26 noviembre 2009
Do you believe in angels?
http://www.youtube.com/watch?v=dhqlwfMa2MU
"Do you believe in angels?" - The Last Dance
Last night I thought I saw you staring
staring at the sky
Last night I thought I saw you wishing
for your dreams to die
Last night I thought I heard you crying
crying all your tears
Last night I thought I saw your shadow
as you disappeared
Do you believe in angels?
Do you believe in blood and wine?
Do you believe in broken hearts?
Or is this something
You've never heard of?
Do you believe it's a better world?
Do you believe that no one cries?
Do you believe in bitter tears?
Or is this something
You've never wanted to believe in?
Last night I thought I saw you staring
staring at the sky
Last night I thought I saw you wishing
for your dreams to die
Last night I thought I heard you screaming
screaming out your heart
Last night I saw your shadow
tear you apart
Do you believe in angels?
Do you believe in god-like eyes?
Do you believe in thornless roses?
Or is this something
You've never heard of?
Do you believe in heaven?
Do you believe you'll never die?
Do you believe I've never deceived you?
Or is this something
You've always wanted to believe in?
Be careful what you're wishing for
Upon your falling star
I just might be the angel
That you're looking for
Do you believe in angels?
Del EP "Tragedy" (1995)
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No estoy del todo con un ánimo nostálgico o aquel de quiero-cortarme-las-venas-con galletas-María, jejeje, pero lo cierto es que -por varios motivos, sobre todo creativos-, llevo varios días instalada en los años 1994 a 1996. A veces creo que todavía poseo una memoria de elefante y tristemente me doy cuenta de que es tal la cantidad de recuerdos que atesoro, que a veces necesito poner orden, porque sin querer los mezclo o yo misma no me aclaro.
The Last Dance es una banda a la que tengo un aprecio especial. Su EP Tragedy, con el que se dieron a conocer en México (la banda es originaria del sur de California) siempre logra que me instale en un viaje al pasado y que cada vez me cueste más reconocer el avance sin pausa del tiempo, de los años, de la vida misma. ¿Cómo es posible que ya hayan pasado quince años desde que vi por primera vez en directo a esta banda? Parece que fue ayer mismo cuando el antiguo Frontón México albergó un primigenio festival gótico donde The Last Dance compartió cartel con Human Drama y como banda abridora a los nacionales El Clan. Parece que sólo han pasado algunas horas desde que la fascinante She's dancing sonaba por la radio a través de aquel programa. Parece que justo el sábado pasado fui al Tianguis del Chopo a comprar con mi dealer de confianza -y cuasi gurú musical, hahaha- conocido como Jorge Barragán, la cinta de The Last Dance con portada fotocopiada y coloreada con algunos toques a mano. Aunque quisiera poder decir de nuevo parece que no ha pasado tanto tiempo con respecto a la esencia de aquellos días donde los incipientes darkies de mi tierra se sentían como los descubridores de un nuevo mundo, lo cierto es que muchas lunas han pasado y el mundo, la vida, han dado mil y una vueltas.
El romanticismo de aquellos días donde todo queríamos verlo y pintarlo de negro -jejeje, casi como la rola de sus Satánicas Majestades- no volverá, estoy segura. Hoy las sombras no guían, sino que confunden. Hoy si eres o te identificas con lo Gótico debes comulgar también con la música electro, con el punk o el ahora tan mentado horror punk, con el gothic metal y en el peor de los casos con algunas bandas que son más black metal por mucho que hablen de ángeles caídos, vampiros, sangre, muerte y destrucción. Hoy todos y cada uno son pozos infinitos de sabiduría a golpe de mouse y de navegar con rumbo errático por la red. Hoy todos tienen respuestas aunque pretendan demostrar lo contrario. Hoy hay un lema desgraciado que reza "todo vale", así que se mezclan ideas, filosofías, conceptos, estéticas. Hoy creo que podemos dedicar un requiem por todo aquello que perdimos en el camino gracias a las nuevas tecnologías.
Evolución, dirán algunos; renovación, dirán otros... Yo misma no pienso lo mismo que cuando tenía veintidós o veinticuatro años pero a través de alguna canción, por cuatro o cinco minutos, soy capaz de sentir lo mismo que en aquel entonces y esto me emociona más allá de lo que pueda ser capaz de poner en palabras. Me hace sentir viva y poder mirar atrás, sí, con mucha nostalgia, pero también con una sensación particular de haberlo vivido, de haberlo saboreado y de no cargar en mis espaldas con el famoso "quise pero no pude".
Pinchar aquí para bajar el EP Tragedy.
22 noviembre 2009
Nadie muerde como Drácula
¡Atrás vampiros modernos!, fuera Lestats, truebloods, crepúsculos y otros nosferatus contemporáneos: Drácula, el rey de la noche, el canon (no) viviente, ha vuelto. "He atravesado océanos de tiempo para encontrarte", podría decirnos a sus añorados fans. Acaba de publicarse en varios países a la vez, entre ellos España, Drácula, el no muerto (editorial Roca), la secuela oficial de Drácula, escrita por Dacre Stoker, un descendiente canadiense del autor original, Bram Stoker, que ha usado material inédito de las notas de su ancestro.
En la nueva novela, que arranca en 1912, 25 años después de los acontecimientos explicados en la primera, el gran aristócrata de las sombras no pronuncia la romántica frase de la película de Coppola, pero hay que surcar mares de páginas (exactamente 349) para que el transilvano por excelencia aparezca -sin disfraz- en el relato. No importa: está presente en cada línea y en la memoria de su amada Mina Harker, que no sólo conserva, sospechosamente, toda su belleza sino que sigue sintiendo una secreta pasión por el vampiro ("¡Que Dios me perdone, aún te deseo!"). Una pasión irrefrenable que ha destruido su matrimonio y empujado a su marido, el bueno de Jonathan Harker, a la desesperación y la bebida.
Calidad como amante
Pero es que ¡cualquiera se compara con Drácula! No sólo es imbatible por su inmortalidad, su fuerza sobrehumana, su capacidad de convertirse en diferentes animales o de manejar los fenómenos atmosféricos, por no hablar de la capa, sino por su calidad como amante. Jonathan, se nos explica en la continuación de la famosa novela, descubrió en un lapsus de su mujer que "Drácula, con siglos de experiencia, la había introducido en la pasión" y "había dejado una impresión tan profunda en ella que su marido, por más que lo intentara, nunca podría igualar". Mina, abunda la novela, "se había hecho insaciable en la alcoba" y "a Jonathan le resultaba físicamente imposible seguir su ritmo". ¡Vaya con el conde!, y pensar que creíamos que lo peor que hacía era morderlas...
El tema de los problemas conyugales de los Harker y el oscurísimo deseo de Mina por Drácula es sin duda de los más entretenidos de la secuela. Una secuela llena de acontecimientos -con mucha sangre nueva, por así decirlo- y, pese a lo que uno podría esperar, bastante revisionista. Está centrada en el rebelde joven Quincey Harker, hijo de Mina y ¿Jonathan? (lo han adivinado: algún vampiro tendría que hacerse pruebas de paternidad), que vive unas asombrosas aventuras iniciáticas y afronta grandes peligros. Éstos no vienen de Drácula, al que todos tienen por (definitivamente) muerto desde aquel rojizo atardecer en Transilvania que cerraba la novela de Bram Stoker, sino del verdadero villano de la continuación, la condesa magiar Erzsébet Báthory, la que solía bañarse en sangre de doncellas y que aquí adquiere categoría de verdadero vampiro, ex amante y rival de nuestro conde. De paso, tiene una escena lésbica con Mina, a lo Carmilla.
El pastiche que ha pergeñado el sobrino biznieto de Stoker, de 51 años, con la colaboración del especialista vampírico Ian Holt, retoma a los personajes de su antepasado (a varios los va liquidando con un deleite que cabría analizar freudianamente: a Jonathan lo hace empalar en una estaca de 12 metros de altura en Picadilly Circus) y añade otros más o menos nuevos como el detective Cotford, que aparece en las notas manuscritas de Bram Stoker para su Drácula pero que no pasó entonces del borrador, el enigmático (?) actor rumano Basarab -la dinastía reinante de Valaquia a la que pertenecía Vlad el Empalador eran los Basarab-, la citada Báthory o ¡el propio Bram Stoker!, que resulta que no se ha inventado su historia sino que se la escuchó contar a alguien. La escena en que Stoker se enfrenta a Drácula es muy jugosa.
