.
-Escucha esto -dijo Richard, pasando cuidadosamente una página-. «Cinco de mayo, mil ochocientos treinta y ocho: él está aquí, lo sé con toda seguridad. Ha vuelto otra vez». Y varios días más tarde: «Cree que ésta es su casa, de verdad, y bebería mi vino y fumaría mis cigarros si pudiera. Lee mis libros y mis papeles, sin molestarse en disimular. He dado órdenes de cerrar todo con llave». Y finalmente, la última anotación, escrita la mañana del día en que murió: «Estoy cansado, cansado hasta la muerte, y él no es la causa menor de mí agotamiento. La última noche le vi con mis propios ojos. Estaba en esta misma habitación. Se mueve y habla exactamente igual que un mortal, y se atreve a contarme sus secretos. Él es un demonio astuto y yo un simple mortal. ¡Cómo voy a luchar con él!».
-Buen Dios -susurré lentamente. Me levanté de la silla en la que me había sentado, y de pie a su lado leí yo misma aquella página. La escritura estaba garabateada, y era la última anotación del libro. Yo sabía que el corazón del tío Baxter había cedido. No tuvo una muerte violenta, sino pacífica, en aquella misma habitación, con un libro piadoso en las manos.
A. R. (1982)
(Continuará)
-Muy bien, pues léemelas -manifesté, pero sentí un ligero escalofrío de temor al decirlo. No quería saber ninguna cosa terrible relativa a este lugar. Si pudiéramos permanecer siempre aquí..., pero eso era imposible, por supuesto.
-Escucha esto -dijo Richard, pasando cuidadosamente una página-. «Cinco de mayo, mil ochocientos treinta y ocho: él está aquí, lo sé con toda seguridad. Ha vuelto otra vez». Y varios días más tarde: «Cree que ésta es su casa, de verdad, y bebería mi vino y fumaría mis cigarros si pudiera. Lee mis libros y mis papeles, sin molestarse en disimular. He dado órdenes de cerrar todo con llave». Y finalmente, la última anotación, escrita la mañana del día en que murió: «Estoy cansado, cansado hasta la muerte, y él no es la causa menor de mí agotamiento. La última noche le vi con mis propios ojos. Estaba en esta misma habitación. Se mueve y habla exactamente igual que un mortal, y se atreve a contarme sus secretos. Él es un demonio astuto y yo un simple mortal. ¡Cómo voy a luchar con él!».
-Buen Dios -susurré lentamente. Me levanté de la silla en la que me había sentado, y de pie a su lado leí yo misma aquella página. La escritura estaba garabateada, y era la última anotación del libro. Yo sabía que el corazón del tío Baxter había cedido. No tuvo una muerte violenta, sino pacífica, en aquella misma habitación, con un libro piadoso en las manos.
A. R. (1982)
(Continuará)
15 octubre 2009
Oscura canción de cuna
http://www.youtube.com/watch?v=oOHQs405XcU
"Lullaby" - The Cure
on candystripe legs spiderman comes
softly through the shadow of the evening sun
stealing past the windows of the blissfully dead
looking for the victim shivering in bed
searching out fear in the gathering gloom and suddenly!
a movement in the corner of the
room! and there is nothing i can do
when i realise with freight that the spiderman is having
me for dinner tonight!
quietly he laughs and shaking his head creeps closer now
closer to the foot of the bed
and softer than shadow and quicker than flies
his arms are all around me and his tongue in my eyes
"be still be calm be quiet now my precious boy
don't struggle like that or i will only love you more
for it's much too late to get away or turn on the light
the spiderman is having you for dinner tonight"
and i feel like i'm being eaten
by a thousand million shivering furry holes
and i know that in the morning i will wake up
in the shivering cold
and the spiderman is always hungry...
"Come into my parlour", said the spider to the fly... "I have something... "
Del álbum "Disintegration" (1989)
*******
Musicalmente hablando, conocí a The Cure con el álbum Kiss me, kiss me, kiss me (que todavía conservo en su presentación original de doble LP de vinilo, jejeje). No recuerdo si lo compré en 1987 o 1988, tampoco tengo claro si me marcó tanto a los quince o a los diesciséis años. Pero lo cierto es, que The Cure muy pronto se convirtió en una de las bandas más importantes del soundtrack de mi vida.
La atracción y el gusto por The Cure mi pilló en los años más crudos de mi adolescencia, así que no es difícil de imaginar que cuasi vivía plantada en una montaña rusa de emociones: lo mismo podía reír y divertirme, que al rato ya estaba tristeando y desgarrándome las vestiduras :P Claro que en el soundtrack de aquellos años hubo otras bandas y mi descubrimiento del Gótico con todo lo que esto implicaba: tenías que apañarte con lo que podías en todos los sentidos (moda, accesorios, lecturas) y de no ser por Jorge Barragán, mi cuasi gurú musical que nos guiaba desde su puesto en el Tianguis (mercadillo) del Chopo, yo no hubiese podido ampliar mi panorama musical más allá de lo que escuchaba en la radio que iba desde el pop hasta lo que se calificaba como alternativo en los 80's.
El álbum Disintegration, que llegó a mí cuando tenía diescisiete años, me reveló lo que era la esencia de The Cure. Sin duda me rendí ante ellos y aquellas letras que a veces sonaban tan crípticas y que me veía en la necesidad de pedirle ayuda a una amiga para traducirlas. ¿Mis canciones favoritas? Lullaby y Fascination Street.
Se cuenta que al finalizar la gira The Kissing Tour, Robert Smith empezó a sentirse muy incómodo con todo lo que implicaba haberse convertido en una estrella del pop. Se marchó a vivir a Maida Vale, un distrito residencial del oeste de Londres que es conocido como la Pequeña Venecia y combatía su depresión consumiendo regularmente LSD. Otro hecho que deprimía a tito Robert era que estaba a punto de cumplir 30 años. Así que empezó a escribir canciones a diestra y siniestra. El material, obviamente, resultó muy depresivo pero aún así reunió a los demás integrantes de la banda en la casa del entonces batería Boris Williams. Era el verano de 1988 y Robert les mostró los demos que había grabado. Pensó que si a los demás no les gustaban, comenzaría a preparar un álbum solista. Pero, sorpresivamente, los demás se entusiasmaron con los demos y pronto empezaron a ensayar. Al finalizar ese verano, ya habían grabado 32 canciones en la casa de Williams.
Robert estaba decidido a romper con los pop singles al estilo del álbum Kiss me, kiss me, kiss me. Quería acercarse más a la esencia del álbum Pornography (1982). Cuentan que también la idea del suicidio estaba presente: poco antes de que la banda empezara a grabar Disintegration, dos adolescentes se habían suicidado en una ciudad cercana. Poco después, se reveló que ambos habían escuchado los primeros álbums de The Cure mientras se quitaban la vida. Robert recortó la noticia del periódico y la colgó en la pared del estudio de grabación. "Sé que es trágico, pero al mismo tiempo macabramente divertido porque es obvio que nosotros no tuvimos nada qué ver. Sólo fuimos señalados".
Disintegration fue el regreso de Robert a la temática oscura y triste que The Cure ya había explotado a principios de los '80. Deliberadamente, Robert buscó grabar un álbum que fuera depresivo como un reflejo de los descorazonado que se sentía en ese entonces. El sonido del álbum impresionó a la discográfica Electra Records al punto de que le informaron a Robert que retrasarían varios meses el lanzamiento porque consideraban que aquel trabajo sería un suicidio comercial. Robert remarcó "ellos pensaron que yo empezaba a ser intencionadamente oscuro", cita que sacó de una carta que recibió de la discográfica.
El álbum finalmente se puso a la venta en mayo de 1989 y pronto subió al puesto número 3 de las listas de popularidad de Inglaterra. Allí mismo, el single Lullaby fue el que más rápido se posicionó ocupando el puesto número 5. En Estados Unidos, al mismo tiempo que aparecía en la peli Lost Angels, la discográfica Electra lanzó el primer single americano Fascination Street (el single internacional fue Lovesong). Disintegration fue disco de oro en ventas (100, 000 copias vendidas) en Inglaterra y para 1992 se habían vendido tres millones de copias en todo el mundo.
Robert definió el álbum como "desafiante y claustrofóbico, a menudo doloroso, otras tedioso. Es casi sorprendente". Disintegration fue considerado el mejor álbum de 1989por la revista Melody Maker y ocupa el lugar 326 del listado de los 500 álbum más grandes de todos los tiempos de la revista Rolling Stone.
Disintegration es un ábum que me remonta de forma directa y sin escalas a ese momento de mi vida, cuando estaba tratando de aprender a dominar mis emociones, cuando casi no importaba pensar en el mañana, cuando me desgarraba las vestiduras y escribía la peor poesía del mundo que sí, muy oscura, pero llena de adjetivos que en lugar de mejorarla, la empeoraban aún más. Me recuerda a mis amigos, a la escuela donde estábamos (CCH Sur), a todos esos chicos que a toda costa querían parecerse a Rober Smith y ponían a todo volumen en el estéreo de sus coches Fascination Street como si se tratase de una invocación que atraía a la tristeza, la pesadumbre y la introspección.
