26 noviembre 2011

Carta a María



Tienes catorce años y preguntas cosas para las que no tengo respuesta. Entre otras razones, porque nunca hay respuestas para todo. Y además, he pasado la vida echando la pota mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha, visionarios y sinvergüenzas que decían tener la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido amplio y generoso del término: no soluciona casi nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer en el embrutecimiento, o en la resignación. Con ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que mires. Fíjate bien. Eres el último eslabón de una cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia; de una cultura originalmente mediterránea que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica, que luego se hace romana y fertiliza al occidente que hoy llamamos Europa. Una cultura que se mezcla con otras a medida que se extiende, que se impregna de Islam hasta florecer en la latinidad cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja a América en naves españolas para retornar enriquecida por ese nuevo y vigoroso mestizaje, antes de volverse Ilustración, o fiesta de las ideas, y ochocentismo de revoluciones y esperanzas. O sea, que no naciste ayer.

Para conocerte, para comprender, lee al menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo que sentó las bases políticas e intelectuales de éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario básico. Estudia latín si puedes, aunque sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre, del universo en que te mueves. Da igual que te gusten las ciencias: ten presente -como siempre recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de Gramática-, que Newton escribió en latín sus Principia Matemática, y que hasta Descartes toda la ciencia europea se escribió en esa lengua. Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear un poco de italiano, y que el estudio del gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y bellísimo instrumento al que aquí llamanos castellano y en todo el mundo, América incluida, conocen como español.

Para ello, lee como mínimo a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al teatro y la poesía del siglo de Oro, conoce a Moratín, que era madrileño, a Galdós, que era canario, a Valle-Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas además de las clásicas y semíticas. Con algunos de ellos también aprenderás fácilmente Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio, Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del Castillo, Gibbon, Menéndez Pidal, Elliot, Fernández Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire, Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville, Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda que en el principio fue la Biblia, y que toda la historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino notas a pie de página a las obras de Platón y Aristóteles.

Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos e ignorancias de pueblo y cabra de campanario sobreviven a una visita paciente a El Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en el casco viejo de San Sebastián mientras consideras la posibilidad de que parte del castellano pudo nacer del intento vasco por hablar latín. Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el mar por el que vinieron las legiones y los dioses, intuye en Extremadura por qué sus hombres se fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete de que el moro de la patera nunca será extranjero para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el monte San Michel. Tómate un café en Viena y en París, mira los museos de Londres, descubre una etimología almogávar en el bazar de Estambul o una palabra hispana en un restaurante de Nueva York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires, sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas de Teotihuacán. Si haces todo eso -o al menos sueñas con hacerlo-, conocerás la única patria que de verdad vale la pena. 


Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
19 de noviembre de 2000






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25 noviembre 2011

Will you still love me tomorrow



http://www.youtube.com/watch?v=OhfdX0QfeXU

"Will you still love me tomorrow?" - Amy Winehouse




Tonight you're mine completely.
You give your love so sweetly.
Tonight the light of love is in your eyes.
Will you still love me tomorrow?

Is this a lasting treasure?

Or just a moment pleasure?
Can I believe the magic of your sighs.
Will you still love me tomorrow?
Yeahh.

Tonight with words unspoken,

You said that I'm the only one.
The only one.
Will my heart be broken,
When the night meets the morning star?

I'd like to know that your love

This love, can't be so wrong.
So tell me now, cause I won't ask again,
Will you still love me tomorrow?
Will you still love me tomorrow? Yeahh.

Ooh-ooh-ooh- ooh... 







Del soundtrack "Bridget Jones: The Ege of Reason" (2004)




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El álbum póstumo de Amy Winehouse saldrá a la venta en diciembre

A finales de este año llegará a las tiendas un nuevo y póstumo álbum de la malograda cantante Amy Winehouse, según publica la revista «NME». El disco, que se titula «Amy Winehouse Lioness: Hidden Treasures», se publicará el próximo 5 de diciembre y sus artífices son los productores Mark Ronson y Salaam Remi, que han recuperado temas que la cantante dejó inacabados al morir en julio. 