El juego de referencias es de las cosas más simpáticas de la novela y permite a los autores guiños como criticar la grafomanía epistolar de la familia Harker, que le hagan la autopsia al cadáver de Lucy Westenra, que Quincey (que, por cierto, ya aparecía de niño al final del Drácula original) y Basarab tengan una relación de dependencia similar a la que tuvieron en la realidad Bram Stoker y el actor sir Henry Irving o que Van Helsing y Drácula intercambien papeles morales. La secuela mezcla también en su cóctel sangriento los crímenes de Jack el Destripador, que en su día interesaron al mismo Bram Stroker. ¡Quién da más!
"Teníamos que añadir cosas, pensamos que si no sazonábamos un poco la trama original ésta podía quedar algo aburrida en comparación con las modernas historias de vampiros", dice en conversación con este diario Dacre Stoker, cuyo nombre de pila no es un seudónimo gótico sino tradicionalmente irlandés y herencia de un célebre familiar (el comandante H. G. Dacre Stoker, DSO) que destacó en la I Guerra Mundial en submarinos.
Ante varias de las escenas -que se diría escritas directamente para el cine- uno puede pensar que a Stoker y Holt se les ha ido la mano: combate a espadas entre vampiros, un monstruo eviscerando a lo gore a su víctima, lucha en plan filme chino de fantasmas, las misteriosas cajas a bordo del Titanic... No esperen una revisión inolvidable del mito como Salem's Lot, de Stephen King, o Sueño del Fevre, de George R. R. Martin, pero sí mucho entretenimiento.
De la carga sexual de Drácula opina Dacre Stoker que su antepasado escritor fue muy lejos en una época tan conservadora como la victoriana y que las referencias al intercambio de sangre entre mortales y vampiros como metáfora del acto carnal eran algo muy arriesgado. "Me parece", reflexiona, "que nuestra historia, tomada en perspectiva, es igual en sexualidad a la de Bram". En cuanto al parecido de elementos de la secuela con los de la película de Coppola -la identificación de Drácula con Vlad, que no está en el original, la relación entre el príncipe y Mina, e incluso una cierta pátina estética- el novelista apunta que el cineasta hizo un buen trabajo siguiendo la historia de Stoker y que es lógico por tanto que si ellos han escrito una secuela del mismo libro haya similitudes. Para el continuador del mito, los vampiros resistirán al paso del tiempo, y valga la frase. "Todos tenemos un punto de fascinación con la inmortalidad y el poder", medita. "Los vampiros nos ofrecen una oportunidad de explorar esa fascinación".
Jacinto Antón
Diario El País
19 de octubre de 2009
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Vale, vale, esta semana prometo comprar la novela :P Hace casi un mes que la tuve en mis manos, pero como ya comenté, se atravesó en mi camino un libro que hacía meses y meses que lo estaba buscando.
Ya les comentaré qué me ha parecido.
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21 noviembre 2009
El Dueño de Rampling Gate (6a parte)
Yo flotaba, y por Rampling Gate se extendía, como siempre, una paz infinita. Era Rampling Gate lo que yo sentía a mi alrededor; era su alma intemporal e impenetrable, que finalmente se había abierto como una flor... Sentí en mi interior una enorme sabiduría, el poder de ver tal como ve un dios, y captar la profundidad de las cosas con la misma destreza con la que los ojos exteriores registran su tamaño y su forma... Sí, susurré en voz alta, esas palabras de Keats, esas palabras..., planear sobre la medianoche sin esfuerzo…
No. En un instante violento nos separamos, y él se echó atrás con la misma brusquedad que yo. Crucé tambaleante el suelo del dormitorio me así al marco de la ventana, y apoyé la frente en la pared de piedra. Durante un largo instante permanecí inmóvil, con los ojos cerrados. Sentía un dolor agudo, pero casi placentero, en la garganta, en el lugar que sus labios habían rozado; y un hormigueo delicioso que ya no había de cesar.
Después me volví, y vi con toda claridad la habitación, la cama, la chimenea, el sillón. Él seguía en pie, exactamente en el mismo lugar en el que lo había dejado, y en su rostro se reflejaba la más desolada angustia.
-¿Qué es lo que han hecho conmigo? -murmuró-. ¿Me han hecho caer en la trampa más cruel de todas?
-Algo amenazador, de una amenaza inexpresable -susurré yo.
-Algo antiguo, Julie, algo que desafía el entendimiento, algo que puede suceder y que seguirá sucediendo.
-Pero entonces, ¿qué es lo que eres tú? -Toqué aquel doloroso latido con la punta de los dedos y, al bajar la vista, tragué saliva-. Sufres tanto, y eres aparentemente tan inocente, ¡y pareces capaz de amar!
Su rostro estaba tenso, como presa de un violento conflicto interior. Se volvió para irse. Apelé a toda mi voluntad para no ir detrás de él, y no rogarle que regresara. Pero él se volvió, desconcertado; luchó aún brevemente consigo mismo y luego, decidido ya, se inclinó y tomó mi mano.
-Ven conmigo -dijo.
Me atrajo hacia él con la misma suavidad de todos sus gestos, y deslizando su brazo por mi hombro, me guió hasta la puerta.
Subimos unas escaleras, cruzamos apresuradamente un largo pasillo, y a través de una pequeña puerta de madera accedimos a unas escaleras de caracol que yo no había visto anteriormente.
Pronto me di cuenta de que estábamos subiendo a lo alto del torreón norte de la casa, la parte en ruinas de la estructura que Richard y yo habíamos dejado sin registrar.
Por los estrechos ventanucos veía el paisaje suavemente ondulado que se extendía desde el bosque que rodeaba la mansión, y el pequeño grupo de luces tenues que señalaba el lugar en el que se alzaba la aldea de Rampling, junto a la pálida estela de la carretera de Londres.
Subimos más y más hasta llegar a la cámara más alta de la torre, que él abrió con una llave de hierro. Sostuvo la puerta para dejarme paso, y me encontré con una habitación espaciosa cuyas estrechas ventanas no estaban cerradas con cristales. La luz de la luna revelaba una curiosa mezcla de muebles y objetos diversos, como los que se encuentran en muchos desvanes. Había un escritorio, un gran estante con libros, sillones antiguos de piel, rollos amarillentos de viejos mapas, y pinturas enmarcadas colgadas de las paredes. Por todas partes había velas, colocadas en nichos de piedra abiertos en el muro o dispuestas sobre las mesas y los estantes. Aquí y allá, un barril servía de mesa y contrastaba con alguna silla de fina talla isabelina. La cera había goteado un poco por todas partes, y en medio de aquel desorden había abiertos ejemplares de periódicos recientes: el Mercure de París, y el Times de Londres entre otros.
No había ningún lugar donde dormir en aquella habitación.
Y al pensar en ello, en dónde se echarla para descansar, me asaltó un estremecimiento. Volví a sentir, vívidamente, sus labios rozando mi garganta, y sentí un súbito deseo de gritar.
Pero él me tenía en sus brazos, y besaba de nuevo mis mejillas y mis labios con toda delicadeza. Luego me hizo sentar en un sillón y encendió, una a una, las velas dispersas por la habitación.
Me estremecí, y mis ojos se humedecieron ligeramente a la luz. Vi más objetos inusuales: telescopios, cristales de aumento, un violín en su estuche abierto, y un puñado de conchas marinas relucientes y exquisitamente modeladas. También había joyas descuidadamente dispuestas, un sombrero de copa de seda negra y un bastón, un ramillete de flores marchitas y secas, daguerrotipos y camafeos en sus pequeños estuches de terciopelo, y libros abiertos.
Pero ahora estaba demasiado absorta por la visión de él a plena luz: el brillo de sus grandes ojos negros, el lustre de su cabello. Ni siquiera en la estación del ferrocarril le había visto con tanta claridad como ahora, a la suave luminosidad de las velas. Me destrozó el corazón.
Y sin embargo, me miraba como si yo fuera un festín para sus ojos, y pronunció de nuevo mi nombre de tal modo que sentí que la sangre se agolpaba en mi cara. Pero de súbito pareció producirse un corte brusco en el paso del tiempo. Yo había estado pensando, eso es, «qué es lo que tú eres, cuánto tiempo hace que existes...», y de nuevo me sentí dominada por el vértigo.
Me di cuenta de que me había levantado y estaba en pie a su lado, junto a la ventana; él se había vuelto a mirarme, y el paisaje que se extendía debajo de nosotros había cambiado imperceptiblemente. Las luces de Rampling habían desaparecido en la oscuridad que se extendía como una niebla espesa sobre la tierra. Un gran bosque, mucho más antiguo y denso que el de Rampling Gate, se extendía por las colinas, y súbitamente me sobrecogió el temor, como si me estuviera deslizando en un maelstrom del que nunca podría regresar por mi sola voluntad.
