19 mayo 2015

Lullaby, Song of the Sea



"Lullaby" - Nolween Leroy


Hush now my Storeen 
Close your eyes and sleep 
Waltzing the waves 
Diving the deep stars are shining bright 
The wind is on the rise 
Whispering words of long lost lullabies 
Oh won't you come with me 
Where the moon is made of gold 
And in the morning sun we'll be sailing 
Oh won't you come with me 
Where the ocean meets the sky
 And as the clouds roll by 
We'll sing the song of the sea
 I had a dream last night 
And heard the sweetest sound 
I saw a great white light
and dancers in the round castles in the sand 
Cradles in the trees 
Don't cry, I'll see you by and by 
Oh won't you come with me 
Where the moon is made of gold
 And in the morning sun We'll be sailing 
Oh won't you come with me
 Where the ocean meets the sky
 And as the clouds roll by we'll sing the song of the sea 
Rolling Rolling Rolling Rolling 
 Oh won't you come with me 
Where the moon is made of gold 
And in the morning sun we'll be sailing free 
Oh won't you come with me 
Where the ocean meets the sky 
And as the clouds roll by we'll sing the song of the sea



Del soundtrack de la película Song of the Sea (2015)





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09 mayo 2015

The Unquiet Grave




"The Unquiet Grave" - Helium Vola


Cold blows the wind to my true love
And gently drops the rain
I've never had but one sweet heart
And in green wood she lies slain

I'll do as much for my sweetheart
As any young man will
I'll sit and mourn all on her grave
For twelve months and a day

And when twelve months and one day was passed
Her ghost began to speak
The ghost began to speak

"Why sittest ye all on my grave
And will not let me sleep?"

There's one thing that I want, sweetheart
There's one thing that I crave
And that is a kiss from your linen white lips
That I called from your grave

My breast is cold as the clay
My breast will make thee strong
But if you kiss my cold grey lips
Your days they won't be long

Go fetch me water from
That isn't the blood from out of a stone
Go fetch me milk from a fair maid's breast
That a young man never had known

Go down on yonder grove, sweetheart
Where you and I were born
The first flower there that I say
Has withered to a stalk

The stalk is withered and and dried, sweetheart
And the flower will never return
And since I lost my own sweet heart
What can I do but mourn?

When shall we meet again, sweetheart?
When shall we meet again?
When the oak and leaves that fall from the trees
Are green and spring up again

When the oak and leaves that fall from the trees
Are green and spring up again
 
 
 
Del álbum "Wohin?" (2013)
 
 
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Se trata de un tema folk británico del siglo XIV que en 1868 fue recogido por Francis James Child pero hay varias versiones, muchas de ellas están mezcladas con la letra del tema "How Cold the Wind doth Blow" (aquí se puede escuchar) como esta y como la que aparece en el trailer y en el primer capítulo de la segunda temporada de la serie de televisión Penny Dreadful (pinchar aquí para escucharla).
 
 
 
 
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07 mayo 2015

El ejército furioso



A la autora francesa Fred Vargas (pseudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau) la conocí por una entrevista que el diario El País le hizo en 2008, más o menos. Es historiadora medieval, arqueóloga y escritora, claro. Y su estilo se clasifica como novela policiaca pero abarca varios otros. Es la 'madre' del comisario Adamsberg de la policía de París, un hombre al que llaman 'paleador de nubes' porque parece que nunca tiene los pies sobre la tierra pero cuando una idea se le mete en la cabeza, no para hasta descrifrar el más retorcido misterio :)  Se me figura un poco a Colombo, lo recuerdan?, sobre todo físicamente aunque no con ojo de vidrio jejeje.

