Ilustración: Leticia Barradas
Para entender el lavado de dinero en una de las plazas más duras del narco en México, hay que visitar una sencilla calle de siete cuadras, la Juárez. Ahí está el Wall Street de Culiacán, en donde las doladeras mueven dos millones de dólares diarios en plena acera, con ctizaciones muy por debajo de las oficiales. Justo en esa calle radica la historia hasta ahora nunca contada de la operación Imperial Emperor, mediante la cual las autoridades de las Aduanas de Estados Unidos desmantelaron una red de lavado del cártel de Sinaloa, cuya cabeza era precisamente una de las más famosas doladeras: Blanca Margarita Cázares, mejor conocida como La Chiquis.
Culiacán, Sinaloa. Se distingue apenas se llega a la calle Juárez, esa calle que expide un olor a carne fermentada. Viste una blusa entallada y escotada, unos pantalones ajustadísimos a la cadera, tiene una cabellera lacia al viento y unas uñas decoradas con pedrería igual de falsa que los lentes Gucci que le cubren medio rostro.
Permanece debajo de una enorme sombrilla que no da para sortear el aire húmedo. Está armada: carga un celular en la mano y una calculadora Casio en la otra. Está trabajando: blanquea en pesos los dólares aromatizados de mota , perico o goma de amapola de la sierra.
Su voz áspera, puritita norteña, asalta por la ventanilla del auto:
- Doce cincuenta, venta; doce treinta y cinco, la compra; anímese, orita está en el precio más bajo- dice con cierto tono que parece saber con exactitud qué es el Dow Jones o el índice Nikkei.
Puede ser que en este Wall Street sinaloense nadie haya estudiado en Harvard, pero aquí es donde primero se sabe en cuánto el dólar, en cuánto estará mañana y sin van a subir o bajar los intereses bancarios. El dinero sucio ofrece esas ventajas en el mercado.
- ¿Y si compramos 10 mil dólares, nos darías un precio más bajo?
La doladera hace cuentas a la velocidad de la luz. Después ofrece:
- Se los pongo a doce y cuarenta y ocho. Ora que si quieren, hablen con mi patrona, a lo mejor les da precio.
Su patrona es La Juany, una mujer que no rebasa el 1.10 de altura y a la que sólo le quedó crecer económicamente. La Juany, cuenta la leyenda, fue la primera a la que se le ocurrió cambiar los dólares que los hombres de la sierra bajaban después de ganárselos a fuerza de contrabando.
"Al sierreño le daba cosa cambiar su dinero en los bancos, pensaba que los banqueros los denunciarían io que la poli los iba a chantajear, entonces la enana, La Juany, se puso a cambiárselos y así comenzó la Juárez", dice un veterano taxista que sabe suficientes historias sobre el lavado de dinero en Culiacán.
La Juany, siempre desconfiada, no quiso bajar ni un centavo más. Y ni modo de insistir: sus escoltas, a los que contrató luego de que la secuestraron en un par de ocasiones, tienen la cara de esos hombres que matan sin remordimiento alguno.
La primera doladera, la guapísima, a la que podríamos llamar Coqueta, mira su reloj. Sus ojos dicen algo así como "estoy perdiendo el tiempo". Cambiamos 50 dólares. Ella gana el diez por ciento -o sea, cinco dólares- y sonríe de tal manera, en ese mismo momento , hubiera podido cambiar millones de dólares a los cárteles colombianos.
- ¿Y por qué todas ustedes son tan guapas? ¿Es una regla?
- Entre más buena, más jale tienes. Ustedes los hombres son muy perros -responde con el tono de quien ya no cuenta nada nuevo.
- Se ve que se mueve mucho el dólar aquí, ¿no?
- Uy, machín -dice y se va con otro cliente que trepado en una camionetota, le da cuatro fajos. Puros billetes de cien dólares.
El sinaloenese Germán Castro, Presidente de la Asociación Nacional de Centros Cambiarios y Transmisiones de Dinero (Anec-TD), había dicho a emequis: "Por ventanilla, en los centros cambiarios legales del país, se promedian 25 mil dólares al día; en la Juárez, que son apenas siete callecitas, mínimo se mueven 2 millones de dólares al día".
Bienvenidos a la lavandería al aire libre más grande de América Latina: la Juárez.