«Amy Winehouse Lioness: Hidden Treasures» contiene 12 canciones, entre las que se encuentran versiones de The Shirelles («Will You Still Love Me Tomorrow», Donny Hathaway (A Song For You») y de Ruby & The Romantics («Our Day Will Come»). 

El disco incluirá también versiones alternativas del material ya publicado de Amy Winehouse, como una demo de «Wake Up Alone» y lentas de «Tears Dry On Their Own» y «Valerie». En «Amy Winehouse Lioness: Hidden Treasures» también aparecerá «Body & Soul», el dueto que Amy Winehouse grabó con Tony Bennett.

Entre las canciones inéditas de Amy Winehouse que aparecen en el disco están «Halftime» y «The Girl From Ipanema», grabadas durante la producción de su primer disco, «Frank», y «Like Smoke», en la que canta con Nas. Además, el tema «Between The Cheats» repasa su conflictivo matrimonio con Blake Fielder-Civil.

Por cada copia vendida del disco póstumo de la cantante se destinará una libra a la Fundación Amy Winehouse.

ABC.es
31 de octubre de 2011


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Buceando en el naufragio de Amy Winehouse

La última vez que visité una librería británica, la mesa de novedades estaba tapizada con tomos sobre Amy Winehouse. Una revisión rápida me hizo sospechar que no estaba allí lo que buscaba: eran relatos de testigos visuales, moralejas alargadas a dimensión de libro, mucho corto-y-pego. No localicé el relato completo que conjugara vivencias y creación.

Un deseo prematuro, por lo demás: su obra artística todavía está incompleta, creíamos. Amy Winehouse era una entusiasta y presumía de varios frentes abiertos, como el disco de jazz que planeaba con el saxofonista Soweto Kinch y el baterista Questlove. Cabía imaginar que quedaron toneladas de experiencias suyas en el limbo de los discos duros, esperando su publicación o su reelaboración (pero no, como veremos). La primera cata en ese legado se llama Lioness: hidden treasures, que Universal pone en las tiendas el 2 de diciembre, como gran acontecimiento. Comercialmente, lo es: el catálogo de Amy, esencialmente dos álbumes, se reavivó tras su muerte y alcanzó nuevos récords de venta.

Antes de entrar en materia, conviene prescindir de prejuicios. Funciona cierto automatismo en un sector del público, que dispara indignado contra cualquier lanzamiento póstumo. Desde las alturas de la ingenuidad, solo se ve en esos casos una operación comercial; la realidad resulta más compleja. En el tiempo presente, es difícil impedir la difusión de cualquier grabación, a pesar de sus posibles deficiencias de sonido o interpretación. Y las consecuencias pueden ser penosas. La reputación de Jimi Hendrix se vio deteriorada por una avalancha de elepés legales o piratas; solo ahora, con el control de su familia, se está enmendando el desaguisado, con ediciones ordenadas y cuidadas al máximo.

Aceptemos que los herederos tienen algo que decir al respecto. Y celebremos sotto voce que algunos fideicomisarios ignoren las instrucciones del difunto, como hizo Max Brod con los papeles de Franz Kafka: gracias a esa "traición", hoy conocemos El proceso, América o El castillo. Lamento informar de que seguramente no nos esperan descubrimientos equivalentes entre el patrimonio inédito de Amy: ya se había rebañado su archivo para las reediciones ampliadas de Frank y Back to black.

Asumamos que las compañías discográficas también participen en el proceso. Su especialidad, después de todo, es confeccionar discos y se supone que saben distinguir entre el impulso fetichista y la necesidad de configurar una experiencia auditiva tolerable. Ted Cockle, jefe de Island, ha especificado que hay una docena de canciones que nunca verán la luz del día por carecer de calidad sonora. Claro que nunca se debe decir "nunca": alguna de ellas, como Procastinate, ya se puede localizar en la Red con un título levemente cambiado.

