Mostrando entradas con la etiqueta Poppy Z. Brite. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Poppy Z. Brite. Mostrar todas las entradas

11 noviembre 2015

El arte más íntimo

Hace muchos años que me regalaron la novela Exquiste Corpse de Poppy Z. Brite pero a pesar del entusiasmo que me causó tal regalo y de la admiración por esa escritora, creo que no fue el momento más adecuado :P  Ahora, he descargado una versión traducida al castellano y oigan, me ha enganchado, a tal punto que me está costando hacer la tablet a un lado, jojojo.

"Para el asesino en serie británico Andrew Compton, matar es un arte: el arte más íntimo. Tras fingir su propia muerte para escapar de prisión, Compton se encamina hacia Estados Unidos con la intención de seguir perfeccionando su talento. Torturado por sus perversos deseos, llevado a poseer y asesinar chicos jóvenes, Compton se une a Jay Byrne, un playboy disoluto que ha llevado su arte a límites que ni siquiera él había imaginado. Juntos dirigen sus miradas hacia un chico de la calle, Tran, un americano con ascendencia vietnamita y de belleza exquisita a quien consideran la víctima perfecta.

Esta novela va dirigida a aquellos que se atreven a entrar en donde lo sagrado y lo profano se convierten en uno."
(Contraportada de la edición de Factoría de Ideas).


7 de abril de 2015

 


Aquí dejo la portada que con tan buen tino y gusto eligieron los que colgaron la versión digital de esta novela: se trata de una foto de la jovencísima Poppy cuando modelaba.




 "El informe de la autopsia efectuada en 1994 al asesino múltiple Jeffrey Dahmer revela que los funcionarios mantuvieron su cadáver atado con grilletes en los pies durante toda la necropsia: "Tanto era el miedo que inspiraba ese hombre", en palabras del patólogo Robert Huntington. Milwaukee Journal - AP, 17 de marzo de 1995"

Con este epígrafe (y una dedicatoria a su madre) comienza la novela Exquisite Corpse (El arte más íntimo) de Poppy Z. Brite, hoy conocida como Billy Martin en su condición de transgénero. Si muchos adoramos a esta escritora por su primera novela, Lost Souls, podemos caer en dos extremos tras la lectura de este trabajo que publicó cuatro años después: o la seguimos adorando o definitivamente la rechazamos.

PZB se recrea, quizás con dicha malsana, jojojo, en su historia de asesinos seriales atractivos, homosexuales, amorales y exquisitos. Los fluídos corporales que comienzan con S son sus favoritos, lo mismo que las vísceras, el desmembramiento, los cuerpos delgados, el canibalismo, la necrofilia y los rasgos orientales. Poppy-Billy no se corta ni un pelo y se recrea en descripciones precisas tanto de la vida sexual gay (normalita, hasta cierto punto, nada de locas emplumadas) como de los métodos de los asesinos Andrew y Jay. Quizás, para muchos, resultarán difícil digerir ambas pero Poppy se maneja con la elegancia suficiente y se nota, entre líneas, su gran admiración precisamente por Jeffrey Dahmer, llamado el Carnicero de Milwaukee, quien asesinó a más de veinte chicos antes de ser atrapado cuando una de sus víctimas logró escapar y pedir ayuda. La polícia encontró evidencia suficiente (si mal no recuerdo conservaba una cabeza congelada) y un corazón humano a medio freír, entre otras cosas, cuando entraron a su casa.

Y no, los asesinos a lo Poppy-Billy no remiten en ningún momento a Hannibal Lecter a pesar de sus 'métodos', su refinamiento y su canibalismo. La historia comienza en Londres pero transcurre mucho más en Nueva Orleans con su ambiente decadente y su elegancia antigua. En algún momento, hace referencia al mundo darkie pero apenas es un pincelazo. Es una gozada leer las descripciones tan precisas de calles, antros y alrededores de esa ciudad. También descubrir que los personajes principales como los asesinos Andrew y Jay, así como el joven amante de ascendencia vietnamita Tran y el escritor decadente Luke 'Lush Rimbaud' están tan bien dibujados con sus historias personales y sobre todo con esa lucha en un mundo infestado de sida pues Poppy-Billy ambienta la historia a principios de los 90. Y creo que este es uno de los puntos también destacables de Exquisite Corpse: la muestra dura y sin adornos de la psicosis, las consecuencias y los efectos del sida.

Poppy Z. Brite, hasta principios de la segunda década de los 2000, vivía como un 'transexual no operativo' segun sus propias palabras pero también recordamos que desde sus primeras entrevistas se confesaba como una mujer con mentalidad de gay. Según lo que se puede ver en los archivos de su bitácora en LiveJournal, lo mismo que en su página de Etsy donde vende su arte tan peculiar (accesorios artesanales y dibujos), de algunos años a la fecha ha comenzado con un tratamiento con testosterona (misma que consigue en Europa del Este a precios muy altos) y en muchas fotos ya se la puede ver con bigote y barba incipiente, cuerpo mucho más masculino (siempre tendió a subir y bajar de peso exageradamente y nunca fue una mujer con forma rotundas) pero a pesar de haber 'asumido' ya un nombre masculino: Billy Martin (en Facebook se la puede encontrar en un perfil personal bajo este nombre lo mismo que en Twitter) no deja claro si continúa escribiendo. 

Como Poppy, a partir del año 2000 cambió de estilo, por así decirlo y se dedicó a publicar reseñas culinarias en un periódico de Nueva Orleans, sobrevivió por los pelos al huracán Katrina, se separó de su compañero por casi veinte años (el chef Chris DeBarr) y publicó la trilogía Liquor de humor negro entre 2004 y 2006 donde sus personajes principales son una pareja gay de chefs.

10 de abril de 2015 



(Aquí se puede leer el post que le dediqué a Poppy en 2009)



***

13 abril 2015

Lost Souls

Personajes de la novela Lost Souls de Poppy Z. Brite según la artista rusa Anna Shellkova

Nothing y Laine


Vampiric Twins


Christian


Zillah


Twig, Zillah y Molochai


Ghost


Nothing postcard


Zillah (artbook)


Lost Souls (cover)




***

10 abril 2015

Poppy Z. Brite, la reina de Nueva Orleans



 Poppy Z. Brite se inició en la literatura coqueteando con el género gótico de terror. Ganadora del premio Icarus a la autora revelación y varias veces nominada en los certámenes Stoker y World Fantasy, nos habla de su vida y de sus libros, especialmente los de la saga Liquor, que tiene como protagonistas a una pareja gay de Nueva Orleans, y que han sido editados en español por El Tercer Nombre.


Si nunca segundas partes fueron buenas, en este caso habría que decir que no siempre los refranes dicen la verdad. Porque al parecer el éxito persigue a Poppy Z. Brite, quien se empeña en contarnos la saga entera de una simpática pareja de restauradores neorleaneses, unidos en la vida laboral y sentimental. Los afamados chefs de cocina John Rickey y ‘G-man’ Stubbs, propietarios del restaurante Liquor, vuelven a la carga con Prime rib (Prime en su versión inglesa), una novela en la que los ingredientes novelescos (celos, intriga, amor, pasión…) combinan a las mil maravillas en las riberas del Misisipi.

Entre sus obras traducidas al español figuran Lost souls ( ‘El alma del vampiro’, 1992), Drawing blood (‘La llamada de la sangre’, 1993) y Exquisite corps (‘El arte más íntimo’, 1996), los tres de temática gótica, y dentro de la saga de esta simpática pareja de cocineros, ya podemos leer en nuestro idioma Liquor (2005) y Prime rib (2008).
Algunos de sus relatos cortos han sido traducidos al castellano por Camilo Higuita en su blog (http://adrede-etereo.blogspot.com).

Poppy Z. Brite –cuyo nombre real es Melissa Ann Brite– nació en Nueva Orleans el 25 de mayo de 1967. En sus obras destacan los personajes homosexuales masculinos o de sexualidad ambigua, que no son sino reflejo de sus sentimientos y de su propia identidad. Nacida mujer, Poppy suele adoptar roles masculinos, aunque prefiere considerarse un “transexual no operativo”.


 En la actualidad vive en su ciudad, con Chris, sus gatos, dos perros y una serpiente rey albina.


 R.A.: Empezaste a escribir a edad temprana, casi cuando eras una niña, ¿cómo decidiste ser escritora y cuáles fueron tus primeros pasos como novelista profesional?

Poppy Z. Brite: No puedo recordar haber pasado un tiempo sin escribir. Junto con la lectura y el dibujo, siento como si hubiera estado haciéndolo toda mi vida. Empecé presentando mis primeros cuentos en los mercados nacionales cuando tenía 12 años. A los 18, algunos de mis relatos fueron publicados en la revista The Horror Show, que suponía un trampolín para los nuevos escritores, y entonces los autores y editores de novelas de terror comenzaron a fijarse en mí. Empecé la Universidad, pero pronto lo dejé porque me puse a trabajar en Lost Souls.



R.A.: Al principio te gustaba escribir novelas góticas, pero más adelante decidiste incluir a algunos personajes gays en tus libros. ¿Qué fue lo que te inspiró para hablar en tus libros de este tipo de personajes?


PZB: Es justo lo que soy. No hablo de gente gay con el propósito de hacer apología. Escribo de lo que conozco, de la gente a la que amo y los personajes que comprendo. Mis primeras novelas de terror se hicieron populares de la misma manera que muchos personajes gays en los libros actuales sobre la saga Liquor. No me veo como una autora activista de los derechos de los gays, aunque espero que llegue el día en el que el hecho de que yo escriba a través de los ojos de los personajes gays no sea tan inusual que haya que mencionarlo, porque querrá decir que los retos que aún afronta la comunidad gay (matrimonio, adopción, etc.) serán aceptados como derechos humanos básicos.
 



Y, en efecto, una de las cosas de las que más orgullosa me siento en los libros de Liquor es que a la relación entre Rickey y G-man se le da un trato muy normalizado, muy real. Es emocionante que estos dos chicos se amen el uno al otro. Su relación está basada en unos sólidos cimientos y la gente que rodea a Rickey y G-man lo aceptan sin controversias, como debería ser en la realidad.


