La afición por el amor, lujo y lentejuelas entre los adolescentes no tiene visos de ir a desaparecer. Muy al contrario, no deja de crecer con el apoyo de poderosas campañas de marketing. En los noventa los protagonistas de la serie estadounidense Sensación de vivir, (Beverly Hills 90210) ricos, guapos y glamurosos, despuntaban en los bailes del instituto al tiempo que se enfrentaban a sus inseguridades. En 2010 el escenario estudiantil es el mismo: clubes, fiestas de pijamas, animadoras lideradas por una barbie o guaperas del rugby (fútbol americano) . Pero hoy los personajes humanos, imbuidos en sus traumas juveniles, comparten su amor por Lady Gaga y la estética Beyoncé con familiares de clásicos de terror, niños fantasmas con cuentas pendientes con su pasado terrenal, hombres lobo, ángeles o zombis. Grandes dosis de humor para contar historias de amor que en el sector editorial etiquetan como "romance paranormal".
Detrás de estos superventas están unas autoras -que no autores- jóvenes, modernas y con una sólida carrera profesional en la televisión, la publicidad o la música relacionada con la adolescencia. Es el caso de las estadounidenses Tonya Hurley, cineasta y ex publicista de estrellas como George Michael, Prince o Depeche Mode; Lisi Harrison, ex guionista del canal MTV, o Gitty Daneshvari, ejecutiva de una agencia de entretenimiento.
"Las historias de amor paranormales y prohibidas están lo suficientemente alejadas de la realidad como para resultar exóticas, pero los protagonistas son lo suficientemente accesibles como para darnos la llave que nos permite abrir la historia", opina Lauren Kate, autora de la saga Oscuros y ex editora juvenil. Así el ángel Daniel, que despliega unas alas de tres metros, lleva zapatillas Converse, camisetas de estudiados rotos y conduce un Alfa Romeo.
Son títulos irónicos, de estructura fácil y una estética gótica muy pensada: páginas, por ejemplo, con el filo fucsia, portadas negras -¿quién imaginaría ese color para un público preadolescente?- decoradas con calaveras de strass o el dibujo de una niña fantasma. Su perfil lector: una chica de unos 12 años a la que no imponen las 200 páginas de estos volúmenes, y sí las 500 de los novelones en la estela de Crepúsculo. Aunque la tetralogía ha expandido su público por encima y por debajo de los 16 años, su éxito, además, lo apuntalan las redes sociales, el merchandising más sorprendente y en último extremo el cine, las series de televisión e incluso los musicales.
Durante 12 años nadie quiso publicar la serie Ghostgirl (Alfaguara Infantil y Juvenil / Estrella Polar), la historia de Tonya Hurley sobre Charlotte, una adolescente que se sentía "la hija no deseada de Hawthorne High", que idea un plan de popularidad (pelo, régimen, armario...) con el fin de atrapar a su objeto de deseo, Damen Dylan. Pero tiene la mala suerte de morir "por una golosina semiblanda con forma de osito", según cuenta ella misma. Desde entonces, es un fantasma que en el primer libro busca la forma de acudir con Damen al Baile de Otoño.
"Los editores me decían: 'La historia está muy bien, pero la niña muere...'. Yo me quedaba perpleja: si no muere no hay historia. Ahora no está mal visto hablar de la muerte a los adolescentes", piensa Hurley, quien el pasado noviembre, y por segundo año consecutivo, se citó con fans en Madrid y Sevilla. Las ventas de los tres volúmenes que componen la serie: Ghostgirl (2008), Ghostgirl. El regreso (2009) y Ghostgirl. Loca por amor (2010), superan los 170.000 ejemplares de venta (según Nielsen). "En el instituto era popular. Era la única de todo mi Estado con el pelo púrpura y tenía una banda punk, pero también era insegura, como todos, y esa falta de autoestima es lo que quería contar", recuerda quien con sus live actions, documentales, cortos y animaciones ha acudido a festivales de la talla de Sundance, Tribeca o Los Ángeles.
Lisi Harrison también se recuerda muy integrada. "Pero en Monster High hay mucho de mis inseguridades. Por ejemplo, de cuando empecé a tener pelos en las piernas. Como Claudine, la hija del hombre lobo, que lucha contra sus pelos. O en no sonreír para no enseñar el aparato como Lala, la hija de Drácula, porque no se le vean los colmillos".