Vargas 'desquicia' a mucha gente. He leido comentarios de que según algunos, abusa de manejar, plantear y resolver más de tres historias en un mismo libro. A mí me parece una obra artesanal porque esas historias siempre están relacionadas entre sí y cumplen con su función de mantener centrada la atención del lector, de no descuidar ni un detalle. Y tratándose de historias cuyo protagonista es Adamsberg, en todos los libros aparecen recurrentemente no sólo el equipo del comisario (todos carismáticos, con personalidades peculiares y hasta entrañables) sino hasta un vecino español que con sus comentarios es capaz de darle pistas a Adamsberg, entre otros que le dan esos toques de cultura general y hasta humor :)

Ayer (14 de febrero) terminé de leer El ejército furioso, una historia que mezcla muy bien una serie de crímenes en un pueblo de Normandia y la leyenda de la Cacería Salvaje: El comisario Adamsberg se enfrenta a una terrorífica leyenda medieval normanda, la del Ejército Furioso: una horda de caballeros muertos vivientes que recorren los bosques tomándose la justicia por su mano... Una señora menuda, procedente de Normandía, espera a Adamsberg en la acera. No están citados, pero ella no quiere hablar con nadie más que con él. Una noche su hija vio al Ejército Furioso. Asesinos, ladrones, todos aquellos que no tienen la conciencia tranquila se sienten amenazados. Esta vieja leyenda será la señal de partida para una serie de asesinatos que se van a producir. Aunque el caso ocurre lejos de su circunscripción, Adamsberg acepta ir a investigar a ese pueblo aterrorizado por la superstición y los rumores. Ayudado por la gendarmería local, por su hijo Zerk y por sus colaboradores habituales, tratará de proteger de su macabro destino a las víctimas del Ejército Furioso.

El estilo de Vargas es ligero, nada tortuoso o complicado, y con esto no quiero decir que carezca de 'chicha', jejeje, porque en cada diálogo (es genial cómo los maneja) hay información y detalles, también hay descripciones maravillosas y certeras de los paisajes, las calles, los ambientes y hasta las casas. Hay un muestrario de todas las miserias humanas pero también de las virtudes. Y Adamsberg se vuelve un personaje entrañable :)





La escritora Fred Vargas






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06 mayo 2015

Epica Oona


Oona Chaplin fotografiada por Ruven Afanador para la revista Yo Dona, 2012






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04 mayo 2015

El sueño del celta


Arthur Machen 
(Hulton Archive/Getty Images)


Nació en 1863 en Caerleon, un pueblo de Gales donde se supone que se coronó al Rey Arturo entre ruinas romanas, y vivió desde muy chico fantaseando con un mundo de magia, paganismo y ensoñaciones místicas. Arthur Machen recorrería un largo camino literario hasta su muerte, en 1947, que lo llevó del mito a ser considerado el padre subterráneo del género de terror, pasando por el movimiento decadentista y parnasiano. La publicación en castellano de La gloria secreta permite redescubrir a uno de los autores británicos más olvidados, secretamente admirado por escritores como Borges y Stephen King.


Con frecuencia se llama a los escritores de género fantástico “creadores de mitos”: es una de las formas más trilladas de describirlos, especialmente cuando se trata de autores visionarios, pioneros y muy influyentes. Es la forma más común de llamar a Arthur Machen (1863-1947) pero, por una vez, se trata de una descripción subjetiva. En septiembre de 1914, Machen publicó un cuento en el diario londinense The Evening News llamado “The Bowmen”: inspirado en la batalla de Mons de la Primera Guerra Mundial, donde las tropas británicas se habían enfrentado con los alemanes con un resultado adverso –la retirada– pero no catastrófico –lo esperable dada la superioridad del enemigo–, inventó un relato donde arqueros angélicos descendían de los cielos para ayudar a los ingleses. El cuento no fue presentado como ficción, sino como un falso documento, técnica que Machen conocía bien; en pocos meses, el diario comenzó a recibir solicitudes para poder reimprimirlo, en forma de panfleto. Sucedía que, en una combinación de histeria, propaganda y leyenda urbana, la historia de los Angeles de Mons, los guerreros celestiales, había sido dada por cierta. Un hecho sobrenatural, por supuesto, pero verdadero. Machen, ya entonces un escritor de carrera, explicó que el relato era producto exclusivo de su imaginación –un relato patriótico, claro, pero enteramente ficticio–. De nada sirvió. Para tratar de aclarar lo ocurrido de una vez por todas, Machen publicó el cuento en un libro, con un prefacio que decía: “En un principio, mi ficción liviana fue tomada como el más sólido de los hechos por una congregación de una iglesia; entonces empecé a darme cuenta de que si había fracasado en el arte de las letras, al menos había triunfado en el arte del engaño. Desde entonces, la bola de nieve del rumor no ha parado de rodar hasta que hoy día alcanza proporciones monstruosas”.