R.A.: Naciste en Nueva Orleans y aún vives allí, incluso después del huracán Katrina. ¿Piensas que el hecho de ser ciudadana de Nueva Orleans te ha marcado a la hora de escribir tus libros?


PZB: Nueva Orleans ha sido siempre un ingrediente vital para mi escritura. Es una capital extraña y hermosa y además es mi ciudad natal. Es obvio que mucho de lo que existe sobre ella sigue oculto. Es una ciudad que cuenta sus secretos sólo a aquellos que aman con devoción este lugar rodeado por pantanos al pie del poderoso río Misisipi. Desde que me trasladé aquí definitivamente en 1993, espero haber llegado a comprender a Nueva Orleans desde mi interior, y también ser capaz de mostrar a través de mis libros cómo vivimos aquí.
 



Espero igualmente que los lectores españoles comprendan que aunque el huracán Katrina fue un desastre natural, Nueva Orleans no debería haberse inundado completamente. La muerte y la destrucción de la ciudad fueron el resultado de fallos técnicos y de la negligencia de los políticos. Sin embargo, los ciudadanos de Nueva Orleans hemos luchado duro para devolverla a la vida. Tenemos más batallas por librar, pero los puntos turísticos más populares no fueron seriamente dañados, y ahora hay más restaurantes abiertos y nuevas cosas que ver y visitar. Ha sido a la vez excitante y frustrante vivir aquí mientras íbamos reconstruyéndolo todo. No puedo imaginarme viviendo en otro lugar.


R.A.: ¿Crees tener una deuda contraída con paisanos tuyos, como el escritor Tennessee Williams, que también se interesó por la novela gótica y por los personajes homosexuales? ¿Estarías interesada en adaptar, como él, tus obras a la pantalla?


PZB: No quisiera decir nada en contra de Tennessee Williams, que fue un escritor maravilloso, pero me da la sensación de que tengo contraída una deuda mucho mayor con John Kennedy Toole. Su obra A Confederacy of Dunces es seguramente la más bella y verídica pieza de ficción jamás escrita sobre Nueva Orleans. De no haber sido por este libro suyo, yo nunca habría escrito las novelas de la saga ‘Liquor’.
 



No me seducen en absoluto ni Hollywood ni las películas, así que no me veo escribiendo para la meca del cine bajo ningún tipo de circunstancia. Dicho esto, los dos chefs seguramente deben parecer un tándem interesante, así que no me sorprendería si alguien anduviera detrás de Rickey y G-man para llevarlos a la TV o al cine. Estaría encantada de trabajar en series de televisión partiendo de ‘Liquor’. De hecho, se han barajado algunos proyectos, pero no tengo la intención de mirar hacia Hollywood.


R.A.: Ahora, gracias a la editorial El Tercer Nombre, eres más conocida y valorada en España. ¿Qué te gustaría decir a tus lectores españoles?


PZB: Yo hablo un poco de español, de modo que si algún día llegamos a viajar a España, podré mantener alguna conversación con mis lectores, cosa que me encantaría. Sabemos de las maravillas que encierra la cocina española, de modo que nos sentiremos como en casa. Si mi salud me lo permite, España está a la cabeza de nuestra lista de viajes, desde Barcelona a Granada, y también el País Vasco y Santiago de Compostela. Mi marido es un devoto de la cocina española y debe gran parte de su inspiración a la gastronomía de España. Creo que su especia favorita es un tipo de pimentón ahumado agridulce. Así que espero que los lectores españoles puedan descubrir en mis libros más cosas sobre la cocina de Nueva Orleans.
 



También quisiera hablaros de un pequeño malentendido con el título de mi último libro. Lo llamé Prime, que en los Estado Unidos se refiere a la ternera de alta calidad, que sólo se sirve en los restaurantes más caros y exclusivos. ‘Prime’ también alude a un factor de originalidad, como el número primo en matemáticas… Pues bien, por alguna razón el título en español se convirtió en Prime rib, que es el nombre que se daba antiguamente a un tipo de costillas de ternera y que posee unas connotaciones refinadas, especialmente para los británicos. Tal vez el traductor conocía mejor el inglés de Inglaterra. Dudo si esto le importa mucho al lector, pero quería aclararlo.

Por último, Nueva Orleans tiene más conexiones con lo español de lo que la gente supone. La mayor parte de la arquitectura del French Quarter es española, y algunos de nuestros platos más célebres, como ‘jambalaya’ –guiso de arroz parecido a la paella–, le deben mucho a la gastronomía de España. Espero que mis lectores españoles puedan sentir cómo han aprendido de la ciudad a través de mis libros, y me divertiría saber que han decidido pasar sus vacaciones en Nueva Orleans para verlo todo con sus propios ojos.
 



R.A.: ¿Cuáles son tus nuevos proyectos como escritora?

PZB: Ahora mismo no trabajo en nada. Desde el Katrina he publicado una novela de la saga ‘Liquor’, titulada D*U*C*K, y una colección de relatos cortos (Antediluvian Tales). Pero ahora mismo mi creatividad parece adormecida, como si sintiera la necesidad de poner mi vida en orden antes de acometer un nuevo proyecto.



R.A.: Alguna pregunta que nadie te haya hecho anteriormente y que quisieras haber respondido…


PZB: No se trata de una pregunta específica, pero me gustaría que la gente me preguntara más por mis relatos cortos. Me encanta escribirlos, pero la mayoría de los lectores parece preferir mis novelas, como evidencia el hecho de que ninguno de mis relatos breves ha sido traducido al español.



R.A.: Mil gracias, Poppy, por tu amabilidad y tu enorme sinceridad respondiendo a nuestras cuestiones, y también por dejarnos conocerte mejor, a ti y a tu obra. Ten la seguridad de que no vamos a olvidarte fácilmente, como aquella reina que, allá en el Misisipi, cautivó nuestros corazones a través de sus libros. Un beso enorme desde España.



* Esta entrevista se publicó en el número 35 de la revista VG VanityGay. Mi eterna gratitud hacia Poppy, que tan generosamente se prestó a responder a mis preguntas, y a la editorial El Tercer Nombre, que actuó de intermediaria entre la escritora y su entrevistador.



Rafael Arribas
VanityGay
2010 





***

16 febrero 2010

Carnavales 2010


Durante los 31 años que viví y crecí en aquel monstruo de ciudad llamado DF (que ahora, según resultados de los recientes censos, cuenta con casi 25 millones de habitantes) jamás celebré los Carnavales. Sólo mencionarlos, al menos a los citadinos, nos llevaba a pensar en los festejos de las costas: en el de Mazatlán (Océano Pacífico) y en el de Veracruz (Golfo de México), básicamente. En todo caso, si los niños y los adultos queríamos disfrazarnos, lo hacíamos en Halloween :P Y para la mayoría de los latinoamericanos, el Carnaval más representativo es el de Río de Janeiro.

Con el paso del tiempo, descubrí con fascinación la forma de festejar el Carnaval en Venecia, por ejemplo (y que es uno de mis must antes de que rinda cuentas allá arriba o allá abajo, hahaha) y que en muchos lugares de Europa era un festejo común. No mencionemos el de Nueva Orleáns, el Mardi Grass (el Martes Gordo) porque ese es punto y aparte, jejeje. Más que por Mrs. Rice, la mejor descripción corresponde a Poppy Z. Brite en el prólogo de su novela Lost Souls:


Durante el verano las familias de los suburbios de Nueva Orleáns -Metarie,Jefferson, Lafayette cuelgan guirnaldas en sus puertas delanteras: alegres guirnaldas de paja de color oro, púrpura y verde; guirnaldas con campanillas y tiras de cinta que cuelgan de ellas, y que son movidas por la cálida brisa enredándose unas con otras. Los niños disfrutan comiendo pasteles enormes. Cada
rebanada de pastel está adornada con un recubrimiento distinto e igual de dulzón y pegajoso -las cerezas confitadas y el azúcar de distintos colores son los preferidos-, y el niño o la niña que encuentran un bebé de plástico rosado dentro de su porción de pastel gozarán de un año de buena suerte. El bebé representa al Cristo recién nacido, y los niños casi nunca se atragantan porque Jesús ama a los niñitos.

Los adultos compran máscaras de gato adornadas con lentejuelas para las mascaradas, y los esposos de otras mujeres atraen a las esposas de otros hombres hacia su pecho bajo el refugio del musgo español y el anonimato, seda caliente y lenguas que se lanzan a una búsqueda desesperada, la tierra húmeda y el blanco perfume fantasmal de las magnolias que se abren en la noche, y los farolillos de papeles multicolores del porche que brillan en la lejanía.

En el Barrio Francés el licor fluye como si fuese leche. Ristras de abalorios baratos cuelgan de los balcones de hierro forjado y adornan cuellos sudorosos. Después de que hayan pasado los desfiles, los abalorios quedan esparcidos por las calles y se convierten en la realeza de la basura que se amontona en las cunetas, colores abigarrados entre las colillas de los cigarrillos, las latas y las gafas de plástico marca Huracán. El cielo es de color púrpura, el destello de una cerilla medio oculta que se enciende detrás de una mano curvada es de color oro; el licor es verde, de un verde muy intenso, hecho de mil hierbas distintas, hecho de altares. Los que tienen la experiencia y la sabiduría suficientes para beber chartreuse durante el carnaval son muy afortunados, porque la esencia destilada de la ciudad arde en sus estómagos. El chartreuse brilla en la oscuridad, y si bebes una cantidad suficiente de él tus ojos se volverán de un verde fosforescente.


