03 febrero 2009

Bicentenario Poe



Edgar Allan Poe el escritor maldito celebra bicentenario

Supo plasmar en su obra los miedos atávicos que, generación tras generación, sacuden a los hombres. Atormentado por la pobreza y los mismos terrores que recreaba, murió entre alucinaciones y delirios alcohólicos. Fue el pionero de la ciencia ficción, el padre del cuento fantástico y la novela policiaca. Una detallada biografía y la recopilación de su obra celebran su bicentenario.

Poe decía de sí mismo que «muchas veces he pensado que podía oír perfectamente el sonido de las tinieblas deslizándose por el horizonte».

Con una sensibilidad, tal no es de extrañar que los críticos de su tiempo lo acusaran de complacerse en lo siniestro. Siempre le atrajo la vertiente más oscura del ser humano, quizá porque él mismo era una criatura frágil y vulnerable que se debatía entre la visión deseada de una mujer-madre que debía arroparlo y protegerlo, y las tinieblas de la locura que lo acechaban tras cada rincón de las destartaladas habitaciones donde transcurrió su existencia. Tal vez por eso, a él, que tantos miedos ha provocado en sus lectores, le aterrorizaba la oscuridad, como reconoció en numerosas ocasiones. El genio de Edgar Allan Poe (Boston 1809, Baltimore 1849) apenas fue reconocido en su momento, pero tras su muerte se convirtió en maestro e inspirador de escritores posteriores y despertó la admiración de figuras de la talla de Baudelaire, Victor Hugo, Herman Melville, Oscar Wilde, Dostoievsky, Nabokov, Thomas Mann, Marcel Proust o Borges. El Sherlock Holmes de Conan Doyle está inspirado en el personaje de Auguste Dupin, creado por Poe, y su influencia es evidente en magos del terror como Lovecraft o Stephen King.

Otro de sus admiradores fue Julio Cortázar, autor de la traducción de sus Cuentos completos que acaba de publicar la editorial Edhasa para celebrar el bicentenario de su nacimiento. La obra recoge, entre otros relatos, La caída de la casa Usher, Los crímenes de la calle Morgue, El tonel de amontillado, El gato negro, El escarabajo de oro, La máscara de la muerte roja y el resto de narraciones que tantos escalofríos han provocado a millones de ávidos lectores y que han originado multitud de adaptaciones cinematográficas o televisivas, desde las películas de Roger Corman hasta aquellas Historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador. Títulos que provocaban pesadillas en los telespectadores españoles de finales de los 60, por no hablar de la obra de Hitchcock, quien reconocía sin ambages la inmensa deuda que tenía con el autor de El gato negro.

Hoy, 200 años después, Poe sigue entusiasmando a las nuevas generaciones. Como señala el escritor y crítico de cine Jesús Palacios, autor, entre otros de Juegos mortales: Katanas, mentiras y cintas de vídeo (Espasa Hoy), «es imposible escapar a su inmensa influencia y radical importancia histórica en todos los aspectos de la creación artística y literaria… Como poeta, narrador y pensador, y más aún como mito y leyenda, Poe simboliza la trágica y pírrica victoria de la imaginación sobre la realidad. Más aún: para quienes amamos el lado oscuro, es la sombra hecha carne. Un genuino mártir de la otredad, santo patrón de bohemios, freaks, visionarios, vagabundos de las estrellas y amantes de los estados alterados de la conciencia. Todas, absolutamente todas las variedades de la imaginación moderna nacen en su obra –la ciencia ficción, el policial, el terror…–, pero, además, de su sangre y alcohol mezclados, de sus amores desgraciados e ideales rotos, nacen el simbolismo y el modernismo, los decadentes y los surrealistas, los góticos, los hermosos y malditos, los apocalípticos y los desintegrados… Si Poe no hubiera existido, habríamos tenido que inventarlo, pero, afortunadamente, fue él quien nos inventó a nosotros».

ADOPTADO. Edgar Allan Poe nació en Boston una gélida mañana del 19 de enero de 1809. Hijo de una pareja de actores ambulantes, quedó huérfano siendo muy niño y fue criado por un matrimonio de prósperos comerciantes, los Allen, de quienes tomó el apellido aunque nunca fue adoptado formalmente.