La aclaración tampoco sirvió de nada. La leyenda de los arqueros celestiales ya no le pertenecía. Hoy es parte del folklore mágico, una historia similar, aunque no tan popular, a la del monstruo del lago Ness, con su propia legión de pseudocientíficos aficionados que intentan probarla y proporcionan, cada tanto, nueva evidencia. Hace solamente diez años, en 2001, el diario Sunday Times publicó que se había encontrado evidencia fílmica y fotográfica de la existencia de los ángeles; el propio Marlon Brando anunció públicamente que él estaba dispuesto a comprarla por medio millón de dólares, para hacer una película. En 2002 se demostró la falsedad de esta historia que, en sus elaborados detalles, aseguraba que la filmación de los guerreros alados había sido hallada en un negocio de antigüedades de Caerleon, el pueblo del sur de Gales donde nació Arthur Machen.


El paraíso perdido

Pocos escritores fueron tan hechizados por el paisaje de su infancia: Caerleon es uno de los sitios arqueológicos más importantes del Reino Unido, con las ruinas de una fortaleza de las legiones romanas y un fuerte de montaña de la Edad de Hierro. Se cree, también, que Caerleon fue el lugar del martirio de los santos cristianos San Julio y San Aarón, perseguidos por el emperador Diocleciano en el año 304 A.C. Pero quizá lo más importante para la imaginación de Machen fue que el historiador medieval Geoffrey of Monmouth considerara a Caerleon el lugar de coronación del Rey Arturo o, al menos, uno de los sitios de su corte. Hay que recordar que el reino de Camelot recién aparece cuando Chrétien de Troyes toma el mito para escribir sus romances, casi dos siglos después.
La literatura de Arthur Machen nunca abandonó del todo las ruinas, los bosques y los mitos de su infancia. Hijo de un pastor anglicano, pasó sus primeros años entre arqueólogos, religión y, seguramente, susurradas historias de pueblo, leyendas extrañas y vagamente tenebrosas. A los once años fue enviado a estudiar a la prestigiosa Hereford Cathedral School, donde se destacó, pero aunque se graduó con buenas notas, su familia no tenía dinero para enviarlo a Oxford. Así, se mudó a Londres para trabajar como periodista. Sin embargo dedicó sus primeros años en la capital a caminar la ciudad: vivía en los suburbios y los pasajes desolados de las afueras –sus misterios, su soledad– se convirtieron en material de su narrativa.

Aunque publicó dos libros antes, se puede decir que con El gran dios Pan (1894) Arthur Machen encontró su tema y su voz. Es el relato que lo define como padre de la ficción rara (weird fiction) y el que exhibe la obsesión que recorre su obra: la de un pasado pagano y glorioso pero también terrible, viejos dioses dormidos en las colinas galesas que debían ser despertados para enfrentarse a la edad de la razón y a una sociedad puritana –Machen escribe estos primeros relatos de horror místico en la Inglaterra victoriana–. El precio de ese despertar es, en la ficción de Machen, altísimo. Como si de antemano fuera una tarea destinada a la tragedia, pero de cualquier modo necesaria. Sus personajes, por lo general hombres de ciencia desviados que han pasado demasiado tiempo entre tratados de alquimia y viejas rocas grabadas con antiguos jeroglíficos, se ven compelidos a abrir estas puertas prohibidas hacia otras realidades y otros mundos. Esas puertas suelen encontrarse en los bosques de Gales, donde aún caminan los fantasmas de los sacerdotes druidas y los antiguos dioses romanos, que tienen forma de fauno o de sátiro y les dan la mano a las muchachitas. Ese otro mundo pagano, dice Machen, nunca ha desaparecido. Sucede que el cristianismo lo ha aplastado, y ha convertido a Pan, dios de la fecundidad, en un ser con cuernos, en la imagen del demonio. Entonces, quizá la manera de acceder hacia ese otro mundo sea a través del Mal.