Ya he dicho que Lullaby es una de mis canciones favoritas - y video también, jejeje-, no sólo de este álbum sino de toda la discografía de The Cure. Se cuenta que la premisa de esta canción surge a raíz de que Robert recordara las canciones de cuna que su padre le cantaba cuando él no podía dormir. "Mi padre siempre las creaba. Siempre con un final horrible. Era algo así como 'duérmete ahora, niño bonito, o tú no querrás despertarte del todo' ".
***
13 octubre 2009
Mis adorables vecinos
Provengo de una familia muy supersticiosa, más por el lado paterno que materno. Mi padre tardó años y más años en aceptar mi luto cuasi permanente, hahaha, y qué mal lo pasaba si se cruzaba en su camino un gato negro o si debía pasar por debajo de alguna escalera. El número trece ni se lo mencionemos y dejar los sombreros sobre la cama lo pone casi histérico y corriendo va y los pone en otro lugar. Tampoco permite que se abran los paragüas dentro de casa y cree firmemente en la buena y en la mala suerte.
Yo soy un fifty-fifty: a veces más por precaución que por superstición, evito pasar debajo de las escaleras de pintores, obreros y albañiles :P así tenga que bajar la acera y hacer un gran rodeo. Me da mucho repelús que se me rompa algo de cristal como un vaso, una copa o un espejo por pequeño que sea. Y durante mucho tiempo llevé en mi monedero algunas semillas de mostaza porque mi madre creía que daban buena suerte con el dinero, no es que lo multiplicaran, jejeje, pero lo cierto era que nunca lo tenía vacío.
Los gatos negros me dan igual. No me tomo a la tremenda que alguno se cruce en mi camino. Ahora mismo recuerdo a Salem, el gato de un amiguete que me hacía la ropa en México ;-) Aquello no era un gato negro, era una verdadera pantera que siempre insistía en colarse dentro de mi bolso, hahaha. También recuerdo a mis oscuros felinos vecinos durante dos o tres años: habitaban a sus anchas en la azotea de la panadería que está al lado del edificio donde vivo en Valencia. Siempre que me ponía a tender la ropa, los veía tirados al sol o hechos bolita dormitando. Pronto también descubrí a otro felino de color beige con manchas más oscuras y un poco más grande y robusto que los tres morenazos, hahaha, que curiosamente no tenía una oreja :P Algunas veces me miraban con cierta curiosidad, otras más pasaban de mí y seguían holgazaneando. A mi padre nunca se lo conté ni se los enseñé en alguna de sus visitas, hahaha. Le hubiese dado un infarto, seguro. A mí me hacían gracia, me parecía muy curioso tener esa clase de "vecinos" con tanta personalidad, sobre todo el desorejado que, por supuesto, era el que más llamaba la atención.
Hace tiempo que dejé de verlos. Según me he enterado, parece ser que alguien del barrio se dedicó a envenenar a cuanto felino habitaba libremente por las azoteas. Es probable que mis vecinos hayan sido de los primeros que cayeron porque caseros no se veían aunque tampoco estaban raquíticos. Probablemente se alimentaban y muy bien de las ratotas que campean a sus anchas en el patio trasero de una de las plantas bajas del edificio donde vivo, que hace tiempo está deshabitada. En más de una ocasión las he visto escurrirse por los tubos del desagüe. Así que quien envenenó a los gatos no se detuvo a pensar que los felinos mantenían cierto control sobre las ratas.
También hace tiempo que durante varias noches escuchaba una especie de chillido bajito y curioso que iba y venía por delante de la ventana de mi dormitorio. Yo no alcanzaba a descifrar qué clase de bicho podría ser y por más que miraba por la ventana entre la media penumbra que prevalece en esa gran área que conforman todas las partes traseras de varios edificios, no veía nada de nada, pero sí que percíbía más claramente el chillido.
Poco tiempo después, una noche de verano que estábamos sentados fuera del apartamento donde mi suegra pasa algunos días en el pueblo de Chiva, casi me muero de puro gusto al ver un montón de pequeños murciélagos revoloteando alrededor de una de las farolas que iluminan la pequeña urbanización. Sí, suena a pose total, lo sé, hahaha, pero jamás me han dado miedo ni asco los quirópteros. Y nunca había estado tan cerca de ellos como aquella noche que sólo había algunos metros de distancia. Repito: eran pequeños y mi señor marido, con toda la parsimonia del mundo, como quien habla del vecino de toda la vida, me dijo que aquellos murciélagos se alimentaban de las polillas que siempre están pululando alrededor de las farolas de la calle. Que él los veía desde que era niño pero que no les daba mayor importancia.
Yo lo más cerca que había estado de un murciélago fue gracias al biólogo William Lopez-Forment que al ser un especialista en quirópteros, conserva varios disecados. Hace unos diez años o un poco más, cuando TV UNAM nos entrevistó para un programa especial de vampiros, apareció al más puro estilo doc. Van Helsing, jejeje, con un maletín que contenía dos especímenes de la variedad hematófaga con las alitas extendidas y todo eso. Eran pequeños no aquellos enormes que nos muestran en las películas. Que esos, se alimentan de fruta, vamos que son cuasi vegetarianos, jejeje. Los que se alimentan de sangre no miden más allá de diez u once centímetros (y sólo son tres especies de casi mil existentes en todo el mundo). Recuerdo con cariño y admiración a López-Forment pues es una persona más que agradable y afable, siempre dispuesto a enseñarte todo sobre el fascinante mundo de los murciélagos.
Durante el verano, era cuando escuchaba con más frecuencia los chillidos delante de la ventana de mi dormitorio. Iba y venían con gran velocidad. Y hace realmente poco tiempo descubrí, con mucha sorpresa y emoción, qué los emitía: una tarde, mientras tendía la ropa en la parte trasera del departamento donde vivo (que da hacia esa área que conforman todas las partes traseras de todos los edificios de casi una manzana) vi una sombra veloz que pasaba cuasi zumbando por delante de mí, a corta distancia. Traté de enfocar todo lo bien que podía mi vista miope aunque un poco mejorada gracias a las gafas de aumento, jejeje, y voilà: un pequeño murciélago pardo que iba y venía soltando pequeños chillidos, iguales a los que todas las noches escuchaba delante de mi ventana. V-a-l-g-a-m-i-t-o. Mientras sonreía toda emocionada, el murciélago se metió en una pequeña grieta en la pared de ladrillos de una pequeña casita que tienen en una extensión de su terraza, mis vecinos del departamento de enfrente O_O
Madre del Amor Hermoso, hahaha, la Mac tiene murciélagos como vecinos. Si lo cuento, seguro que nadie me cree, para empezar mi marido que juraba y perjuraba que los murciélagos sí chillaban pero en una frecuencia casi imperceptible para el ser humano. Pues yo aseguro que no es así. Es más, varias noches que tengo la ventana del comedor abierta (para refrescarnos), con tres cuartos de la persiana bajada porque mis ventanales son muy altos y por seguridad para que Happy Demon no asome medio cuerpo, he escuchado los chillidos demasiado cerca. Será que al filtrarse la luz, se acercan muchas polillas, que este verano hemos tenido cuasi una plaga que se colaban alegremente en casa para abrazarse y abrasarse, hahaha, con las lámparas :P Así que el murciélago vecino o sus camaradas (no creo que sólo habite uno en esa brecha de la pared) han de acercarse a mi ventana para papearse a los bichos.
Lo curioso es que Valencia está muy familiarizada con la imagen del murciélago. Es más, el quiróptero "corona", por así llamarlo, el blasón de la ciudad y el escudo del equipo de fútbol que también tiene como mascota a un murcielago :P La leyenda cuenta que cuando el rey Don Jaime I (1206-1278) luchaba durante la Reconquista contra la dominación musulmana un murciélago se posó sobre el casco o celada del rey durante la reconquista de Valencia. Según las ideas de aquellos tiempos, esto se quiso interpretar como un aviso al rey para que vigilara. Desde entonces, fue escogido como símbolo y en 1503 el murciélago se empezó a usar en el escudo de Valencia y se creó también una bandera real en recuerdo de aquel murciélago que se posó en la Celada de Don Jaime I. Otra versión dice que una flecha lanzada contra el monarca en plena batalla dio contra un murciélago que volaba cerca de el y que le salvo la vida. La más conocida es aquella donde el rey Don Jaime (Jaume en valenciano) estaba acampado en las cercanías de Valencia en su intento de arrebatar el control de la ciudad a los moros. Una noche que dormía el ejército cristiano tranquilo y confiado, se escuchó un sonido muy extraño en las proximidades de la tienda del mismo rey. Un soldado que oyó el misterioso ruido corrió a despertar al monarca que de inmediato dio la orden de que estuvieran todos alertas y vigilantes.