Esa confluencia de factores explica que en la presentación a medios de Lioness, realizada a finales de octubre en un estudio del Soho londinense, fuera un ejercicio de diplomacia y sobreentendidos. Así, se pasó de puntillas por parte del repertorio aquí incluido. No sonaron temas como Valerie, Will you still love me tomorrow y Wake up alone, ya disponibles en otras versiones en discos de Amy, o el eterno Body and soul que grabó con Tony Bennett para Duets II.

El responsable del proyecto es Salaam Remi, productor de hip-hop con buena brújula para llegar al gusto más mainstream. Socio de Amy desde Frank, buscó maquetas, grabaciones olvidadas, primeros pasos para lo que pudo ser el tercer álbum legítimo. Ese material fue completado con instrumentistas y, en Like a smoke, una parrafada del rapero Nas, otro artista de Salaam por el que, nos cuenta, ella sentía una afinidad especial.

Lo que queda es un retrato borroso de una artista voraz. En 2002, durante su primer encuentro con Salaam, Amy se puso a cantar La chica de Ipanema sin ensayar; si le fallaba la memoria para la letra, se lanzaba al scat, como han hecho cien mil vocalistas de jazz. Mantenía su querencia por el reggae clásico, como evidencia en su lectura de Our day will come, también grabado aquel año.

Amy sabía del poder curativo del soul. En 2009, en su propia casa, probó con A song for you, balada de Leon Russell, tomando como referencia la versión de Donny Hatthaway; en un comentario final, Amy Winehouse sitúa al desdichado vocalista (supuestamente, se suicidó en 1979) en el mismo pedestal que Marvin Gaye. Aproximadamente de la misma época es su Between the cheats, una reflexión sobre la infidelidad cuyo título referencia otro pináculo del soul sensual, Between the sheets, de los Isley Brothers.

No hay grandes revelaciones. Está Halftime, un tema destinado a Frank y finalmente no incluido, que justifica ese título: "Y cuando canta Frank Sinatra / es hasta demasiado / él pacifica mi dolor". Aparecen destellos de fatalismo y desafío; el oyente puede aplicar algunos versos a las peripecias sentimentales de Winehouse pero se mantiene el misterio.

Amy Winehouse no fue una víctima de la industria musical. Todo lo contrario: conviene recordar que se benefició de unas escuelas subvencionadas que ofrecen una gran formación técnica, de un sistema entonces próspero que puso a su alcance eficaces colaboradores. Desdichadamente, no había ni hay mecanismos para aprender a asimilar el éxito, a amar el propio cuerpo, a esquivar relaciones de dependencia, a evitar analgésicos emocionales.


Diego A. Manrique
El País
25 de noviembre de 2011








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15 noviembre 2011

España discutida y discutible

 (Foto: elimparcial.es)

Me llamó la atención el otro día, viendo un telediario, que en ningún momento de la información referida a un partido internacional de fútbol se mencionara la palabra España. El reportaje incluía una entradilla de la presentadora del informativo y otra de un redactor de deportes. Sumaba el asunto, entre pitos y flautas, unos tres minutos de información. Y ni una sola vez, en todo ese tiempo, pronunció nadie las palabras selección nacional o selección española. Todo el tiempo se habló de la Roja. Un nombre o apodo afectuoso, éste, que por otra parte me parece bien. Simpático, incluso. En principio. El problema es que, en este país fértil en cantamañanas -como dijo alguien, una ardilla podría recorrerlo saltando de tonto en tonto-, hasta lo simpático somos capaces de convertirlo en empachoso y desagradable, a causa de nuestra singular capacidad para combinar gregarismo y estupidez. Eso, naturalmente, en el mejor de los casos. En el otro, que ya entra en el terreno de la intención deliberada, estaría de por medio nuestra proverbial, probada, histórica, esquinadísima mala fe. Lo cierto es que sobre el uso y abuso de la expresión la Roja no tengo opinión formada. Ignoro si se trata de simple contagio mediático -se pone de moda una idiotez y todos nos abalanzamos entusiasmados sobre ella, olvidando cualquier alternativa-, o de instrucciones recibidas por los asalariados correspondientes -en su momento lo fui, y sé lo que digo- para que, en materia de fútbol, las palabras nacional y España, tan equívocas y molestas, se utilicen lo menos posible. No vayamos a irritar a alguien, por Dios. No contaminemos el sano deporte con conceptos discutidos y discutibles.