Monster High (Alfaguara Infantil y Juvenil / Estrella Polar) cuenta la historia de Frankie Stein, una chica de apenas quince años de color menta con costuras y tornillos, obsesionada por la ropa, Lady Gaga o las compras online. Cuando sus padres la envían al instituto estucada de maquillaje, su plácida existencia salta por los aires al convivir con los normis.
Gitty Daneshvari, autora de Escuela de frikis (Montena), tampoco tiene reparos en reconocer sus temores: "Al principio los personajes eran solo facetas de mi personalidad. Aunque, claro, llegaron a ser ellos mismos conforme avanzaba en la escritura", recuerda. Se acaba de publicar el segundo tomo, Escuela de frikis. Y llegó Hicklebee-Riyatulle, sobre cuatro niños que tratan de curar sus fobias en una escuela de verano. Warner Bros planea estrenar la película en 2012.
Cada capítulo de Escuela de frikis, que será una tetralogía imitando a Harry Potter para mostrar el progreso de los niños, arranca con la definición de una fobia, una manera de "demostrar que todo el mundo tiene miedo a algo", como la blenofobia, aprensión a lo pegajoso. En Ghostgirl también una frase de alguien conocido como Oscar Wilde o un trozo de canción de Depeche Mode preceden a cada apartado. "Esas frases me venían a la cabeza cuando escribía y es una forma de homenajearles y si, además, los jóvenes aprenden algo mucho mejor", cuenta Hurley, coproductora de dos series de las gemelas Olsen.
En el caso de Monster High el marketing se adelantó a la literatura. Mattel sacó a la venta unos monstruos de plástico rendidos a la moda más cool. Y visto el éxito decidió regalarles una vida a cada una. Para lograrlo apostó por caballo ganador. Contrató a Lisi Harrison, ya popular por su serie de libros The clique y The Alphas, sobre pizpiretas colegialas, que suman ya 22 entregas. "Ellos tienen unas muñecas maravillosas y me dieron toda la libertad del mundo. Es una gran oportunidad para mostrar a los monstruos con sentido del humor y angustia adolescente. Nos tenemos que aceptar y reírnos. ¿Qué otra opción tenemos?".
"Conservo una historia-biblia que contiene hasta el más mínimo detalle de cada personaje. Su ropa, sus características físicas, sus latiguillos y sus enamoramientos", continúa Harrison. "En mis libros cambian más de amores que de ropa y tener la información organizada es la clave". Por ejemplo, Cloe, descendiente de La Momia, arrasa "imitando el look glamuroso de Riahanna con calcetines marrones metalizados, minivestido de tela vaquera...". Alfred Gough y Miles Millar, creadores de la serie Smallville, escribirán para Universal Pictures la versión cinematográfica.
"En la MTV aprendí a captar la atención de los adolescentes. No se les habla con condescendencia como suele ocurrir. Esa época de tu vida es tan emocional. Cada situación se vive como a vida o muerte. Y una reina del drama como soy yo convierte eso en algo divertido", bromea Harrison. "Son unos años muy crueles y hay que tratarles de tú a tú", considera también Hurley.
En Mi profe es un vampiro (La meva profe es un vampir / Mac Millan), del periodista Lewis Harris, también el lío está servido. Svetlana Grimm, una vampira que duerme bajo la cama y solo come alimentos rojos, se ve obligada a salir de su mundo secreto para asistir a sexto de primaria en un instituto de California. Este Estado soleado y dinámico es el escenario de muchos de los libros. También se sitúa allí la Escuela Costa, el centro en el que humanos y descendientes de ángeles aprenden en la segunda parte de la saga Oscuros (El poder de las sombras / Turment, Montena / Estrella Polar), de Lauren Kate, amor gótico para lectoras algo mayores, que Disney llevará a la gran pantalla. Y a otra escuela, la Montgomery High, esta vez enclavada en una pequeña localidad perdida, llega un inquietante alumno pálido y de gafas oscuras. Todas suspiran por él, pero su destino se cruzó hace años con el de Dawn. Lynn Raven, una seguidora de Anne Rice, es la autora de El beso del vampiro (Destino).
Esta comunión entre mortales y seres fantásticos se produce también en Enciclopedia de los monstruos (Edebé), de varios autores. William, de 17 años, hijo de una humana y un hombre lobo, habla en un volumen ilustrado de las criaturas fantásticas que ha ido conociendo. En la misma línea informativa para quienes quieren saber más de esta temática terrorífica está El libro de los vampiros (Bruño), que recopila leyendas, tradiciones y misterios de estos bebedores de sangre.