Seguía presente la sensación de que hablábamos y hablábamos los dos, con voces bajas y agitadas, y yo decía que no pensaba ceder.
-Sé mi testigo, es todo lo que te pido...
Y en mi interior había una tenue certeza de que la revelación que se avecinaba me había de cambiar fatalmente. Era como la lectura de un libro prohibido, o el recitado de un conjuro secreto.
-No, es solamente lo que fue -susurró él.
Y entonces, incluso la forma del terreno varió. La habitación misma había perdido su sustancia, como si un viento silencioso de terrible fuerza hubiera entrado en aquel lugar y lo arrastrara muy lejos.
Cabalgábamos en un carruaje, a través de la noche. Habíamos dejado el torreón hacía ya mucho tiempo, era la hora del crepúsculo y el cielo tenía el color de la sangre. Cruzábamos un bosque cuyos árboles eran tan altos y gruesos que apenas algún rayo del sol poniente llegaba a acariciar el suelo cubierto por una blanda alfombra de hojas caídas.
No tuvimos tiempo de disfrutar de aquel lugar mágico. Llegamos a terreno abierto, a las pequeñas parcelas de tierra labrada que rodeaban el antiguo pueblo de Knorwood, con sus tejados de caballete y sus calles estrechas y sinuosas. Vimos los muros del monasterio de Knorwood y la pequeña iglesia parroquial, con su campana que llamaba a vísperas bajo el cielo crepuscular. Knorwood bullía de vida, mil corazones latían en Knorwood, mil voces se alzaban en una plegaria comunitaria.
Pero muy lejos del pueblo, en lo alto de la colina que dominaba el bosque, se alzaba el torreón redondo de un castillo realmente antiguo; y hacia ese castillo en ruinas, apenas ya una sombra de sí mismo, nos dirigimos. Irrumpimos en sus estancias vacías como niños impetuosos, olvidados ya del caballo y del camino, y así Regamos al lugar en que esperaba el Señor del Castillo, una criatura adusta, de piel muy blanca, erguida delante del fuego crepitante del salón sin techo. Se giró, y clavó en nosotros sus ojillos estrechos y relucientes. Era un cuerpo muerto, lo comprendí de inmediato, pero en su interior vivía una magia inapreciable. Y mi joven compañero, aquel muchacho inocente, pasó junto a mí y cayó en los brazos del Señor. Vi el beso. Vi cómo el joven palidecía y luchaba por apartarse. Era lo mismo que yo habla hecho aquella misma noche, fuera del sueño, en mí propio dormitorio; y se apartó del Señor, llevándose la mano al agudo dolor de su garganta.
Comprendí. Supe. Pero el castillo se disolvía ya con la misma seguridad con la que se disuelve todo en los sueños, y nos encontramos en algún lugar húmedo y cerrado.
La fetidez me resultaba insoportable, y era la más terrible de las fetideces: la de la muerte. Oí mis propios pasos sobre las losas del pavimento, y conseguí apoyarme en el muro. La minúscula plaza estaba desierta; un viento vagabundo hacía batir las puertas y las ventanas. Arriba y abajo de la estrecha callejuela vi las marcas en los dinteles de las casas. La peste, la Muerte Negra, había Regado al pueblo de Knorwood. La Muerte Negra lo había dejado desierto. En un instante de angustioso horror comprendí que nadie, ni una sola persona, había quedado con vida.
Pero no era del todo cierto. Alguien caminaba a tropezones por el estrecho callejón. Se tambaleaba, estaba a punto de caer, pero iba asomándose a una puerta tras otra, y finalmente Regó a un lugar caluroso y nauseabundo donde un niño lloraba tendido en el suelo. El padre y la madre estaban muertos en la cama. Y el gato grande y gordo de la familia, no afectado por la enfermedad, se divertía jugando con el infante que lloraba, con los ojos hinchados en su carita bañada por las lágrimas.
-Basta -me oí decir a mí misma. Me di cuenta de que estaba sosteniéndome la cabeza con ambas manos-. ¡Basta, basta ya, por favor!
Lloraba, y esperé que mi llanto consiguiera trascender aquella visión, de modo que el mísero cuarto se derrumbara a mi alrededor y volviera a encontrarme en la estancia de Rampling Gate. Pero no fue así. El joven se giró y me miró, y en aquel cuartucho fétido, no pude ver su rostro.
Pero sabía que era él, mi compañero, y pude oler su fiebre y su enfermedad, y el hedor del bebé moribundo, y vi el cuerpo ágil y lustroso del gato cuando daba un zarpazo a la mano tendida del niño.
-¡Basta, has perdido el control! -debí de gritar con todas mis fuerzas, pero el llanto del niño era aún más fuerte-. ¡Haz que pare!
-No puedo... -murmuró-. í Seguirá siempre así! ¡No parará nunca!
Con un penetrante alarido, di un puntapié al gato y lo envié volando fuera de aquel inmundo cuartucho, volcando al tiempo un cubo de leche, que se derramó sobre las piedras, tiñéndolas de blanco como por arte de brujería.
A. R. (1982)
(Continuará)
20 noviembre 2009
30 años de furia
http://www.dailymotion.com/video/x2684o_the-clash-london-calling-in-paris-1_music
"London calling" - The Clash (en directo, París, 27 de febrero de 1980)
London calling to the faraway towns
Now war is declared - and battle come down
London calling to the underworld
Come out of the cupboard,you boys and girls
London calling, now don't look to us
Phoney Beatlemania has bitten the dust
London calling, see we ain't got no swing
'Cept for the ring of that truncheon thing
CHORUS
The ice age is coming, the sun's zooming in
Meltdown expected, the wheat is growing thin
Engines stop running, but I have no fear
Cause London is drowning and I, live by the river
London calling to the imitation zone
Forget it, brother, you can go at it alone
London calling to the zombies of death
Quit holding out - and draw another breath
London calling - and I don't wanna shout
But while we were talking I saw you nodding out
London calling, see we ain't got no high
Except for that one with the yellowy eyes
CHORUS x2
The ice age is coming, the sun's zooming in
Engines stop running, the wheat is growing thin
A nuclear error, but I have no fear
Cause London is drowning and I, I live by the river
Now get this
London calling, yes, I was there, too
An' you know what they said? Well, some of it was true!
London calling at the top of the dial
And after all this, won't you give me a smile?
London Calling
I never felt so much alike, like-a, like-a...
Del álbum del mismo nombre (1979)
Es Paul Simonon, bajista de The Clash, quien aparece en la portada de London calling . La fotógrafa londinense Pennie Smith inmortalizó el momento anterior a que estampara su bajo en el escenario del Palladium neoyorquino, el 21 de septiembre de 1979.
El calendario es implacable. Te frotas los ojos, repites las cuentas y, sí, es verdad, han pasado 30 años de London calling. Resulta que el doble elepé de los Clash se publicó el 22 de diciembre de 1979, pero tardó unas semanas en tener edición estadounidense: eso explica que la revista Rolling Stone lo pudiera proclamar “el gran disco de los ochenta”. Paladeen la paradoja: London calling encarna exactamente lo opuesto de las tendencias dominantes en esa década, que hoy recordamos como un atracón de sintetizadores, ritmos programados, hombreras, pelos esculpidos, materialismo desatado.
LONDRES COMO NUEVO MOSCÚ. Sin embargo, London calling representa la superación del punk rock en su versión más elemental, un feliz ejemplo de maduración de unos creadores. Habían militado en el ejército del imperdible como los insubordinados de otras generaciones lo hicieron en el Partido Comunista. Lo reconoce Joe Strummer: “Cuando me uní a The Clash fue como volver a la casilla de inicio, al año cero. Parte del punk consistía en desprenderte de todo lo que conocías antes. Éramos casi estalinistas: insistíamos en que había que deshacerse de las viejas amistades y de nuestra manera de tocar, en un intento febril por crear algo nuevo”.
Los Clash encarnaban la rama politizada del punk rock, frente al nihilismo existencial y el gusto por la provocación —“nos gustan las esvásticas”— de Pistols o Banshees. Reciclaban imágenes y conceptos de la extrema izquierda; respondían a lo que se recuerda como el “Invierno del Descontento”, periodo de huelgas y disturbios que culminó, ay, con la elección de mistress Thatcher, disciplina severa. Naturalmente, iban de antinorteamericanos, si hemos de creer aquello de I’m so bored with the USA.