Pero Machen no sólo evocó ese pasado pagano para sus cuentos extraños. Es también uno de los temas de dos de sus principales novelas, vagamente autobiográficas, La colina de los sueños (1907) y La gloria secreta (1922), recién editada en Argentina por La bestia equilátera en su primera traducción al español, un inesperado y bienvenido rescate. El protagonista de La gloria secreta es Ambrose Meyrick, un joven estudiante de la escuela pública Lupton que prefiere pasar sus tardes recorriendo las viejas catedrales góticas y las ruinas de los alrededores antes que jugar al rocker, el deporte de su institución. Todo cambia cuando Ambrose llega tarde a la escuela y el profesor Horbury le da una paliza atroz. Desde entonces, Ambrose vive una existencia doble: por fuera es un estudiante orgulloso y obediente de la institución; por dentro vive en la gloria secreta, recordando los paseos con su padre muerto, que hablaba en galés y lo llevaba de visita a casas de antiguas familias que conservaban reliquias medievales, entre ellas una bella y antigua copa, que en el panteón personal de Ambrose –ansioso por escapar de la mediocridad– es el Santo Grial. “Ambrose pensaba en la Gran Montaña, en los valles secretos, en los refugios y ermitas de los santos, en las suntuosas tallas de las iglesias solitarias ocultas entre colinas y bosques.” Además, en una de sus excursiones, ha asistido a un ritual de magia santa, entrevisto como en sueños: los personajes de Machen suelen caer en estos trances, en los que reciben la visión que los acompañará por el resto de sus vidas y, en muchos casos, los llevará a la destrucción. Ambrose no sólo quiere escapar de su destino de hombre de negocios en Londres: lo que desea es ser un santo celta, “ese cristianismo que no era un código moral, dotado con alguna especie de paraíso metafórico ofrecido como recompensa por su debida observancia, sino una gran aventura mística”. Es así que Ambrose abandona la escuela y la moral de su clase: en definitiva, escapa en busca de un sentido para su vida.

La gloria secreta es, entonces, una novela de aprendizaje y también una brutal sátira de la educación inglesa, que juzga una verdadera aplanadora de la imaginación y el espíritu, formadora de hombres huecos. Escribe Machen: “No hay nada como nuestras grandes escuelas públicas, y quizá las únicas voces de disenso son las del padre y la madre que entierran el cuerpo de un chico que muestra la negra marca de la soga al cuello”. Pero, sobre todo, La gloria secreta es una variación sobre otro de los temas de Machen: la dificultad o la imposibilidad del lenguaje de aprehender los paisajes místicos y las experiencias extáticas.