Pensaba en eso también, en conceptos discutidos y discutibles, hace unas semanas, cuando el rescate por tropas especiales españolas de una rehén francesa en poder de piratas somalíes. Quizá ésta sea la primera noticia que tienen algunos de ustedes del asunto; y no me extrañaría, porque en su momento el acomplejado ministerio de Defensa español hizo cuanto pudo por ponerle sordina. No por natural modestia castrense -la operación fue profesional e impecable- sino porque hubo una peligrosa situación de combate en la que varios somalíes resultaron heridos. Cosa, por otra parte, lógica cuando hay tiros. Pero claro. Según la doctrina oficial española, disparar contra africanos subsaharianos de color oscuro, o como carajo se diga, por muy piratas armados que sean, en lugar de afearles su conducta y apelar a sus nobles sentimientos humanitarios, es un acto reprobable de fuerza bruta, propio del más repugnante militarismo. Así que la instrucción para tratar el incidente con la prensa fue perfil bajo, información mínima y cuanto menos se sepa, mejor. No vayamos a liarla. Y de esa forma, una acción que de haber sido realizada por los gringos o los franceses habría abierto telediarios, aquí pasó casi inadvertida. O sin casi. No fueran a llamarnos fascistas.

Calculen ustedes mismos: océano Índico, anocheciendo, mala mar, esquife con piratas, mujer cuyo marido acaba de ser asesinado, y a la que llevan a tierra para cantarle bonitas coplas africanas típicas de allí. Y en eso, lancha neumática que llega con fuerzas especiales españolas. Tatatachán. Los malos se lían a tiros. Bang, bang, bang. Por parte de los buenos, tiroteo de precisión, impecable. Más bang. Vuelca el esquife, rehén cae al agua. Chof. Dos piratas con Kalashnikovs apuntándole a la pobre señora. Fuego de los buenos que neutraliza a los malos. Señora que se hunde en el mar. Capitán de fuerzas especiales que se tira al agua con veinte kilos de equipo de combate encima, casco, pistola, radio y dos cojones, y salva a la prójima. Éxito absoluto, beso de la rehén al capitán, final de película. Y entonces, en vez de difundir el episodio, enorgulleciéndose de que en 45 segundos un grupo de infantes de marina españoles haya resuelto tan difícil situación, con algún pirata herido pero sin dar matarile a nadie, la ministra de Defensa y quienes le llevan el botijo deciden perfil bajo y poco ruido. No vayan a criticarnos, dicen, que les disparemos a negros famélicos y tal. Nosotros que los queremos tanto. Y una vez más, como de costumbre, se nos llena de cagadas de rata el arroz de la paella.

Ahora imaginen ustedes, en el telediario y los periódicos que recogieron la noticia del incidente camuflada entre otras, de pasada y por encima, cuáles habrían sido los titulares si ese día hubiera ganado la Roja un partido de fútbol. El delirio, las banderas, los canutazos alcachofa en mano, la sonrisa feliz de los presentadores. Los rostros sudorosos y triunfales, en primer plano, de los héroes de la jornada.


Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
13 de noviembre de 2011



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Así actúa la Unidad de Operaciones Especiales de la Armada 

La fragata española “Méndez Núñez” desplazada a la zona del secuestro transporta un comando de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE), compuesta por un reducido número de efectivos altamente especializados y entrenados para intervenir en las crisis.

(elimparcial.es, 24 de abril de 2008)






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11 noviembre 2011

Infusión de brujas



 http://www.youtube.com/watch?v=JGq77Z3hdwY

"Wytche's brew" - Omnia


-Thrice the brinded cat has mewed!
-Thrice and once the hedge-pig whined!
-Harpy cries: " 'tis time! 'tis time!"