AMÉRICA LA MARAVILLOSA. Dicen que los prejuicios se quitan viajando. Al igual que ocurriría con U2, les revolvió los esquemas el contacto con los verdaderos Estados Unidos, esa América que yace olvidada entre los polos mediáticos de Manhattan y Hollywood. Descubrieron que subsistían muchas corrientes musicales, ignoradas por la gran industria del entretenimiento. Y que los nativos, a diferencia de los que encontraron en su visita a Jamaica, podían ser afables. Lo juraba Joe, que cruzó el país en una camioneta Ford, a lo Jack Kerouac.
El año cero de Strummer se traducía por reclamar como propia la herencia del rock de guitarras, tal como lo destilaban en el downtown neoyorquino. Sólo había una música ajena a esa línea que pasaba la aduana estética de los punkis londinenses: el gomoso reggae. Inicialmente, la conexión era comercial: algunos jamaicanos vendían “hierba”; se desarrolló cierta empatía entre ambos sectores de marginados.
IRRUMPE EL GURÚ. Los Clash habían probado con el reggae, incluso encerrándose con Lee Perry, el Productor Chiflado. Pero ahora pretendían abrir el abanico musical y necesitaban un guía erudito. Apareció un freak que superaba todo lo previsible. Guy Stevens, que había ejercido de DJ en la primera era mod y poseía un conocimiento apasionado de los sonidos estadounidenses. Empleado de Chris Blackwell en el sello Island, editó muchas maravillas y desembocó en la producción: bautizó a Mott The Hoople; trabajó igualmente con Procol Harum, Spooky Tooth y Free. Tenía más cicatrices que todos los Clash juntos: era alcohólico y había visitado las cárceles de su majestad por un asuntillo de drogas.
Guy creía en la teoría de la tensión: provocar a los músicos, agredirlos incluso, para que salieran de su zona de confort y se superaran. Algunas ediciones de London calling incluyen un making of firmado por el colega Don Letts, con imágenes en blanco y negro de Stevens atacando al mobiliario e intimidando a Strummer. Guy, bendito sea, sirvió como catalizador de la grandeza potencial de The Clash. Basta con comparar los temas de London calling, tal como los conocemos, con sus versiones primigenias, recién ensambladas las músicas de Mick Jones con los textos de Strummer. Son las llamadas Vanilla tapes, grabadas en su local de ensayo en Pimlico, situado sobre un taller de reparación de automóviles.
SOBRE RUEDAS. Abusemos de las metáforas: London calling rueda majestuoso, igual que un coche recién salido de un chequeo minucioso. No es el movimiento espasmódico de anteriores elepés de The Clash: como si cambiara de marchas automáticamente, pasa con naturalidad del punk al rockabilly, al jazz, al reggae, al ska, al rhythm and blues y, sí, también al pop (en un sarcasmo mortal, Spanish bombs es un éxito en karaokes frecuentados por turistas británicos bien lubricados). El panel de mandos responde al toque: entran teclas y metales justo cuando se necesitan, nada de purismos de fanzine. Funcionan los reflejos: Wrong ‘em boyo comienza en Nueva Orleans antes de girar hacia Kingston.
Su registro temático deslumbra igualmente. Todavía llevan el impulso de los Clash insurgentes, la identificación con forajidos y rebeldes; pero Strummer y Mick Jones también reflexionan sobre las poses, las opciones vitales, el peso de la historia, el poder redentor del rock. Además, se sitúan como eslabones de la tradición: Brand new Cadillac pudo ser, ellos lo recuerdan, “el primer rock and roll británico”, pero es obra de Vince Taylor —inspiración para Ziggy Stardust, el personaje de Bowie— y retrata ese deseo primordial de huir, de inventarse una existencia más auténtica.
IDEALES Y COMPROMISOS. Los fans repetían aquello de “The Clash, la única banda que importa”. Sus hazañas musicales se retroalimentaban con unas exigencias ideológicas que les empujaron a decisiones económicamente suicidas. El doble London calling se vendió como elepé sencillo; Sandinista! era un triple que costaba menos que un doble. CBS bufaba, pero tragaba, tras recortar las royalties de aquellos puretas: digamos que los Clash nunca se vieron obligados a plantearse el dilema de convertirse en exiliados fiscales. Faltaban muchos años para que llegaran los millones de libras con los éxitos internacionales, los anuncios con su música, las versiones de Annie Lennox, los recopilatorios para compradores tibios.
Hoy, el carisma de London calling se revela como una potente confluencia de vectores: un alborotado movimiento social, unos músicos en expansión, unas canciones urgentes, un productor visionario. Los propios Clash no pudieron repetirlo. Al año siguiente, alentados por el emergente rap neoyorquino, encendidos por una nueva comprensión de la realidad geopolítica, buscaron profundizar en sus hallazgos con Sandinista!
DEMASIADAS PUÑALADAS. Sin embargo, ya no estaba Guy Stevens, caído en 1981 tras una sobredosis de medicamentos. El papel de timonel había pasado a Mick Jones, entonces desconocedor del concepto de control de calidad: Sandinista! tiene un porcentaje de aciertos superior a la media, pero se degrada por la magnitud de sus errores. ¿Podemos sorprendernos? En el espacio de un año habían editado el equivalente a cinco elepés.
Todo grupo efectivo obedece a un delicado equilibrio de fuerzas y talentos. El baterista, Topper Headon, patinaba por la pendiente de la heroína y fue expulsado, aun después de esbozar lo que sería el mayor éxito de The Clash en vida: Rock the casbah. La bomba de relojería estaba en el núcleo duro: tras adquirir modos y pintas de rock star, Jones decidió convertirse en el señor del sonido. La continuación de Sandinista! se llamaba Rat patrol from Fort Bragg y tenía dimensiones de disco doble: Mick se deleitaba en la experimentación.
Le cortaron las alas: el productor Glyn Johns adelgazó el proyecto hasta convertirlo en el contundente Combat rock. The Clash se transformó en un ring donde chocaban los egos (el de Bernie Rhodes, manager, también era descomunal). En 1983, Strummer y Rhodes lograban dar la patada a Jones. Se arrepentirían demasiado tarde: el grupo se extinguió ignominiosamente dos años después.
Diego A. Manrique
Diario El País
20 de noviembre de 2009
(London calling está disponible en un solo CD a través de Sony, pero a partir del 14 de diciembre se puede encontrar la 30th anniversary edition, con el documental The last testament).
(Aquí, aquí y aquí se puede ver dicho documental dividido en tres partes, ojo, no está subtitulado).
(Aquí los datos técnicos, entre otros, de la grabación de London Calling)
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Ha sido una agradable coincidencia que justo este viernes, día que siempre dedico en mi blog a un video musical, aparezca la noticia del 30 aniversario de esa maravilla titulada London Calling. Y es que luego de una semanita donde Happy Demon y su progenitora hemos padecido una gripe rara (que según la pediatra y mi médico no es A, pero que se combate igual que la común y corriente :P) yo ya no tenía cabeza para pensar qué video colgar. Por un momento, So tired de Ozzy Osbourne fue una buena opción, por aquello de que, bajo mi punto de vista, es uno de sus mejores y porque iba como anillo al dedo sobre mi estado de humor: precisamente esta mañana desperté con un dolor generalizado en todo el cuerpo como si me hubiesen agarrado entre la bestia parda Batista y el Undertaker, jejeje. Pero no estaba del todo convencida. Así que, Joe Strummer y compañía, acudieron en mi ayuda ;-)
Aunque no soy fan-super-fan, The Clash ocupa un lugar dentro del soundtrack de mi vida. Y aunque cuesta trabajo reconocerlo, puffhh, cuántos años han pasado :P
15 noviembre 2009
Grandes cantidades de agua en la Luna
"Sí, hemos encontrado agua", ha declarado Anthony Colaprete, el investigador principal de la misión.
El anuncio de la NASA se produce meses después de que un instrumento de la agencia espacial estadounidense a bordo de la sonda india Chandrayaan-1 detectara indicios de agua en la superficie lunar.
El mes pasado, la nave LCROSS chocó contra un cráter en la superficie de la Luna cerca de su polo sur. El impacto provocó un inmenso agujero de entre 20 y 30 metros de ancho, y sacó a la superficie más de 100 litros de agua.
"Hemos conseguido mucho más que oler el rastro del agua", asegura Peter H. Schulz, un profesor de ciencias geológicas que ha participado en la misión. "Prácticamente hemos logrado saborearla gracias al impacto".
El impacto de la misión sobre el crater Cabeus, situado cerca del polo Sur lunar, levantó dos porciones de materiales. Una primera formada por minerales y polvo del fondo del cráter y otra posterior formada por materiales que no habían visto la luz del Sol durante cientos de miles de años.
"Estamos desenmascarando misterios de nuestro vecino más cercano y, por extensión, del Sistema Solar", asegura Michael Wargo, científico jefe de la división lunar de la NASA.