Cuando vine a vivir a este lado del mundo descubrí que en muchos rincones de España tanto del interior como de las costas, se festejan los Carnavales con singular alegría. Valencia capital no monta uno en toda la extensión de la palabra (como el de Madrid que se llevó a cabo el pasado domingo en plena Gran Vía, con peligro de cuasi congelamiento de los participantes, por aquello de las bajísimas temperaturas y de la caída diurna de nieve que al final no cuajó) pero en los colegios se enfatiza mucho la celebración. Cuando Happy Demon estuvo en la guardería, las mismas profes junto con los niños, fabricaron un disfraz de conejo que no fue otra cosa que una careta sujeta con un palito de helado y una bolsa de basura gris (que se la pusieron a modo de sayo) a la que le pegaron, en la parte posterior, una bola de papel higiénico simulando un rabito, hahaha. Aquello resultó gracioso para unos niños de dos años pero hasta ahí :P Lo malo es que hay fotos que probablemente, en un futuro no muy lejano, cuando Happy Demon se haga un poco mayor, renegará de su madre por haber permitido que lo disfrazasen tan ridículamente, hahaha.

El año pasado, en primero de Infantil (preescolar), las cosas cambiaron. Happy Demon se entusiasmó con la idea de disfrazarse y eligió ser una versión mini de Jack Sparrow: tuvimos la suerte de encontrar un disfraz muy completo (eso sí, sin el pelucón con rastas y pañuelo que ahora venden por doquier) que venía acompañado de todos sus complementos: pistola, espada, parche, garfio, brújula y medallón y que, a pesar de que no se vendía como una copia del insigne look del capitán Sparrow, tenía mucha similitud. Happy Demon disfrutó mucho y yo me familiarizé un poco más con la forma de celebrar los Carnavales en su cole que no es otra cosa que un pasacalle de cada grupo para que los alumnos de sexto otorguen algunos premios. Y al final del mentado pasacalle, los chicos de sexto montan una coreografía para "deleite" de todos los asistentes :P

En esa ocasión, llamaron mi atención un grupo de chicas de quinto de primaria que se habían disfrazado de algo que a lo lejos parecía ser una versión rara, rara, rarraaa, de góticas mezcladas con chicas emo, hahahaha: labios y uñas negras, guantes negros que se sujetaban al pulgar con calaveritas blancas, camisetas negras, minifaldas de tela vaquera y Convers negros. Uys, iban monísimas de la muerte, hahaha y mi marido y yo tratábamos de descifrar de qué pitos se habían disfrazado. Había otra chiquita, creo que del mismo curso que me encantó porque si bien iba de princesa (con el cabello liso y un par de pequeñas trenzas unidas en la parte posterior de la cabeza) su vestido era negro de gasa y de corte medieval. Ciertamente muy bonito y sencillo, comparado con esos disfraces que de unos años para acá venden con nombres como Gothic Princess O_O Sí, amables lectores, ahora resulta que las chiquillas pueden disfrazarse de góticas de la muerte con vestiditos medievales de terciopelo y poliéster... Yo no sé si alegrarme o cortarme las venas con galleta María, hahaha. Si bien hay disfraces de brujas y diablesas que son geniales, yo no creo que por propia voluntad una chiquilla quiera ser la mini-versión de Dark Queen (que no drag-queen, hahaha). Aunque no sé yo si habrá algunos darkie-padres que podrían incitar a sus pequeñas criaturas a que se vistan como toda una Claudia de la peli Entrevista con el Vampiro ;-) Hace muchos años conocí el caso de un chico, amigo de amigos míos del mundillo darkie, que para la presentación en la iglesia de su pequeñaja de tres años, la vistió de raso negro y cuasi tocado de plumas en la cabeza :P

En fin, que con cierto sopor, cada vez descubro que hay más oferta (quizá porque hay más demanda, juas!) para que las chiquillas se disfracen de princesitas góticas... Y yo que pensé que Happy Demon podría ser la sensación, hahaha, el día que lo disfrazara (mi marido dice que lo "desfigurara", hahaha) no de vampiro, que de esos ya hay muchos hasta con camisas de olanes y chalecos que semejan tela de brocado, sino de Robert Smith, hahaha.

Para este año, la fiebre de los piratas quedó opacada por otra figura clásica: la del Zorro. Pero Happy Demon no admira a Antonio Banderas (que bien que mal ha logrado que resurja la imagen del justiciero californiano en la pantalla grande) sino al Zorro de los dibujos animados que al tratarse del siglo XXI, se titula: El Zorro, Generación Z que ya no monta a lomos de Tornado sino de una veloz moto negra y que casi ni usa el látigo, sino una espada láser al más puro estilo Star Wars, hahaha. Sin embargo, el disfraz que se vende es el clásico con florete y tuve que inventarme una historia para convencer a Happy Demon que el florete estaba mucho mejor que esa espadita láser, hahaha.

Las chicas del año pasado ya están en sexto y ahora van de superguays, nada qué ver con las pintas medio siniestras: todo el grupo montó una coreografía al más puro estilo del concurso Fama: A bailar con gorritas, ropa deportiva, esos horrorosos pantalones que llevan tanto ellos como ellas a medio culo y tratando de hacer virguerías con sus cuerpos que en la mayoría de los casos fueron poco menos que modestas, jejeje.

Un chico de cuarto o quinto iba de rockero ;-) con guantes negros con calaveritas, algo de maquillaje, pelos de punta y guitarra eléctrica que de lejos parecía de gomaespuma aunque era hinchable. Otro chico (eso creo porque no me quedó muy claro :/ ) iba de Elvis Presley con el clásico traje blanco con capa y piernas acampanadas y una peluca desgreñada que pedía a gritos algo de spray (laca) para que el peinado volviese a su forma original, hahaha. Ese es el clásico disfraz de Elvis, pero debido a la rotundidad del chico, más parecía que iba del Elvis versión el programa de tele Muchachada Nui, en aquel capítulo donde a Robert Smith le revelan un mundo alternativo a donde van aquellos artistas que han fingido su muerte ;-)

Sí, mucho disfraz, mucha música que apenas se escuchaba por la modestísima magafonía del patio del colegio, pero tanto los padres y familiares como los propios profes y los chiquillos, cuasi nos estábamos congelando a las cuatro de la tarde. Se llegó al grado de volver a ponerle las chaquetas a todos los chiquillos de preescolar antes de que pescaran el mega-resfriado. Menos mal que durante buena parte del festival, lucieron sus disfraces, sobre todo las chiquillas que este año decidieron vestirse todas de princesitas Disney :P

Happy Demon de nuevo disfrutó mucho con su disfraz. Estaba contentísimo vestido del Zorro y al final ni siquiera echó de menos la espadita láser, jejeje. Jugó mucho con el clásico florete y no quiso quitarse el disfraz hasta la hora de ir a dormir, que si por él hubiera sido, seguro se habría dormido hasta con el sombrero ;-)



Happy Demon, Carnavales 2010

16 septiembre 2009

Cuestionario Proust


Que nadie piense que este blog apenas y roza aspectos personales de su creadora ;-) Sucede que a veces las noticias construyen su propio espacio y resulta inevitable cederles el paso :p Pero aún tengo pendiente un breve resumen de este verano agobiante, del regreso a clases de Happy Demon y otros temas. Mientras tanto, dejo una de las tantas variantes del cuestionario Proust que he decidido realizar luego de encontrarlo en uno de los números de la revista Qué Leer.

En otras ocasiones he contestado otros, por si es mucha la curiosidad de los lectores sobre mí, hahaha: aquí el primero, uno de música, cinco hábitos extraños, mi top ten de Desalmados fílmicos y finalmente otro más de música donde había que responder cada pregunta con canciones representativas. Creo que estos son todos hasta el momento.


Aquí vamos:

-Lo que más aprecio en mis amigos: Lealtad, sinceridad, inteligencia y sentido del humor.

-Mi principal defecto: Un poquito de falta de disciplina y de paciencia :p

-Mi ocupación favorita: Leer y escuchar música.

-Mi sueño de felicidad: Alcanzar mis metas y conocer los sitios con los que he soñado desde niña.

-Cuál sería mi mayor desgracia: Perder a mi hijo (no sólo físicamente).

-Quién me gustaría ser: Alguien que pueda vivir de su talento (para más inri como la Rowling, hahaha).

-El país donde desearía vivir: Me gusta mi tierra y me gusta donde vivo ahora, pero quizá mi sueño sería Irlanda o Italia.

-Mi color favorito: Negro

-La flor que más me gusta: Clavel rojo, nardos, rosa roja.

-El pájaro que prefiero: Águila y halcón.

-Mis autores favoritos en prosa: Anne Rice, Poppy Z. Brite, Alexander Dumas, Isabel Allende, Arturo Pérez-Reverte, Emilio Salgari, Edgar Allan Poe, Lovecraft, Storm Constantine, Karen Blixen, Oscar Wilde, Mario Puzo, Gabriel García Márquez, Tolkien, Clive Barker, Emily Bronte, J.K. Rowling, Juan Rulfo, Juan José Arreola.

-Mis poetas favoritos: Baudelaire, Rimbaud, Sor Juana Inés de la Cruz, José de Espronceda, Corcobado.

-Mis héroes de ficción: Edmund Dantés, el Mosquetero Aramis, Capitán Alatriste, Rey Arturo, el William Wallace de la peli Braveheart.

-Mis compositores favoritos: Puccinni, Chopin, Bach, Handel, Porpora.

-Mis pintores favoritos: Van Gogh, Dalí, El Greco, El Bosco, Remedios Varo, Da Vinci, Frida Kalho, Diego Rivera, Goya, Turner, Burner-Jones.

-Mis héroes en la vida real: Martin Luther King, Gandhi, Nelson Mandela.

-Mis heroínas históricas: Leonor de Aquitania, Sor Juana Inés de la Cruz.

-Lo que más detesto: La vulgaridad, la imbecilidad, el chismorreo, la prensa rosa, la prepotencia, la corrupción política, la falsedad.

-Mis nombres favoritos: Sebastián, Marco, Perseo, Anthea, Amanda, Arturo, Circe., Leila.

-Figuras históricas que detesto: Hitler.

-El hecho militar que más admiro: Probablemente ninguno.

-El don de la naturaleza que desearía poseer: Un buen ojo para la fotografía.

-Cómo me gustaría morir: Dormida, a una edad más o menos avanzada donde aún no haya perdido la dignidad y la cordura.

-Estado actual de mi ánimo: Excéptica total.

-Faltas que me inspiran más indulgencia: Uys, perdono pero no olvido...

-Mi lema: Vivir con pasión.