Machen desarrolló ampliamente este tema en La colina de los sueños. El protagonista, otro de sus alter egos, se llama Lucian Taylor, hijo de un vicario del sur de Gales, aspirante a escritor que, de muy joven, ha experimentado una poderosísima visión mística y erótica en el viejo fuerte romano cercano a su modesta casa. Cuando el joven se muda a Londres –la trayectoria de Lucian es casi idéntica a la de Machen– pasará años luchando por dar cuenta de esa visión, sin éxito. Cuando habla de esas luchas solitarias del escritor, que ocupan páginas y páginas de La colina de los sueños, Machen también se está refiriendo a sus propias limitaciones, a su propia amargura cuando compara sus textos con los de sus grandes ídolos: Cervantes y Rabelais. Escribe: “Intentaba encontrar esa cualidad que les da a las palabras algo más allá de su sonido y de su significado, eso que en las primeras líneas de un libro debería susurrar cosas ininteligibles pero llenas de sentido. Con frecuencia trabajaba muchas horas sin éxito y el depresivo y húmedo amanecer lo encontraba en la búsqueda de oraciones jeroglíficas, de palabras místicas, simbólicas”. Lucian Taylor morirá en esta búsqueda, menos espectacular que la de Ambrose en La gloria secreta, pero igual de obstinada: esas palabras son su Grial. Ya muerto en su mesa de trabajo, la mujer que le alquila el departamento y que dará aviso a la policía encuentra sus escritos y, con pena, descubre que no son más que garabatos. Como para Ambrose (¿como para Machen?), obtener el Grial es imposible.

Habitante de un mundo extraño

 Poco después de El gran dios Pan, que escandalizó a la sociedad londinense por sus sugerencias eróticas –hay en el relato una inolvidable y lúbrica mujer demonio–, Arthur Machen se hizo amigo de Oscar Wilde, sus textos fueron ilustrados por el enorme Aubrey Beardsley y la crítica lo consideró parte de los decadentes de la década de 1890. En 1895 publicó Los tres impostores, quizá la novela corta de Machen más cercana para los lectores argentinos, porque en 1988 Jorge Luis Borges la incluyó en su Biblioteca Personal; escribe en su prólogo: “Las literaturas encierran breves y casi secretas obras maestras; Los tres impostores es una de ellas”. Con enorme fluidez y la influencia de R. L. Stevenson, Machen compone en Los tres impostores un relato que parece no acabar nunca, que se ramifica y deriva en nuevas aventuras y horrores. Su sensibilidad aquí es más excéntrica que nunca: en este Londres de anticuarios hay coleccionistas de objetos de tortura, casas antiguas de los suburbios cargadas de una malignidad palpable y jóvenes que, tras la ingesta de una droga equivocada, se transforman en monstruos viscosos en sus habitaciones. Pero cuando la acción se mueve al campo, el hechizo maldito se intensifica: así, el malogrado profesor Gregg encuentra a un verdadero hijo de las hadas –que no son gentiles seres alados sino una raza bestial que sobrevive en las colinas– y también encuentra otras historias de erotismo pagano y horror. “Los críticos han deplorado la vaguedad de ciertas narraciones de Machen”, escribió Borges en la biografía sintética de Arthur Machen publicada en Textos cautivos. “Han imputado imprecisión a sus aquelarres y a sus emisarios satánicos. Yo tengo para mí que esa imputación procede de un error. El concepto del pecado es fundamental en los libros de Machen. El pecado (para él) es menos una transgresión voluntaria de las leyes divinas que un estado abominable del alma.”

Es posible que aquí Borges estuviera pensando en el mejor relato de Machen, “The White People”, publicado en The House of Souls (1906), la historia de una niña hechizada, un cuento de hadas verdaderamente espeluznante y de estilo exquisito, enmarcado por una charla entre Ambrose (¿el Ambrose de La gloria secreta?) y sus amigos. Dice Ambrose: “La esencia del pecado es tomar el cielo por asalto. Me parece que es simplemente un intento de penetrar la esfera más alta de una manera prohibida. La santidad requiere un esfuerzo grandioso, pero la santidad trabaja sobre líneas que alguna vez fueron naturales; es un esfuerzo por recuperar el éxtasis antes de la Caída. Pero el pecado es el esfuerzo de obtener el éxtasis y el conocimiento que alguna vez les perteneció solamente a los ángeles. Y al hacer ese esfuerzo, el hombre se transforma en demonio”.