Fue entonces cuando alguien descubrió que el ejército moro se hallaba muy cerca del campamento, emprendiendo un ataque sorpresa contra las tropas de Jaume I. Rápidamente, tomaron todos los soldados las armas para presentar la batalla al ejército moro. La lucha fue terrible, los moros sufrieron un número elevado de bajas que les obligaron a retirarse. El ataque sorpresa, casi a la desesperada había sido rechazado.
Al acabar la batalla, se quiso saber el origen de aquel misterioso sonido que había puesto en guardia al ejército cristiano cuando descubrieron que había sido un murciélago, el que había estado golpeándose a sí mismo en un tambor y tirando al suelo algunas armas que habían provocando el misterioso estruendo que habían escuchando en mitad de la noche.
En agradecimiento al quiróptero, Jaume I hizo poner al murciélago en la parte más alta del escudo de la ciudad de Valencia.
En la página dedicada a la conservación de los murciélagos de la Comunidad Valenciana se cuenta otra versión: Según la leyenda los árabes los domesticaban y los empleaban para mantener a raya a los mosquitos de los terrenos pantanosos cercanos a la ciudad de Valencia. En la época de Jaume I un profeta árabe auguró que mientras el murciélago del dueño de la ciudad pudiera volar todas las noches, la ciudad se mantendría en poder musulmán.
Una noche, el murciélago quedó fascinado por la figura del dragón que decoraba el casco de Jaime I. Fue entonces cuando el rey cristiano pudo capturarlo y al día siguiente tomó la ciudad. Consciente de la importancia que había tenido la captura del murciélago en la consecución de sus fines, el rey cristiano concedió a la ciudad de Valencia un nuevo escudo.
Sea cual sea la verdadera historia que dio pie a la leyenda, lo cierto es que Valencia se identifica con el símbolo del murciélago, 'rat-penat' en valenciano. Y a mí me encanta tener a uno como vecino ;-)
Medio Ambiente celebra hoy una jornada sobre murciélagos en el Parc Natural de l'Albufera en Valencia.
***
Yo soy un fifty-fifty: a veces más por precaución que por superstición, evito pasar debajo de las escaleras de pintores, obreros y albañiles :P así tenga que bajar la acera y hacer un gran rodeo. Me da mucho repelús que se me rompa algo de cristal como un vaso, una copa o un espejo por pequeño que sea. Y durante mucho tiempo llevé en mi monedero algunas semillas de mostaza porque mi madre creía que daban buena suerte con el dinero, no es que lo multiplicaran, jejeje, pero lo cierto era que nunca lo tenía vacío.
Los gatos negros me dan igual. No me tomo a la tremenda que alguno se cruce en mi camino. Ahora mismo recuerdo a Salem, el gato de un amiguete que me hacía la ropa en México ;-) Aquello no era un gato negro, era una verdadera pantera que siempre insistía en colarse dentro de mi bolso, hahaha. También recuerdo a mis oscuros felinos vecinos durante dos o tres años: habitaban a sus anchas en la azotea de la panadería que está al lado del edificio donde vivo en Valencia. Siempre que me ponía a tender la ropa, los veía tirados al sol o hechos bolita dormitando. Pronto también descubrí a otro felino de color beige con manchas más oscuras y un poco más grande y robusto que los tres morenazos, hahaha, que curiosamente no tenía una oreja :P Algunas veces me miraban con cierta curiosidad, otras más pasaban de mí y seguían holgazaneando. A mi padre nunca se lo conté ni se los enseñé en alguna de sus visitas, hahaha. Le hubiese dado un infarto, seguro. A mí me hacían gracia, me parecía muy curioso tener esa clase de "vecinos" con tanta personalidad, sobre todo el desorejado que, por supuesto, era el que más llamaba la atención.
Hace tiempo que dejé de verlos. Según me he enterado, parece ser que alguien del barrio se dedicó a envenenar a cuanto felino habitaba libremente por las azoteas. Es probable que mis vecinos hayan sido de los primeros que cayeron porque caseros no se veían aunque tampoco estaban raquíticos. Probablemente se alimentaban y muy bien de las ratotas que campean a sus anchas en el patio trasero de una de las plantas bajas del edificio donde vivo, que hace tiempo está deshabitada. En más de una ocasión las he visto escurrirse por los tubos del desagüe. Así que quien envenenó a los gatos no se detuvo a pensar que los felinos mantenían cierto control sobre las ratas.
También hace tiempo que durante varias noches escuchaba una especie de chillido bajito y curioso que iba y venía por delante de la ventana de mi dormitorio. Yo no alcanzaba a descifrar qué clase de bicho podría ser y por más que miraba por la ventana entre la media penumbra que prevalece en esa gran área que conforman todas las partes traseras de varios edificios, no veía nada de nada, pero sí que percíbía más claramente el chillido.
Poco tiempo después, una noche de verano que estábamos sentados fuera del apartamento donde mi suegra pasa algunos días en el pueblo de Chiva, casi me muero de puro gusto al ver un montón de pequeños murciélagos revoloteando alrededor de una de las farolas que iluminan la pequeña urbanización. Sí, suena a pose total, lo sé, hahaha, pero jamás me han dado miedo ni asco los quirópteros. Y nunca había estado tan cerca de ellos como aquella noche que sólo había algunos metros de distancia. Repito: eran pequeños y mi señor marido, con toda la parsimonia del mundo, como quien habla del vecino de toda la vida, me dijo que aquellos murciélagos se alimentaban de las polillas que siempre están pululando alrededor de las farolas de la calle. Que él los veía desde que era niño pero que no les daba mayor importancia.
Yo lo más cerca que había estado de un murciélago fue gracias al biólogo William Lopez-Forment que al ser un especialista en quirópteros, conserva varios disecados. Hace unos diez años o un poco más, cuando TV UNAM nos entrevistó para un programa especial de vampiros, apareció al más puro estilo doc. Van Helsing, jejeje, con un maletín que contenía dos especímenes de la variedad hematófaga con las alitas extendidas y todo eso. Eran pequeños no aquellos enormes que nos muestran en las películas. Que esos, se alimentan de fruta, vamos que son cuasi vegetarianos, jejeje. Los que se alimentan de sangre no miden más allá de diez u once centímetros (y sólo son tres especies de casi mil existentes en todo el mundo). Recuerdo con cariño y admiración a López-Forment pues es una persona más que agradable y afable, siempre dispuesto a enseñarte todo sobre el fascinante mundo de los murciélagos.
Durante el verano, era cuando escuchaba con más frecuencia los chillidos delante de la ventana de mi dormitorio. Iba y venían con gran velocidad. Y hace realmente poco tiempo descubrí, con mucha sorpresa y emoción, qué los emitía: una tarde, mientras tendía la ropa en la parte trasera del departamento donde vivo (que da hacia esa área que conforman todas las partes traseras de todos los edificios de casi una manzana) vi una sombra veloz que pasaba cuasi zumbando por delante de mí, a corta distancia. Traté de enfocar todo lo bien que podía mi vista miope aunque un poco mejorada gracias a las gafas de aumento, jejeje, y voilà: un pequeño murciélago pardo que iba y venía soltando pequeños chillidos, iguales a los que todas las noches escuchaba delante de mi ventana. V-a-l-g-a-m-i-t-o. Mientras sonreía toda emocionada, el murciélago se metió en una pequeña grieta en la pared de ladrillos de una pequeña casita que tienen en una extensión de su terraza, mis vecinos del departamento de enfrente O_O
Madre del Amor Hermoso, hahaha, la Mac tiene murciélagos como vecinos. Si lo cuento, seguro que nadie me cree, para empezar mi marido que juraba y perjuraba que los murciélagos sí chillaban pero en una frecuencia casi imperceptible para el ser humano. Pues yo aseguro que no es así. Es más, varias noches que tengo la ventana del comedor abierta (para refrescarnos), con tres cuartos de la persiana bajada porque mis ventanales son muy altos y por seguridad para que Happy Demon no asome medio cuerpo, he escuchado los chillidos demasiado cerca. Será que al filtrarse la luz, se acercan muchas polillas, que este verano hemos tenido cuasi una plaga que se colaban alegremente en casa para abrazarse y abrasarse, hahaha, con las lámparas :P Así que el murciélago vecino o sus camaradas (no creo que sólo habite uno en esa brecha de la pared) han de acercarse a mi ventana para papearse a los bichos.
Lo curioso es que Valencia está muy familiarizada con la imagen del murciélago. Es más, el quiróptero "corona", por así llamarlo, el blasón de la ciudad y el escudo del equipo de fútbol que también tiene como mascota a un murcielago :P La leyenda cuenta que cuando el rey Don Jaime I (1206-1278) luchaba durante la Reconquista contra la dominación musulmana un murciélago se posó sobre el casco o celada del rey durante la reconquista de Valencia. Según las ideas de aquellos tiempos, esto se quiso interpretar como un aviso al rey para que vigilara. Desde entonces, fue escogido como símbolo y en 1503 el murciélago se empezó a usar en el escudo de Valencia y se creó también una bandera real en recuerdo de aquel murciélago que se posó en la Celada de Don Jaime I. Otra versión dice que una flecha lanzada contra el monarca en plena batalla dio contra un murciélago que volaba cerca de el y que le salvo la vida. La más conocida es aquella donde el rey Don Jaime (Jaume en valenciano) estaba acampado en las cercanías de Valencia en su intento de arrebatar el control de la ciudad a los moros. Una noche que dormía el ejército cristiano tranquilo y confiado, se escuchó un sonido muy extraño en las proximidades de la tienda del mismo rey. Un soldado que oyó el misterioso ruido corrió a despertar al monarca que de inmediato dio la orden de que estuvieran todos alertas y vigilantes.
