06 noviembre 2009

Curiosidades varias



Hace varios días fui al centro a hacer varias cosas, aprovechando que Happy Demon estaba en el cole. No tenía ganas de caminar (sinceramente el Centro me queda a tiro de piedra de casa) así que tomé un taxi y mientras esperábamos a que cambiara el semáforo, miré por la ventanilla y me encontré con que el chofer de un autobús urbano aprovechaba cada semáforo para leer ô_O No se trataba de un diario deportivo, ni de una revista: era un libraco grueso. No pude ver la portada, pero lo mismo daba si se trataba de literatura o de un manual, lo sorprendente era su actitud.

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No soy fan de las bicis y creo que hace más de veinte años que no me subo a una. Y algunas veces, estoy que trino con esa modita de los bicicleteros que se sienten dueños de las aceras, que no calles, y van a su aire sin importar que el transeúnte vaya con niños, con cochecitos de bebé, carritos de la compra o se trate de una persona mayor. A veces ni siquiera tocan el timbre y te pasan zumbando. Pero hace algunos días, casi me quité el sombrero ante una chica que con temendos taconazos pedaleaba con singular alegría.

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Detesto que se use a modo de insulto llamar bruja a la mujer. Aunque hay que reconocer que dentro del imaginario colectivo una bruja tiene el físico de una anciana desdentada, con verruga en la nariz, encorvada y más mala que la tiña, igualita quizás a la bruja de Blancanieves made by Disney, hahaha. Pero lo cierto es que no pude pensar en otro apelativo cuando hace unos días me encontré a un grupo de mujeres mayores en mitad de la acera, hablando entre ellas con susurros (cosa rarísima en esta parte del mundo donde parece que la mayoría de la gente se ha tragado un megáfono). Todas eran de la misma estatura (tirando a bajita), todas llevaban el mismo corte de pelo (aquí la costumbre es que conforme pasan los años, menos largo lo llevan las mujeres) y vestidas con ropas oscuras aunque no precisamente negras. Aquello parecía un conventículo o como si se tratase de las brujas de Macbeth, hahahaha.

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- Mira mamá, la lunaaa - dijo Happy Demon señalando al cielo un poco desteñido de aquella mañana.

- Sí, mira qué bien se ve - respondió la madre mientras intentaba no pisar las miles de cacas de perro que adornar la acera del colegio donde asiste su hijo :P

- Pero la luna sale de noche, mamá - comentó Happy Demon extrañado.

- Pues mira hijo, es que la luna es muy trasnochadora...

- ¿Y por qué, mamá?

- Puesss... porque la luna trabaja toda la noche y a veces no se da cuenta de que ya es hora de irse a dormir.

Eso de que la luna trabaja toda la noche quizá no quedó muy bien, hahaha, pero es que (como suele ocurrir), mi hijo me agarró desprevenida y ya no sabía cómo explicarle que la luna también se puede ver de día. Quizá le hice un pequeño comentario sobre su trabajo nocturno, hahaha: que si regula las mareas, que si da luz, pero Happy Demon no me hizo demasiado caso y yo me sentí un poco ridícula hablando de aquellas cosas con un niño de cuatro años y medio. Aunque también recordé a mi señor marido: hace algún tiempo me dijo que cuando me escuchaba explicarle cosas a Happy Demon, le recordaba a las hadas madrinas de las pelis de Disney, hahaha. Esto podría sonar sumamente cursi si no supiéramos que hasta la peli La Bella y la Bestia, España no hacía sus propios doblajes y todas las pelis infantiles se adquirían con el doblaje mexicano :P A excepción de Pinocho que es la única que fue doblada en Argentina desde su estreno.

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He tenido una verdadera semana de perros: el lunes se manifestó un catarro simplón con la nariz fluyendo como una de las cataratas del Niágara. El martes y el miércoles estuve cuasi afónica pero sin tener mucha oportunidad de descansar la voz porque con un hijo de cuatro años y medio, es misión imposible permanecer con la boca cerrada :P He ido a ver al médico de cabecera que me corresponde según la Seguridad Social: le ha bastado y sobrado escucharme para endosarme un par de recetas. Una era de pastillas de cinco miligramos que debo tomar por partida doble, una vez al día. La otra era de un spray que suelen usar los cantantes para recuperar la voz :/ Sobra decir que como no soy la Callas, mandé a hacer gárgaras la mentada receta del spray y sólo compré las pastillas. Una vecina me comentó que ella había comprado unas yerbas en una tienda naturista y que eso le había ayudado mucho con la afonía. Pues nada, aproveché que tenemos una tienda de ese tipo a menos de una calle de distancia de donde vivo y me compré lo que se conoce como hierba del cantor :P Hay que tomarla como un té pero a mí, sinceramente, no me ha servido de casi nada.

Estoy comenzando a pensar que padeceré por un buen tiempo afonía crónica :P Mi marido me ha sugerido que o bien me monto una estación de radio por internet, hago podcast a diestra y siniestra o me pongo a trabajar como secretaria de algún mafioso, que con esta voz, puedo causar todo tipo de reacciones y no de las más recomendables, hahaha.

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Después de varios meses tras la pista de un libro que llegué a creer que me lo había imaginado, al fin lo he comprado y cuasi devorado ;-) Tamsin de Peter S. Beagle me cautivó desde que lo vi en una papelería cercana a mi casa y leí su contraportada: Cuando Jenny llega a la campiña inglesa para vivir con su madre y su nuevo padrastro no siente interés alguno por el paisaje que la rodea, hasta que se encuentra con cosas de la antigua hacienda que la atan a otro mundo, un mundo más oscuro y más antiguo que cualquier otra cosa que haya experimentado jamás. Entonces conoce a Tamsin...

