28 enero 2007

Born to be wild y algo de nieve


Get your motor running
Head out on the highway
Looking for adventure
And whatever comes our way

Yeah darling, gonna make it happen
Take the world in a love embrace
Fire all of your guns at once
And explode into space

I like smoke and lightning
Heavy metal thunder
Racing with the wind
And the feeling that I'm under

Yeah darling, gonna make it happen
Take the world in a love embrace
Fire all of your guns at once
And explode into space

Like a true nature's child
We were born
Born to be wild
We can climb so high
I never wanna die

Born to be wild
Born to be wild, yeah

Este año, los Reyes Magos han llegado con una moto custom para Happy Demon ;-) que alcanza los 3 km por hora (tiene batería), reversa (o marcha atrás como la llaman aquí), faro delantero y luz trasera que se prenden, alforjas que se abren para guardar la merienda, jejeje, y asiento con respaldo, vamos, que es como la de su padre. No se imaginan cuánto le ha emocionado a nuestro Happy Demon su primera moto de verdad.

El domingo pasado, Happy Demon conoció la nieve aunque aquello era más bien hielo :p Las pistas para los adultos se mantenían con cañones de nieve artificial pues aún no había nevado lo suficiente en la estación de Valdelinares en Aragón (ahora, seguro que con este temporal que ha azotado a España, seguro habrá nieve por montones, jejeje). Happy Demon echó desmadre y se montó en un pequeño trineo con otro niño que es nuestro vecino de barrio. Quería echar a correr pero sólo lograba darse porrazos aquí y allá porque cuando no estaba de bajada la pista infantil, estaba de subida, hahahaha.

12 enero 2007

Adiós Lily, adiós


Tarde o temprano todos partiremos de este mundo, pero a veces, gracias a la magia de la imagen por siempre capturada en fotografías o en videotape, creemos que habrá personajes casi eternos. El caso es que me ha entristecido saber que el lunes murió Yvonne De Carlo, más conocida como nuestra adorada Lily Munster. Tenía 84 años y vivía en la residencia de jubilados de la Fundación Motion Picture and Television en en el norte de Los Ángeles. Dicen que murió de causas naturales.

Su amigo, el productor Kevin Burns, fue el encargado hacer pública su muerte y declaró con amargura que a pesar de ser recordada definitivamente como Lily Munster, la madre vampira para millones de bebés de la posguerra, y que en ese sentido se convirtió en un icono, sería una lástima que ese fuese el único modo en que la recuerden. Cierto es que Yvonne De Carlo hizo muchas cosas fuera de la serie de tv The Munsters, pero para generaciones enteras, ha sido el modelo de madre fuera de lo común con el que muchos simpatizábamos. Mr. Burns (y no sé si tenga algo qué ver con el de los Simpsons, hahaha) debería pensar mejor lo que ha declarado.

Nacida el 1 de septiembre de 1922 en Vancouver, Canadá con el nombre de Margaret Yvonne Middleton, creció con su madre en situación de pobreza después de que su padre las abandonara. La niña tomó clases de danza y abandonó la escuela secundaria para trabajar en clubes nocturnos y teatros locales, y siguió bailando cuando ella y su madre se mudaron a Los Ángeles. Paramount Pictures la contrató en 1942 y adoptó el apellido de soltera de su madre.

Peggy para los amigos, comenzó su carrera en los años '40 con películas de bajo presupuesto. Su presencia se hizo popular en películas menores de aventuras y de vaqueros, donde brillaba más por su figura que por su talento. En 1945 emergió como una estrella con 'Salome — Where She Danced', sobre una bailarina de Vienna que se convierte en espía en el lejano oeste. Los estudios Universal Pictures explotaron su exótica belleza en producciones como 'Song of Scheherazade', 'Slave Girl', 'Casbah' y 'Desert Hawk', entre otras. También la contrató para westerns como 'Frontier Gal', 'Black Bart', 'River Lady', 'Calamity Jane and Sam Bass' y 'The Gal Who Took the West'. Entre sus últimas películas más destacadas se encuentran 'McClintock' 1963(con John Wayne), 'A Global Affair' 1964 (Bob Hope), 'Hostile Guns' 1967 (George Montgomery), 'The Power' 1968 (George Hamilton), 'American Gothic' 1988 (Rod Steiger) y 'Oscar' 1991 (Sylvester Stallone), además de tener participaciones especiales en series de tv como "Murder, she wrote" y "Tales from the crypt".