Las regiones sombreadas de la Luna podrían albergar la clave de la historia y de la evolución del Sistema Solar, de la misma forma que los testigos de hielo tomados en la Tierra pueden revelar datos importantes de hace millones de años, según asegura la NASA en un comunicado.
Los científicos planetarios llevan más de una década viendo pruebas indirectas de la presencia de agua en el fondo de los cráteres lunares a los que nunca llega la luz solar. La misión LCROSS estaba formada por dos naves, una de ellas era el cohete que penetró en la superficie lunar y la otra es una pequeña estación que recibe y anota datos sobre los resultados del impacto.
El descubrimiento de agua en la Luna proviene de ligeros cambios en el espectro de color detectados por las equipaciones científicas de esta nave de recepción de datos. Gracias a la gran sensibilidad de estos sensores se ha podido demostrar la presencia de agua en el satélite.
Fuente: elmundo.es
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Bueno, la noticia resultará impactante, pero luego de más de treinta y cinco años de no volver a la Luna, ya era hora de encontrar condiciones idóneas para aquellas ideas de los 50's cuando el futuro era representado por esas colonias en la Luna.
Y conforme pasa más el tiempo y conforme se van dando estos hallazgos que, según muchos, debieron darse hace muchos años, más se agranda la duda de si realmente el hombre fue a la Luna o si todo fue un montaje made in Hollywood.
14 noviembre 2009
El dueño de Rampling Gate (5a parte)
La rabia debe de ser un excelente antídoto contra el miedo, porque sin duda contribuyó a paliar mi natural alarma. Aquella noche no me desvestí, ni siquiera me quité los zapatos, sino que me senté en el dormitorio oscuro y vacío mirando con fijeza la ventana de vidrios emplomados en forma de rombos hasta que toda la mansión quedó en silencio. Por fin, oí cerrarse la puerta de Richard. Después llegaron los chasquidos distantes que indicaban que otros cerrojos habían sido colocados en su lugar.
Y cuando el reloj del abuelo dio las once campanadas en el gran salón, Rampling Gate se sumió en el sueño como de costumbre.
Escuché atentamente, por si oía los pasos de mi hermano en el salón. Y cuando no le oí moverse de su habitación, me pregunté si la misma curiosidad que yo sentía no le impulsaría a venir a buscarme, para invitarme a que fuéramos juntos a descubrir la verdad.
Pero las cosas estaban bien así. No le quería a mi lado. Y sentía un oscuro júbilo al imaginarme a mi misma saliendo de mi dormitorio y bajando las escaleras, como lo había hecho la noche anterior. Esperaría una hora más, sin embargo, para estar segura. Dejaría que la noche llegara hasta el fondo: las doce, la hora embrujada. Mi corazón latía acelerado al pensarlo, y en sueños reconstruía el rostro que había visto, la voz que había pronunciado mi nombre.
¡Ah! ¿Por qué me parecía retrospectivamente tan íntima, como si nos hubiéramos conocido antes y hablado juntos a menudo, como si se tratara de alguien a quien reconocía en lo más profundo de mi ser?
-¿Cómo te llamas? -Creo que lo murmuré en voz alta. Y entonces me asaltó un espasmo de miedo. ¿Tendría valor suficiente para ir en su busca, para abrirle la puerta? ¿Estaba perdiendo la razón? Cerré los ojos y dejé reposar mi cabeza en el respaldo de mi sillón de terciopelo.
¿Qué había más vacío que esta noche rural? ¿Qué cosa podía ser más dulce?
Abrí los ojos. Había estado dormitando o hablándome a mí misma, intentando explicar a papá por qué era necesario que comprendiéramos nosotros mismos sus razones. Y entonces me di cuenta, me di plena y perfecta cuenta -creo que antes incluso de despertar- de que él estaba en pie junto a mi cama.
La puerta estaba abierta. Y él estaba allí, erguido, vestido exactamente igual que la noche anterior, y sus ojos oscuros se clavaban en mí con la misma curiosidad obvia; su boca era un simple pliegue, corno la de un escolar, y se apoyaba en el listón de la cabecera de la cama con la mano derecha, en una postura casi indolente. Parecía absorto en la contemplación de mi persona, sin advertir que yo le estaba mirando a mi vez.
Pero cuando me incorporé a medias, alzó un dedo corno para imponerme silencio, y me hizo una ligera seña
-¡Ah, eres tú! -susurré.
-Sí -contestó, en una voz discreta y casi imperceptible.
Pero habíamos estado hablando los dos, ¿no era así? Y yo le había estado haciendo preguntas, no, contándole cosas. Sentí de súbito que perdía el equilibrio y me sumergía en un sueño.
No, no era eso, sino la recuperación de un fragmento de algún sueño del pasado. Era esa especie de arrebato que nos arrastra en cualquier momento del día siguiente, al evocar el universo en el que nos encontrábamos totalmente sumergidos en sueños. Creo que por un instante oí nuestras voces, casi discutiendo, y vi a papá con su sombrero de copa y su abrigo negro, caminando solo por las calles del West End de Londres y asomándose a una puerta detrás de otra; y luego, alzándose por encima de la superficie de mármol de una mesa de un vago music-hall lleno de humo, tú... tu rostro.
-Sí...
«¡Vuelve, Julie!» Era la voz de papá.
-... penetrar en su alma -insistía yo, recuperando el hilo perdido. ¿Pero se movían
mis labios?-. Comprender qué es lo que le asustó lo que le enfureció. Dijo: «¡Derribadlo!»
-... nunca, nunca podrás hacer una cosa así. -Su rostro estaba afligido como el de
un escolar a punto de echarse a llorar.
-No, en absoluto, nosotros no queremos, ninguno de los dos, lo sabes bien... ¡Y tú no eres un fantasma' -Miré sus botas salpicadas de barro, la débil huella del polvo en aquella mejilla perfectamente blanca.
-¿Un fantasma? -preguntó casi enfurruñado, casi con amargura-. Ojalá lo fuera.
Como hipnotizada, le vi acercarse a mí y la habitación se oscureció cuando sentí en mi cara sus frías manos de seda. Yo me había levantado, estaba en pie delante de él, y le miraba a los ojos.
Oía los latidos de mi propio corazón. Los oía igual que la noche anterior, en el
momento en que rompí a gritar. ¡Buen Dios estaba hablando con él! ¡El estaba dentro y me mostraba en sus brazos, además. Rió, y yo hablaba con él! Y estaba en sus brazos además.
-¡Real, absolutamente real! -susurre, y un profundo estremecimiento recorrió mi cuerpo, obligándome a buscar un punto de apoyo en la cama para no caer al suelo.
Me miraba como si intentara comprender algo terriblemente importante para él, y no me respondió. Sus labios tenían un tono oscuro y una suavidad que aumentaba su atractivo, como sí nunca hubiera sido besado. Yo me sentí presa de un ligero vértigo, de cierta confusión, y ni siquiera me sentía segura de que realmente él estuviera allí.
-Oh, pero sí que lo estoy... dijo en voz baja y sentí su aliento en mi mejilla, casi dulce, Estoy aquí y tu estás conmigo, Julie ..
-Sí...
Mis ojos se cerraban. Tío Baxter estaba sentado a su escritorio, y yo podía oír el furioso rasgueo de su pluma.
-¡Demonio astuto! -dijo al viento de la noche, que entraba por las puertas abiertas.
-¡No! -exclamé yo. Papá se giró, en la puerta del music hall, y gritó mi nombre.
-Ámame, Julie -dijo su voz en mi oído, y sentí sus labios en mi garganta-. Sólo un
beso, Julie, no hay ningún mal en ello...
Y el centro de mi ser, ese lugar secreto en el que crecen todos los deseos y todas las exigencias, se abrió a él sin lucha y sin ruido. Habría caído de no haberme sostenido él. Mis brazos se cerraron en torno suyo, mis manos se deslizaron por la suave masa sedosa de sus cabellos.