13 agosto 2009

Criaturas hermosas y peligrosísimas


"-Te han dado un susto terrible, ¿verdad, Ghost? En el cuarto de invitados, en el armario... Ah, pero estabas metiendo las narices donde no debías. Nunca tendrías que haber entrado allí... no con tu don, no con ese ojo resplandeciente que hay en tu corazón. Para alguien que siente las cosas como tú esos dos son demasiado fuertes, demasiado embriagadores... Ni siquiera están en esa habitación, Ghost, o por lo menos esta noche; aunque volverán a estar allí por la mañana o a la mañana siguiente o a la próxima. ¿Quién sabe? El Señor... -Arkady se persignó con su mano libre, primero de arriba abajo, y luego de derecha a izquierda-. Sí, el Señor es el único que sabe dónde se encuentran esta noche; el único que sabe qué sustancias extrañas y nuevas han engullido o esnifado o inyectado en sus venas perfectas de color rubí, o a quién han encontrado para amar...

A quién han encontrado para amar.

Dejan su esencia allí donde van. Dentro de ese armario donde arrojan su ropa sucia (la ropa que está impregnada con su humo y su sudor, con su ectoplasma perfumado por el olor dulzón del clavo), la concentración debe ser espantosamente potente... ¿Fue eso lo que avanzó flotando hacia ti, Ghost? ¿Es que acaso te conocen? ¿Os habeis encontrado, o se limitaron a hablarte tal como un alma perdida a otra? Ah, pero no debes tener miedo de ellos... Para ti son inofensivos como una canción olvidada en un disco antiguo, para ti son tan inofensivos como una vieja lápida que se va pudriendo poco a poco. Es a mí a quien pueden hacer daño. Era a Ashley a quien podían hacer daño, y a quien hayan encontrado para compartir su éxtasis letal esta noche.

Eso es lo que quieren, Ghost. No... eso es lo que necesitan, pues se alimentan de tu placer, de tu dolor y de tu terror. Deben aterrorizarte, tal como lo hacen con los niños que son sus víctimas; deben entrar en tus sueños y hacerte padecer una pesadilla tan horrible que nunca llegues a despertar de ella... Pero su mayor placer no es aterrorizar, sino embrujar y fascinar. Quieren que les ames porque eso hace que la traición final resulte todavía más dulce. Deben venir a ti en carne y hacerte el amor. Deben atraerte hasta algún sucio colchón lleno de manchas o hacer que te deslices bajo una colcha de seda, o que entres en un callejón donde se arrodillarán sobre la mugre delante de ti. Debes convertirte en un adicto a su saliva; debes respirar su olor hasta que acabe intoxicándote.

Sólo entonces consumarán el amor que sienten hacia ti como hicieron con Ashley..., y lo harán chupándote hasta dejarte seco. Consumarán su amor robándote hasta la última gota de tu belleza, de tu juventud y del fuego que te sirve como combustible; convirtiéndote en un capullo vacío, en un cascarón reseco pero todavía vivo. Eso es lo que hicieron con mi hermano Ashley".

"Lost Souls"
Poppy Z. Brite (1992)

01 marzo 2009

El Sexto Centinela (última parte)

Hice que Rosalie alquilara un bote.

Le resultó sencillo aprender a llevarlo: el canotaje corre en la sangre cajun. Hicimos un recorrido de exploración o dos a lo largo de Barataria -donde dos pequeños tinglados, parecidos a los del pueblo natal de Rosalie, llevaban mi nombre- y entretuve a una joven mujer, fascinada del todo, con historias de sepelios en alta mar, de tumbas al ras del suelo en el Bayou, de las cuencas vacías en el cráneo de un patán por donde escurría musgo espeso.

Cuando la consideré lista, la guíe a un lugar que yo recordaba bien: un claro donde cinco enormes robles crecían desde un inmenso y retocido tronco. En mis días los llamábamos los cinco centinelas. El viento ululaba entre las ramas más altas. El pantano que nos rodeaba estaba callado, expectante.

Después de una hora de estar cavando, la brillante pala nueva de Rosalie se encontró con la tapa y la parte superior de un gran baúl de hierro. Su cabello quebradizo estaba apelmazado por el sudor. Su vestido de encaje negro estaba manchado de barro y arcilla. Su tez se veía más pálida que de costumbre debido a la fatiga; en la tenue luz del pantano parecía casi luminiscente. Nunca me había parecido más hermosa que en ese momento.

Me miró. Sus cansados ojos refulgían como el reflejo de la fiebre.

-Ábrelo-, le dije, apresurándola a hacerlo.

Rosalie levantó la pala y rompió el cerrojo en forma de corazón al primer intento. Con otro golpe más, se desmoronó en un torrente de óxido y herrumbre lodosa. Me miró una vez más -mirando qué, me pregunto, buscando qué cosa- y después levantó la pesada tapa.

Y el sexto centinela se levantó para recibirla.

Siempre llevaba un hombre extra cuando iba al pantano a enterrar mis tesoros. Uno en el que no confiara, o que no fuese necesario. Él y mis confiables ayudantes cavaban un agujero y arrastraban el baúl hasta el borde, listos para empujarlo dentro. Entonces yo veía fijamente a los ojos a cada uno de mis hombres y preguntaba: "¿Quién desea ser guardián de mi tesoro?" Mis hombres, conociendo bien la rutina, permanecían en silencio. El hombre extra -buscando favor como todos los tipos inútiles y de poca confianza buscan hacer-, siempre se ofrecía como voluntario.

Era entonces cuando mi teniente más confiable daba tres pasos y le metía un perdigonazo en la cabeza al pobre imbécil. Su cuerpo era depositado, con extrema ternura, dentro del baúl, su sangre empapando los montones de oro y plata y joyas rutilantes, y yo acomodaba entre sus manos una de mis bolsas de mojo, las cuales mandaba a hacer en Nueva Orleans. Luego de esto, el baúl era enterrado en la tierra del pantano y mi hombre, que se había convertido en uno de los confiables, se quedaba para guardar mi tesoro hasta que yo lo necesitase.

Yo era el único que podía abrir aquellos baúles. La magia combinada de la bolsa de mojo y la furia que permeaba el espíritu del hombre traicionado, se encargaban de ello.

Mi sexto centinela rodeó con sus brazos esqueléticos a Rosalie, tomándola por el cuello y la arrastró hacia abajo. Sus mandíbulas estaban bien abiertas y pude ver dientes que aún seguían hambrientos, tras doscientos años, cerrándose sobre su cuello. Un rocío de sangre se detuvo en el aire; desde el baúl se escuchó el sonido de algo desgarrándose, luego el rumor de una rápida y ahogada agonía. Deseé no haberlo hecho demasiado doloroso para ella. Después de todo, ella era la mujer que había escogido para pasar a su lado, el resto de la eternidad.

Le había dicho a Rosalie que nunca más tendría que despojarse de aquellos etéreos disfraces delante de hombres babeantes, y no le había mentido. Le dije que no tendría que preocuparse por conseguir dinero nunca más y tampoco era mentira. No le confesé que no deseaba compartir mis tesoros... Sólo la deseaba muerta, a mi pobre Mala Suerte Rosalie, libre de este mundo que le dolía tanto, libre para vagar conmigo a través de los pantanos y el Bayou inmaculado, a través de una ciudad varada en el tiempo.

Muy pronto, el espíritu de Rosalie abandonó su cuerpo y voló hacia mí, no tenía otro lugar a donde ir. La sentí luchando con rabia contra mi amor, pero cedería pronto. No carecía de tiempo para convencerla.

Rodeé con mi brazo el cuello de Rosalie y deposité un beso en sus labios de ectoplasma. Entonces, tomé su manecita diminuta entre la mía y ambos desaparecimos juntos.


Poppy Z. Brite (C) (1993)
Traducción: Javier Barriopedro (1999)
Corrección de Estilo: Macarena Muñoz (2009)

08 febrero 2009

El Sexto Centinela (3era parte)

Las crudas siluetas de las lápidas aguijonean el cielo entintado de púrpura y negro. Pocas familias del pueblo pueden comprar una estela labrada; amarran dos troncos para formar una tosca cruz, o cincelan su propio memorial en granito... Si pueden conseguir una losa. Rosalie se abre camino a tientas, en aquel bosque de desvencijados e irregulares, paupérrimos homenajes-sepulcro a los difuntos. Ella sabe que algnos no son más que una tabla de roble, con los nombres garabateados a navaja, hundidas en el suelo. Las sombras en la base de cada una están húmedas, refulgentes. Un cieno inmundo lame sus pies, los chupa. En algunos sitios, el suelo se siente resbaloso y lleno de bordecitos, no puede ver qué es lo que está pisando.

Pero cuando ya está cerca de la estela que busca, puede verla bien. Porque es la mejor lápida del cementerio, labrada en mármol de un blanco intenso como el de la luna, que parece absorber la luz hacia su níveo interior. Su familia la mandó a hacer en Nueva Orleans, gastándose lo que, con toda probabilidad, eran los ahorros de toda su vida. Las letras cinceladas son tan finas y precisas como el filo de una navaja. Rosalie no puede distinguirlas en la penumbra, pero conoce cada esquina, cada recodo y sombra. Sólo su nombre, rígido y frío; sin fechas ni inscripciones, tal como si la pena de aquella familia fuese tan grande que no pudieron soportar decir nada y dejar testimonio acerca de él. "Sólo pongan su nombre y déjenlo ahí".

El parche de tierra en la base de la lápida no está a la vista, pero ella lo conoce bien: un árido y lodoso rectángulo. No había pasado suficiente tiempo para que el césped o la hierba crecieran en él, apenas lo habían enterrado dos noches atrás, y los pocos brotes verdes que trataron de conquistar el rectángulo de tierra, fueron aplastados por la lluvia. Pero, ¿de verdad puede estar él allí abajo, encerrado en una pequeña caja, su ligero y grácil cuerpo hinchándose y reventando, sus maravillosas manos y cara comenzando a pudrirse?

