14 agosto 2009

Inocente oscuridad




"Vampire" - Pink Mountaintops (con imágenes de la peli "Let The Right One In")


You blew fire in my heart when I was found
Oh you leant me coffins oh and laced them with doubt?
Oh and how I did lick oh that spot on your neck
Then sent shivers up under your dress
and moved light of the sun and suck up life from my love

So kiss me please kiss me I’m done turning blue
oh and I’m headed to the darkness I’m on the loose
oh lover oh simply won't lay down and die

ohhhh vampires you can suck out the blood
but you can't kill the heart of my love

oh creatures in flight
let's be creatures of the night
creatures in flight
let's be creatures of the night
creatures in flight
let's be creatures of the night

you can suck out the blood
but you can't kill the heart of my love

Del álbum "Outside love" (2009)

Pink Mountaintops (MySpace)

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A estas alturas, es probable que todo esté dicho acerca del mito del vampiro. Más aún si nos remitimos al mundo del cine, que la literatura está dando un giro que me atemoriza como nadie se puede imaginar: esa necedad de "humanizar" al vampiro, de meterlo casi con calzador en un mundo más cercano a una realidad que sólo surge de la cabeza o del corazón de una quinceañera que revienta de ganas de ser amada y es presa fácil de las hormonas que de la verdadera y majestuosa fantasía. ¿Para qué escuelas, internados, confrontaciones entre cazadores de vampiros y renegados de su especie? ¿Para qué tantas historias protagonizadas por "vampiros adolescentes o post-adolescentes"?

El cine, desde siempre, se ha alimentado de la literatura. Adaptaciones de novelas y relatos más o menos brillantes y logradas, obras de teatro clásicas, leyendas populares. El vampiro surgido de la pluma de nuestro viejo conocido irlandés fue el primero en apoderarse de la pantalla grande. Pero tras 87 años es casi imposible que se pueda innovar, menos aún que el vampiro aún pueda sorprendernos. Por eso ha sido una verdadera sorpresa esa pequeña joya titulada Déjame entrar.
Guillermo del Toro la calificó como: Un cuento de hadas gracial tan delicado, atormentado y poético como nunca lo has visto. Y cuánta razón tiene, lo malo es que él mismo no se aplicó el cuento y su debut literario carece totalmente de esa magia oscura y fascinante con la que suele crear y rodear a sus películas :p En cambio (sin hacer ocomparaciones ni mucho menos) Déjame entrar es perturbadora, bella, tierna y brutal. Es la historia de amor que nace entre dos soledades. Quizá la historia de un amor imposible entre una niña que es esclava de la sangre y un niño que es víctima de la sociedad, necesitado de amar, de ser amado y aceptado.

Déjame entrar se envuelve en un halo de silencio, como el que se puede sentir cuando el invierno sueco llega y pega fuerte: todo está muy silencioso. Es como si llevaras un grueso gorro de piel que te cubre las orejas. Según Tomas Alfredson, el director: Es muy especial cuando la nieve fresca lo cubre todo. Hay algo de escalofriante en el silencio. Quería hacer una película que funcionase como en el cine mudo. Aunque trabajamos cuidadosamente los diálogos y la banda sonora, mi aspiración era que el film pudiera entenderse perfectamente quitándole el sonido. El silencio es un arma fílmica poderosa, capaz de resaltar el más mínimo ruido o palabra. Además, hay un componente cultural, algo muy sueco. Para nosotros, no contestar una pregunta es un modo de responder, darle la espalda a una persona es un modo de comunicación...

Uno de los aciertos de Déjame entrar es que su director, Tomas Alfredson, no tenía mucho interés -más bien ninguno- en el cine de vampiros. No se considera experto en el tema y quería mantenerse alejado de la fantasía para fortalecer el realismo de la historia. En Suecia, es conocido por hacer películas dramáticas o cómicas. El enfoque fantástico es mérito del autor de la novela: John Ajvide Lindqvist quien también se encargó del guión (alabados sean los dioses). Alfredson comentó en una entrevista que: El proyecto me llegó cuando un buen amigo me dio el libro original. No me interesa ese tipo de literatura y estuvo un tiempo en mi mesilla de noche. Pero la recomendación venía de alguien de fiar y descubrí una muestra original de realismo social, con una pátina de fantasía. Sentía muy cercano el paisaje, esos arrabales de Estocolmo en 1982. En aquella época yo era un poco mayor que los niños, pero entiendo sus vidas, sus probelmas y recuerdo perfectamente el ambiente. A mí me pegaron en el colegio...

A Alfredson le interesó la combinación de lo irreal y lo humano, pero lo humano radica en el acoso escolar que sufre Oskar, el protagonista de doce años. Algunas situaciones del libro tenían relación con episodios de acoso escolar que Alfredson también sufrió en la infancia y le interesaba hablar de ese problema. En la vida real puede ser aún mayor la crueldad. Pero lo que se refleja tan bien en la novela y en la película es capaz de remover sentimientos encontrados. Al menos, ese fue mi caso. Padecí con Oskar pero también lo compadecí y aplaudí cuando se venga en un arrebato total aunque sin hacerlo como él lo planeaba mientras recortaba y pegaba sus sueños de violencia. Mientras cargaba un cuchillo sin poder reunir el coraje suficiente para usarlo.

Otro de los aciertos de Déjame entrar es la aproximación entre realista y romántica (que no cursi) del vampiro. Hay sutileza en sus imágenes, sin necesidad de enseñar lo que ya se sabe pero creando un clima aterrador: la mujer infectada cuyo desenlace en medio de la llamas remite a lo mejor del cine de vampiros, el plano general de Eli (la vampira) ascendiendo por la fachada del hospital, el bloque de hielo con cadáver suspendido de la grúa y la escena final de la piscina, grande entre las grandes. Tambien plantea temas complejos con delicadeza. Todo radica en el deseo de Alfredson por presentar una situación y dejar que el espectador saque sus conclusiones. Por eso no hay nada sobre explicado y la historia tiene valor metafórico. Y es aquí cuando aparece el tema de la pedofilia que se trata más claramente en la novela que en la película: La pedofilia se usa en la televisión y en el cine con mucha ligereza, como un ingrediente para dar miedo y me parece muy irresponsable convertirla en un efecto emocional más. Supe muy pronto que si lo incluía, la pedofilia ensombrecería el resto del guión. Así que decidí dejar abierta la relación entre Eli y Hakan y no dar demasiadas pistas sobre sus respectivos pasados, para poder dar así al espectador cierta libertad para interpretarla. En el libro, Hakan es pedófilo, y eso explica muchas cosas de su relación con Eli. Preferí anteponer lo insinuado a lo explicado. Me gustó sólo sugerir la relación entre Eli y Hakan que podría ser un viejo amante tal como podría ser Oskar en unos cincuenta años. Él será quien provea de sangre a Eli.
Déjame entrar es una historia de vampiros, sí, pero sin carga sexual gratuita. Creo que habla más de la inocencia del amor y la clave está cuando Eli le pregunta a Oskar: ¿Me querrías aunque no fuera una chica? Es una historia de vampiros sórdida, desesperada y arrebatadora.

Para mí es una historia oscura que termina de forma esperanzadora. La idea que quería transmitir es que al final el protagonista debe escoger entre una sociedad que le rechaza y lo que le dicta el corazón. De eso trata y es muy hermoso y muy romántico. Tomas Alfredson.






"Déjame entrar" (Trailer)

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