A.R. (1982)
Continuará
12 noviembre 2009
Twist in my sobriety
http://www.youtube.com/watch?v=COp26qj3fdI
"Twist in my sobriety" - Dreadful Shadows
All good children need travel and choose
Drive your problems from here
All good people read good books
Now your conscience is clear
I hear you talk girl
Now your conscience is clear
In the morning when I wipe my brow
Wipe the miles away
I like to think I can be so willed
And never do what you say
I'll never hear you
And never do what you say
Look my eyes are just holograms
Look your love has drawn red from my hands
From my hands you know you'll never be
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
We just picked a little empty pie
For the fun that people had at night
Late at night don't need hostility
Timid smile and forts too free
I don't care about their different thoughts
Different thoughts are good for me
Up in arms and chased in whole
All God's children took their toll
Look my eyes are just holograms
Look your love has drawn red from my hands
From my hands you know you'll never be
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
Cup of tea, take time to think, yeah
Time to risk a life, a life, a life
Sweet and handsome
Soft and porky
You pig out 'til you've seen the light
Pig out 'til you've seen the light
If the people read the papers
Read them good and well
Pretty people, nervous people
People have got to sell
News you have to sell
Look my eyes are just holograms
Look your love has drawn red from my hands
From my hands you know you'll never be
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
Look my eyes are just holograms
Look your love has drawn red from my hands
From my hands you know you'll never be
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
More than twist in my sobriety
Bonus track del álbum "The Cycle" (1999)
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Hace veinte años que esta canción me cautivó y hasta la fecha no soy capaz de dejar de escucharla o de darle stop sin más. Hace veinte años que la escuché a través de la sintonía de ROCK 101 mientras eran aquellos días de desmadre en el CCH Sur donde lo mismo me azotaba y escribía la peor poesía, que disfrutaba y reía como si no hubiese un mañana que debiera preocuparme.
Al cabo de los años, más o menos diez, descubrí una versión que también me cautivó, la misma que me hizo descubrir a la banda alemana Dreadful Shadows. Otra voz grave, pero la misma forma de entonar la letra que parece encerrar un mensaje encriptado que sólo se descubre si eres capaz de escucharla una y otra vez.
Cuando nos casamos, mi marido y yo decidimos dar como recuerdo de nuestra boda, un cd con nuestras canciones favoritas o que de algún modo más nos podían representar. Curiosamente, elegí la versión de los Dreadful Shadows de esta canción que durante mucho tiempo me ha acompañado.
Tanita Tikaram, la cantante original de este temazo, nació en Alemania hace cuarenta años de madre malaya y padre hindú-fiji. La carrera militar de su padre hizo que pasara sus primeros años en Alemania pero pronto se mudaron a Inglaterra donde finalmente se quedaron a vivir. En 1988 lanzó su primer álbum titulado Ancient Heart de donde se desprende la canción que le dio fama mundial. Aunque ocupó los primeros puestos en las listas de popularidad europeas, en Estados Unidos y Australia su éxito fue más bien modesto. En 2005 lanzó lo que se podría considerar su trabajo más reciente, pero lo cierto es que su carrera ha sufrido varios altibajos y durante un largo tiempo, parece que se retiró de los escenarios.
Con sorpresa descubrí que esta canción ha sido "re-interpretada" a través de los años. Aunque pocas versiones han conservado la esencia original. Aquí dejo algunos ejemplos:
La original de Tanita Tikaram (video)
Remix conocido como Digital Dog Club Mix
Otro remix conocido como Soul Buddah Remix (casi tirando a chill out)
Versión gothic metal (¿?)
Versión acústica instrumental (:P)
08 noviembre 2009
Nunca doy consejos
Será que, desde hace varios días, en mi cabeza sigue sin tener cabida ese nuevo escritor/a que se monta un blog para "publicitar" su obra y para estar más en contacto con sus fans, cosa que me parece, lo siento, muy patética. Sólo digna de ese autor de tres al cuarto que quiere que le endulzen los oídos y los ojos con críticas fenomenales y tener mil lectores de pacotilla. Y que no tiene otra cosa qué hacer que atender a esos fans y publicar "adelantos" de sus maravillosas obras (sin publicar, claro) en un afán de exhibicionismo que a mí me da cierto repelús por aquello del pirateo, por mucho que esos blog estén "protegidos" por unas licencias de Creative Commons un poco engañosas. No hace mucho me enteré de una escritora que reclamaba que alguien en la red le había pirateado un texto que hacía años la autora había publicado en su blog. Y sí, fue grande su queja y sus muestras de que efectivamente había sido plagiado uno de sus textos, pero la pregunta del millón es: ¿Qué puedes hacer si tú mismo como autor tienes la culpa al publicar en un medio donde cualquier cualquiera tiene acceso?
Yo no estoy a favor de un escritor "inalcanzable", que viva alejado del mundo y de la sociedad, pero tampoco me creo que el talento pueda desarrollarse entre tanto moscardón que no hace otra cosa que revolotear alrededor del autor y lo peor, porque él/ella mismo/a se lo permite.
-Para los jóvenes que tienen intenciones de estudiar una misma carrera que la suya y llegar a convertirse en periodistas o escritores o ambos algún día, ¿qué consejo les daría? ¿De dónde saca un escritor primerizo una buena novela y cómo se faja uno para que se la publiquen?
-Nunca doy consejos, excepto el de leer mucho, todo lo fundamental, y no tener ninguna prisa en escribir. Luego de escribir, romper mucho, y no tener ninguna prisa en publicar. Es absurdo querer publicar novelas cuando aún no se tiene nada que contar, o no se sabe como hacerlo. Hay que leer, afilar las herramientas, vivir, y sólo luego, si hay talento narrativo, llega la hora de ser novelista. Me refiero a novelista que merezca la pena. Yo empecé más o menos a los treinta y cinco años, pues hasta entonces estaba demasiado ocupado leyendo y viviendo. Y lo cierto es que publiqué casi de casualidad, sin buscarlo mucho ni muy en serio. La imagen de un chico de veinte años que quiere publicar una novela a toda costa me parece absurda. A esa edad, salvo que seas el genio talentoso que casi nadie es, aún no hay nada que contar. Pero hay todo por leer. Y cualquier escritor en lengua española que pretenda serlo de verdad debe conocer los clásicos griegos y latinos, los del siglo XVI y XVII (ahí se cuaja el estilo y el idioma) y la gran novela europea del XIX, Balzac, Dickens, Stendhal, Tolstoi, Dostoeivsky, Dumas, Victor Hugo, etcétera, que es la que de verdad te enseña a escribir y a crear estructuras narrativas. Luego, en el XX, conocer a Mann, Zweig, Fitzgerald, Conrad, Borges y algunos otros. Y por supuesto, leerlo todo con humildad profesional, lápiz en mano, aprendiendo. Sin prisas. Las prisas y la ambición de ver tu nombre en letra impresa han destrozado a muchos que habrían sido buenos novelistas.
07 noviembre 2009
El Dueño de Rampling Gate (4a parte)
-¡Tú ya le conoces! -dije a Richard, casi histérica-. Era él, el joven del tren. Sólo que ahora llevaba una levita pasada de moda desde hace muchos años, y un corbatín de seda desanudado al cuello. Richard, estaba leyendo tus papeles, revolviéndolos y leyéndolos en una oscuridad completa.
-De acuerdo -contestó Richard, y con un gesto expresivo me pidió calma-. Él estaba sentado en el escritorio. Y como allí no había luz, no pudiste verle bien.
-¡Richard, era él! ¿No lo entiendes? ¡Me tocó, me sujetó los brazos!
Miré implorante a Mrs. Blessington, que meneaba de un lado a otro su cabeza en la que los ojillos brillaban a la luz como cuentas de cristal azules.
-¡Me llamó Julie! -susurré-. ¡Conoce mi nombre!
Me levanté, me apoderé de una vela, y empujando a Richard fuera de mi camino me acerqué al escritorio.
-¡Buen Dios! -exclamé-. ¿No ves lo que ha ocurrido? ¡Son tus cartas al doctor Partridge y a Mrs. Sellers, sobre el asunto del derribo de la casa!
Mrs. Blessington dio un leve grito y se llevó una mano a la mejilla. Parecía un pájaro disecado con un gorro de noche. Abrumada, se dejó caer en la silla de respaldo recto colocada junto a la puerta.
-Seguro que no crees que pueda tratarse del mismo hombre, Julie, después de tantos años...
-Pero no ha cambiado ni en el más mínimo detalle. No hay confusión posible, Richard, era él, te lo aseguro, él mismo.
-Oh, querida, querida... -susurró Mrs. Blessington-. ¿Qué hará él si intentan derribar la casa? ¿Qué va a hacer ahora?
-¿Qué va a hacer quién? -preguntó despacio Richard, al tiempo que sus ojos se estrechaban. Me arrebató la vela y se acercó a ella. Yo me había quedado mirándola con la boca abierta, sin darme del todo cuenta de lo que acababa de decir.
-¡De modo que sabe quién es él! -murmuré.
-Julie, calla de una vez! -dijo Richard. Pero el rostro del ama de llaves se había vuelto rígido, su palidez había desaparecido, y los ojos eran de nuevo distantes y apagados.
-¡Usted sabía que él estaba aquí! -insistí-. Debe contárnoslo de una vez.