Fue entonces cuando alguien descubrió que el ejército moro se hallaba muy cerca del campamento, emprendiendo un ataque sorpresa contra las tropas de Jaume I. Rápidamente, tomaron todos los soldados las armas para presentar la batalla al ejército moro. La lucha fue terrible, los moros sufrieron un número elevado de bajas que les obligaron a retirarse. El ataque sorpresa, casi a la desesperada había sido rechazado.
Al acabar la batalla, se quiso saber el origen de aquel misterioso sonido que había puesto en guardia al ejército cristiano cuando descubrieron que había sido un murciélago, el que había estado golpeándose a sí mismo en un tambor y tirando al suelo algunas armas que habían provocando el misterioso estruendo que habían escuchando en mitad de la noche.
En agradecimiento al quiróptero, Jaume I hizo poner al murciélago en la parte más alta del escudo de la ciudad de Valencia.
En la página dedicada a la conservación de los murciélagos de la Comunidad Valenciana se cuenta otra versión: Según la leyenda los árabes los domesticaban y los empleaban para mantener a raya a los mosquitos de los terrenos pantanosos cercanos a la ciudad de Valencia. En la época de Jaume I un profeta árabe auguró que mientras el murciélago del dueño de la ciudad pudiera volar todas las noches, la ciudad se mantendría en poder musulmán.
Una noche, el murciélago quedó fascinado por la figura del dragón que decoraba el casco de Jaime I. Fue entonces cuando el rey cristiano pudo capturarlo y al día siguiente tomó la ciudad. Consciente de la importancia que había tenido la captura del murciélago en la consecución de sus fines, el rey cristiano concedió a la ciudad de Valencia un nuevo escudo.
Sea cual sea la verdadera historia que dio pie a la leyenda, lo cierto es que Valencia se identifica con el símbolo del murciélago, 'rat-penat' en valenciano. Y a mí me encanta tener a uno como vecino ;-)
Medio Ambiente celebra hoy una jornada sobre murciélagos en el Parc Natural de l'Albufera en Valencia.
***
10 octubre 2009
El dueño de Ramplig Gate
Soy un poco terca, lo sé :p Confío en que tengo algunos fieles lectores que, a pesar de que no dejan constancia de su existencia a través de los comentarios, siempre que pueden me visitan y probablemente comparten algunos o muchos de los temas que conforman esta bitácora.
Esto viene a cuento porque nuevamente me voy a embarcar en la aventura de publicar, por entregas dominicales, un cuento que mucho me temo que, tal como el de Poppy Z. Brite, no es sencillo de encontrar fuera de un par de antologías poco conocidas (The Ultimate Dracula -que fue publicada en castellano por la editorial Timun Mas en 1991 conmemorando el 60 aniversario del estreno de la peli Drácula con Bela Lugosi como el enigmático conde- y Vampires, Wine and Roses) y una novela gráfica creación del maese John Bolton. Se trata del primer relato corto que escribió Anne Rice luego de Entrevista con el vampiro (1976).
El Dueño de Rampling Gate (1982) es una verdadera alegoría gótica y una peculiaridad al haber sido firmada bajo el seudónimo de Anne Rampling, una pequeña gran muestra del talento que poseía Mrs. Rice y que ahora mismo no me atrevo a asegurar que aún conserve :p Sí, trata sobre vampiros; sí, trata sobre la seducción tan poderosa que ejerce esa criatura sobre los mortales; sí, entre líneas podemos encontrar pinceladas de Louis y Armand en un mismo personaje.
Octubre está a toda potencia y cada vez nos acercamos más a mi festividad anual favorita (quizá sólo está por encima el día que nació Happy Demon, jejeje) : Halloween, Samhain, Día de Muertos. Durante todo este mes voy a publicar entradas relacionadas con estos temas ;-)
El Dueño de Ramplin Gate
Rampling Gate: ¡Era tan real para nosotros en aquellas viejas pinturas, alzándose como un castillo de hadas por encima del bosque oscuro que lo rodeaba! Una mole de piedra rematada en tejados de caballete y chimeneas, entre dos inmensos torreones; paredes de piedra gris cubiertas de hiedra, ventanas que reflejaban las nubes huidizas.
Pero ¿por qué papá nunca fue allí? ¿Por qué nunca nos llevó? ¿Y por qué en su lecho de muerte, en los meses sombríos que siguieron al fallecimiento de mamá, dijo a mi hermano Richard que Rampling Gate había de ser destruido piedra por piedra? Ramplíng Gate, que siempre había pertenecido a los Rampling; Ramplíng Gate, que había subsistido impávido más de cuatrocientos años.
Estábamos asustados ante los trabajos que nos esperaban, y dolorosamente aturdidos, Richard acababa de cumplir su cuarto año en Oxford. Dos vertiginosas temporadas sociales en Londres me habían deparado algún tímido éxito. Todavía prefería borronear poemas y relatos en el silencio de mi habitación a pasar las noches bailando, pero mantenía en secreto aquella inclinación, y aunque distábamos mucho de ser dos niños mimados, nuestros padres nos proporcionaban cuanto podíamos desear. Pero ahora los años de despreocupación se habían terminado. Nos veíamos obligados a comportarnos con prudencia y sentido de la responsabilidad. Y nos sentíamos apesadumbrados, sentados en el estudio abarrotado de libros de papá, contemplando las antiguas pinturas de Rampling Gate, junto a la pequeña estufa de carbón.
-Destrúyela, Richard -dijo papá-. En cuanto yo haya muerto.
-Sencillamente no lo entiendo, Julie -confesó Richard, mientras vertía el jerez en la copa de cristal tallado que yo sostenía en la mano-. Es un valor genuino, una construcción de época, una auténtica mansión del siglo XV en excelente estado de conservación. Una tal Mrs. Blessington, nacida y criada en la aldea de Rampling, ha estado administrándola, al parecer, los últimos años. Estaba allí cuando falleció tío Baxter, que fue el último Rampling en vivir bajo aquel techo. -le pregunté- que fue ese año cuando papá retiró todos los cuadros y los escondió?
-No lo olvidaré nunca -dijo Richard- . No podría hacerlo. Fue algo tan extraño y tan
impropio de papá.
Se arrellanó en su asiento, chupando pensativo su pipa.
-Luego hubo un incidente muy raro, cuando vio a aquel hombre joven en la estación Victoria.
-Sí, exactamente -dije, haciéndome un ovillo en el sillón forrado de terciopelo, al tiempo que contemplaba las llamitas azuladas que bailaban en la estufa-. ¿Recuerdas lo alterado que estaba papá?
Y sin embargo, había sido un incidente mínimo. En realidad, no había ocurrido nada en absoluto. En aquella época no podíamos tener más de seis y ocho años, respectivamente, y habíamos ido a la estación con nuestro padre para despedir a unos amigos. Por la ventanilla de un tren, papá vio a un hombre joven con cara de reproche, y aquello le molestó. Incluso hoy puedo recordar la cara con toda claridad. Era notablemente bien parecido, de nariz recta y delgada, cejas bien dibujadas, y con una mata de abundante cabello castaño. Sus grandes ojos negros miraron a papá con expresión de profunda tristeza; papá tiró de nosotros y nos llevó de allí a toda prisa.
-Y la discusión que tuvieron esa noche papá y mamá -añadió Richard, pensativo-. Recuerdo que los escuchamos desde el rellano de la escalera, y lo asustados que estábamos.
-Y papá dijo que él no se contentaba ya con ser únicamente el dueño de Rampling Gate; él había venido a Londres dispuesto a manifestarse también allí; aquel horror indecible, así lo llamó, había sobrepasado los límites de la audacia.
-Sí, exactamente, y cuando mamá intentó tranquilizarle y sugirió que tal vez había imaginado cosas, él se enfureció todavía más.
-Pero ¿quién podía ser el dueño de Rampling Gate, si no lo era papá? Por entonces, el tío Baxter hacía ya mucho tiempo que estaba muerto.
-No sé exactamente lo que hacer con este asunto -murmuró Richard-. Y no hay nada en los papeles de papá que pueda sugerir alguna explicación al problema.
Examinó el más reciente de los cuadros, un grabado deliciosamente coloreado que mostraba la mansión reflejada en las aguas azules del lago.
Pero te aseguro que lo peor de todo, Julie -asintió, meneando la cabeza-, es que nunca hemos visto la casa con nuestros propios ojos.
Nuestras miradas se cruzaron y se produjo una momentánea confusión, que rápidamente se desvaneció. Me incliné hacia adelante.