En el próximo trimestre las novedades de colegiales no decaen. La jefa de publicidad de Stephenie Meyer, Elizabeth Eulberg, debuta con El club de los corazones solitarios (Alfaguara Infantil y Juvenil) y cuenta, claro, con el favor de la madre de Crepúsculo: "Es una lectura para todos aquellos que se hayan enamorado alguna vez... o renegado completamente del amor".
Detrás de estos superventas están unas autoras -que no autores- jóvenes, modernas y con una sólida carrera profesional en la televisión, la publicidad o la música relacionada con la adolescencia. Es el caso de las estadounidenses Tonya Hurley, cineasta y ex publicista de estrellas como George Michael, Prince o Depeche Mode; Lisi Harrison, ex guionista del canal MTV, o Gitty Daneshvari, ejecutiva de una agencia de entretenimiento.
"Las historias de amor paranormales y prohibidas están lo suficientemente alejadas de la realidad como para resultar exóticas, pero los protagonistas son lo suficientemente accesibles como para darnos la llave que nos permite abrir la historia", opina Lauren Kate, autora de la saga Oscuros y ex editora juvenil. Así el ángel Daniel, que despliega unas alas de tres metros, lleva zapatillas Converse, camisetas de estudiados rotos y conduce un Alfa Romeo.
Son títulos irónicos, de estructura fácil y una estética gótica muy pensada: páginas, por ejemplo, con el filo fucsia, portadas negras -¿quién imaginaría ese color para un público preadolescente?- decoradas con calaveras de strass o el dibujo de una niña fantasma. Su perfil lector: una chica de unos 12 años a la que no imponen las 200 páginas de estos volúmenes, y sí las 500 de los novelones en la estela de Crepúsculo. Aunque la tetralogía ha expandido su público por encima y por debajo de los 16 años, su éxito, además, lo apuntalan las redes sociales, el merchandising más sorprendente y en último extremo el cine, las series de televisión e incluso los musicales.
Durante 12 años nadie quiso publicar la serie Ghostgirl (Alfaguara Infantil y Juvenil / Estrella Polar), la historia de Tonya Hurley sobre Charlotte, una adolescente que se sentía "la hija no deseada de Hawthorne High", que idea un plan de popularidad (pelo, régimen, armario...) con el fin de atrapar a su objeto de deseo, Damen Dylan. Pero tiene la mala suerte de morir "por una golosina semiblanda con forma de osito", según cuenta ella misma. Desde entonces, es un fantasma que en el primer libro busca la forma de acudir con Damen al Baile de Otoño.
"Los editores me decían: 'La historia está muy bien, pero la niña muere...'. Yo me quedaba perpleja: si no muere no hay historia. Ahora no está mal visto hablar de la muerte a los adolescentes", piensa Hurley, quien el pasado noviembre, y por segundo año consecutivo, se citó con fans en Madrid y Sevilla. Las ventas de los tres volúmenes que componen la serie: Ghostgirl (2008), Ghostgirl. El regreso (2009) y Ghostgirl. Loca por amor (2010), superan los 170.000 ejemplares de venta (según Nielsen). "En el instituto era popular. Era la única de todo mi Estado con el pelo púrpura y tenía una banda punk, pero también era insegura, como todos, y esa falta de autoestima es lo que quería contar", recuerda quien con sus live actions, documentales, cortos y animaciones ha acudido a festivales de la talla de Sundance, Tribeca o Los Ángeles.
Lisi Harrison también se recuerda muy integrada. "Pero en Monster High hay mucho de mis inseguridades. Por ejemplo, de cuando empecé a tener pelos en las piernas. Como Claudine, la hija del hombre lobo, que lucha contra sus pelos. O en no sonreír para no enseñar el aparato como Lala, la hija de Drácula, porque no se le vean los colmillos".
Monster High (Alfaguara Infantil y Juvenil / Estrella Polar) cuenta la historia de Frankie Stein, una chica de apenas quince años de color menta con costuras y tornillos, obsesionada por la ropa, Lady Gaga o las compras online. Cuando sus padres la envían al instituto estucada de maquillaje, su plácida existencia salta por los aires al convivir con los normis.