Round about the cauldron go,
in the poisoned entrails throw
Skin of toad and spike of bone,
sharpened on an eagle stone
Serpent's egg and dancing dead,
effigy of beaten lead
Double double trouble you,
bubble in a witches' brew

Fillet of a fenny snake,
In the cauldron boil and bake
Eye of newt and toe of frog,
Wool of bat and tongue of dog
Lizard leg and fairy wing,
round about the cauldron sing
Double double trouble you,
bubble in a witches' brew

Root of mandrake dug at night,
when the moon is full and bright
Slip of yew and twig of fern,
make the fire dance and burn
For our will it will be done,
when the hurlyburly's done
Double double trouble you,
bubble in a witches' brew

Double double toil and trouble
Fire burn and cauldron bubble
Double double trouble you
Bubble in a witches' brew

Double double toil and trouble
Like a hell-broth boil and bubble
Double double trouble you
Bubble in a witches' brew...



Del álbum "Alive" (2007)




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Conjuros, peticiones, sueños y percepciones.


Hoy puede ser como cualquier otro día. Pero es viernes (día mágico) y los números coinciden ;-)






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10 noviembre 2011

Madres, burkas y marujas



En 1991, mientras esperaba en Dahrán la ofensiva norteamericana para liberar Kuwait, presencié un suceso curioso. Frente al mercado Al Shula había un vehículo militar con una soldado norteamericana al volante. En Arabia Saudí está prohibido que las mujeres conduzcan automóviles; así que una pareja de mutawas -especie de policía religiosa local- se detuvo a increpar a la conductora. Incluso uno de ellos le golpeó con una vara el brazo que, con la manga de camuflaje remangada, apoyaba en la ventanilla. Tras lo cual, la conductora -una sargento de marines de aspecto nórdico- bajó con mucha calma del coche y le rompió dos costillas al de la vara. Ésa fue la causa de que durante el resto de la guerra, a fin de evitar esa clase de incidentes, la Mutawa fuese retirada de las calles de Dahrán. Pensé en eso el otro día, al enterarme de un nuevo asunto de chica con problemas por negarse a ir a clase sin el pañuelo islámico llamado hiyab. Y recuerdo la irritación inicial, instintiva, que sentí hacia ella. Mi íntimo malhumor cuando me cruzo en la calle con una mujer cubierta con velo, o cuando oigo a una joven musulmana afirmar que se cubre la cabeza en ejercicio de su libertad personal. Cómo no se dan cuenta, me digo.

Cómo no les escuece igual que ácido en la cara la sumisión, tan simbólica como real, a que se someten. Recuerdo, por ejemplo, que hace cuarenta años mi madre aún necesitaba la firma de su marido para sacar dinero del banco. Y me llevan los diablos. Tanto camino, me digo. Tanta lucha y esfuerzo de las mujeres para conseguir dignidad, y ahora una niñata y cuatro fátimas de baratillo -como las llamaría el capitán Haddock- pretenden hacernos volver atrás, imponiendo de nuevo, en la Europa del siglo XXI, la sumisión irracional al hombre y a las reglas hechas por el hombre.

Reclamando tolerancia o respeto para esa infamia. Pero no es tan simple, concluyo cuando me sereno. Incluso aunque digan actuar con libertad, esas mujeres siguen siendo víctimas de un mundo cuyas reglas fueron impuestas por los hombres para garantizarse el control de su virginidad, su fertilidad y su fidelidad. Después de escucharnos decir lo libres de conducta que pueden y deben ser, esa muchacha o la señora del velo van a casa y se cruzan en la escalera con el imán de su mezquita, que vive en el quinto piso, o con el chivato hipócrita que a veces incluso luce una pasa en la frente -ese moratón de pegar cabezazos en el suelo al rezar, para que todos sepan lo buen musulmán que es uno-, que vive en el segundo. Y con ellos, y con el padre, el marido o el abuelo que están en casa, esas mujeres tienen que convivir cada día, y casarse, y criar familia, y ser respetadas por una comunidad donde la religión suele estar por encima de las leyes civiles, o las inspira.