-Él no dijo que no fuéramos allí, ¿verdad, Richard? -pregunté-. Que no pudiéramos visitar la casa antes de destruirla.
-¡No, por supuesto que no! -exclamó Ríchard, y una amplía sonrisa asomó a su rostro-. Después de todo, ¿no es eso algo que debemos a otras personas, Julie? Al tío Baxter, que se gastó los últimos restos de su fortuna restaurando la casa, y a Mrs. Blessington, que la ha administrado todos estos años,
-¿Y qué me dices de la aldea? -añadí a toda prisa-. ¿Qué significará para sus habitantes ver destruido Rampling Gate? Está claro que debemos ir y ver el lugar nosotros mismos.
-De acuerdo, entonces. Escribiré enseguida a Mrs. Blessington. Le diré que vamos allí y que no sabemos cuánto tiempo nos quedaremos.
-¡Oh, Ríchard, va a ser maravilloso! -No pude contenerme y le abracé, pero él se ruborizó, y chupó su pipa exactamente del mismo modo que lo habría hecho papá. Tenemos que pasar allí una quincena por lo menos. Quiero conocer bien el lugar, en especial si...
Pero me entristecía demasiado recordar el mandato de papá. Era mucho más divertido pensar únicamente en el viaje. Empaqueté mis manuscritos porque, quién sabe, tal vez en aquel ambiente melancólico y exquisito podía encontrar la inspiración que buscaba. Sentí un júbilo casi maligno, porque venía a quebrar el duelo que pesaba sobre nosotros desde el día en que papá nos abandonó.
-Es lo más correcto que podemos hacer, ¿verdad, Richard? -pregunté dubitativa, un tanto desconcertada por lo mucho que deseaba ir. Había como un placer ilícito en el hecho de poder por fin visitar Rampling Gate.
-«Un horror indecible» -repetí para mí las palabras de papá, con una ligera mueca. ¿Qué significaba aquello? Pensé de nuevo en el joven extraño, casi exquisito, al que apenas había alcanzado a ver en un vagón de tren, mirándonos con una expresión melancólica en su rostro enjuto. Llevaba un gran abrigo negro y una bufanda roja de lana, y podía recordar su intensa palidez en contraste con aquella mancha de color. Su cutis parecía de porcelana. Era extraño que lo recordara de modo tan vívido, incluso la ligera inclinación de la cabeza y el largo y espeso cabello castaño. Pero había sido tan sólo un reflejo en una ventanilla, y ahora me daba cuenta de que aquel fugaz instante lo había revestido para mí de un ideal de belleza masculina que desde entonces jamás me había vuelto a cuestionar. Pero papá se puso tan furioso en aquel momento... Sentí una inconfundible punzada de remordimiento.
-Por supuesto que es lo más correcto, Julie -respondió Richard. Siguió sentado al escritorio, redactando cartas, y yo me sentí incapaz de abarcar toda la profundidad de mis pensamientos.
Atardecía ya cuando el viejo carricoche desvencijado nos subió por la suave ladera de la montaña, desde la pequeña estación del ferrocarril, y contemplamos por fin, por vez primera, la magnífica mansión. Creo que retuve el aliento. El cielo había palidecido hasta adquirir un matiz rosado por debajo de un es trato de nubes suavemente redondeadas, y los postreros rayos del sol se reflejaban en los paneles superiores de las ventanas emplomadas, cubriéndolas de una pátina dorada.
-Oh, es majestuoso -susurré-, parece una gran catedral. ¡Y pensar que nos pertenece!
Richard me dio un ligero beso en la mejilla. De súbito me sentí enloquecer, dispuesta de alguna forma a dejarme arrastrar a donde me llevara el temor o el encanto que emanaba de aquel lugar; no sabría decir con certeza cuál de las dos cosas, tal vez una mezcla sublime de ambas.
Deseaba con toda mí alma saltar al suelo y acercarme a pie a la mansión, para ver cómo crecían más y más sus torreones delante de mí; pero nuestro caballo aceleró el paso, e instantes después se adelantó una fila de criados que se inclinaban con rígidas reverencias. La anciana y arrugada ama de llaves indicó con amplios gestos a los hombres que se hicieran cargo de los baúles y de las bolsas de viaje.
Richard y yo fuimos introducidos en el enorme vestíbulo por la frágil y experta figura de Mrs. Blessington; nuestras pisadas resonaban con estruendo en el pavimento de mármol parpadeamos ante los polvorientos rayos de luz que caían sobre la larga mesa de roble, las macizas sillas de madera tallada y los tapices pesados y sombríos que colgaban de los altos muros.
-Es un lugar encantado -exclamé, incapaz de contenerme-. ¡Oh, Richard, estamos
en nuestra casa!
Mrs. Blessington rió feliz, y su mano reseca apretó con fuerza la mía. Sus ojillos
azules me contemplaban con una expresión curiosamente vacua, a pesar de su sonrisa.
-¡De nuevo hay Ramplings en Rampling Gate! No saben lo feliz que es este día para mí. Y sí, querida -añadió, como si acabara de leerme el pensamiento en aquel mismo instante-, soy casi ciega, y lo he sido durante muchos años. Pero si descubre una sola cosa fuera de lugar en esta casa, dígamelo enseguida, porque será la excepción, puedo asegurárselo, y no la regla.
De su rostro arrugado emanaba una simpatía tan grande, que me cautivó de
inmediato.
(Continuará)
Esto viene a cuento porque nuevamente me voy a embarcar en la aventura de publicar, por entregas dominicales, un cuento que mucho me temo que, tal como el de Poppy Z. Brite, no es sencillo de encontrar fuera de un par de antologías poco conocidas (The Ultimate Dracula -que fue publicada en castellano por la editorial Timun Mas en 1991 conmemorando el 60 aniversario del estreno de la peli Drácula con Bela Lugosi como el enigmático conde- y Vampires, Wine and Roses) y una novela gráfica creación del maese John Bolton. Se trata del primer relato corto que escribió Anne Rice luego de Entrevista con el vampiro (1976).
El Dueño de Rampling Gate (1982) es una verdadera alegoría gótica y una peculiaridad al haber sido firmada bajo el seudónimo de Anne Rampling, una pequeña gran muestra del talento que poseía Mrs. Rice y que ahora mismo no me atrevo a asegurar que aún conserve :p Sí, trata sobre vampiros; sí, trata sobre la seducción tan poderosa que ejerce esa criatura sobre los mortales; sí, entre líneas podemos encontrar pinceladas de Louis y Armand en un mismo personaje.
Octubre está a toda potencia y cada vez nos acercamos más a mi festividad anual favorita (quizá sólo está por encima el día que nació Happy Demon, jejeje) : Halloween, Samhain, Día de Muertos. Durante todo este mes voy a publicar entradas relacionadas con estos temas ;-)
El Dueño de Ramplin Gate
Rampling Gate: ¡Era tan real para nosotros en aquellas viejas pinturas, alzándose como un castillo de hadas por encima del bosque oscuro que lo rodeaba! Una mole de piedra rematada en tejados de caballete y chimeneas, entre dos inmensos torreones; paredes de piedra gris cubiertas de hiedra, ventanas que reflejaban las nubes huidizas.
Pero ¿por qué papá nunca fue allí? ¿Por qué nunca nos llevó? ¿Y por qué en su lecho de muerte, en los meses sombríos que siguieron al fallecimiento de mamá, dijo a mi hermano Richard que Rampling Gate había de ser destruido piedra por piedra? Ramplíng Gate, que siempre había pertenecido a los Rampling; Ramplíng Gate, que había subsistido impávido más de cuatrocientos años.
Estábamos asustados ante los trabajos que nos esperaban, y dolorosamente aturdidos, Richard acababa de cumplir su cuarto año en Oxford. Dos vertiginosas temporadas sociales en Londres me habían deparado algún tímido éxito. Todavía prefería borronear poemas y relatos en el silencio de mi habitación a pasar las noches bailando, pero mantenía en secreto aquella inclinación, y aunque distábamos mucho de ser dos niños mimados, nuestros padres nos proporcionaban cuanto podíamos desear. Pero ahora los años de despreocupación se habían terminado. Nos veíamos obligados a comportarnos con prudencia y sentido de la responsabilidad. Y nos sentíamos apesadumbrados, sentados en el estudio abarrotado de libros de papá, contemplando las antiguas pinturas de Rampling Gate, junto a la pequeña estufa de carbón.
-Destrúyela, Richard -dijo papá-. En cuanto yo haya muerto.
-Sencillamente no lo entiendo, Julie -confesó Richard, mientras vertía el jerez en la copa de cristal tallado que yo sostenía en la mano-. Es un valor genuino, una construcción de época, una auténtica mansión del siglo XV en excelente estado de conservación. Una tal Mrs. Blessington, nacida y criada en la aldea de Rampling, ha estado administrándola, al parecer, los últimos años. Estaba allí cuando falleció tío Baxter, que fue el último Rampling en vivir bajo aquel techo. -le pregunté- que fue ese año cuando papá retiró todos los cuadros y los escondió?
