25 abril 2010

Aquellas maravillosas portadas


"La vida invisible" (2003), portada diseñada por Fernando Vicente


Imagínense un vagón de metro una mañana cualquiera repleto de personas leyendo su libro de cabecera. ¿Ven sus portadas? ¿Se hacen una idea de sus gustos? Quizá esa imagen les recuerde un libro antiguo que ya no tienen o tal vez les anime a comprar uno nuevo por la cubierta. Pues ahora abran los ojos y despierten en el futuro. Porque dentro de muy poco esa típica imagen puede que desaparezca, debido al empuje del libro electrónico y sus fríos archivos sin portada.

La historia de los ilustradores de libros está repleta de grandes artistas, bellas cubiertas y ediciones que han pasado a la posteridad. En España fue con las vanguardias, entre 1912 y 1936, cuando se impuso la moda de los ilustradores de portadas. Grandes dibujantes se ponían al servicio de las editoriales para dar imagen a las palabras que los libros escondían dentro de sus páginas.

Dráculas y 'guernicas'

Uno de los representantes de aquella generación fue el pintor, cartelista y fotomontador Josep Renau (1907-1982), cuyo pasatiempo desde pequeño era recortar fotografías. Desde muy joven se ganó la vida como ilustrador y cartelista, imponiendo un estilo único que le hacía destacar entre el resto de los dibujantes de la época. Sus portadas se distinguen sobre todo por ser fotomontajes, casi "collages" donde pintura y fotografía se funden para ofrecer una visión chocante. En 1936 fue nombrado Director General de Bellas Artes y, curiosamente, fue él quién le encargo a Picasso la realización del "Guernica" para la Exposición Internacional de Artes y Técnicas de París.

Otro de los ilustradores más destacados de la época fue Joan Pau Bocquet (1904-1966), conocido sobre todo por sus portadas de la famosa edición 'Biblioteca de Oro' y que pasó a la posteridad por poner imagen a uno de los títulos más leídos de la historia de la literatura moderna. Bocquet ostenta el honor de haber ilustrado el primer "Drácula"de Bram Stoker editado en España. Una portada que recuerda más a un monje que a un vampiro y que el artista realizó en 1935.

Libros y carteles


Nacido en 1907, el tipógrafo polaco nacionalizado español Mauricio Amster es considerado como uno de los diseñadores que más han aportado a la evolución de las artes gráficas en España. Gracias a su gran aporte estético y técnico, imprimía a sus diseños un estilo único debido a la perfecta maquetación que fusionaba dibujo, fotografía y mensaje político.

Amster fue uno de los cartelistas más relevantes al servicio de la República, y se le recuerda por portadas como la de un Mauser (fusil) español encima de un libro abierto con el siguiente mensaje: "Las milicias de la cultura luchan contra el fascismo combatiendo la ignorancia" Otra cubierta llamativa es la que Amster diseño para el Ministerio de Instrucción Pública animando a los padres para que llevasen a sus hijos a las colonias del Gobierno bajo el lema: "en las colonias los hijos de nuestros combatientes viven sanos y felices"

Greguerías en portada

Para acercarse un poco más al trabajo de estos vanguardistas, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo ha organizado la exposición 'Impresos de vanguardia en España. 1912-1936', una muestra que reúne libros, revistas y otras publicaciones representativas de este periodo tan convulso y creativo vivido antes de la Guerra Civil en España. La exposición, que puede visitarse hasta el 2 de mayo en Sevilla, abarca desde el 1912, año considerado como el principio de la modernidad en España, hasta 1936, cuando la guerra truncó todas las vertientes creativas. Una de las portadas más representativas de la exposición es la realizada por Ramón Gómez de la Serna para sus "reguerías" una cubierta-damero en blanco y negro que recrea el arte cubista de la época.

El nuevo diseño español


Tras la Guerra Civil, el despertar del diseño llegó con Daniel Gil (1930-2005), considerado el maestro de las portadas contemporáneas. Gil dio un giro radical a la estética editorial alejándose de lo convencional e imprimiendo en sus diseños un lenguaje experimental e innovador. Así, se convirtió en referente del nuevo diseño grafico español trabajando para editoriales como Alianza Editorial o Mondadori. En 1992 abandona su trabajo en la editorial y se dedica a otras labores de diseño. Cabe destacar su aportación al Museo Thyssen-Bornemisza, pinacoteca de la que él mismo diseño el símbolo.

El legado dejado por Daniel Gil ha sido un tesoro para los nuevos ilustradores españoles. Entre tantos otros, Fernando Vicente (1963) es actualmente uno de lo diseñadores más destacados del panorama editorial. Comenzó a principios de los 80, y entre sus trabajos más destacados, aparte de de carteles, revistas y discos, se pueden citar muchas de las portadas de la Editorial Alfaguara o Espasa Narrativa. Sus diseños presentan una combinación que recuerda al Amster más ácido y político, en donde juega con una imagen fuerte y llamativa con elementos globalizadores o sociopolíticos, como es el caso de la portada de 'Hiperterrorismo' de François Heisbourg.

Las cubiertas de estos libros que leemos u observamos no solo representan lo que hay escrito dentro, sino que conforman todo un simbolismo alrededor de la obra. Así, esta coge peso en el imaginario colectivo del lector, que a menudo recuerda lo que leyó más por la portada que por las palabras. ¿Estamos por tanto ante una perdida de identidad las obras que leemos? El tiempo y la tecnología escribirán el siguiente renglón.



Maciej-Niko Zamiatowski
Diario El Mundo
2 de abril de 2010

3 comentarios:

Asilo Arkham dijo...

Me hiciste recordar un reportaje donde hablaron de que sería muy triste que desaparecieran las portadas de los discos de rock, porque cada una era una verdadera obra de arte; aunque lo curioso es que no recuerdo por qué motivos lo dijeron, ya que ese repotaje fue a mediados de los ochenta +_+

Y en cuanto a la posible desaparición de las portadas de los libros... pues, quién sabe. Actualmente muchos están pensando en que deberían volver las grabaciones análogas por ser de mejor calidad sonora *^^* A lo mejor, también la gente querrá tener de nuevo en su manos un objeto de papeles con una bella portada, la personalidad de la edición del libro que están leyendo, como tú dices.

A ver con qué nos sorprende la vida en el futuro.

Un abrazo.

MacVamp dijo...

El comentario de las portadas, seguro sería debido al auge que estaba cogiendo el CD, que sí, muy moderno y funcional, pero lo cierto es que a pesar de poder contener un booklet, no es lo mismo que aquellas portadas de cartoné.

Yo me niego a dejar atrás el libro como objeto, me niego rotundamente. Nada podrá brindarme la sensación táctil de "sobar" un libro, de percibir el grosor del papel en el que está impreso, del olor a tinta, etc.

Asilo Arkham dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Mac. Es más: a mí me encanta el olor tanto de las librerías de viejo como los libros nuevos, hasta del celofán cuando están cubiertos; el papel nuevo y el viejo tienen su propia personalidad.