-No hay nada en esta casa que pueda hacerle daño a usted -dijo-, ni a ninguno de nosotros.
Se volvió, rechazando a Richard que intentaba ayudarla, y cruzó sola el salón oscuro.
-Ya no me necesitan aquí -declaró, en voz baja-, y si van a derribar esta casa construida por los abuelos de sus abuelos, podrán hacerlo perfectamente sin mi ayuda.
Pero ella se dirigía ya a la galería que llevaba al ala norte.
-Ve tras ella, Richard. Ya la has oído. Sabe quién es él.
-He oído lo suficiente por esta noche -contestó Richard, casi irritado-. Los dos tenemos que irnos a la cama. A la luz del día analizaremos todo este embrollo y registraremos la casa.
-Pero alguien tiene que decírselo a él, ¿no es así`? -pregunté.
-¿Decir qué? ¿Y a quién te refieres?
-¡Decirle que no vamos a derribar la casa! -contesté pronunciando con claridad las palabras, en voz muy alta, escuchando el eco de mi propia voz.
El día siguiente fue el más agotador que habíamos vivido desde nuestra llegada. Nos costó buena parte de la mañana convencer a Mrs. Blessington de que no teníamos intención de destruir Rampling Gate. Richard echó las cartas al correo y decidió no hacer nada hasta que recibiéramos ayuda.
Y los dos juntos, empezamos a registrar la casa. Pero la noche nos sorprendió a media tarea, después de haber cubierto el torreón, el ala sur y la mayor parte de la casa propiamente dicha. Nos quedaba todavía por registrar el torreón norte, que se encontraba en un estado de ruina casi total, y algunas estantías subterráneas que en épocas pasadas habían servido de mazmorras y ahora estaban tapiadas. También había armarios y escaleras ocultos por todas partes, en los que apenas habíamos mirado, y en determinados momentos no podíamos decir con Precisión dónde habíamos estado registrando y dónde no.
Pero a la hora de la cena también había quedado meridianamente claro que Richard se encontraba en un estado próximo a la exasperación, y convencido de que yo no había visto nada en absoluto la noche anterior, en el estudio.
También había llegado a la conclusión de que tío Baxter se había vuelto loco antes de morir, o bien de que las notas garabateadas en su diario se referían en clave a algún acontecimiento social que le había afectado de forma inusual.
Pero yo sabía lo que había visto. Y a medida que avanzaba el día, me fui haciendo más callada y distraída. Mrs. Blessington y yo no cruzábamos la menor palabra, y pude comprender demasiado bien la rabia que había advertido en la voz de mi padre en aquella noche lejana en la que, de regreso de la estación Victoria, mi madre le acusó de imaginar cosas.
Pero lo que me obsesionaba por encima de todo era el aspecto amable del hombre misterioso al que había conseguido ver por un instante; los ojos oscuros casi inocentes que me habían mirado brevemente antes de que yo empezara a gritar.
-Es extraño que a Mrs. Blessington no le asuste -dije en voz baja y distraída, sin preocuparme de que Richard me oyera o no-. Y ninguna otra persona de por aquí parece tenerle miedo.
Me asaltaban las más extrañas fantasías. Volvían a mi cabeza las palabras despreocupadas de los habitantes del pueblo.
-Lo más sensato es que hagas una cosa de la mayor importancia, antes de irte a dormir -dije a Richard-. Deja escrita una nota con la declaración de que no tienes intención de derribar la casa.
-Julie, has creado un dilema imposible -protestó Richard-. Insistes en tranquilizar a la aparición asegurándole que la casa no va ser destruida, cuando de hecho afirmas haber comprobado la existencia de la criatura que precisamente impulsó a nuestro padre a darnos la orden que nos dio.
-¡Ah, desearía no haber venido nunca aquí! -estallé de repente.
-En ese caso, vámonos los dos, y decidamos sobre este asunto en casa.
-No, de eso se trata. No podría irme jamás sin conocer antes... «sus secretos»..., «el demonio astuto». ¡No podría seguir viviendo sin saber la verdad!
A.R. (1982)
(Continuará)
06 noviembre 2009
Curiosidades varias
Hace varios días fui al centro a hacer varias cosas, aprovechando que Happy Demon estaba en el cole. No tenía ganas de caminar (sinceramente el Centro me queda a tiro de piedra de casa) así que tomé un taxi y mientras esperábamos a que cambiara el semáforo, miré por la ventanilla y me encontré con que el chofer de un autobús urbano aprovechaba cada semáforo para leer ô_O No se trataba de un diario deportivo, ni de una revista: era un libraco grueso. No pude ver la portada, pero lo mismo daba si se trataba de literatura o de un manual, lo sorprendente era su actitud.
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No soy fan de las bicis y creo que hace más de veinte años que no me subo a una. Y algunas veces, estoy que trino con esa modita de los bicicleteros que se sienten dueños de las aceras, que no calles, y van a su aire sin importar que el transeúnte vaya con niños, con cochecitos de bebé, carritos de la compra o se trate de una persona mayor. A veces ni siquiera tocan el timbre y te pasan zumbando. Pero hace algunos días, casi me quité el sombrero ante una chica que con temendos taconazos pedaleaba con singular alegría.
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Detesto que se use a modo de insulto llamar bruja a la mujer. Aunque hay que reconocer que dentro del imaginario colectivo una bruja tiene el físico de una anciana desdentada, con verruga en la nariz, encorvada y más mala que la tiña, igualita quizás a la bruja de Blancanieves made by Disney, hahaha. Pero lo cierto es que no pude pensar en otro apelativo cuando hace unos días me encontré a un grupo de mujeres mayores en mitad de la acera, hablando entre ellas con susurros (cosa rarísima en esta parte del mundo donde parece que la mayoría de la gente se ha tragado un megáfono). Todas eran de la misma estatura (tirando a bajita), todas llevaban el mismo corte de pelo (aquí la costumbre es que conforme pasan los años, menos largo lo llevan las mujeres) y vestidas con ropas oscuras aunque no precisamente negras. Aquello parecía un conventículo o como si se tratase de las brujas de Macbeth, hahahaha.
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- Mira mamá, la lunaaa - dijo Happy Demon señalando al cielo un poco desteñido de aquella mañana.
- Sí, mira qué bien se ve - respondió la madre mientras intentaba no pisar las miles de cacas de perro que adornar la acera del colegio donde asiste su hijo :P
- Pero la luna sale de noche, mamá - comentó Happy Demon extrañado.
- Pues mira hijo, es que la luna es muy trasnochadora...
- ¿Y por qué, mamá?
- Puesss... porque la luna trabaja toda la noche y a veces no se da cuenta de que ya es hora de irse a dormir.
Eso de que la luna trabaja toda la noche quizá no quedó muy bien, hahaha, pero es que (como suele ocurrir), mi hijo me agarró desprevenida y ya no sabía cómo explicarle que la luna también se puede ver de día. Quizá le hice un pequeño comentario sobre su trabajo nocturno, hahaha: que si regula las mareas, que si da luz, pero Happy Demon no me hizo demasiado caso y yo me sentí un poco ridícula hablando de aquellas cosas con un niño de cuatro años y medio. Aunque también recordé a mi señor marido: hace algún tiempo me dijo que cuando me escuchaba explicarle cosas a Happy Demon, le recordaba a las hadas madrinas de las pelis de Disney, hahaha. Esto podría sonar sumamente cursi si no supiéramos que hasta la peli La Bella y la Bestia, España no hacía sus propios doblajes y todas las pelis infantiles se adquirían con el doblaje mexicano :P A excepción de Pinocho que es la única que fue doblada en Argentina desde su estreno.
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He tenido una verdadera semana de perros: el lunes se manifestó un catarro simplón con la nariz fluyendo como una de las cataratas del Niágara. El martes y el miércoles estuve cuasi afónica pero sin tener mucha oportunidad de descansar la voz porque con un hijo de cuatro años y medio, es misión imposible permanecer con la boca cerrada :P He ido a ver al médico de cabecera que me corresponde según la Seguridad Social: le ha bastado y sobrado escucharme para endosarme un par de recetas. Una era de pastillas de cinco miligramos que debo tomar por partida doble, una vez al día. La otra era de un spray que suelen usar los cantantes para recuperar la voz :/ Sobra decir que como no soy la Callas, mandé a hacer gárgaras la mentada receta del spray y sólo compré las pastillas. Una vecina me comentó que ella había comprado unas yerbas en una tienda naturista y que eso le había ayudado mucho con la afonía. Pues nada, aproveché que tenemos una tienda de ese tipo a menos de una calle de distancia de donde vivo y me compré lo que se conoce como hierba del cantor :P Hay que tomarla como un té pero a mí, sinceramente, no me ha servido de casi nada.