En la década de los '50 disfrutó de su edad dorada, en especial con el papel de Sephora, la esposa de Moisés, en el filme épico bíblico 'Los diez mandamientos' que filmó junto a Charlton Heston. También por esa época, De Carlo comenzó a coquetear con un medio que estaba buscando prestigio: la televisión, donde participó en importantes series de televisión como 'Bonanza' (1959) y 'The Virginian' (1962). Sin embargo sería una comedia televisiva, parodia de las películas de terror de los estudios Universal, la que la encumbraría al estrellato. "The Munsters" arrasó en la pequeña pantalla entre 1964 y 1966 y convirtió a De Carlo en una vampira muy maternal y simpática que presidía el hogar y era la piedra angular de su gentil y a veces torpe esposo Herman, interpretado por el actor de 1.97 cm, Fred Gwynne. La vida de esta serie de televisión se expandió rápidamente no sólo con nuevas emisiones de los mismos episodios en casi todo el mundo sino con dos largometrajes, 'Munster Go Home!' (1966) y 'The Munsters' Revenge' (1981). Al final de la serie, De Carlo comentó: "Me dio seguridad. Me dio un público nuevo, joven, que no tendría de otro modo. Me puso ‘de moda’ de nuevo".

Madre de dos hijos, Bruce y Michael, esta belleza que en 1938 fue declarada Miss Venice Beach siempre reconoció que la serie le dio seguridad económica. De Carlo aceptó el papel para poder pagar las facturas médicas dejadas por su ex marido, Bob Morgan, un doble de primera categoría, que resultó gravemente herido durante el rodaje de 'La conquista del Oeste'. Nuestra Lily dejó intentó dejar su carrera para cuidar de él, pero finalmente terminaron divorciándose. Su hijo Michael murió en 1997 y De Carlo sufrió un ataque de apoplejía al año siguiente.

En su biografía 'Yvonne: An Autobiography', la actriz reconoció que había tenido una larga lista de amantes entre ellos Howard Hughes, Burt Lancaster, Robert Stack, Robert Taylor, Billy Wilder o Aly Khan. La actriz también disfrutó del triunfo en Broadway como figura central de 'Follies', de Stephen Sondheim, donde interpretó el tema 'I'm Still Here'.

Fred Gwynne, Herman Munster, murió en 1993 a causa de un cáncer de páncreas y Al Lewis, el querido Abuelo apenas nos dejó el año pasado. Ojalá ambos le den un beso de nuestra parte a la adorada Lily :)


Fuentes: Diario La Opinión, Los Angeles y La Razón, España

08 enero 2007

"La vejez es mucho más divertida de lo que esperaba"

Ayer, 7 de enero, David Bowie cumplió la friolera de 60 años y está envejeciendo con dignidad, hahaha, o al menos, eso es lo que aparenta. Ha dejado de lado tanta leyenda de estrella de rock antipática y ahora le van las "distancias cortas", vamos, que se ha vuelto más simpático y más cercano con la prensa. Dicen también que se ha convertido en un animal social y que se está acercando a esa edad en la que todos –algunos más que otros– nos hacemos sabios: “Debe ser el hacerse viejo: uno se esfuerza más en comunicarse con los demás, en vez de sermonear e interpretar un papel que hace tiempo dejó de ser tuyo”, declara ;-)

Justamente hoy encontré una entrevista que le hizo Carlos Fresneda para el diario El Mundo en 2002 y decidí publicarla aquí. En ese entonces tiene cinco años menos, pero tengo la sensación de que sus declaraciones no cambiarían mucho.

¡¡¡¡Larga, muy larga vida al Camaleón del Rock!!!!

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La vejez es mucho más divertida de lo que esperaba

David Bowie, al cabo de tantísimas reencarnaciones, vuelve a la palestra en su propia piel. El suyo es un “reencuentro” consigo mismo, con la música y con la vida. El nacimiento de su hija y la tragedia del 11 de septiembre empapan su nuevo disco, “Heathen”, concebido “en ese espacio de tiempo en el que aprendemos a movernos cuando nos hacemos viejos”.


P.Para comenzar... ¿hablamos de las canas?