Gitty Daneshvari, autora de Escuela de frikis (Montena), tampoco tiene reparos en reconocer sus temores: "Al principio los personajes eran solo facetas de mi personalidad. Aunque, claro, llegaron a ser ellos mismos conforme avanzaba en la escritura", recuerda. Se acaba de publicar el segundo tomo, Escuela de frikis. Y llegó Hicklebee-Riyatulle, sobre cuatro niños que tratan de curar sus fobias en una escuela de verano. Warner Bros planea estrenar la película en 2012.
Cada capítulo de Escuela de frikis, que será una tetralogía imitando a Harry Potter para mostrar el progreso de los niños, arranca con la definición de una fobia, una manera de "demostrar que todo el mundo tiene miedo a algo", como la blenofobia, aprensión a lo pegajoso. En Ghostgirl también una frase de alguien conocido como Oscar Wilde o un trozo de canción de Depeche Mode preceden a cada apartado. "Esas frases me venían a la cabeza cuando escribía y es una forma de homenajearles y si, además, los jóvenes aprenden algo mucho mejor", cuenta Hurley, coproductora de dos series de las gemelas Olsen.
En el caso de Monster High el marketing se adelantó a la literatura. Mattel sacó a la venta unos monstruos de plástico rendidos a la moda más cool. Y visto el éxito decidió regalarles una vida a cada una. Para lograrlo apostó por caballo ganador. Contrató a Lisi Harrison, ya popular por su serie de libros The clique y The Alphas, sobre pizpiretas colegialas, que suman ya 22 entregas. "Ellos tienen unas muñecas maravillosas y me dieron toda la libertad del mundo. Es una gran oportunidad para mostrar a los monstruos con sentido del humor y angustia adolescente. Nos tenemos que aceptar y reírnos. ¿Qué otra opción tenemos?".
"Conservo una historia-biblia que contiene hasta el más mínimo detalle de cada personaje. Su ropa, sus características físicas, sus latiguillos y sus enamoramientos", continúa Harrison. "En mis libros cambian más de amores que de ropa y tener la información organizada es la clave". Por ejemplo, Cloe, descendiente de La Momia, arrasa "imitando el look glamuroso de Riahanna con calcetines marrones metalizados, minivestido de tela vaquera...". Alfred Gough y Miles Millar, creadores de la serie Smallville, escribirán para Universal Pictures la versión cinematográfica.
"En la MTV aprendí a captar la atención de los adolescentes. No se les habla con condescendencia como suele ocurrir. Esa época de tu vida es tan emocional. Cada situación se vive como a vida o muerte. Y una reina del drama como soy yo convierte eso en algo divertido", bromea Harrison. "Son unos años muy crueles y hay que tratarles de tú a tú", considera también Hurley.
En Mi profe es un vampiro (La meva profe es un vampir / Mac Millan), del periodista Lewis Harris, también el lío está servido. Svetlana Grimm, una vampira que duerme bajo la cama y solo come alimentos rojos, se ve obligada a salir de su mundo secreto para asistir a sexto de primaria en un instituto de California. Este Estado soleado y dinámico es el escenario de muchos de los libros. También se sitúa allí la Escuela Costa, el centro en el que humanos y descendientes de ángeles aprenden en la segunda parte de la saga Oscuros (El poder de las sombras / Turment, Montena / Estrella Polar), de Lauren Kate, amor gótico para lectoras algo mayores, que Disney llevará a la gran pantalla. Y a otra escuela, la Montgomery High, esta vez enclavada en una pequeña localidad perdida, llega un inquietante alumno pálido y de gafas oscuras. Todas suspiran por él, pero su destino se cruzó hace años con el de Dawn. Lynn Raven, una seguidora de Anne Rice, es la autora de El beso del vampiro (Destino).
Esta comunión entre mortales y seres fantásticos se produce también en Enciclopedia de los monstruos (Edebé), de varios autores. William, de 17 años, hijo de una humana y un hombre lobo, habla en un volumen ilustrado de las criaturas fantásticas que ha ido conociendo. En la misma línea informativa para quienes quieren saber más de esta temática terrorífica está El libro de los vampiros (Bruño), que recopila leyendas, tradiciones y misterios de estos bebedores de sangre.
En el próximo trimestre las novedades de colegiales no decaen. La jefa de publicidad de Stephenie Meyer, Elizabeth Eulberg, debuta con El club de los corazones solitarios (Alfaguara Infantil y Juvenil) y cuenta, claro, con el favor de la madre de Crepúsculo: "Es una lectura para todos aquellos que se hayan enamorado alguna vez... o renegado completamente del amor".
Elisa Silió
El País
Babelia
1 de enero de 2011
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