Rosalie avanza con la mano extendida para poder rozar las letras de su nombre: TEOPHILE THIBODEAUX. Mientras piensa -o sueña- el nombre, sus dedos prestos para recorrer los contornos de cada letra en el mármol, una imagen llena su mente, una oleada de sensaciones tan intensas como eróticas. Un chico de más edad que Rosalie, quizá de diecisiete años: una cara pálida, demasiado delgado para decir que es apuesto, pero sí atractivo, una cortina de largo y dócil cabello negro ocultando a medias sus ojos de un fiero y calcinante azul. ¡Theophile!

(De pronto,algo sucede. Las cosas se suceden a tropel y es como si la consciencia de Rosalie se fundiese por completo con la mía. Mi corazón se retuerce con el amor y el ardiente deseo que sólo una chiquilla adolescente puede sentir por este ardiente chico cajun. Apenas me percato del cuerpo de Rosalie, alcoholizado y de veintidós años, que reposa en la cama, sintiendo como sus vísceras más femeninas pulsan la recordad a aquel mozalbete. Oh, cómo la tocaba... ¡Oh, cómo y cuánto la probó!

Ella sabía que eso está mal ante los ojos de Dios. Su madre la educó para que fuera una niña buena. Pero las tardes que había pasado junto a Theophile después de los bailes o de las reuniones de la iglesia, sentados en el columpio con su brazo rodeándole los hombros, inclinada sobre el tibio hueco de su pecho... Eso no podía estar mal. Después de que pasara una semana, tras haberse conocido, él comenzó a mostrarle lo que escribía en una máquina de escribir Olympia, una reliquia salpicada con manchas de tinta: poemas e historias, canciones del pantano. Y eso no podía estar mal.

Y la noche en que ambos se escaparon de sus casas para reunirse, aquella noche en el cobertizo de los botes abandonado, que estaba cerca de la casa de Theophile... Aquello tampoco podía estar mal. Comenzaron besándose únicamente, pero los besos se volvieron más apremiantes, tórridos, salvajes... Rosalie sentía como hervía todo en su interior.

Theophile respondió a su calor con el de su propio cuerpo. Ella sintió como él leventaba la grosera tela de su falda y -con cuidado, casi con reverencia- deslizaba las bragas de algodón hacia abajo. Después, comenzó a acariciar la negrura que le crecía en la entrepierna, provocándola con la punta misma de los dedos, rozando cada vez más rápido y hurgando cada vez más adentro, hasta que ella se sintió como un botón de rosa a punto de reventar en una oleada de dulce néctar. Después le separó las piernas aún más y se inclinó para besarla justo allí con tanta ternura como la había besado en la boca. Su lengua era suave pero rugosa, como una toalla humedecida, y llena de jabón y, Rosalie creyó que su joven cuerpo moriría debido al terrible placer de todo aquello. Luego, con lentitud, Theophile se abría camino, con suavidad, dentro de ella, y sí, ella lo deseaba allí; sí, ella estaba aferrada a su espalda, forzándolo a entrar más profundamente, negándose a aceptar el intenso dolor de la primera penetración. Él descansó dentro de ella, casi sin moverse, entonces se inclinó para besarle los pezones doloridos, que apenas se desarrollaban, y Rosalie sintió todo el poder de la feminidad correr atropelladamente, por todo su cuerpo. "Esto no puede estar mal").

Con los recuerdos fijos con firmeza en su mente, ella da otro paso hacia la la´pida. El suelo se hunde bajo sus pies y cae de cabeza dentro de la tumba de su amado.

La pala le golpea la mitad de la columna. El olor a podredumbre lo invade todo a su alrededor, es pesado y añejo: carne pudriéndose, grasa rancia, un olor dulzón y nauseabundo al mismo tiempo. La caída la desorienta. Se revuelve en el cieno pegajoso, lo escupe fuera de su boca.

Entonces la primera luz del día rompe la oscuridad del alba y Rosalie puede ver la cara arruinada de Theophile.

(Ahora sus recuerdos me abruman, ahogándome cual si se tratase de un torrente imparable. Algún tiempo después de que comenzaran a citarse en el cobertizo abandonado, ella empezó a sentirse mal todo el tiempo, el calor la volvía apática. El sangrado menstrual que se le presentó por primera vez hacía tan sólo un año, se detuvo. Mamá la llevó a ver un médico al pueblo vecino y éste confirmó lo que Rosalie ya temía desde hacía unt iempo: la jovencita iba a tener un bebé de Theophile.

(Continuará)


Poppy Z. Brite (C) (1993)
Traducción: Javier Barriopedro (1999)
Corrección de Estilo: Macarena Muñoz (2009)

01 febrero 2009

El Sexto Centinela (2da parte)

Así que la observaba mientras bebía hasta quedar inconsciente, su delgado cabello esparcido por la almohada, un fino hilillo de saliva corriendo desde la esquina de su boca hasta la funda de seda negra. Entonces entré en su cabeza. Esto no era algo que me gustara hacer con frecuencia... En ocasiones la había notado mirándome inquisitiva a la mañana siguiente, como si recordara haberme visto entre sueños y preguntándome cómo había entrado en ellos. Si pudiese persuadir a Rosalie para que desenterrara uno de los cofres de mi botín -sólo uno-, nuestros problemas terminarían. Ella nunca volvería a trabajar y yo podría tenerla conmigo todo el tiempo. Pero primero tenía que encontrar su miedo. Sólo hasta que supiera cuál era, y pudiese tramar cómo trazar mi camino a través de él, mis tesoros iban a permanecer enterrados en el negro lodo del Bayou.

Así que en tan sólo en unos instantes, me hundí profundamente en el esponjoso tejido del cerebro de Rosalie, espiando entre sus recuerdos de infancia, removiéndolos como si fuese monedas de oro que yo hubiese saqueado recientemente de un galeón español. Incluso creí que era posible oler el whisky que nublaba sus sueños.

Lo encontré más rápido de lo esperado. Le recordé a Rosalie sobre su miedo oculto, y ahora -porque no había dejado a su mente consciente controlarlo- su mente inconsciente lo había conjurado en sueños. Por un instante, me mantuve en el filo de la vigilia; vagamente estaba consciente de la habitación que me rodeaba, de los pesados muebles y de las recargadas paredes de color negro. Entonces todo se alejó como una oleada, mientras caía de bruces en el sueño de infancia de Rosalie.

Un poblado del sur de Lousiana construido en la confluencia de un centenar de arroyos y riachuelos. Calles de tierra apisonada y conchas de ostras molidas, casas construidas sobre pilotes para evitar que el agua humedezca el suelo, tejados pintados con colores brillantes. Redes camaroneras extendidas sobre las barandillas, endureciéndose con la sal, en algunas casas: trampas para cangrejos colocadas encima de los techos. Territorio Cajun.

Mala Suerte Rosalie una chiquilla cajun, ella que sostenía nunca haber puesto un pie en Louisiana antes! ¡Mon petite chou!, ¿con qué Smith?, ya lo creo que sí).

En una de las terrazas, una jovencita vestida con camiseta y una falda hecha en casa de fresca tela de algodón, sentada encima de una caja de botellas de cerveza vacías. Las suaves puntas de sus pechos se pueden ver a través de la delgada tela de su camiseta. Un medallón brilla en la base de su cuello, un pequeño santo congelado en plata. Quizá tenga doce años. Sólo puede tratarse de su madre quien está a su lado, una mujer alta con facciones regias, coronada con una mata revuelta de cabello negro. La madre está pelando langostinos. Aparta las cabezas en una lata de café y arroja las cáscaras a unos pollos de plumaje manchado, que rascan en la parte del patio que no está enlodada. El nivel de agua es más alto del que la madre haya visto jamás.

La niña tiene una lata de coca-cola, pero no ha bebido mucho de ella. Está preocupada por algo, se le nota en la caída de los hombros, en la forma en que extiende sus delgadas piernas bajo la falda de algodón. En varios momentos sus ojos se ven arrasados de lágrimas que apenas es capaz de controlar. Cuando levanta la vista, se nota que es mayor de lo que parecía al principio: trece o catorce años. Un aire de ingenuidad, cierta torpeza de extremidades y gestos, la hacen parecer más joven. Se mece y al fin dice: "¿Mamá?"

"¿Qué sucede Rosie?" La voz de la madre parece salir con mucha lentitud; se forma en su garganta y se arrastra, titubeante, hacia fuera de sus labios.

"Mamá... ¿Theophile sigue enterrado?"

(Aquí no existe un hueco en el sueño, o mejor dicho, en mi percepción de él. Desconozco quien es Theophile... Un amigo de la infancia, quizá... Es más probable que sea un hermano; en una familia cajun no existe eso del hijo único. La pregunta me perturba, y siento cómo Rosalie se escapa momentáneamente. Entonces, el sueño continúa, inexorable, y vuelvo a caer en él).

Mamá lucha por mantener la calma. Los hombros se le vencen y sus pesados pechos se aplastan contra la barriga. La estoica expresión de su rostro se resquebraja un poco. "No, Rosie". Contesta por fin. "La tumba de Theophile está vacía. Se ha ido al cielo".

"Entonces, ¿no estará ahí si lo busco?"

(De pronto, puedo reconocer a mi Rosalie en el rostro de esta chiquilla floreciente. Los oscuros e inteligentes ojos, la ágil mente detrás de ellos, limpia de whisky y tiempo).

Mamá permanece callada, buscando la respuesta que consolara y dejara satisfecha a la chiquilla al mismo tiempo. Pero una tormenta del Bayou se ha ido generando y llega de pronto: los truenos cruzan el cielo, el aire está vivo de pronto con chispas invisibles. Luego la lluvia cae en sólido torrente. Los pollos manchados corren a guarecerse debajo de la terraza. En breves segundos, el patio delantero de la casa se convierte un mar de lodo. Ha llovido de esta forma todos los días durante un mes. Es la primavera más húmeda que nadie ha visto en este lado del Bayou.

"No vas a ir a ningún lado con esta inundación", dice mamá. La tranquilidad se hace evidente en su voz. Y logra que la niña entre en casa con un aspaviento y luego corre alrededor de la cabaña para recoger la ropa que está tendida en la parte trasera, aún cuando las faldas de algodón delgadísimo y los vaqueros ya están completamente empapados.