***
Entre las calles Juárez, Hidalgo, Galeana y Granados se encuentra El Mercadito. Una vieja placa extraviada entre anuncios dice que oficialmente es el Centro Comercial Rafael Buelna, fundado en 1962. Los habitantes de Culiacán, siempre prácticos, le pusieron el diminutivo para diferenciarlo del de Garmendia, el mercado más grande de Culiacán.
En El mercadito es imposible caminar, aunque ahí se puede comprar de todo lo que el mundo desea: desde machaca hasta una cuatrimoto, pasando por el mejor tomate, las peores imitaciones de artículos de marca como Moschino, Louis Vuitton o Versace, el mítico Malverde, el corrido de la más nueva matanza, las más extravagantes botas, el más potente cuerno de chivo, las más sabrosas tortillas y el exacto instrumental para la siembra de la manzana (o la mota o la amapola): fertilizantes, instrumentos de labranza, mangueras, chalecos de camuflaje y motobombas. Todo listo, nomás para poner las semillas.
No es raro, entonces, ver al serrano llegar a la Juárez, ir con la doladeras a cambiar los dólares ganados en la siembra y surtirse en El Mercadito.
Ahí, en una menudería, un viejo que traía huaraches, camisa sucia desfajada, y con olor a tierra mojada, masticaba con entusiasmo el picoso menudo de garra y no soltaba una bolsa de plástico como las que dan en los supermercados. Se transparentaba, así que era casi imposible no saber que cargaba muchos dólares.
- Anda barato el dólar -le dijimos para hacer plática.
- Sí, sí, e'lo que andan diciendo los plebíos. Pero yo voy a ver en cuánto me lo reciben en la Chrevole.
- ¿Se va a comprar una troca?
- Simón.
- ¿Una Cheyenne? ¿Una Silverado?
- No, una de esas Jiumer.
No quiso ser acompañado a la concensionaria. Más tarde, sin embargo, el taxista que lo llevó a la Chevrolet contó el resto de la historia:
"Llegamos, me dijo que lo esperara tantito. Se metió con su bolsita y se puso a platicar con uno de los batos. Como a los diez minutos salió y me dijo: 'Compa, ya no lo voy a ocupar, ya compré mi troca'. Y me dio 100 dólares".
En otro lugar, la historia puede sonar increíble.En Culiacán, no. De esas anécdotas hay puñados.
Por ejemplo: Un día, un reportero fue a esa misma agencia Chevrolet a tramita el crédito para un auto. El vendedor dejó de atenderlo cuando llegó un tipo en bermudas acompañado de tres chavalos rapados y rosarios atados al cuello, que ni siquiera preguntó el precio de la Avalanche. De una bolsa de mandado sacó casi 39 mil dólares. Le facturaron la camioneta y se fue quemando llanta. El colega ni siquiera obtuvo su crédito para una Chevy de tres puertas: 90 mil pesos.
***
En el puesto de discos compactos de El Mercadito sonaban los Tigres del Norte: Voy a cantar un corrido, escuchen muy bien mis compas, para la Reina del Sur, traficante muy famosa, nacida allá en Sinaloa, la tía Teresa Mendoza.
Una de las doladeras, la de las mechas amarillas, seguía la canción como si los Tigres se la hubiesen compuesto a ella.
- Es que Teresa Mendoza también fue doladera. Yo no la conocí pero dicen que era bonitilla -dice la chica de maquillaje sobrecargado.
- Pero Teresa Mendoza no existió. El escritor Arturo Pérez-Reverte escuchó el corrido dedicado a Camelia la Tejana y de ahí surgió la idea para su novela.
- No es cierto. La Tere Acá es toda una leyenda.
- ¿Y te gustaría ser como ella?
- ¿Y por qué no?
- Lo malo es que Teresa Mendoza es ficción.
- ¿Entonces La Chiquis tampoco existió?
- Ella sí.
- Pos aquí sí se vio a la Teresa Mendoza. Es más hasta dicen que llegaron a secuestrarla como a otras doladeras.
- ¿Las secuestran?
- Sí, por eso ya no nos subimos a los carros. Antes sí: llegaba el cliente y le dábamos el dinero en sus carros. Pero luego empezó a venir puro bato malora y se llevaban a las plebes.
- ¿A ti te pasó?
- No, pero a una amiga sí. Se la llevó un viejo abusón, le puso sus chingadazos y la aventó por el aeropuerto.