R.Es inevitable. No es ningún secreto que me estoy haciendo viejo.

P. Cincuenta y cinco años...

R. Camino de los 56. Llega un momento en el que ves la vida como puro progreso. No es que me preocupe esto de acercarme a los 60, pero me cuido más que nunca. Fumo menos, hago gimnasia, estoy a dieta...

P. ¿Y cómo lleva lo de ser padre a estas alturas?

r. La niña tiene mucho que ver con todo lo que me está ocurriendo. Alexandria tiene 20 meses. Gracias a ella, estoy en contacto con la ultimísima generación (risas)... Ya en serio, su nacimiento coincidió casi con la idea de este disco. En cierto modo, ha sido una manera de cerrar el círculo, de unir los cabos sueltos entre el pasado y el futuro. En ese espacio sin tiempo me siento cabalgando ahora.

P. ¿Le queda mucho trote aún?

R. Estoy en un momento muy especial, como si se hubiera disparado un resorte mágico. Con este disco he recuperado definitivamente la confianza y me veo capaz de componer aún algunos de mis mejores temas.

P. ¿No le pesa su propia leyenda?

R. En absoluto. Me siento ligerísimo de equipaje... Por supuesto que estoy orgulloso de muchas de las cosas que he hecho; de otras, mejor no hablar (risas)... No, no miro mucho al pasado. A veces, me vienen escenas cuando estoy de gira e interpreto mis viejos temas, pero intento no caer en la trampa y seguir mirando al frente.

P. ¿De todas sus etapas, cuál se llevaría a una isla a vivir lo que queda?

R. Tal vez los finales de los años 70. Mudarme a Berlín por esas fechas fue una de las decisiones más inteligentes de mi vida, tanto a nivel personal como musical. Me vino muy bien para romper ataduras y volver a poner los pies en la tierra. Sí, decididamente, Berlín... Y también Nueva York, los últimos 10 ó 12 años, desde que conocí a Iman y empecé a sentar cabeza. Ella trajo el equilibrio que le faltaba a mi vida.

P. ¿Y algún momento especialmente nefasto?

R. Casi todos los 80. Ahí sí que perdí el rumbo. Y lo que es peor: perdí el entusiasmo por la música. Hay algunos temas de aquella época que jamás he podido volver a escuchar. Llegué a una especie de callejón sin salida; creí que nunca más volvería a componer.

P. Muchos de sus fans tampoco comulgaron con sus experimentos de los años 90...

R. De eso sí que no me arrepiento. Si he llegado a este punto es precisamente como resultado de todo aquello. Sigo estando al tanto de las nuevas tendencias, pero he perdido la urgencia y el afán por experimentar.

P. ¿Qué música escucha Bowie?

R. Escucho de todo, desde música clásica a música electrónica. Moby, que es mi vecino, se ha convertido en mi vaso comunicante con lo que se está haciendo ahora.

P. ¿Cree que estamos en la mayor crisis musical de la última década?

R. Lo que estamos es a las puertas de algo tan fascinante como la invención de la imprenta. Antes de la imprenta, eran los sacerdotes los que decidían lo que debíamos leer. Antes de Internet, era la industria la que decidía lo que debíamos escuchar. Ahora el poder está en manos del usuario del ordenador. Las multinacionales de la música van a quebrar. ¡Boom! Será el final de la industria... Yo no debería decir eso porque tengo el respaldo de una multinacional (risas).

P. Usted presume de saberlo casi todo de sus fans, ¿cuál es la edad media del oyente de David Bowie?

R. Sé que hay gente joven que está escuchando mis viejos discos, y eso es algo que me anima enormemente. Aunque cuando escribo un tema, nunca lo hago pensando en una generación. Y menos aún con este último álbum. Creo que ha llegado el momento de reencontrarme conmigo mismo, y Heathen tiene un punto muy personal que no lograba desde hace años... Durante mucho tiempo creí que sólo se podía componer desde la euforia o el desasosiego. Ahora he descubierto una serenidad que seguramente tiene que ver con la edad: me he dado cuenta de que se puede crear música desde ese lugar privilegiado. La verdad, la vejez está siendo mucho más divertida de lo que esperaba.