Dentro de la acogedora y tibia cabaña, Rosalie está sentada delante de la ventana de la cocina, observando como la lluvia martillea toda la extensión del Bayou hasta donde alcanza su vista y se asombra.

La tormenta dura toda la noche. Recostada en su cama, Rosalie escucha a las gotas golpeando el techo, oye como crujen y se azotan las ramas por el viento. Pero está acostumbrada a las tormentas de este tipo, y no le presta mayor atención. Está pensando en una casita donde se guardan las trampas para los cangrejos y las redes de su padre, en el patio de al lado. Sabe que hay una pala guardada ahí. Sabe donde está la llave.

La tormenta termina una hora antes del amanecer y ella está lista.

Lo que le preocupa es su propia muerte, por supuesto, no la de Theophile (quien quiera que este fuese).Está en la edad en la que la curiosidad sobre la fragilidad de la carne es mayor que su miedo ante ella. Piensa en él bajo la tierra y quiere saber si en realidad se encuentra ahí. ¿Habrá ascendido al cielo o sigue en su tumba, pudriéndose? Lo que sea que encuentre, no podrá ser peor que lo que ha imaginado.

(Al menos por el momento).

Rosalie no se siente del todo cuerda mientras se escabulle por la casa silenciosa, toma la pala de su padre y se desliza por el oscuro pueblo rumbo al cementerio. Le gusta ir descalza, y las plantas de sus pies están lo suficientemente endurecidas para caminar sobre los filos, húmedos y brillantes, de las conchas de ostras, pero sabe que se deben usar zapatos después de una lluvia torrencial o los gusanos podrían horadar los pies con su voraz apetito, abriéndose camino haca la carne tierna bajo la piel callosa. Así que chapotea entre el barro y los charcos con sus húmedas zapatillas, negándose a pensar en lo que está a punto de hacer.

Sigue estando demasiado oscuro como para ver, pero Rosalie conoce el camino a través de las calles del pueblo... De memoria y con los ojos cerrados. Muy pronto, su mano se topa con una oxidada puerta del cmenterio y ésta se abre, rechinando, en cuanto la toca. Se sobresalta por el agudo sonido que tiene el silencio de la madrugada moribunda, pero no hay nadie cerca que lo escuche.

Por lo menos, nadie que pueda escucharlo.


(Continuará)


Poppy Z. Brite (C) (1993)
Traducción: Javier Barriopedro (1999)
Corrección de Estilo: Macarena Muñoz (2009)

25 enero 2009

El Sexto Centinela (1era parte)


Esta es una historia de horror.

Pero sin monstruos ni psicópatas.

Es la clase de horror que genera la vida misma.

El horror que surge desde las entrañas.

The Sixth Sentinel fue publicado en la primera recopilación de cuentos de Poppy Z. Brite titulada Swamp Foetus en 1993.



El Sexto Centinela

Poppy Z. Brite, 1993

Conocí por primera vez a Mala Suerte Rosalie Smith cuando era una delgada y descuidada sombra de una niña de veintidós años y bastante acostumbrada a la soledad del fondo de una botella de whisky. Su cabello era ralo debido a la aplicación de muchos tintes, rojo brillante la semana pasada, negro como una tumba el día de hoy, morado y verde para el Mardi Grass. Su rostro de facciones finas y un poco salvaje, los ojos perfilados con cuidado, de color negro; los labios carmesí alargados con firmeza sobre los dientes blancos y pequeños. Si hubiese sido capaz de tocar a Rosalie, su piel me habría resultado sedosa y un poco seca al tacto, su cabello me hubiera parecido como la electricidad rozándome la cara en la penumbra.

Pero no podía tocar a Rosalie, no de una forma que ella pudiese notar. Podía pasar mis dedos a través de la carne de su brazo, pálido como la ternera y compacto como la escamosa piel de un pez entre sus delgados huesos. Podía cerra mi puño alrededor de la bola lisa de porcelana que era su muñeca. Pero, en lo que a ella respectaba, mis caricias pasaban atravesándola como si fuese aire muerto. Todo lo que sentía era un escalofrío como hielo cristalizándose en la espina dorsal.

"Tu hígado tiene la textura del terciopelo húmedo y mojado" solía decirle, alcanzando el torturado órgano bajo sus cotillas para acariciarlo. Ella se encogía de hombros. -Otro año en esta ciudad y acabará en vinagre.

Rosalie llegó a la ciudad de Nueva Orleans sólo porque eso fue lo más lejos qe su dinero pudo llevarla... O eso decía ella. Estaba huyendo de un amante al que, en medio de temblores, se refería únicamente como Joe Cucharitacafetera. El recuerdo de sus caricias la hacía sentir fría, mucho más de lo que mis dedos de ectoplasma jamás pudieron hacerlo, y deseaba sentir el húmedo beso de las noches tropicales.

Se mudó al apartamento de uno de los edificio viejo del Barrio Francés, justo arriba de una "botica" que vendía pociones y filtros. Al principio, me preguntaba si ella estaría de acuerdo de encontrarse con un fantasma residiendo entre el amontonamiento de su cuarto, pero al verla decorando las paredes con mantos de encaje negro y fotografías de músicos andróginos de mejillas hundidas y que se veían más muertos que vivos, me percaté de que podía mostrarme con toda seguridad sin la menor amenaza de desalojo. Siempre es una molestia cuando alguien hace venir a un exorcista. El sacerdote en sí no representa un problema, pero los demonios que invariablemente lo siguen son tan grandes como gatos y tan molestos como mosquitos. Estos son, y no las letanías y el agua bendita, los que hacen que los espíritus inocentes se vayan. Pero Rosalie sólo me dirigió una mirada valorativa, se presentó a sí misma y después me preguntó mi nombre y mi historia. Reconoció el nombre habiéndolo visto en todas partes desde las páginas de los libros de historia hasta los letreros de madera que colgaban fuera de las dudosas casas de ajenjo del sector francés. La historia... Bueno, tenía suficientes historias para entretenerla durante mil noches o más (¿Yo, Scherezada de Barataria y Bay, sólo que muerto y varón?) ¿Por cuánto tiempo había yo querido contar aquellas historias? Había pasado más años sin un amigo o amante, de lo que podía recordar. La compañía de otros fantasmas locales no me interesaba... Me parecían una caterva mórbida, muchos de ellos decapitados o bañados en sangre, manifestándose sólo ocasionalmente para apuntar con dedos esqueléticos, hacia alguna piedra suelta en la chimenea y después desaparecer sin decir palabra alguna. No había conocido a ninguna personalidad importante y ninguna que tuviese una historia tan exótica como la mía.

Así que estuve agradecido por la compañía de Rosalie. Dado que los edificio más viejos son demolidos, debo cambiar constantemente de residencia en la ciudad, tratando de encontrar lugares en donde residí mientras vivía; lugares en los que un fragmento de mi alma permanece para anclarme. Hay algunas islas cubiertas por la maleza en el Bayou e islas remotas en el Mississippi las cuales frecuento, pero abandonar el carnaval y las juergas de Nueva Orleans, abandonar la compañía humana (deseada o no), sería aceptar por completo mi muerte. Han pasado cerca de doscientos años y aún no puedo hacerlo.

-Jean-, solía decirme mientras caía el atardecer cual si fuese un pañuelo morado deslizándose lentamente sobre el Barrio Francés, al mismo tiempo en que las llamas doradas de los faroles se encendían, -¿Te gustan estas bragas para usarlas con el bustier plateado, Jean?

Ella pronunciaba mi nombre en la forma correcta, al modo francés, como John pero con una J suave. Cinco noches a la semana, Rosalie trabaja como stripper en un club nocturno en la calle Bourbon. Seleccionaba su lencería de un basto armario lleno a reventar de microscópicas piezas de tela, a las que ella se refería como "disfraces", algunos de los cuales tenían poco más de sustancia que mi propia carne. Cuando me habló por primera vez de su trabajo pensó que me asombraría, pero me reí. -Vi cosas peores en mis días-, le aseguré pensando en las adorables y desvergonzadas mulatas que había conocido, de varios y famosos "espectáculos privados" que involucraban serpientes venenosas enviadas desde Haití y los falos de piedra aceitados de supuestos ídolos vudú.

Fui a ver bailar a Rosalie dos o tres veces. El club estaba en un lote de edificios viejos, el antiguo sitio donde se encontraba un burdel que yo recordaba bien. En mis días, el lugar había estado decorado, en su totalidad, con seda escarlata y terciopelo morado; el efecto era como de enormes y carnosos labios cerrándose sobre ti mientras entrabas, arrastrándote hacia sus negras profundidades. Dejé de visitar a Rosalie en el trabajo cuando me comentó que la perturbaba encontrarse con mi reflejo en los cientos de espejos que ahora tapizaban las paredes del club, cientos de Rosalies desnudas y cien Jeans traslúcidos, y mil patéticos hombrecillos con ojos de comadreja; todos reflejados en un punto de la poblada infinitud, muy lejos, dentro de las pared. Pude entender por qué los espejos ponían nerviosa a Rosalie, pero creo que tampoco le gustaba que yo viese a las otras bailarinas, aunque ella era la más linda del grupo de caderas amplias y caras insípidas.

Durante el día, Rosalie vestía de negro: encaje y medias de redecilla, cuero y seda, las extravagantes ropas de los jóvenes mórbidos. Tuve que pedirle que me explicara a esos mórbidos. Eran chiquillos que rara vez tenían más de dieciocho años que se pintaban la cara por completo de blanco, enmarcaban sus ojos con kohl, y ahogaban sus labios ya fuera de negro o rojo sangre. Hacían el amor en los cementerios y saqueaban las tumbas olvidadas extrayendo los crucifijos para usarlos como joyas. La música que oían era, alternativamente, tan suave como un ramo de rosas en un funeral y tan oscura como las cuatro de la madrugada, todas compuestas con la pesadumbre suicida que sentían los andróginos que decoraban las paredes del cuarto de Rosalie. Yo podría haberles dicho unas cuantas cosas acerca de la muerte a estos chiquillos. Tratar de moverse durante cien años sin tener un cuerpo apropiado, les pude decir; sin pies que toquen el suelo, sin una lengua para degustar el vino o un beso. Entonces quizá van a disfrutar la vida mientras la tienen. Pero Rosalie nunca me escuchó cuando hablaba de este tema, y nunca me presentó a ninguno de sus amigos mórbidos.