Una sociedad endogámica, especializada en marcar y marginar -cuando no encarcelar o ejecutar- a quienes discrepan o se rebelan; y cuyos más radicales clérigos, esos imanes fanáticos que recomiendan a sus fieles machacar a las mujeres para que no se desmanden, son tolerados y hasta amparados, de manera suicida, por una sociedad occidental demagoga, estúpida, desorientada, con el pretexto de unos derechos y libertades que ellos mismos niegan a sus feligreses. Todo eso, en vez de ponerlos en la frontera en el acto, si son extranjeros, o meterlos en la cárcel, si son de aquí, cada vez que humillan o amenazan a la mujer en una prédica.

Una sociedad, la nuestra, incapaz de plantearse el verdadero nudo del problema: si una niña que durante catorce años fue a un colegio normal, entre chicos y chicas, resuelve de pronto ponerse un pañuelo en la cabeza, es que algo con ella estuvo mal hecho. Que alguna cosa no funciona en el método; falto de una firmeza, una claridad de ideas y una persuasión que no tenemos. En todo caso, si a menudo es la mujer la que elige ser hembra sumisa en vez de sargento de marines, y con su pasividad o complicidad educa a los hijos en esclavitudes idénticas a las que ella sufrió, tampoco es justo que el Islam se lleve todas las bofetadas. En materia de esclavitudes, sumisión y transmisión de costumbres a hijas y nietas, igual de infame es el espectáculo de esas españolísimas marujas presuntamente modernas, libres y respetables, que babean en programas de televisión aplaudiendo y diciendo te queremos y envidiamos, guapa, bonita, a fulanas que encarnan lo que, en el fondo y a menudo en la forma, a ellas les habría gustado ser, y desean para sus propias hijas: analfabetas sin otra aspiración en la vida que convertirse en putizorra de plató televisivo. Y esos aplausos y admiración -hasta autógrafos les piden, las tontas de la pepitilla- me parecen tan indignos y envilecedores para las mujeres, tan turbios y reaccionarios, como un burka que las cubra de la cabeza a los pies.


Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
30 de octubre de 2011


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Hay cosas con las que no se puede ser tolerante. Y hay cosas que son injustificables por más que nos amparemos en la libertad personal o en la libertad de credo.

Quizá en este lado del mundo, en esta parte de América, una situación como la que expone Pérez-Reverte (y que se vive intensamente en la propia España, por increíble que parezca) pudiera resultar 'folclórica', 'anecdótica' o hasta intolerante. Pero yo lo viví en carne propia y resulta harto difícil 'entender' (que no comprender) cómo funciona la mentalidad de las mujeres musulmanas. 

En el cole de Happy Demon, en Valencia, conocí a cuatro madres musulmanas que eran 'identificables' por su hyjab: pañuelos de seda que pueden ser de colores y hasta combinables con la ropa, aunque sólo una de ellas no usaba esos abrigos largos  que cubren hasta los tobillos tan característicos en ciertas musulmanas y otra sólo llevaba pañuelos negros. Tres de ellas eran de Medio Oriente (no me atrevo a afirmar su país de procedencia, porque igual y eran de Ceuta o Melilla que son territorios españoles en el norte de África) y otra era española, valenciana para más inri O_O Esta última era la que más controversia causaba en un cole que a decir verdad, jamás mostró prejuicios contra esta comunidad, aunque ya se notaba que por más que las madres nos saludaran a las demás, que fuesen tan amables y atentas, siempre formaban su círculo y a ser posible sólo se dirigían entre ellas en árabe. La valenciana (que miren sí tenía cojones la situación porque sus padres se dirigían a ella en valenciano :P) es una mujer tímida, con unos ojazos así de grandes de color verde y madre de dos chicos: niña y niño. No se metía con nadie y sin embargo, levantaba comentarios a su paso debido a que nadie se explicaba cómo era que una española se hubiese 'asumisado' al grado de ponerse el pañuelo. Por supuesto, el marido es musulmán. No recuerdo exactamente de qué país y conste que se trata de un hombre amable y atento que conduce un taxi que al conocerme de vista porque en varias ocasiones él solo recogía a sus hijos, se negó a que le pagase en un par de ocasiones que casualmente abordé su taxi. Como se trata de una mujer tan discreta, nadie ha sabido cuáles han sido sus razones para encasquetarse el pañuelo. Su marido no parece un radical y ella, queramos o no, ha crecido en un ambiente occidental.