P. ¿Nunca temió morir joven, como Kurt Cobain o Layne Staley, el líder de los Alice in Chains?

R. Todos tenemos alguna vez pensamientos suicidas...

P. La droga sigue haciendo estragos en la tribu del rock...

R. Siempre habrá droga, siempre habrá jóvenes y siempre tendrán el afán de experimentar. Lo que es absurdo es seguir a estas alturas con ocultamientos y persecuciones, como si todos los jóvenes fueran potenciales delincuentes. Los jóvenes necesitan saber que hay una delgada línea roja que separa la experimentación de la espiral autodestructiva...

P. ¿Usted llegó a cruzarla en algún momento?

R. Digamos que he visto caer a bastante gente.

P. ¿Conoció a Kurt Cobain?

R. No, pero he descubierto que teníamos héroes comunes, como Daniel Johnston, un eterno outsider de la escena musical americana. En mi disco he querido contar con el ex Nirvana Dave Grohl... Creo que hicieron una música rabiosamente joven, que supieron captar muy bien ese espíritu de cólera y rebeldía que siempre ha sido la esencia del rock.

P. ¿Qué sentido tiene pues seguir haciendo rock a los 55?

R. El rock no tiene edad, o no debería tenerla... Es una injusticia que a un pintor, a un escritor o a un director de cine le permitan dar lo mejor de sí después de los 50 y que a un músico le estén castigando siempre con el fantasma de la edad. Lo cierto es que cuando eres joven vives en perpetua tensión, te nutres de la incertidumbre, de no saber lo que te estará esperando a la vuelta de cada esquina. Pero la edad tiene sus ventajas: estás mucho más centrado, aprendes a destilar la creatividad, sabes lo que importa en la vida.

P. O sea, que el nirvana nos espera después de los 50...

R. Yo hablo por mi experiencia. No sé si llamarlo felicidad o conocimiento. ¿Sabes? Hacerse viejo consiste en hacerse cada vez menos preguntas, pero cada vez más vitales, del tipo: ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué futuro nos espera? ¿Quién es mejor, Armani o Gucci? (mentira, ese dilema lo resolví de joven). Y así hasta que te queda tan sólo una pregunta, la que te haces en el último momento: ¿Dónde voy ahora? (risas).

P. ¿Y tiene ya preparada la respuesta?

R. No lo sé, espero poder vivir todavía un puñado de años... Pero sí tengo esa sensación de que me va faltando menos, y miro a mi hija y me preocupa el mundo que le estoy dejando: la desesperación, la angustia, el miedo. A esta historia le dedico uno de los temas más sentidos del nuevo álbum: I Demand a Better Future (Exijo un futuro mejor). Creo que Dios nos está fallando.

P. ¿Dónde estaba usted el 11 de Septiembre?

R. Me pilló fuera de Nueva York. Estaba acabando de grabar el álbum, en unos estudios cerca de Woodstock, completamente aislado, en lo más alto de una montaña. Estaba tan tranquilo cuando me llamó mi mujer, aterrorizada, al teléfono. Puse la televisión, y al cabo de unos minutos se estrelló el segundo avión. Ella lo vio venir por la ventana. Dijo: “¡Oh, Dios mío, otro avión!”. Mi reacción inmediata fue decirle: “¡Os están atacando, salid de allí cuanto antes!”. Entonces cogió a la niña y empezó a caminar hacia la parte alta de la ciudad, unas 15 manzanas. No había manera de pillar un taxi. Se fue a casa de unos amigos y a los dos días volvió a nuestra casa. Iman es muy determinada, muy fuerte, nada le da miedo... Me dijo que siguiera grabando, que acabara mi trabajo... Yo volví cuatro días después. Mi primera impresión fue de devastación absoluta, como en una guerra. Todo estaba lleno de barricadas, de cemento, con la guardia nacional patrullando en cada esquina... Les tuve que enseñar el pasaporte para poder entrar en mi casa.

P. ¿Cómo afectó aquello al disco?

R. Casi todo el trabajo estaba ya hecho. Es curioso; mucha gente me ha dicho que hay temas que parecen directamente inspirados en lo que ocurrió el 11 de Septiembre. Pero mi visión de hacia dónde camina el mundo era ya así antes. Las cosas han empeorado, no cabe duda. Y mucho me temo que no mejorarán de aquí a que me muera.