Si es que tenía alguno. He visto a otros chiquillos rondando el Barrio Francés después de que oscurece, pero nunca en compañía de Rosalie. Con bastante frecuencia ella se sentaba en el cuarto y bebía whisky en sus noches de descanso, sirviéndose grandes cantidades del fuego líquido y ambarino entre cubos de hielo que se resquebrajaban y eran pulidos una y otra vez. Ella nunca tuvo un amante del que yo supiera algo, de no ser por el temido Cucharitacafetera, quien parecía haber sido bastante sano según los estándares de Rosalie. Sus clientes en el club le ofrecían sumas absurdas si tan sólo ella les brindaba una noche de placer, más del que sus mentes de renacuajo pudieran imaginar, pero Rosalie ignoraba sus patéticas súplicas. No eran tanto que se opusiera a la idea de acostarse con alguien por dinero, sino que simplemente no estaba interesada en el sexo en absoluto.

Cuando me contó acerca de las proposiciones que le hacían, pensé en muchas de las cosas que había enterrado durante mis días en el mundo. Tesoros: monedas macizas y joyas, las riquezas obtenidas de mis robos, que eran mi pan de cada día, los despojos de los asesinatos que eran mi bebida. Aún existían algunos que nadie había encontrado y que nunca nadie encontraría. Cualquiera de ellos habrían valido diez veces más que las sumas ofrecidas por esos hombres.

Muchas veces intenté decirle a Rosalie donde se encontraban esos tesoros, pero contrario a lo que pensaban algunos como ella, creía que las cosas enterradas debían permanecer bajo tierra. Ella decía que el mero prensamiento de un tesoro escodido bajo fango, piedra o ladrillo, con la gente caminando cerca y en ocasiones justo encima de él cada día, la divertía más que el pensamiento de ir a desenterrarlo para después gastar hasta el último centavo.

Nunca le creí. Jamás me permitió verla a los ojos cuando decía esas cosas. La voz le temblaba al hablar de los mórbidos que hacían de la profanación de tumbas un deporte. "Levantaron una losa de granito que pesaba treinta kilos", me contó alguna vez, incrédula. "¿Cómo fue posible que la levantaran, en la oscuridad, sin saber lo que podría suceder?" Había un esqueleto en el ataúd con tapa de cristal en la tienda vudú que estaba escaleras abajo, y Rosalie apenas toleraba entrar al lugar debido a eso... Yo la había observado echando rápidas hojeadas con el rabillo del ojo, como si los pequeños y tristes huesos la intrigaran y la deprimieran al mismo tiempo.

Me percaté de que se trataba de un miedo obsesivo. Rosalie evitaba cualquier tipo de charla sobre cosas muertas, que se encontraran enterradas y hasta de excavar el suelo. Cuando le conté mis historias, me hizo saltarme las partes donde los tesoros o los cuerpos eran enterrados; no dejaba que le describiera el hedor del pantano por la noche, las débiles luces centellantes de los fuegos de San Telmo. El profundo sonido de succión que provenía del fango cada vez que la pala entraba en él. No me permitía hacer ningún tipo de descripción de las exequias marítimas o de las tumbas al ras del suelo en el Bayou. Se tapó los oídos cuando le conté acerca de un patán cuyo cuerpo colgué del retorcido ramaje de un roble centenario. Y fue algo memorable, dicho sea de paso... Cuando cabalgué por aquel remoto sitio pasado un año, su esqueleto perfecto aún colgaba en el mismo lugar, manteniéndose unido por la invasión gris del musgo español. Estaba alrededor de sus largos huesos y brotaba en cascada desde las cuencas vacías de sus ojos, forzaba la mandíbula al abrirse y pendía de su mentón como una larga barba gris... Pero Rosalie no quería escuchar aquello.

Cuando la confrontaba ante sus propio terror, se negaba a aceptarlo. "¿Quién dijo que los cementerios son románticos?", me gritaba. "¿Quién dijo que tengo que exhumar huesos sólo porque me masturbo pensando en Venal St. Claire?" (Venal St. Claire era músico de uno de los efebos, delgados como palillos y vestidos de luto, que adornaban las paredes de la habitación de Rosalie. Y no vi evidencia alguna de que lo deseara a él o alguien más). "Sólo visto de negro para que toda mi ropa combine", me repuso con solemnidad, como si esperase que le creyera. "Para no tener que pensar en lo que me pondré cando me levante por la mañana".

- Pero si tú no te levantas por la mañana.

- Pues por las tardes entonces. Tú sabes a lo que me refiero-. Echó la cabeza hacia atrás y lamió la última gota de whisky que quedaba en su vaso. Fue la cosa más erótica que jamas había visto hacer. Pasé mi dedo entre los lisos pliegues de sus intestinos.

Una momentánea mirada de molestia cruzó por su rostro, como si hubiera sufrido un cólico... Atribuible al whisky de mala muerte, sin duda alguna. Pero ella no quiso hablar más del asunto.

(Continuará)


Poppy Z. Brite (C) (1993)
Traducción: Javier Barriopedro (1999)
Corrección de Estilo: Macarena Muñoz (2009)

24 enero 2009

Oh Poppy

Poppy Z. Brite en 1988


Casi no recuerdo cómo descubrí el libro Lost Souls (que con tan escaso conocimiento los traductores de la vieja editorial Martínez Roca titularon La música de los vampiros, puagh). Sé que lo compré a mediados de los '90 y seguro en la librería Gandhi o en El Parnaso. También tengo muy claro que cuasi lo devoré, jejeje, leyendo desde que comenzó a caer la noche hasta el amanecer del día siguiente, sin parar más que para lo mínimo indispensable :P

Problemas de traducción o de origen, salpicaron la edición de Martínez Roca de abuso de modismos españoles (que en algún momento confundían un poco a los lectores latinoamericanos) y de traducción de t-o-d-o comenzando por los nombres de los protagonistas así como de los nombres de los clubes y demás.

Fuera de estas pequeñas piedras en el camino, la historia de vampiros ambientada en Nueva Orleans y Carolina del Norte consiguió embrujar a más de diez sin remitirnos en ningún momento a Mrs. Rice con su amado Lestat y compañía, sobre todo porque los vampiros de Poppy Z. Brite podían tener sexo como los humanos e inclusive engendrar hijos los cuales en el momento de nacer, devoraban a la madre desde las entrañas. Zillah era un verdadero vampiro "post-adolescente" hijoputa sin remordimientos ni añoranzas por la vida humana. Y Twig y Molochai los perfectos compinches para poner patas arriba no sólo el mundo de un solitario y antiquísimo vampiro como era Christian sino de un par de chicos, Steve y Ghost, sin mayores pretensiones que tocar en el club de su pueblo y de Nothing un chiquillo de alma torturada, quizá la mejor representación de un darkie de pura cepa, jejeje.

Tampoco se puede negar que Lost Souls no sólo cautivó por sus personajes sino también por toda la atmósfera oscura y decadente que envolvía a la novela en cada coma y en cada punto. Poppy Z. Brite, la autora, a pesar de su juventud (publicó Lost Souls cuando tenía 25 años en 1992) había vivido una etapa intensa dentro del mundillo gótico y si bien no lo menciona como tal en la historia, siempre va mostrando pequeños retazos aquí y allá.

Sin embargo, parece que los editores no se enteraron de todo el fenómeno que iba creciendo alrededor de Poppy y no tradujeron ningún de sus trabajos posteriores. Para los que estábamos interesados en seguir leyendo a esta genial escritora no nos quedaba más remedio que comprar sus novelas y recopilaciones (todo en inglés, por supuesto) en la tienda Tower Records.

En diciembre de 1999 fui invitada a participar como conferencista en el Primer Festival Internacional de Ficción, Fantasía y Terror de la Ciudad de México, un evento organizado por el Instituto de Cultura, el Instituto Politécnico Nacional y el Círculo Independiente de Ficción y Fantasía en un ex-convento reutilizado y ubicado en el centro histórico del DF (muy cerca del antiguo palacio de la Inquisición). Mi conferencia trataría sobre los vampiros y el erotismo. Pero cuando me enteré que casi compartiría cartel con Poppy Z. Brite casi me dio algo de la emoción y del gusto, hahaha.

Los organizadores habían logrado lo que casi se creía inalcanzable: poner a Poppy Z. Brite al alcance de sus fans mexicanos sin tanto trámite ni tanta payasada. La cita fue una gélida tarde de diciembre y si bien el salón de actos se llenó, creo yo que aún apelando a un poquito de "encuentro cercano e íntimo", si hubiesen echado mano del salón principal, se habría llenado aún más. Poppy llegó un poco antes de la hora fijada acompañada de su esposo Chris DeBarr (un reconocido chef que fue galardonado por la New Orleans Magazine en 2006 como el mejor nuevo chef) y de su amiga y también escritora Christa Faust. Tengo que decir que iba rodeada de contrastes, por así decirlo: no vestía el super-atuendo de gótica de la muerte ni nada por el estilo, a pesar de que llevaba un vestido negro y mitones de encaje, además apareció con una cestita llena de galletas caseras que aseguraron que ella misma había hecho para la ocasión (¿?) y su media melena un poco ondulada gracias a esas planchas que ahora vuelven a usarse y de color casi púrpura gracias a los tintes. En aquel entonces se mantenía en un peso regular (al parecer, no es obesa pero su peso varía y mucho) y es bajita, pequeñita, jejeje, casi parecía una muñequita de porcelana pues era muy pálida y su voz muy suave y pausada. (En la foto de arriba aparecen Christa Faust y Poppy, febrero de 2008)