Estoy comenzando a pensar que padeceré por un buen tiempo afonía crónica :P Mi marido me ha sugerido que o bien me monto una estación de radio por internet, hago podcast a diestra y siniestra o me pongo a trabajar como secretaria de algún mafioso, que con esta voz, puedo causar todo tipo de reacciones y no de las más recomendables, hahaha.
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Después de varios meses tras la pista de un libro que llegué a creer que me lo había imaginado, al fin lo he comprado y cuasi devorado ;-) Tamsin de Peter S. Beagle me cautivó desde que lo vi en una papelería cercana a mi casa y leí su contraportada: Cuando Jenny llega a la campiña inglesa para vivir con su madre y su nuevo padrastro no siente interés alguno por el paisaje que la rodea, hasta que se encuentra con cosas de la antigua hacienda que la atan a otro mundo, un mundo más oscuro y más antiguo que cualquier otra cosa que haya experimentado jamás. Entonces conoce a Tamsin...
Siento reconocer que no había leido nada de este autor cuya obra más conocida es El Último Unicornio (que yo sólo conozco en formato de cine, en aquella preciosa adaptación en dibujos animados) pero me ha sorprendido gratamente al ubicar una historia actual que se une con el pasado a través de la magia de las presencias antiguas y mágicas del folclore británico. Quizá falta un poquitín más de ambiente fantástico, de desarrollo de historia, porque de pronto el final parece un poco precipitado. Sin embargo, bien ha valido la pena lo mucho que me costó conseguir el libro porque casi en ninguna librería ni siquiera tenían tratos con la editorial que es Nabla Ediciones. Ni la Feria del Libro, ni la Casa del Libro. Finalmente, en FNAC, voilà, apareció detrás de varios ejemplares medianamente ordenados de forma alfabética en la estantería correspondiente a Fantasía. Era como si me estuviese esperando ;-)
Lo siento, Drácula, el No-Muerto, lo siento sobrino-bisnieto de Stoker, tuve que dejarlos a un lado por una jovencita neoyorquina que se descubre a sí misma y a un mundo inimaginable, a través de una historia pulcra y envolvedora. Digo todo esto porque originalmente había ido a FNAC a comprar la novela de Dracre Stoker.
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Me está costando mucho la lectura de La Cosecha de Samhein de José Antonio Cotrina y realmente no sé por qué. A veces me da la sensación de que la redaccción está un poco descuidada y me va entorpeciendo la lectura ir pensando que aquí o allá hubiese quedado mucho mejor tal o cual frase. Sip, es literatura juvenil y ha tenido muy buenas críticas, pero no sé, hay algo que a mí no termina de engancharme.
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Estoy h-o-r-r-o-r-i-z-a-d-a O_O
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Toda una autoridad en el terreno como el escritor Stephen King ha dicho que la saga Crepúsculo no tiene emoción. Chris Weitz, director de la nueva entrega, se defiende: Estos libros hablan de unas emociones de amor y pérdida sobre las que Stephen King no está precisamente puesto (risas). La verdad es que no me sorprende ni que lo diga. Pero sí a la gente le gusta es porque se identifican con la protagonista, con su sensación de inseguridad, con ese sentimiento de haber encontrado a alguien especial que luego te arrebatan sin explicaciones. Eso es algo que todo el mundo ha experimentado a no ser que sean muy desafortunados. También habla del poder sanador de la verdadera amistad. Así que, desde el respeto, estoy en desacuerdo con el señor Stephen King. (Revista Fotogramas, nº 1993, Noviembre de 2009)
Valgamito, bien dicen que la ignorancia es muy atrevida. Lo peor es encontrarse a un iluminado que se siente poseedor de la verdad absoluta porque le han llamado para dirigir una franquicia no en reconocimiento de su "arte" (es conocido por haber dirigido American Pie y La Brújula Dorada, entre otras, y creo que con eso ya digo bastante) sino porque querían algo rápido y sin "florituras".
Claro, también tiene que entrar al trapo criticando a un escritor que tiene toda la razón en sus declaraciones y peor aún, que habla con conocimiento de causa porque no se ha encasillado en el horror puro y duro.
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Aunque se palpa el respeto de Weitz, está claro que Wyck Godfrey (en cuyo currículum como productor están Yo, Robot o Eragorn) quien lleva la mayor parte del peso de la película. Godfrey ha mencionado que le ha encantado Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008). ¡Dios, me encanta esa película! ¡Es de lo mejor que he visto últimamente! La película sueca tiene una visión de la sexualidad muy explícita, no así la saga de Crepúsculo, que como es sabido, es en parte un elogio de la castidad. No en vano Meyer es mormona confesa y no bebe ni fuma y mucho menos aprueba el sexo fuera del matrimonio.
Sin embargo, cuando sale el tema de la castidad de Edward Cullen (el personaje de Robert Pattinson), Godfrey le da una vuelta de tuerca: Para mí, es una metáfora de la represión sexual y del deseo, del amor obsesivo. Él está enamorado, pero teme que si pierde el control la pueda matar y creo que eso es un sentimiento muy fuerte que conecta con las chicas de esa edad, entre los 13 y los 15 años. Es cuando piensas: Me gusta ese chico, pero no sé qué va a pasar si pierdo el control. La atracción que sienten me parecía muy interesante. (Revista Fotogramas, nº 1993, Noviembre de 2009).
Acabáramos... Ahora resulta que Corpúsculo se convertirá en estandarte de la castidad, o en todo caso, en el más puro y vivo ejemplo del quiero y no puedo, de la amenaza del sexo materializada en un vampiro sediento de sangre sexual, hahaha.
Jo, ya lo sé, ya lo sé, es más, ya lo había dicho: qué poca gracia tiene un vampiro contenido que tiene no miedo, sino pavor de desmelenarse y vivir sólo bajo los dictados de su instinto... Qué desperdicio.
05 noviembre 2009
Canción para Louis
http://www.youtube.com/watch?v=E3wjNKnRYgY
"Canción para Louis" (Vampiro)" - Santa Sabina (en vivo, Festival Cervantino, 1998)
¿Cuál es la orilla de la vida humana?
¿Por qué se quiebra por la sed de sangre?
¿Quién me ha ordenado gobernar la noche
con esta eternidad a cuestas?
Yo iba a morir en el temor divino
pero él quería la savia de mis venas
No sé vivir y sé que soy un ángel
abandonado a su soberbia
Mi maldición:
andar sin luz
soñar el sol
Nocturno dios
No hay más credo para mí
Nocturno dios, piedad:
déjame morir
Rojo elíxir en mi boca
Vida eterna
y Dios duerme
Déjame beberte
sufro sed de saber
por qué estoy aterrada
Me hizo su esclava por beber su sangre
No sabe de lo frágil de mi carne
Dice que no me encuentro en el espejo
y lo enmudece la belleza
La soledad es su mansión nocturna
Viaja veloz al filo de la luna
Quiere llevarme asida a sus espaldas
abandonados por la muerte
Nocturno dios:
No hay más credo para él
Nocturno dios, piedad;
déjanos morir
Noche roja en sus ojos
dios que duerme desangrado
Déjame beberte
Tengo sed de saber
tu razón de entregarte.
Del álbum "Símbolos" (1994)
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Es una pena que el trabajo tanto de poesía como de narrativa de la escritora Adriana Díaz Enciso haya sido publicado en editoriales pequeñas que, en muchos casos, han desparecido. Ella es la autora no sólo de este tema de la banda Santa Sabina, sino de varios más como la preciosa Alas Negras y Babel. Hace muchos años, fue una de las pioneras en impartir cursos de literatura de horror en la Ciudad de México y escribió una novela que versa sobre vampiros, La Sed, pero la editorial prefirió omitirlo "delicadamente" porque el tema como tal, sólo se explota en las últimas cien páginas.
Hoy en día, hay mucha gente que busca no sólo esta novela, sino los demás trabajos de Díaz Enciso como quien busca un oasis en pleno desierto. Y ella, desde su actual residencia en el barrio de Highgate en Londres, apenas es capaz de dar algunas señas y de atreverse a recomendar que se busque su producción en alguna librería de viejo :P
Vampiro (Una canción para Louis) como es mejor conocida, es una canción-poema surgida tras la lectura de Entrevista con el vampiro. Y no cabe duda que no tiene mejor intérprete que la magnífica Rita Guerrero, actriz y cantante no sólo de la banda Santa Sabina sino también del proyecto renacentista llamado Ensamble Galileo.
01 noviembre 2009
Calavereando
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