Nunca me crucé con una mujer que llevase burka (el velo que cubre por completo a la mujer y que sólo le permite una pequeña 'rendija' para que sea capaz de caminar sin tropezarse :P) pero eso de encontrarse cada dos por tres con mujeres luciendo el hyjab, te removía un montón de cosas. Nada que ver con feminazismo ni cosas parecidas. Pero tal como lo ha expuesto tan bien Pérez-Reverte:  Incluso aunque digan actuar con libertad, esas mujeres siguen siendo víctimas de un mundo cuyas reglas fueron impuestas por los hombres para garantizarse el control de su virginidad, su fertilidad y su fidelidad.




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09 noviembre 2011

Largo camino fuera del infierno



Había nacido en el peor de los pecados actuales: en una familia anodina, políticamente correcta, que asistía a la iglesia todos los domingos y que agradecía al Creador los alimentos que recibía. Pero a él le gustaba declarar a los cuatro vientos que había nacido y se había criado entre la inmundicia, la podredumbre y el vicio.

Sangre, semen, saliva. Santísima Trinidad a la que se encomendaba antes de salir al escenario. El templo donde oficiaba de forma canalla la alegría de vivir siempre en la penumbra de las buenas costumbres. Semidesnudo, con larga melena y poseído por arrebatos febriles, pronunciaba su evangelio a los seguidores que acudían a él como ovejas sumisas al llamado de su pastor. Y él se abría las carnes, literalmente, con trozos de botellas que algunos intentaban atesorar como reliquias pues contenían rastros de su sangre. Este es mi cuerpo y esta es mi sangre. Comed y bebed, ordenaba, mientras ejecutaba un fellatio al micrófono.

Para creer en Satanás, hay que creer en Dios. Así que él no creía en nadie. Pero le fascinaban las reacciones a su paso cuando anunciaba  ser reverendo de la Iglesia del Maligno. De esa invención de LaVey y un puñado de pirados que seguro habían sido sometidos cuando niños por otros protestantes blancos americanos. Y al cabo de los años llegaron a librarse de sus traumas pintando pentagramas y crucifijos invertidos.

Estética grotesca. Un nombre-oda a la cultura pop. Un ojo ciego a base de lentes de contacto. Odín había sacrificado uno para obtener el conocimiento. Él sólo buscaba otro modo de mirar la realidad. Cejas afeitadas porque eso permitía un juego de expresiones faciales como si se tratase de una máscara. La boca obscenamente carnosa cubierta con pintalabios negro. Guiños a la dualidad alquímica cuando se ajustaba aquel corsé, con más pinta de artilugio médico que de elemento básico de lencería. Una de las secuelas que le dejaron las intrusiones al armario de la abuela y al consultorio de un tío ortopedista. Búsqueda perpetua de la belleza grotesca. Del artificio dentro de la fealdad natural.

Su arma de destrucción masiva habitaba dentro de su cabeza en continua ebullición. Se reía de mí, de ti, y de él mismo. Al vuelo garabateaba ideas en cuanto papel o pared tenía por medio. Ya después vendría la labor de desciframiento en el estudio de grabación. Cuantos más excesos, mejor. Eso era lo que contaba la historia negra que a su alrededor giraba. Aquello atraía más admiradores fieles. Pero si se le hubiese practicado un examen médico habría resultado casi tan limpio como un infante. Algunos creían que día y noche bebía ajenjo. Otros que se transfundía sangre potenciada con alguna droga de diseño. Muchos juraban que tenía gustos tan delicatessen como la carne humana muy tierna.