 En esta teoría del Ambrose de “The White People” resuena la doctrina de la Golden Dawn, sociedad secreta fundada en 1887 para el conocimiento del ocultismo y la adquisición de poderes mediante la magia, doctrina que, según Juan Jacobo Bajarlía, “se refiere a los límites del mal como obtención de los poderes que le han sido negados al ser humano”. Arthur Machen se unió a la Golden Dawn en 1899, después de años desgraciados en los que nadie quería publicarlo: con la prisión de Oscar Wilde, el clima editorial dejó de ser favorable para los narradores considerados decadentes. Además, había quedado viudo y se hundió en una depresión de la que salió recorriendo las calles de Londres con auténtica manía y tomando nota de estos desesperados recorridos. El ingreso en la Orden Hermética de la Golden Dawn le permitió ingresar nuevamente al mundo literario: la organización siempre fue mucho más un club de amigos con intereses en común que una verdadera sociedad mágica. Allí Machen se codeó con William Butler Yeats, Bram Stoker –autor de Drácula–, Sax Rohmer, Joris Karl Huysmans y un joven que se tomaba la doctrina del mal como sabiduría mucho más en serio que sus ilustres cohortes: Aleister Crowley. Estaba llegando a su fin un clima de época propicio para la estética de Machen: el del revival celta y artúrico iniciado a mediados del siglo XIX con los pintores prerrafaelistas como Edward Burne-Jones o William Morris y el poema Los idilios del rey de Lord Alfred Tennyson. Sin embargo, y a pesar de que esa sensibilidad se desdibujaba con el cambio de siglo, Machen acentuó su aspecto espiritual y la mayoría de sus textos, como La gloria secreta, ya no pertenecían al horror o el cuento extraño, sino a su particular versión de la fe cristiana vista a través del cristal de la mitología celta, las leyendas artúricas y la importancia del ritual, prácticamente ausente en las austeras ceremonias de la Iglesia anglicana, que Machen cuestionaba.

Arthur Machen pasó sus últimos años trabajando como periodista –también, durante una breve temporada, se unió a una compañía ambulante de teatro– y tuvo un breve período de éxito en la época de los Angeles de Mons, especialmente en círculos críticos de EE.UU. Cuando murió, en 1947, sin embargo, su nombre casi había sido olvidado. Casi.

Los discípulos

La influencia de Arthur Machen en los narradores de fantástico y terror desde entonces, y hasta hoy, es determinante y ampliamente reconocida, aunque extrañamente subterránea. Machen es el gran secreto a voces: el discreto padre del género. Su idea de una raza antigua de dioses persistentes que acechan desde el principio de los tiempos es central en la concepción de los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft (que publicó su primer relato en 1922, más de veinte años después de la publicación de El gran dios Pan). Más cercano en el tiempo, Clive Barker se definió como un admirador absoluto de Machen: “Está bastante dejado de lado”, decía en una entrevista reciente, “pero en mi opinión es más importante que Lovecraft. Es, sin duda, mejor escritor, más humano en su filosofía y no tiene nada de la misoginia y el antisemitismo que vuelve tan odioso el trabajo de Lovecraft a veces. Creo que Machen es el hombre que redefinió el género”. Stephen King, además de considerar a El gran dios Pan como el mejor relato de terror jamás escrito, lo homenajeó en “N”, un cuento incluido en su libro de 2008 Después del anochecer. Peter Straub, el otro gran escritor de terror norteamericano –e íntimo amigo de King– acaba de publicar A Dark Matter, una novela sobre una realidad paralela que se presenta, tras un ritual, en un descampado, un traslado del misticismo de Machen a la década del 60, con terribles consecuencias y dioses olvidados incluidos.

