
La cita tiene lugar a pocos días de Navidad, en un lujoso hotel de asfixiante decoración rococó pegado a las Tullerías de París. Johnny Depp llega casi una hora tarde. Lo siento, soy incapaz de ser puntual. He llegado tarde toda mi vida. Es como si fuera genético, se justifica. Pese a conservar su aspecto juvenil y algo desaliñado, Depp sólo recuerda remotamente al ídolo para jovenzuelas de otra época. Se diría que no queda nada del póster de la Generación X que saqueaba habitaciones de hotel. Nada de aquellos días turbios con su amigo River Phoenix, que murió de sobredosis en el club que Depp regenteaba. Nada del adolescente raro de Kentucky que siempre se sintió como un pulpo en un garaje.
Pese a su pedigrí bohemio, Depp ya no parece aquel joven torturado, sino el padre de familia de 47 años en que se ha acbado convirtiendo, el que asegura que celebrará las fiestas como cualqier familia. Si mis hijos se despiertan y no tienen regalos son capaces de pegarme, dice. Es aquí,en Francia, a miles de leguas de su país, donde ha encontrado la felicidad. No sólo por su relación con Vanessa Paradis, sino también por los estímulos artísticos que le rodean. Me encanta pasear junto al Sena, como Baudelaire o Hemingway. O entrar en La Closerie des Lilas e imaginarme a James Joyce escribiendo Finnegans Wake. Aquí existen cosas que me inspiran, asegura. Aunque también me encanta el deporte. Soy un gran fan de los Delfines de Miami y sigo el fútbol europeo, puntualiza, como excusándose de parecer tan intelectual.
Son las dos caras de un actor que parece asumir sus contradicciones. El propietario de una isla en las Bahamas que se viste con tejanos rotos y pañuelo hippy de mercadillo. El actor fetiche de Tim Burton que no le hace ascos a hacer de pirata en blockbusters. El confidente de Marlon Brando y Hunter S. Thompson que se permite divertimentos como The Tourist (FlorianHenckel von Donnersmarck, 2010), junto a Angelina Jolie. Y star planetaria que no sabe cuánto tiempo seguirá ejerciendo como tal. Fantaseo con la idea de dejar el cine todos los días, confiesa.
- Cry Baby (John Waters, 1990)
Tres años (1987-1990) y 80 episodios después, la serie Nuevos Policías (21 Jump Street) había convertido en una estrella al inconformista Depp, ansioso de escapar de la esclavitud de la vacía popularidad lograda (en 1984 había debutado con la primera entrega de Pesadilla en Elm Street). Que John Waters, cineasta underground por antonomasia, le ofreciera ser Cry Baby fue su mejor vía de escape. Yo ya era fan suyo, había visto casi todas sus películas. Él fue le primero en darme un personaje de verdad. Aceptarlo fue el modo de recuperar el control de mi carrera tras Nuevos Policías, fue mi forma de rebelarme en contra de lo que la Fox quería convertirme. Si John no se hubiera arriesgado, no estaría donde estoy.
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