-No lo olvidaré nunca -dijo Richard- . No podría hacerlo. Fue algo tan extraño y tan
impropio de papá.
Se arrellanó en su asiento, chupando pensativo su pipa.
-Luego hubo un incidente muy raro, cuando vio a aquel hombre joven en la estación Victoria.
-Sí, exactamente -dije, haciéndome un ovillo en el sillón forrado de terciopelo, al tiempo que contemplaba las llamitas azuladas que bailaban en la estufa-. ¿Recuerdas lo alterado que estaba papá?
Y sin embargo, había sido un incidente mínimo. En realidad, no había ocurrido nada en absoluto. En aquella época no podíamos tener más de seis y ocho años, respectivamente, y habíamos ido a la estación con nuestro padre para despedir a unos amigos. Por la ventanilla de un tren, papá vio a un hombre joven con cara de reproche, y aquello le molestó. Incluso hoy puedo recordar la cara con toda claridad. Era notablemente bien parecido, de nariz recta y delgada, cejas bien dibujadas, y con una mata de abundante cabello castaño. Sus grandes ojos negros miraron a papá con expresión de profunda tristeza; papá tiró de nosotros y nos llevó de allí a toda prisa.
-Y la discusión que tuvieron esa noche papá y mamá -añadió Richard, pensativo-. Recuerdo que los escuchamos desde el rellano de la escalera, y lo asustados que estábamos.
-Y papá dijo que él no se contentaba ya con ser únicamente el dueño de Rampling Gate; él había venido a Londres dispuesto a manifestarse también allí; aquel horror indecible, así lo llamó, había sobrepasado los límites de la audacia.
-Sí, exactamente, y cuando mamá intentó tranquilizarle y sugirió que tal vez había imaginado cosas, él se enfureció todavía más.
-Pero ¿quién podía ser el dueño de Rampling Gate, si no lo era papá? Por entonces, el tío Baxter hacía ya mucho tiempo que estaba muerto.
-No sé exactamente lo que hacer con este asunto -murmuró Richard-. Y no hay nada en los papeles de papá que pueda sugerir alguna explicación al problema.
Examinó el más reciente de los cuadros, un grabado deliciosamente coloreado que mostraba la mansión reflejada en las aguas azules del lago.
Pero te aseguro que lo peor de todo, Julie -asintió, meneando la cabeza-, es que nunca hemos visto la casa con nuestros propios ojos.
Nuestras miradas se cruzaron y se produjo una momentánea confusión, que rápidamente se desvaneció. Me incliné hacia adelante.
-Él no dijo que no fuéramos allí, ¿verdad, Richard? -pregunté-. Que no pudiéramos visitar la casa antes de destruirla.
-¡No, por supuesto que no! -exclamó Ríchard, y una amplía sonrisa asomó a su rostro-. Después de todo, ¿no es eso algo que debemos a otras personas, Julie? Al tío Baxter, que se gastó los últimos restos de su fortuna restaurando la casa, y a Mrs. Blessington, que la ha administrado todos estos años,
-¿Y qué me dices de la aldea? -añadí a toda prisa-. ¿Qué significará para sus habitantes ver destruido Rampling Gate? Está claro que debemos ir y ver el lugar nosotros mismos.
-De acuerdo, entonces. Escribiré enseguida a Mrs. Blessington. Le diré que vamos allí y que no sabemos cuánto tiempo nos quedaremos.
-¡Oh, Ríchard, va a ser maravilloso! -No pude contenerme y le abracé, pero él se ruborizó, y chupó su pipa exactamente del mismo modo que lo habría hecho papá. Tenemos que pasar allí una quincena por lo menos. Quiero conocer bien el lugar, en especial si...
Pero me entristecía demasiado recordar el mandato de papá. Era mucho más divertido pensar únicamente en el viaje. Empaqueté mis manuscritos porque, quién sabe, tal vez en aquel ambiente melancólico y exquisito podía encontrar la inspiración que buscaba. Sentí un júbilo casi maligno, porque venía a quebrar el duelo que pesaba sobre nosotros desde el día en que papá nos abandonó.
-Es lo más correcto que podemos hacer, ¿verdad, Richard? -pregunté dubitativa, un tanto desconcertada por lo mucho que deseaba ir. Había como un placer ilícito en el hecho de poder por fin visitar Rampling Gate.
-«Un horror indecible» -repetí para mí las palabras de papá, con una ligera mueca. ¿Qué significaba aquello? Pensé de nuevo en el joven extraño, casi exquisito, al que apenas había alcanzado a ver en un vagón de tren, mirándonos con una expresión melancólica en su rostro enjuto. Llevaba un gran abrigo negro y una bufanda roja de lana, y podía recordar su intensa palidez en contraste con aquella mancha de color. Su cutis parecía de porcelana. Era extraño que lo recordara de modo tan vívido, incluso la ligera inclinación de la cabeza y el largo y espeso cabello castaño. Pero había sido tan sólo un reflejo en una ventanilla, y ahora me daba cuenta de que aquel fugaz instante lo había revestido para mí de un ideal de belleza masculina que desde entonces jamás me había vuelto a cuestionar. Pero papá se puso tan furioso en aquel momento... Sentí una inconfundible punzada de remordimiento.
-Por supuesto que es lo más correcto, Julie -respondió Richard. Siguió sentado al escritorio, redactando cartas, y yo me sentí incapaz de abarcar toda la profundidad de mis pensamientos.
Atardecía ya cuando el viejo carricoche desvencijado nos subió por la suave ladera de la montaña, desde la pequeña estación del ferrocarril, y contemplamos por fin, por vez primera, la magnífica mansión. Creo que retuve el aliento. El cielo había palidecido hasta adquirir un matiz rosado por debajo de un es trato de nubes suavemente redondeadas, y los postreros rayos del sol se reflejaban en los paneles superiores de las ventanas emplomadas, cubriéndolas de una pátina dorada.
-Oh, es majestuoso -susurré-, parece una gran catedral. ¡Y pensar que nos pertenece!
Richard me dio un ligero beso en la mejilla. De súbito me sentí enloquecer, dispuesta de alguna forma a dejarme arrastrar a donde me llevara el temor o el encanto que emanaba de aquel lugar; no sabría decir con certeza cuál de las dos cosas, tal vez una mezcla sublime de ambas.
Deseaba con toda mí alma saltar al suelo y acercarme a pie a la mansión, para ver cómo crecían más y más sus torreones delante de mí; pero nuestro caballo aceleró el paso, e instantes después se adelantó una fila de criados que se inclinaban con rígidas reverencias. La anciana y arrugada ama de llaves indicó con amplios gestos a los hombres que se hicieran cargo de los baúles y de las bolsas de viaje.
Richard y yo fuimos introducidos en el enorme vestíbulo por la frágil y experta figura de Mrs. Blessington; nuestras pisadas resonaban con estruendo en el pavimento de mármol parpadeamos ante los polvorientos rayos de luz que caían sobre la larga mesa de roble, las macizas sillas de madera tallada y los tapices pesados y sombríos que colgaban de los altos muros.
-Es un lugar encantado -exclamé, incapaz de contenerme-. ¡Oh, Richard, estamos
en nuestra casa!
Mrs. Blessington rió feliz, y su mano reseca apretó con fuerza la mía. Sus ojillos
azules me contemplaban con una expresión curiosamente vacua, a pesar de su sonrisa.
-¡De nuevo hay Ramplings en Rampling Gate! No saben lo feliz que es este día para mí. Y sí, querida -añadió, como si acabara de leerme el pensamiento en aquel mismo instante-, soy casi ciega, y lo he sido durante muchos años. Pero si descubre una sola cosa fuera de lugar en esta casa, dígamelo enseguida, porque será la excepción, puedo asegurárselo, y no la regla.
De su rostro arrugado emanaba una simpatía tan grande, que me cautivó de
inmediato.
(Continuará)
Por fin descansará en paz
Han pasado ya 160 años de la muerte del maestro del terror Edgar Allan Poe. Pero el genial escritor, fiel al macabro halo de misterio que envolvió su vida, todavía no descansa en paz. Viejas leyendas cuentan que su espíritu aún vaga a lomos de un negro caballo por las calles de Baltimore (EEUU), aunque no por mucho tiempo.
El atormentado poeta y escritor será el protagonista de una ceremonia que saldará cuentas con el pasado. Y es que cuando murió, cómo no, en extrañas circunstancias y delirando, la noticia de su muerte no se hizo pública y a su triste despedida apenas asistieron 10 personas.
El siniestro destino siguió cebándose con su figura. Su tumba fue destruida por el descarrilamiento de un tren incluso antes de ser instalada y un declarado enemigo suyo, Rufus Griswold, publicó decenas de notas desprestigiándole. Ahora, dos siglos después, la ciudad que le vio morir le rendirá el último y merecido homenaje.
No pocos se llevaron un buen susto cuando conocieron la noticia de que los restos de Poe serían expuestos en la Casa Museo que lleva su nombre. Pero nada más lejos de la realidad. El cuerpo es una réplica de cera, eso sí, con la amargura del rigor mortis con el que se despidió de este mundo. Desde este miércoles se pudo rendir tributo al 'cadáver' y el viernes hubo una emotiva vigilia con velas.