- ¿Y ese dinero deben pagarlo ustedes?
- Depende. Yo tengo un patrón bien camarada. Pero a otras les hacen pagarlo, les dicen que segurito lo planearon con los batos y quién sabe qué tanto.
- ¿Y cómo te llamas?
- ¿Pa' qué quieren saber?
- Para un trabajo.
- Pos pónganle que soy la Teresa Mendoza -dice y regresa a su trabajo.
Hubiese sido bueno decirle también que Ángel González escribió Contrabando y Traición inspirado en una amiga llamada Camelia y en Emilio Varela, su cuñado, que no conoce a la tal Camelia.
***
Pocas veces la Juárez ha sido golpeada por las autoridades. La última vez ocurrió el 14 de mayo de 2008. Ese día, militares y agentes federales cerraron casi 30 centros cambiarios. El Wall Street, Mr. Dollar, Cash Money, Acuario, Mercadolar, Servicambio y otros establecimientos fueron clausurados para investigarlos por lavado de dinero.
Un encargado de esos negocios cuenta a emeequis que, sobre todo los militares, les pidieron anotar en una hoja los montos de dólares y pesos que tenían para que les fueran entregados. "No pusimos todo: yo anoté como 40 mil dólares y 90 mil pesos; la verdad es que había como un millón de dólares y unos 800 mil pesos. Lo bueno es que ninguna autoridad revisó si teníamos lo que anotamos".
Los negocios estuvieron cerrados casi un mes. Ahora se sabe que la tardanza en reabrirlos se debió a que tanto los militares como los agentes federales exigieron buenas sumas de dinero para que los doladeros regresaran a trabajar. "La mayoría se arregló, fue el mes de la mesa que más recauda, za, za, za", cuenta el encargado entre risas.
- ¿Y los que no?
- Los metieron a la cárcel por no mocharse.
***
Doladera, como solicita que se le llame, llegó a la cita con media hora de retraso. Venía exhausta por el calorón. "Bofeada", dijo ella. Como la mayoría de las chicas de la Juárez, Doladera parece un maniquí. Había aceptado la entrevista sólo con la condición de omitir ciertos datos.
- ¿Y para qué soy buena?
- Queremos que nos cuentes el movimiento del dólar, ¿de dónde lo traen?, ¿a dónde va a parar tanto dinero?
- Pos del turismo no viene, ¿eh? -dice irónica-. ¿Y a dónde va a parar? A los bancos.
- ¿A los bancos? ¿Pero no tienen leyes ahí para detectar el lavado de dinero?
- Un banco ocupa dinero y nosotros lo tenemos -dice en plural.
- En los centros cambiarios hay reglas. Por ejemplo: a aquel que cambia más de 3 mil dólares se le debe abrir un expediente. ¿En la Juárez lo hacen?
- Si eso hiciéramos, ¿ustedes creen que seguirían el negocio? ¡Claro que no! Los buchones ni credenciales tienen y, si tienen, seguro son falsas. Ellos, como dice un corrido, trabajan contra la ley. Uno pa' qué los va a meter al redil.
- Hay centros cambiarios que invierten hasta 15 mil dólares en programas antilavado. Es obvio que ustedes no...
- Lo que se llega a pagar son como 5 mil pesos de multa al año por no tener esos programas. ¿Es más barato, no?
Doladera se salta la siguiente pregunta: nombres de algunos zares del lavado de dinero en la Juárez. Lo que sí asegura es que no todos son negocios chuecos.
- Póngale que de de los 40 establecimientos, como la mitad está en regla.
- En toda Sinaloa hay 80 centros registrados. O sea: en la Juárez está la mitad.
- Yo creo que debe haber más. busquen en la sección amarilla. Ahí hay como 200, nomás aquí en Culiacán.
Doladera, después, habla un poco de su vida: que vive bien, que tiene la plata suficiente como para pensar en el retiro, que un pariente se encuentra en la cárcel por lavado, que si se hubiera quedado en su rancho nunca hubiera conocido el mundo, que la vez que viajó a Tucson se la pasó en los malls.
Antes de que se vaya, le preguntamos sí sabe que en el Senado está una iniciativa de ley para que la Comisión Nacional Bancaria y Valores audite a los centros bancarios, dejando a un lado el SAT. Dice que no y suelta una frase qe sintetiza lo que es la calle Juárez:
- Nosotros limpiamos la mierda, siempre nos van a ocupar.