P. ¿Volvería a cantar aquello de “Me dan miedo los americanos”?

R. Vivo en Nueva York, que es un maravilloso accidente, mi lugar en el mundo: un sitio que no tiene nada que ver con el resto del país. Pero la América profunda me sigue dando miedo. Me da miedo la arrogancia, la prepotencia, la ceguera ante los problemas que acucian el mundo... El Gobierno americano se ha comportado de un modo muy mercenario en las últimas décadas: no me sorprende que haya gente en el mundo con 50.000 razones para odiarlo. Aunque nadie aquí podía imaginar un ataque de ese calibre. Viviendo en América pierdes el norte, te olvidas de que existe el resto del planeta. Yo, para poner los pies en la tierra, tengo que comprarme todos los domingos la prensa británica.

Carlos Fresneda
Suplemento Magazine
Diario El Mundo
30 de mayo de 2002

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Ahora, una muestra visual de tres momentos que me fascinan de David Bowie: partimos desde el presente "Rebel rebel" en directo dentro de la gira Reality Tour que se llevó a cabo en 2003, "Little Wonder" que pertenece al album Earthling de 1997 y "Heroes" de 1977 pero interpretada en la gira Serious Moonlight de 1984. Es increíble la versatilidad estética de la que puede ser capaz Mr. Bowie: desde aquel extraterrestre alter-ego llamado Ziggy Stardust, de pelo rojizo-anaranjado y plataformas plateadas, hasta el Duque Blanco de principios de los '80 y el hombre pulcro y elegante de los '90 hasta la actualidad.

04 enero 2007

Promesas en la oscuridad



Hace muchos años, cuando era una niña que evitaba a toda costa caer en las cursilerías propias de mi tierna edad, jejeje, empezé a idolatrar de forma moderada a varias estrellas del rock. Entre ellas, siempre ha estado Pat Benatar, grande entre las grandes a pesar de ciertos "resbalones" que ha tenido aventurándose con trabajos que distan mucho de ser considerados como rock. Cierto es que hay algunas baladas que le han llevado a los primeros puestos de popularidad (sobre todo a finales d los '80), pero cierto es también que lo suyo es una voz potente (medianamente educada en la escuela operística)y actitud, sobre todo esto, una verdadera personalidad de cantante con fuerza interpretativa y canciones apasionadas pero sin llegar a ser ni zorruna barata ni desgraciada física y mental como la Courtney Love y esperpentos parecidos.

Pat Benatar tiene 53 añejos (el próximo 10 de enero cumplirá 54) muy bien puestos y bien llevados tanto en su vida matrimonial (24 años "oficiales" pero más de 30 trabajando y amándose) con el guitarrista Neil Geraldo, como maternal (tiene dos hijas que a pesar de haberse criado en el medio rockero están alejadas de todo tipo de escándalo y vida disipada), como musical (su carrera comenzó a finales de los '70) donde ha sido ejemplo a seguir de muchos cantantes sin importar los géneros musicales. Tal es el caso de Martina McBride, intérprete country que declara sin tapujos ser fan incondicional de la Benatar desde que era una niña puberta y se encerraba en su cuarto para escucharla a todo volumen.

El video con el que inicio esta entrada es parte de un programa especial realizado por el canal Country Musical Television. "Crossroads" rinde homenaje a un músico específico que haya sido influencia en tal o cual cantante de country. En este caso, Martina McBride aprovechó la oportunidad para dedicárselo a Pat Benatar y compartir con ella no sólo el escenario sino anécdotas y algunos temas representativos tanto de una como de la otra. Verdaderamente el tema que he escogido le queda bordado a la McBride e inclusive, casi de manera involuntaria, su registro de voz resulta muy parecido al de Pat Benatar. No puede negar cuánto la admira, jejeje.

Empezamos la senda de un nuevo año y estoy con las pilas recargadas a pesar de que aún arrastro los últimos coletazos de un resfriado raro, raro, raro, hahaha. No he hecho una lista de propósitos pero sin duda tengo presente mis tareas a realizar. Y cada vez que comienza un nuevo reto, miro un poco hacia atrás, me instalo en los recuerdos de mi niñez y logro emocionarme otra vez. Reconozco que la música ha sido una constante en cada momento bueno, malo y regular de mi existencia, que va dejando huella y que me ayuda a incrementar esta pasión por vivir.