En su tierra natal, la influencia de Machen es aún más amplia. Uno de los mejores novelistas británicos, M. John Harrison, reescribió El gran dios Pan en un cuento ¡que tiene el mismo título!, y que fue la base de su novela El curso del corazón (1992), donde un grupo de estudiantes lleva a cabo una ceremonia mágica –jamás descripta, a la manera de las visiones ensoñadas de Machen– que luego tendrá efectos devastadores en sus vidas. El Londres alucinatorio de Machen (especialmente en un cuento atesorado, el enigmático “N”, una fábula casi psicodélica sobre el descubrimiento de una realidad paralela en los suburbios de la ciudad), sus intensas caminatas y sus descubrimientos urbanos han sido resignificados hoy por caminantes modernos (o psicogeógrafos) como Ian Sinclair o Peter Ackroyd. También es citado como influencia por Neil Gaiman o el guionista Alan Moore (que se inspiró en Machen para su cómic Snakes and Ladders). La lista podría seguir, pero no habría que cerrarla antes de mencionar El laberinto del fauno, del realizador mexicano Guillermo del Toro, una fábula antifranquista nominada al Oscar como mejor película extranjera en 2006 que, según su director, está inspirada en el dios Pan de Arthur Machen.

A diferencia de aquellos ángeles guerreros, no hay todavía ninguna leyenda urbana que hable del avistamiento de sátiros cornudos en los bosques. Y es que no hace falta. La perturbadora demonología de Machen ha producido admiradores obsesivos, como se lee en el prólogo a la edición local de La gloria secreta: “una legión con hábitos literarios de secta”.



Mariana Enriquez
Página 12
21 de noviembre de 2011





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02 mayo 2015

Lovecraft vigente

 
 "El Horror Sobrenatural en la Literatura", de H.P. Lovecraft (Valdemar, 2010)
Edición: Juan Antonio Molina Foix


—¿Por qué creés que Lovecraft tiene tanta vigencia en la actualidad?

—Porque encontró un estilo propio muy personal con el que logró transformar las percepciones ordinarias de la vida en fuente inagotable de pesadillas. Su profunda convicción acerca de la carencia de sentido de la vida, de la precariedad de cualquier destino humano, le llevó inexorablemente a identificarse plenamente con la infinitud del cosmos, desplazando el foco del temor sobrenatural del hombre y su pequeño mundo y sus dioses a las estrellas y a los negros e insondables abismos del espacio intergaláctico. El miedo ya no lo provocaba el morboso encuentro con cadáveres, vampiros o espíritus, sino la conciencia de nuestra precaria situación. A pesar del tiempo transcurrido sus relatos son muy actuales porque expresan admirablemente la soledad y la pequeñez de la condición humana en un universo infinito y amoral, azaroso y hostil, carente de significado y angustiosamente ajeno a nuestras preocupaciones y cavilaciones, cuya vastedad y extrañeza contrasta con la importancia cada vez menor del ser humano dentro de ese esquema general. Aunque nunca se consideró un escritor de ciencia-ficción, fue también un pionero en la utilización de recursos hasta entonces inexplorados: se inventó una especie de estilo de informe científico, objetivo e impersonal, en el que combina el vocabulario clínico de la fisiología animal, y el más misterioso de algunas ciencias humanas como la paleontología o la antropología, con una precisa terminología lingüística, repleta de sinuosas construcciones sintácticas y semánticas, así como de abundantes calificativos, determinantes en su misma indeterminación, acompañados de toda una serie de signos y sonidos inauditos.



Juan Antonio Molina Foix
Entrevista para INSOMNIA
José María Marcos
Octubre 2014




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01 mayo 2015

Beltane




Beltane, 1º de mayo, antiguo ritual celta para despedir el invierno y los días oscuros y dar la bienvenida a la temporada cálida y luminosa. Ritos de fertilidad para propiciar las buenas cosechas y hogueras para atraer el calor del fuego. Todo florece, hay vida en el ambiente. La Gran Diosa se une al Hombre Verde, Cernunnos, el Dios Astado.

Beltane es un anglicismo que deriva del gaélico irlandés Bealtaine o del gaélico escocés Bealtuinn que significa Bel-fire, el fuego del dios celta de la luz: Bel, Beli o Belinus. Hay otros nombres para esta festividad que también se conoce como Mayday: Cetsamhain  y Walpurgisnacht o Walpurgis en Alemania.










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