Postdata
Al día siguiente, las casas de cambio tenían el dólar a 13.05 pesos a la venta. En la Juárez, siempre flexible al mercado, amaneció a 12.35 pesos por dólar.
Un avispero de gente salió a comprar. Coqueta estaba ahí, vendiendo como si sirviera machaca con huevo.
(Fragmentos)
Redacción de emequis
EMEQUIS Semanario
17 de agosto de 2009
Permanece debajo de una enorme sombrilla que no da para sortear el aire húmedo. Está armada: carga un celular en la mano y una calculadora Casio en la otra. Está trabajando: blanquea en pesos los dólares aromatizados de mota , perico o goma de amapola de la sierra.
Su voz áspera, puritita norteña, asalta por la ventanilla del auto:
- Doce cincuenta, venta; doce treinta y cinco, la compra; anímese, orita está en el precio más bajo- dice con cierto tono que parece saber con exactitud qué es el Dow Jones o el índice Nikkei.
Puede ser que en este Wall Street sinaloense nadie haya estudiado en Harvard, pero aquí es donde primero se sabe en cuánto el dólar, en cuánto estará mañana y sin van a subir o bajar los intereses bancarios. El dinero sucio ofrece esas ventajas en el mercado.
- ¿Y si compramos 10 mil dólares, nos darías un precio más bajo?
La doladera hace cuentas a la velocidad de la luz. Después ofrece:
- Se los pongo a doce y cuarenta y ocho. Ora que si quieren, hablen con mi patrona, a lo mejor les da precio.
Su patrona es La Juany, una mujer que no rebasa el 1.10 de altura y a la que sólo le quedó crecer económicamente. La Juany, cuenta la leyenda, fue la primera a la que se le ocurrió cambiar los dólares que los hombres de la sierra bajaban después de ganárselos a fuerza de contrabando.
"Al sierreño le daba cosa cambiar su dinero en los bancos, pensaba que los banqueros los denunciarían io que la poli los iba a chantajear, entonces la enana, La Juany, se puso a cambiárselos y así comenzó la Juárez", dice un veterano taxista que sabe suficientes historias sobre el lavado de dinero en Culiacán.
La Juany, siempre desconfiada, no quiso bajar ni un centavo más. Y ni modo de insistir: sus escoltas, a los que contrató luego de que la secuestraron en un par de ocasiones, tienen la cara de esos hombres que matan sin remordimiento alguno.
La primera doladera, la guapísima, a la que podríamos llamar Coqueta, mira su reloj. Sus ojos dicen algo así como "estoy perdiendo el tiempo". Cambiamos 50 dólares. Ella gana el diez por ciento -o sea, cinco dólares- y sonríe de tal manera, en ese mismo momento , hubiera podido cambiar millones de dólares a los cárteles colombianos.
- ¿Y por qué todas ustedes son tan guapas? ¿Es una regla?
- Entre más buena, más jale tienes. Ustedes los hombres son muy perros -responde con el tono de quien ya no cuenta nada nuevo.
- Se ve que se mueve mucho el dólar aquí, ¿no?
- Uy, machín -dice y se va con otro cliente que trepado en una camionetota, le da cuatro fajos. Puros billetes de cien dólares.
El sinaloenese Germán Castro, Presidente de la Asociación Nacional de Centros Cambiarios y Transmisiones de Dinero (Anec-TD), había dicho a emequis: "Por ventanilla, en los centros cambiarios legales del país, se promedian 25 mil dólares al día; en la Juárez, que son apenas siete callecitas, mínimo se mueven 2 millones de dólares al día".
Bienvenidos a la lavandería al aire libre más grande de América Latina: la Juárez.
***
Entre las calles Juárez, Hidalgo, Galeana y Granados se encuentra El Mercadito. Una vieja placa extraviada entre anuncios dice que oficialmente es el Centro Comercial Rafael Buelna, fundado en 1962. Los habitantes de Culiacán, siempre prácticos, le pusieron el diminutivo para diferenciarlo del de Garmendia, el mercado más grande de Culiacán.