Así, este fin de semana tendrán lugar dos funerales, ya que se espera a cientos de seguidores, llegados incluso desde Vietnam. En la mañana del sábado, un carro tirado por caballos trasladará el féretro de Poe desde su antigua casa hasta el cementerio donde se oficiarán las exequias, en la antigua iglesia que hay junto a su tumba.
Viejos amigos y ambiente de época
El viaje al pasado que intentará recrear aquel lúgubre día de su muerte será todo un espectáculo. Numerosos actores, disfrazados con trajes de la época, leerán los pasajes más conocidos del escritor. El intérprete John Astin, famoso por encarnar a Gómez en la película 'La familia Adams', será el maestro de ceremonias.
Aunque no serán los únicos asistentes. El espíritu de diversas figuras del misterio también estará representado. A Poe le agradará contar en este día con el mismísimo Alfred Hitchcock o Arthur Conan Doyle, aunque también se simbolizará a sus antiguos amigos, que asistieron a la inauguración de su nueva tumba en 1875. Pero sin duda el invitado más especial será el mayor enemigo de Allan Poe, Griswold, que estará en primera fila vomitando toda su rabia.
Todo un cortejo fúnebre cuidado al detalle para el que, por cierto, ya están agotadas las entradas. Para los que no puedan participar de tan lúgubre rito, siempre les quedará tomarse una copa de coñac a los pies de su tumba, siempre rodeada de misterio. Mas como rezaba el cuervo de uno de sus poemas más famosos, 'Nunca más' volverán a ser los mismos
Maciej Zamiatowski
Diario El Mundo
10 de octubre de 2009
*******
Podrá sonar a topicazo pero mi primer acercamiento a la literatura de horror fue a través del maese Poe. Recuerdo que siendo yo muy pequeña leí La caída de la casa Usher, La máscara de la muerte roja, Berenice y Ligeia. Mi madre no tenía un gusto definido en cuanto a lecturas, pero parecía tener cierta afición por los libros de temática misteriosa. Así que, en cuanto aumentó mi interés por la lectura, pude acercarme a Poe y sus magistrales historias. También descubrí las adaptaciones cinematográficas de Roger Corman protagonizadas por Vincent Price: mi favorita es Ligeia.
El pasado miércoles, se cumplieron 160 años del fallecimiento de Poe. La conmemoración fúnebre se vio acompañada por la noticia de que una representación del cadáver del maese Poe tendría un funeral a la altura del pedazo de artista que fue y que ha sido. Quizá, a pesar de los esfuerzos de sus admiradores y de las actuales autoridades de Baltimore, deberíamos decir que no es justo que hayan pasado más de ciento cincuenta años para que el maese Poe pueda "descansar en paz". Quizá, esta es una muestra absoluta del tipo de vida desastrosa y casi maldita que le tocó vivir, abatida por los malos designios de un destino que se cebaron con él y con su cordura.
Aquí la lectura online del relato Berenice, uno de mis favoritos.
08 octubre 2009
Trato o Truco
http://www.youtube.com/watch?v=953AWDEnNs0
"Halloween" - Siouxsie & The Banshees
The night is still
And the frost it bites my face
I wear my silence like a mask
And murmur like a ghost
"Trick or Treat"
"Trick or Treat"
The bitter and the sweet
The carefree days
Are distant now
I wear my memories like a shroud
I try speak but words collapse
Echoing, echoing
"Trick or Treat"
"Trick or Treat"
The bitter and the sweet
I wander through your sadness
Gazing at you with scorpion eyes
Halloween ... Halloween
A sweet reminder
In the ice-blue nursery
Of a childish murder
Of hidden lustre
And she cries
"Trick or Treat"
"Trick or Treat"
The bitter and the sweet
I wander through your sadness
Gazing at you with scorpion eyes
Halloween ... Halloween
Del álbum "Juju" (1981)
*******
Octubre a toda potencia y se acerca mi celebración favorita del año: Halloween, Samhain, Día de Muertos :)
Hace poco más de veinte años que descubrí el álbum Juju de Siouxsie y fue una grata sorpresa descubrir una canción dedicada al Halloween. Hubo una temporada en mi vida en que no paraba de escucharla. Me influyó tanto que intenté incluirla en alguno de mis cuentos. El siguiente es un fragmento que escribí hace algunos años pero tras algunas revisiones, decidí dejarlo fuera del cuento que escribía:
El primer sorbo de mi bebida lo acompañó el estribillo de la canción Halloween. Siouxsie repetía una y otra vez trick or treat. Mientras tanto, la imaginaba como una niña diabólica llamando a la puerta de una inofensiva anciana. Siouxsie-niña se frotaba las manos y pasaba la lengua por sus afilados colmillos planeando el ataque: en cuanto la viejecilla abriera la puerta con las manos llenas de caramelos, Siouxsie-niña saltaría a su cuello... "Sólo un sorbito, abuela, sólo uno."
05 octubre 2009
Sangre nueva en la familia Stoker
A decir verdad, no sé apreciar al Bram Stoker escritor de ficción. He intentado leer casi todo su legado fuera de Drácula, por supuesto, y confieso que me cuesta mucho digerirlo (a excepción de lo que se ha llamado durante mucho tiempo el prólogo de Drácula y que terminó siendo titulado: El huésped de Drácula). Es por eso que me ha resultado más que sorprendente que uno de sus descendientes, Dacre Stoker (para más inri, su sobrino-bisnieto) haya recuperado unas notas y manuscritos -que dejó a finales del siglo XIX- sobre una posible continuación de la historia del aristócrata chupasangre más famoso (una publicación "cantada" desde hace un año, más o menos).
Han transcurrido veinticinco años desde que los protagonistas acabaran con Drácula pero sigue latente la amenaza que el legendario personaje escupió antes de morir: "Me cobraré mi venganza. La extenderé durante siglos. El tiempo está de mi lado". Este es el comienzo de Drácula, el No-Muerto (en homenaje al primer título de la novela original), la historia que ha escrito el bisnieto de Stoker y que hoy se pone a la venta la versión en castellano publicada por Roca Editorial.
Un cuarto de siglo después, Jonathan Harker es alcohólico y vive atormentado por la eterna juventud de su mujer, Mina; la existencia del doctor Van Helsing es tan extravagante que es sospechoso de estar involucrado en los crímenes de Jack el Destripador y, como ellos, todos los que se encargaron de dar muerte a Drácula continúan atormentados por la experiencia vivida.
El hijo de Jonathan y Mina, Quincey, que estudia Derecho en la Sorbona, descubre por casualidad la historia de Drácula a través de una representación dirigida por el propio Bram Stoker, que se convierte así en un personaje más de la novela de su bisnieto. Tras descubrir a sus padres y amigos tras los personajes de Stoker, Quincey tiene que enfrentarse además al inicio de una serie de asesinatos que tienen como víctimas a todos los que colaboraron en la muerte del vampiro.
Parece no tener mala pinta, es más, casi promete encerrar una buena historia (spoiler: Jonathan Harker aparece empalado en plena plaza de Picadilly Circus :p ). También cuenta con la aprobación de todos los herederos del escritor irlandés y con la participación de Ian Holt, historiador y guionista, que dicen que se ha esforzado por respetar "la visión gótica original de Bram". "Era como si Bram estuviera en la sala con nosotros, guiándonos a través de numerosas pistas que dejó atrás como migas de pan para que nosotros las siguiéramos", afirma su bisnieto, que ha añadido a las pistas dejadas por su ancestro guiños al cine y a la ciencia moderna.
El lanzamiento de este libro coincide con la edición, por primera vez en español, de Famosos impostores (editorial Melusina), un ensayo en el que Bram Stoker esboza las hazañas de grandes estafadores, charlatanes y reyes del disfraz como el Chevalier D'Eon (es fascinante su historia), que se batía en duelo vestido de mujer, o la hipótesis de que la reina Isabel I de Inglaterra fuera en realidad un hombre.
http://www.youtube.com/watch?v=JJJCiQ6GgI0
PD: Por cierto, se me retuercen las tripas cada vez que leo un titular del tipo: Roca se apunta a la moda vampírica, grrr... Como si algo de la altura de Drácula, nos guste o no nos guste la novela, pueda ser siquiera comparado con las idioteces de la mormona Meyer y demás oportunistas que han abusado de la imagen del vampiro hasta convertirlo en un ícono sólo digno para adolescentes calenturientas.
PD2: Aquí se puede leer el primer capítulo (en pdf) de Drácula, el No-Muerto y aquí el link de la página oficial de en inglés.
Labels:
Curiosidades,
Friki On,
Mundo Literario,
Noticias,
Vampiros,
Videos
02 octubre 2009
100 años de Malverde
Cae la tarde y los reflejos del Sol destellan en el río Tamazula. Sentada en una banca del Malecón Viejo, dice con serenidad: "Es como un Dios. Las cosas que recibe son impresionantes; dinero, alhajas, dólares. Para pasar cargamentos todo el tiempo se le pide. Es el Dios de Sinaloa, un chin...".