Siento reconocer que no había leido nada de este autor cuya obra más conocida es El Último Unicornio (que yo sólo conozco en formato de cine, en aquella preciosa adaptación en dibujos animados) pero me ha sorprendido gratamente al ubicar una historia actual que se une con el pasado a través de la magia de las presencias antiguas y mágicas del folclore británico. Quizá falta un poquitín más de ambiente fantástico, de desarrollo de historia, porque de pronto el final parece un poco precipitado. Sin embargo, bien ha valido la pena lo mucho que me costó conseguir el libro porque casi en ninguna librería ni siquiera tenían tratos con la editorial que es Nabla Ediciones. Ni la Feria del Libro, ni la Casa del Libro. Finalmente, en FNAC, voilà, apareció detrás de varios ejemplares medianamente ordenados de forma alfabética en la estantería correspondiente a Fantasía. Era como si me estuviese esperando ;-)

Lo siento, Drácula, el No-Muerto, lo siento sobrino-bisnieto de Stoker, tuve que dejarlos a un lado por una jovencita neoyorquina que se descubre a sí misma y a un mundo inimaginable, a través de una historia pulcra y envolvedora. Digo todo esto porque originalmente había ido a FNAC a comprar la novela de Dracre Stoker.

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Me está costando mucho la lectura de La Cosecha de Samhein de José Antonio Cotrina y realmente no sé por qué. A veces me da la sensación de que la redaccción está un poco descuidada y me va entorpeciendo la lectura ir pensando que aquí o allá hubiese quedado mucho mejor tal o cual frase. Sip, es literatura juvenil y ha tenido muy buenas críticas, pero no sé, hay algo que a mí no termina de engancharme.

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Está en fase de producción el remake americano de Déjame entrar con Matt Reeves (Cloverfield) como director y Richard Jenkins (The Visitor), Kodi Smit-McPhee (The Road) y Chloe Moretz (The Eye) como trío protagonista. (Revista Fotogramas, nº 1993, Noviembre de 2009)

Estoy h-o-r-r-o-r-i-z-a-d-a O_O

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Toda una autoridad en el terreno como el escritor Stephen King ha dicho que la saga Crepúsculo no tiene emoción. Chris Weitz, director de la nueva entrega, se defiende: Estos libros hablan de unas emociones de amor y pérdida sobre las que Stephen King no está precisamente puesto (risas). La verdad es que no me sorprende ni que lo diga. Pero sí a la gente le gusta es porque se identifican con la protagonista, con su sensación de inseguridad, con ese sentimiento de haber encontrado a alguien especial que luego te arrebatan sin explicaciones. Eso es algo que todo el mundo ha experimentado a no ser que sean muy desafortunados. También habla del poder sanador de la verdadera amistad. Así que, desde el respeto, estoy en desacuerdo con el señor Stephen King. (Revista Fotogramas, nº 1993, Noviembre de 2009)

Valgamito, bien dicen que la ignorancia es muy atrevida. Lo peor es encontrarse a un iluminado que se siente poseedor de la verdad absoluta porque le han llamado para dirigir una franquicia no en reconocimiento de su "arte" (es conocido por haber dirigido American Pie y La Brújula Dorada, entre otras, y creo que con eso ya digo bastante) sino porque querían algo rápido y sin "florituras".

Claro, también tiene que entrar al trapo criticando a un escritor que tiene toda la razón en sus declaraciones y peor aún, que habla con conocimiento de causa porque no se ha encasillado en el horror puro y duro.

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Aunque se palpa el respeto de Weitz, está claro que Wyck Godfrey (en cuyo currículum como productor están Yo, Robot o Eragorn) quien lleva la mayor parte del peso de la película. Godfrey ha mencionado que le ha encantado Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008). ¡Dios, me encanta esa película! ¡Es de lo mejor que he visto últimamente! La película sueca tiene una visión de la sexualidad muy explícita, no así la saga de Crepúsculo, que como es sabido, es en parte un elogio de la castidad. No en vano Meyer es mormona confesa y no bebe ni fuma y mucho menos aprueba el sexo fuera del matrimonio.

Sin embargo, cuando sale el tema de la castidad de Edward Cullen (el personaje de Robert Pattinson), Godfrey le da una vuelta de tuerca: Para mí, es una metáfora de la represión sexual y del deseo, del amor obsesivo. Él está enamorado, pero teme que si pierde el control la pueda matar y creo que eso es un sentimiento muy fuerte que conecta con las chicas de esa edad, entre los 13 y los 15 años. Es cuando piensas: Me gusta ese chico, pero no sé qué va a pasar si pierdo el control. La atracción que sienten me parecía muy interesante. (Revista Fotogramas, nº 1993, Noviembre de 2009).

Acabáramos... Ahora resulta que Corpúsculo se convertirá en estandarte de la castidad, o en todo caso, en el más puro y vivo ejemplo del quiero y no puedo, de la amenaza del sexo materializada en un vampiro sediento de sangre sexual, hahaha.

Jo, ya lo sé, ya lo sé, es más, ya lo había dicho: qué poca gracia tiene un vampiro contenido que tiene no miedo, sino pavor de desmelenarse y vivir sólo bajo los dictados de su instinto... Qué desperdicio.

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