Lo suyo, en realidad era, escudriñar los rincones del alma humana. Retorcer hasta el infinito esa delgada línea que separa la bondad de la maldad. Dos caras de la misma moneda. Departía en fiestas privadas con sus propios demonios en completa soledad. Fuera del escenario, no necesitaba de acólitos ni ayudantes de cámara. No es que se despojara de su aura maldita como si se tratase de un disfraz. Había nacido con ella y había de morir con ella. Pero mantenía las distancias con el mundo. Con ese de afuera que todos decían conocer tan bien sólo por cumplir con leyes y normas. Mundo de moral ajustable. Mundo sometido a la belleza afectada y falsa.

Después de que su palabra y su obra llegaron a todos los rincones del mundo conocido hasta entonces, de que durante años se regocijó en las trampas que él mismo le impuso a la fama, intentó desaparecer en el paisaje anodino del anonimato. Sólo por probar qué sería aquello de perderse entre la muchedumbre y no ser reconocido ni por los suyos. Pero continuaba siendo atraído por la fuerza generada a partir de sus incondicionales. Así que permaneció más tiempo de lo que él habría deseado. Y el mundo que lo adoraba, terminó devorándolo, lenta, muy lentamente.

Escribió cientos de documentos. Soñaba palabras, frases, párrafos y por las noches se dedicaba a la escritura automática sin que nada pudiera detenerlo. Se dedicó a plasmar su visión a través de la pintura más simbolista que poética: trazos anchos, firmes y pinceladas precisas. Y la voz, aquella que surgía de sus entrañas con tanta furia y ansias de diseccionarla en un escenario,  fue perdiéndose en los recovecos de su alma. Poco le importó cuando hizo semejante descubrimiento. La voz que entonaba inflamadas críticas y burlas no era más que un eco. Un arma ocasional.

Y ahora, varios años después, quizás a la mitad de su vida, creyó al fin lo que  percibía desde niño… Seré eterno y siempre maldito. Como la belleza. Como la muerte. Así que, cerró los ojos, suspiró satisfecho y se entregó al delicioso dolor que le producían aquellos pinchazos en el cuello, como si le clavasen dos alfileres. Lo último que escuchó fue una risita.



M.M.R.
Copyright. (C)







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03 noviembre 2011

Historias inesperadas

Toda una sorpresa encontrar este editorial que publicó la revista Vogue en su edición inglesa para el número de diciembre de 2008: el mismísimo Tim Burton posando con su mujer Helena Bonham-Carter para el fotógrafo Tim Walker :)




















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01 noviembre 2011

Me da mi calaverita?

 (Foto: Pixteca MX)


Mi festividad favorita del año y al fin la he podido vivirla de nuevo en mi tierra. Al fin he podido mostrársela a Happy Demon :) Y no ha tardado mucho en comenzar a disfrutarla con tanta chuchería calaveresca de chocolate, jejejejeje.

Hoy 1 de noviembre se reciben a las ánimas de los niños que han muerto. Hay mucha nostalgia en el ambiente, pero también cierta alegría, porque volverán a estar entre nosotros aunque sólo sea en esencia. Hoy los chiquillos vivos (y tanto, jejeje) saldrán a pedir su "calaverita", el símil tan mexicano del famoso trick or treat extranjero. Y Happy Demon se disfrazará de Jack Skellington ;-) Está ilusionado porque cree que recibirá un montón de caramelos. Ojalá sea así.

Las travesuras estarán a la orden del día, cuidado ;-) Las ánimas de los niños nos rondarán hasta las ocho de la noche. Vamos a recibirlas con una sonrisa :)




Aquí un listado de post anteriores que he dedicado al Día de Muertos:

Día de Muertos I (la visión prehispánica)

Día de Muertos II (amalgama de tradiciones)

Calaveras Literarias (qué éxito ha tenido, jejejeje)






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