En El mercadito es imposible caminar, aunque ahí se puede comprar de todo lo que el mundo desea: desde machaca hasta una cuatrimoto, pasando por el mejor tomate, las peores imitaciones de artículos de marca como Moschino, Louis Vuitton o Versace, el mítico Malverde, el corrido de la más nueva matanza, las más extravagantes botas, el más potente cuerno de chivo, las más sabrosas tortillas y el exacto instrumental para la siembra de la manzana (o la mota o la amapola): fertilizantes, instrumentos de labranza, mangueras, chalecos de camuflaje y motobombas. Todo listo, nomás para poner las semillas.
No es raro, entonces, ver al serrano llegar a la Juárez, ir con la doladeras a cambiar los dólares ganados en la siembra y surtirse en El Mercadito.
Ahí, en una menudería, un viejo que traía huaraches, camisa sucia desfajada, y con olor a tierra mojada, masticaba con entusiasmo el picoso menudo de garra y no soltaba una bolsa de plástico como las que dan en los supermercados. Se transparentaba, así que era casi imposible no saber que cargaba muchos dólares.
- Anda barato el dólar -le dijimos para hacer plática.
- Sí, sí, e'lo que andan diciendo los plebíos. Pero yo voy a ver en cuánto me lo reciben en la Chrevole.
- ¿Se va a comprar una troca?
- Simón.
- ¿Una Cheyenne? ¿Una Silverado?
- No, una de esas Jiumer.
No quiso ser acompañado a la concensionaria. Más tarde, sin embargo, el taxista que lo llevó a la Chevrolet contó el resto de la historia:
"Llegamos, me dijo que lo esperara tantito. Se metió con su bolsita y se puso a platicar con uno de los batos. Como a los diez minutos salió y me dijo: 'Compa, ya no lo voy a ocupar, ya compré mi troca'. Y me dio 100 dólares".
En otro lugar, la historia puede sonar increíble.En Culiacán, no. De esas anécdotas hay puñados.
Por ejemplo: Un día, un reportero fue a esa misma agencia Chevrolet a tramita el crédito para un auto. El vendedor dejó de atenderlo cuando llegó un tipo en bermudas acompañado de tres chavalos rapados y rosarios atados al cuello, que ni siquiera preguntó el precio de la Avalanche. De una bolsa de mandado sacó casi 39 mil dólares. Le facturaron la camioneta y se fue quemando llanta. El colega ni siquiera obtuvo su crédito para una Chevy de tres puertas: 90 mil pesos.
***
En el puesto de discos compactos de El Mercadito sonaban los Tigres del Norte: Voy a cantar un corrido, escuchen muy bien mis compas, para la Reina del Sur, traficante muy famosa, nacida allá en Sinaloa, la tía Teresa Mendoza.
Una de las doladeras, la de las mechas amarillas, seguía la canción como si los Tigres se la hubiesen compuesto a ella.
- Es que Teresa Mendoza también fue doladera. Yo no la conocí pero dicen que era bonitilla -dice la chica de maquillaje sobrecargado.
- Pero Teresa Mendoza no existió. El escritor Arturo Pérez-Reverte escuchó el corrido dedicado a Camelia la Tejana y de ahí surgió la idea para su novela.
- No es cierto. La Tere Acá es toda una leyenda.
- ¿Y te gustaría ser como ella?
- ¿Y por qué no?
- Lo malo es que Teresa Mendoza es ficción.
- ¿Entonces La Chiquis tampoco existió?
- Ella sí.
- Pos aquí sí se vio a la Teresa Mendoza. Es más hasta dicen que llegaron a secuestrarla como a otras doladeras.
- ¿Las secuestran?
- Sí, por eso ya no nos subimos a los carros. Antes sí: llegaba el cliente y le dábamos el dinero en sus carros. Pero luego empezó a venir puro bato malora y se llevaban a las plebes.
- ¿A ti te pasó?
- No, pero a una amiga sí. Se la llevó un viejo abusón, le puso sus chingadazos y la aventó por el aeropuerto.
- ¿Y ese dinero deben pagarlo ustedes?
- Depende. Yo tengo un patrón bien camarada. Pero a otras les hacen pagarlo, les dicen que segurito lo planearon con los batos y quién sabe qué tanto.
- ¿Y cómo te llamas?
- ¿Pa' qué quieren saber?
- Para un trabajo.
- Pos pónganle que soy la Teresa Mendoza -dice y regresa a su trabajo.
Hubiese sido bueno decirle también que Ángel González escribió Contrabando y Traición inspirado en una amiga llamada Camelia y en Emilio Varela, su cuñado, que no conoce a la tal Camelia.