Magdalena no habla de un operador del narco, o al menos no de cualquiera. La devoción fulgura en sus palabras. Parte de su vida en las entrañas del tráfico de drogas le permiten referirse con autoridad al tema. Habla de Jesús Malverde, el bandido sinaloense de principios de la Revolución Mexicana habilitado como santo laico, que ayer 3 de mayo, cumplió un siglo de muerto.
Muerte y santidad
En este caso no es el bosque de Sherwood, sino los Altos de Culiacán y el personaje no se llama Robin Hood. La tradición cuenta que un día como ayer, de 1909, los Rurales -Policía Secreta Porfirista- detuvieron a Jesús Malverde, líder de una banda que mantenía asolada la región, con asaltos a las familias acaudaladas, cuyo botín compartía con los pobres. Lo ahorcaron y las autoridades no permitieron que descolgaran sus restos, para que quedara como lección de lo que les sucedería a quienes pretendieran imitarlo. Luego de un tiempo, el cadáver cayó y la gente fue cubriendo los restos con piedras, hasta formar un montículo al que alguien le colocó una cruz.
Hasta hace un lustro la leyenda contaba que aquel bandolero era Jesús Juárez Mazo; su mote, "Malverde", obedecía a que actuaba cubierto con hojas de plátano -era un "mal verde" que se camuflaba- y su fecha de nacimiento era el 24 de diciembre de 1870. Pero a finales de 2004, Gilberto López Alanís, director del Archivo Histórico de Sinaloa, encontró el acta de un niño "nacido en este lugar (Paredones, al Norte de Culiacán) hoy (5 de marzo de 1888) a las 5 de la mañana, a quien se puso de nombre Jesús, hijo natural de Guadalupe Malverde, mayor de edad, soltera".
¿De modo que Malverde existió?, se le pregunta al titular de los archivos sinaloenses. "Existe como deidad. Ahí está... Y como archivo histórico nosotros lo que hacemos es presentar el acta y que cada quién asuma su forma de interpretación. Nosotros damos una evidencia a través de un documento de época".
La devoción de esta figura, aunque incipiente, habría iniciado apenas muerto el personaje. El ánima de Malverde empezaría a ser para muchos una entidad siempre atenta a sus súplicas. Su capacidad de convocatoria en las primeras décadas sería modesta, hasta que, paradójicamente, la llegada de la modernidad lo afincaría en la creencia popular: a finales de los setenta, en las postrimerías del régimen de Alfonso Calderón Velarde, en el sitio donde habría caído el cadáver de Malverde se iniciaría la construcción de la actual Unidad Administrativa de Gobierno.
Pero, según la leyenda, la maniobra para derribar la cruz se complicó. Eligio González, custodio de la devoción a Malverde por más de 30 años, hasta su fallecimiento en 2004, narraba la fantasía de que "poderosos buldózer limpiaron y emparejaron los terrenos, pero al llegar a la cruz misteriosamente se descomponían". Al final, el inmueble habría sido levantado en un terreno contiguo, permitiendo así que se construyera la ermita que hasta hoy es el núcleo del ascenso sostenido de la feligresía.
Un santo eficaz
¿De dónde tanto fervor? "El sinaloense es romántico en el sentido estricto y decimonónico de la expresión", expone el sociólogo Ronaldo González Valdés, ex director del Instituto Sinaloense de Cultura. "Le da más peso a la pasión que a la razón y como buen romántico es muy apegado a la naturaleza; nuestra manera de vincularnos con la naturaleza y por lo tanto con nuestros semejantes, ha sido muy rudimentaria, elemental, básica (...).
Más pragmática, la dramaturga Dolores Espinosa apunta que la identificación con la figura de Malverde trasciende Sinaloa, pues hay capillas en México, Estados Unidos, América Latina y Europa. "...Malverde sigue siendo un santo muy eficaz, que resuelve los problemas que tú quieras. Y sí, genera una identidad, pero no como sociedad sinaloense, sino en grupos marginales".
Migrantes, giranos, militares, narcos
Ivonne Valdés, encargada de la capilla de la Santa Muerte en la Doctores, dice: "Tenemos más devotos de la Santa Muerte, pero se sienten las diferencias. En el primer rosario (al inicio de su culto en esa capilla) que le ofrecimos a Malverde, hace casi 2 años, sólo vinieron 3 personas. Ahora se llena, pues vienen más de 100. Y todos son colaboradores, vienen a rezarle, a tocar, a cantar, a convivir con él".
En la ermita de Malverde, sobre la avenida Independencia de Culiacán, es igual. De algún modo sus devotos han colaborado en su edificación, tapizándola con ex votos y mensajes de gratitud a lo largo de los años; placas con leyendas como "Gracias a Dios, a la Virgen de Guadalupe y a Jesús Malverde por los favores concedidos" o "Jesús Malverde, Dios bendiga mi camino y permita mi regreso"; dólares adheridos; fotos y más fotos; Polaroid, recortadas, tamaño infantil, de óvalo. Y en el corazón de todo, a tamaño natural, el busto venerado de un hombre rústico, camisa blanca y pañuelo al cuello, bigote negro y cejas hirsutas; con un parecido a otro sinaloense: Pedro Infante.
Migrantes que bajan del ferrocarril que pasa a un lado; gitanos que vienen por temporadas; narcotraficantes agradecidos por la supuesta concreción de "jales"; soldados del Operativo Culiacán-Navolato; personas en búsqueda de una historia que sabe a leyenda; personajes de farándula; turistas, académicos y sinfín de otras visitas recibe la Casa de Malverde. "Los militares compraban cosas, no esculcaban a nadie, siempre respetaron la capilla", dice Jesús Manuel González, encargado. "Ha venido también Verónica Castro, Los Tigres del Norte y los de El Recodo".
Espiritualidad Narca
"En muchas de las placas dice 'Gracias por iluminar los caminos', 'Gracias por garantizarme un regreso seguro', 'Gracias por los caminos despejados'. Regularmente se refieren al tráfico de drogas, llevar y traer mercancía ilícita, hacer los 'jales', como le llaman y volver con vida, íntegros, a su lugar de origen", afirma el cronista Javier Valdez.
"No, pues aquí viene gente de todo, de todas clases. Prenden veladoras, flores, dejan limosnas", responde Jesús Manuel a la pregunta de quiénes son los feligreses más frecuentes. Y es cierto, la gama de posibilidades a la vera de Malverde es amplia, aunque personas inmiscuidas en el narcotráfico son las más llamativas, lo cual explica que aparezcan en la capilla "fajos de dólares de muy buen calibre, que se han utilizado para ayudar a los pobres en gastos funerarios, por ejemplo (...) Hacen mucha labor de asistencia pública", comenta Manuel Esquivel, autor de Jesús Malverde: el santo popular de Sinaloa. Jesús Manuel, el cuidador, difiere: "Llega de todo, un peso, cinco pesos, diez pesos, 500 pesos".
A la entrada de la capilla, cada visitante recibe un sobre con esta leyenda: "Ayúdanos para ayudar / nadie es tan pobre que no pueda ayudarnos, ni tan rico que no pueda necesitarnos". Visto así, Malverde confirma el origen de su popularidad: a 100 años de muerto sigue ayudando a los pobres y es con este estereotipo de benevolencia con que se identifican los traficantes de drogas.
Esto no significa, matiza López Alanís, del Archivo Histórico del Estado, que sólo "se le pida ayuda para cosas violentas; por ejemplo, hay mujeres que a las 12 de la noche van a la capilla y le ruegan a gritos que les haga el favor de un enamorado: '¡Házmela buena, Malverde, con Fulano, Sutano o Mengano!'".
El sinaloense es romántico en el sentido estricto y decimonónico de la expresión".
'El buen narco ya no existe'
"La Iglesia Católica no ve a Malverde como santo. La santidad consiste en haber sido una persona que haya destacado por su ejemplo de vida y por haber sido un buen cristiano", precisa Esteban Robles, vocero de la Diócesis de Culiacán. "Son religiones facilonas, light, donde no hay exigencia y Malverde por eso tiene ese éxito, porque son personas donde no hay arrepentimiento y ganas de una conversión de vida".
En cambio, Robles no concuerda con la destrucción de capillas de Malverde y la Santa Muerte. "Ni la apoyamos ni la suscitamos ni invitamos a que lo hagan; tenemos que dar testimonio de amor".
El ocaso luce los rojos atardeceres culiacanenses. Magdalena, al referirse a la destrucción de capillas, cree que el peligro está en otro lado, pues "el respeto ya se acabó. (...) Malverde ya perdió fama, ya no le interesa a un narco llegar ahí (...) Se lo están pasando por los hue.... Las nuevas generaciones lo que quieren es poder, pues. O ya no poder, sino un instinto de maldad (...) El 'buen narco' ya no existe".
Diario El Siglo de Torreón
4 de mayo de 2009
Labels:
Curiosidades,
México,
Mi Tierra,
Noticias
Suscribirse a:
Entradas (Atom)