El encuentro fue mucho mejor de lo que habíamos podido imaginar. Poppy se mostró abierta y cálida, parecía encontrarse a gusto y quien fungió como traductor cuasi simultáneo hizo un buen trabajo. Fue inevitable que llovieran las preguntas de los asistentes sobre una posible continuación de Lost Souls (al parecer, muchos de ellos creían que Poppy sólo había escrito esa novela) a lo que ella contestó con cierta molestia que nanay, que aquello era agua pasada y punto, que los vampiros no poblarían más su trabajo... Tal parecía que el éxito adquirido por Lost Souls le hubiese creado un conflicto existencial o qué sé yo. La mayoría de los asistentes se quedaron a cuadros y muchos de ellos casi desilusionados. Pero esto no se notó cuando al finalizar el encuentro, Poppy decidió de muy buena gana firmar todos los libros que la gente le entregara. Yo tengo mi libro en México y lo guardaba como oro en paño, jejeje, y sé que sigue estando así en casa de una buena amiga ;-)

Melissa Ann Brite, mejor conocida como Poppy Z. Brite, ha sufrido una transformación un poco difícil de digerir para sus seguidores. Comenzó muy jovencita a publicar en revistas de ciencia ficción y fantasía, causó tremenda controversia cuando declaró sin empacho que ella se consideraba un gay con mentalidad de mujer (ojo, que no es lesbiana y creo que tampoco bisexual) y que a veces tenía algunos problemas para asumirse totalmente como mujer. Después del éxito de Lost Souls creo que se le cruzaron los cables y a pesar de seguir dentro del mundo de la fantasía y el horror y de participar en varias recopilaciones de cuentos, las novelas que ha publicado después nada tienen que ver con sus primeros trabajos: tocan temáticas más relacionadas con cuestiones homosexuales dentro de ambientes oscuros y complicados. Quizá, yo podría destacar la novela Exquiste Corpse (1996) que trata sobre un asesino serial inglés que es homosexual, caníbal y necrófilo.

Poppy perdió su hogar debido al Huracán Katrina, regresó por un tiempo a la casa de su madre con todo y marido y algunos de sus animales incluidos, pero al poco tiempo regresó a Nueva Orleans, tal parece que convertida en una defensora de inmuebles antiguos y/o históricos. A principios de este mes fue sacada a la fuerza y detenida junto con otras personas que habían hecho un plantón en la sacristía de una iglesia católica de Nuestra Señora del Buen Consuelo cuya arqudiócesis pretende cerrar como parte de un plan de reestructuración de parroquias. Y es que tal parece que la Brite se ha convertido recientemente al catolicismo (¿?) y se ha pronunciado en contra de la gente que ha dejado a su suerte Nueva Orleans tras el paso de Katrina.

Y todo este rollo que he soltado sobre una de mis escritoras favoritas, jejeje, se debe a que a partir de mañana voy a publicar por fragmentos un cuento llamado El sexto centinela. No puedo hacerlo en una sola entrada porque, como ya lo notarán, es bastante largo. La publicación en castellano es un logro de los organizadores de aquel Festival Internacional de la Ciudad de México: en formato de fanzine publicaron dos cuentos de Poppy, dos de Christa Faust y otros dos de Kevin Andrew Murphy. La traducción estuvo a cargo de Javier Barriopedro y para la publicación en mi blog, yo misma he hecho algunas pequeñas correcciones.

Por cierto, no sé por qué pero la primera traducción al castellano de Lost Souls está muy cotizada por la red, quizá porque desde hace mucho tiempo ya no se consigue en ninguna librería debido a los cambios en la editorial Martínez Roca (aquí se puede leer online). Pero hace algunos años, la editorial Factoría de Ideas publicó su propia traducción llamándola El alma del vampiro (joer, otro título también muy poco adecuado).

Poppy Z. Brite actualmente se dedica a ser editora freelance y a escribir algunas editoriales para el periódico de Nueva Orleans “Times-Picayune".



Poppy con uno de sus gatos (2008)

27 junio 2008

Surtido rico (como las cajas de galletas)

Harry y el Príncipe. Sí, lo sé, me repito más que el ajo, como dicen en este lado del mundo ;-) Pero nuevamente voy a hablar de Harry Potter pues justo la madrugada del jueves terminé de leer la sexta entrega de la saga: Harry Potter y el misterio del príncipe... Puffh, me ha dejado totalmente noqueada, hahaha, y con un montón de interrogantes. Todavía no me puedo creer que haya muerto quien muere :p (lo siento, no haré spoilers, jejeje), aunque no seré tan friki como un website que encontré donde hacen toda una serie de conjeturas y muestreo de interrogantes: Beyond Hogwarts Quizá el personaje debía morir casi por el puro gusto de morir, aunque fuese considerado como un acto egoísta y punto. Quizá esta muerte, ayudase un poco más a que Harry madurara y encontrara más fuerza para enfrentarse con Lord Voldemort. En fin, que este libro lo he sentido más centrado y con menos ganas de atiborrarnos de hechos inecesarios que mucho acustumbra hacer Mrs. Rowling.

Por cierto, en ese mismo website que menciono, han comentado el hecho de que, luego de desarrollar toda la historia de Harry Potter y el cumplimiento de su destino, tal vez J.K. Rowling pudiese hacer la mentada precuela que ha traido a todos sus fans de cabeza a partir de su participación en la subasta de la que he hablado en entradas anteriores. Obviamente, Harry Potter no sería el protagonista, sino sus padres, Sirius Black, Remus Lupin y cómo fue que ellos no se dejaron encandilar por Lord Voldemort. Lo cierto es, que a pesar de ser muy aficionada a esa tendencia que yo tanto critico de extenderse hablando de hechos que casi no tiene caso alargarlos, Mrs. Rowling no nos ha mostrado demasiada información de James Potter y Lily Evans, aunque Harry haya descubierto algunos detalles a través del pensadero de Snape y lo poco que le habían contado las personas más allegadas a ellos.

De momento, no tengo ni puñetera idea de lo que anide en la cabeza de Mrs. Rowling. Quizá ni se imagina todo lo que estos temas han generado en la extensa fanfic creada, naturalmente, por los seguidores de Harry Potter. Espero que no le pase lo que a mi amada Poppy Z. Brite que en una conferencia que dio en México D.F. en 1999, al responder una pregunta de un fan-super-fan que le preguntó si haría una segunda parte o toda una saga de su libro Lost Souls (tan mal traducido al español tanto por Martínez Roca como por Factoría de Ideas desde el título: la primera lo llamó La música de los vampiros :p y la segunda El alma del vampiro), la oriunda de Nuevo Orléans casi se infarta asegurando que jamás, pero jamás, volvería a tocar a esos personajes y que los vampiros casi quedaban desterrados de su imaginería.

Anoche, en el calor de la noche, que nunca mejor dicho porque ya estamos con las altas temperaturas veraniegas, jejeje, empezé a leer la última entrega del niño-mago: Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Estaba tan entusiasmada que casi me leí una cuarta parte :p


Que veinte años no es nada. Al menos eso es lo que dice el tango, jejeje. Por una de esas maravillosas casualidades que sólo se dan en la red, un buen amigo de mi época de instituto (CCH Sur) me "reencontró" a través de mi perfil de MySpace :) Puffhh, montones de recuerdos vinieron a mi mente, muchas andanzas de aquellos años y la gran pregunta de cómo o por qué, dejamos que la distancia o la decidia nos alejen de las personas con las que compartimos tanto y tan bueno. Vicente Vega, en aquel entonces el querido Chente y ahora Vic pa' los cuates, jejeje, era un chico sin dobleces, vamos, que no se andaba por las ramas pero que iba a su aire. Lo mismo le podía gustar y disfrutar la Maldita Vecindad que Bauhaus, nunca adoptó ninguna pose (tan de moda en aquel entonces que a los que nos vestíamos de negro nos llamaban postmodernos :p) y sobre todo lo recuerdo disfrutando con la música como marranito en charco de lodo, hahahaha. Como aquel día de 1990 que quedó plasmado en la foto (fotoshopeada para "acercanos", hahaha) que muestro: un macro-concierto en la explanada de Rectoría de la UNAM que en el cartel incluía a Santa Sabina, Caifanes y la Maldita, entre otros :)

Vic ahora es orgulloso padre de familia y esposo dedicado y cariñoso, jejeje, y a través de los años ha hecho de todo, creo que sólo le ha faltado vender mole los domingos, hahahaha. Hará cosa de un par de años que decidió abrir un blog para poder explayarse hablando de música y ofrecer algunas descargas. Tal parece que hubo una época que lo descuidó un poco, pero este año ha vuelto con más bríos, jejeje y ha decidido invitarme a participar (lo mismo que a otros amigos de aquellos años con los que, por increíble que parezca, sigue teniendo estrecho contacto). Lo dicho: La Cotidianeidad o Plan V, está hecho para hablar de música evitando caer en lo meramente comercial. Aunque no por eso se trata de un sitio elitista o que sólo se dedica a las rarezas.

Visítenos y dejen algún comentario :)


Requiem por Sirius Black. Fuera de la interpretación cinematográfica de un enorme Gary Oldman, el padrino de Harry Potter es uno de mis personajes favoritos de la saga pero siento que está un poco maltratado por su autora :p Sirius es un personaje clave en la vida de Harry y sin embargo, muchos nos preguntamos por qué tuvieron que pasar doce años para que escapara de Azkaban o por qué su paso por la vida de Harry es tan breve. El propio Harry dice que Sirius había sido lo más cercano a un padre. Es como si Mrs. Rowling se regodeara "arrebatándole" a Harry a sus seres más queridos.
Además, como ya dije líneas arriba, lo que Mrs. Rowling nos muestra de los seres queridos de Potter son apenas pinceladas. Es cierto que la prisión de Azkaban mina a cualquiera, pero hay demasiadas preguntas sobre Sirius que quedan flotando en el ambiente cuando sin más, muere a manos de su prima Bellatrix: los años que pasó en casa de James Potter al abandonar a su familia cuando tenía 16 años, lo que hizo o dejó de hacer después de salir de Hogwrats...
Quizá, soy partidaria de que la propia J.K. Rowling pudiese interesarse en crear una historia previa a Harry Potter. Mientras tanto, aquí dejo un par de fanvideos-homenajes a Sirius Black.