***
Pocas veces la Juárez ha sido golpeada por las autoridades. La última vez ocurrió el 14 de mayo de 2008. Ese día, militares y agentes federales cerraron casi 30 centros cambiarios. El Wall Street, Mr. Dollar, Cash Money, Acuario, Mercadolar, Servicambio y otros establecimientos fueron clausurados para investigarlos por lavado de dinero.
Un encargado de esos negocios cuenta a emeequis que, sobre todo los militares, les pidieron anotar en una hoja los montos de dólares y pesos que tenían para que les fueran entregados. "No pusimos todo: yo anoté como 40 mil dólares y 90 mil pesos; la verdad es que había como un millón de dólares y unos 800 mil pesos. Lo bueno es que ninguna autoridad revisó si teníamos lo que anotamos".
Los negocios estuvieron cerrados casi un mes. Ahora se sabe que la tardanza en reabrirlos se debió a que tanto los militares como los agentes federales exigieron buenas sumas de dinero para que los doladeros regresaran a trabajar. "La mayoría se arregló, fue el mes de la mesa que más recauda, za, za, za", cuenta el encargado entre risas.
- ¿Y los que no?
- Los metieron a la cárcel por no mocharse.
***
Doladera, como solicita que se le llame, llegó a la cita con media hora de retraso. Venía exhausta por el calorón. "Bofeada", dijo ella. Como la mayoría de las chicas de la Juárez, Doladera parece un maniquí. Había aceptado la entrevista sólo con la condición de omitir ciertos datos.
- ¿Y para qué soy buena?
- Queremos que nos cuentes el movimiento del dólar, ¿de dónde lo traen?, ¿a dónde va a parar tanto dinero?
- Pos del turismo no viene, ¿eh? -dice irónica-. ¿Y a dónde va a parar? A los bancos.
- ¿A los bancos? ¿Pero no tienen leyes ahí para detectar el lavado de dinero?
- Un banco ocupa dinero y nosotros lo tenemos -dice en plural.
- En los centros cambiarios hay reglas. Por ejemplo: a aquel que cambia más de 3 mil dólares se le debe abrir un expediente. ¿En la Juárez lo hacen?
- Si eso hiciéramos, ¿ustedes creen que seguirían el negocio? ¡Claro que no! Los buchones ni credenciales tienen y, si tienen, seguro son falsas. Ellos, como dice un corrido, trabajan contra la ley. Uno pa' qué los va a meter al redil.
- Hay centros cambiarios que invierten hasta 15 mil dólares en programas antilavado. Es obvio que ustedes no...
- Lo que se llega a pagar son como 5 mil pesos de multa al año por no tener esos programas. ¿Es más barato, no?
Doladera se salta la siguiente pregunta: nombres de algunos zares del lavado de dinero en la Juárez. Lo que sí asegura es que no todos son negocios chuecos.
- Póngale que de de los 40 establecimientos, como la mitad está en regla.
- En toda Sinaloa hay 80 centros registrados. O sea: en la Juárez está la mitad.
- Yo creo que debe haber más. busquen en la sección amarilla. Ahí hay como 200, nomás aquí en Culiacán.
Doladera, después, habla un poco de su vida: que vive bien, que tiene la plata suficiente como para pensar en el retiro, que un pariente se encuentra en la cárcel por lavado, que si se hubiera quedado en su rancho nunca hubiera conocido el mundo, que la vez que viajó a Tucson se la pasó en los malls.
Antes de que se vaya, le preguntamos sí sabe que en el Senado está una iniciativa de ley para que la Comisión Nacional Bancaria y Valores audite a los centros bancarios, dejando a un lado el SAT. Dice que no y suelta una frase qe sintetiza lo que es la calle Juárez:
- Nosotros limpiamos la mierda, siempre nos van a ocupar.
Postdata
Al día siguiente, las casas de cambio tenían el dólar a 13.05 pesos a la venta. En la Juárez, siempre flexible al mercado, amaneció a 12.35 pesos por dólar.
Un avispero de gente salió a comprar. Coqueta estaba ahí, vendiendo como si sirviera machaca con huevo.
(Fragmentos)
Redacción de emequis
EMEQUIS Semanario
17 de agosto de 2009
2 comentarios:
Bárbaro, Mac. Gracias por ponerlo, y que lo veamos todos cuando reabra el foro.
Sabía que te gustaría ;-)
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