Su madre adoptiva era una mujer sensible y enfermiza que le brindó un cariño constante, contrarrestando así la severidad de su esposo. Con 16 años, Edgar ingresó en la Universidad de Virginia, donde comenzó a beber sin moderación y a contraer desmesuradas deudas de juego, aunque seguía sus estudios aplicadamente. Pero su paso por las aulas duró sólo un año. Su padrastro se negó a pagar sus deudas y a seguir financiando sus estudios, por lo que el muchacho dejó el hogar familiar y se enroló en el ejército, una experiencia que no le gustó en absoluto y de la que intentó librarse a toda costa.

Entonces se produjo el fallecimiento de la señora Allen y las relaciones con su padre adoptivo se rompieron. Ahí comenzó para Poe la vida errática que habría de acompañarle hasta el final de sus días. Su existencia transcurrió en un peregrinaje desenfrenado por ciudades como Nueva York, Filadelfia, Baltimore..., siempre acuciado por la pobreza, trabajando en pequeños periódicos de provincia y cada vez más dominado por la bebida.

Peter Ackroyd, autor de la biografía Poe. Una vida truncada, recoge la opinión de uno de los impresores que trabajó con Poe en el Messenger: «Era un perfecto caballero cuando estaba sobrio. Se mostraba siempre amable y cortés, y en tales momentos era querido por todos. Pero cuando bebía se convertía en uno de los hombres más desagradables que he visto en mi vida». Probablemente no fue ese el único lastre que arrastró el escritor. Sentía una necesidad desesperada de amor y atención y, al tiempo, tenía un carácter distante y orgulloso, teñido de una melancolía que se alternaba con momentos de euforia. Su matrimonio en 1835 con su prima hermana, Virginia Clemm, le aportó cierta estabilidad, y aunque la novia tenía sólo 13 años en el momento del enlace, vivieron en armonía durante una década, siempre perseguidos por las estrecheces económicas. Poe fue publicando poemas, relatos y críticas literarias que le granjearon cierta notoriedad, pero su equilibrio se desmoronó cuando Virginia enfermó de tuberculosis.

Tras la muerte de su esposa siguió siendo cuidado con solicitud maternal por su tía y suegra, María Clemm, pero ésta no pudo evitar que Poe continuara su proceso de autodestrucción. Cortejó a diferentes mujeres, a las que cautivaba con su aura de desamparo y su exaltación romántica, aunque no tardaba en mostrar su faceta más oscura: la del hombre incapaz de enfrentarse a sus demonios interiores, a los que intentaba ahuyentar con ayuda de la bebida.

Edgar Allan Poe murió a los 40 años en un hospital de Baltimore después de pasar varios días vagando por las calles, borracho y enajenado. Ackroyd, que analiza detalladamente en su biografía el misterio que envuelve los últimos días del escritor, señala que lo encontraron en una taberna rodeado de una muchedumbre de bebedores y vestido con unas ropas raídas que, evidentemente, no eran suyas.

Según el biógrafo, como aquel día había elecciones al Congreso puede ser que lo hubieran utilizado como falso votante para que presentara su papeleta varias veces por un mismo candidato, una práctica que no era inusual y para la cual se encerraba a los falsos votantes en una taberna y se les daba alcohol en ingentes cantidades.

Ackroyd también apunta otras hipótesis para aquella trágica muerte: el delirium tremens, la tuberculosis o incluso un tumor cerebral. Sea como fuere, lo cierto es que falleció entre alucinaciones, sacudido por temblores incontrolables y hablando a gritos con personajes imaginarios. A su entierro en Baltimore, Maryland, cuya ceremonia se despachó en tres minutos, acudieron sólo cuatro personas.

Hay quien sostiene, con mil y una leyendas improbables, que el lugar donde yacen los restos del escritor —cementerio de Westminster— no se corresponde con su tumba real. Sea como fuere, desde hace casi 50 años una sombra sigilosa se desliza cada 19 de enero por el camposanto. Como un espectro, indetectable para el resto de visitadores, deposita tres rosas y una botella de cognac sobre la lápida del genio. ¿Querrá con ello inspirar otro cuento redactado desde el más allá?


Carmen Machado
Magazine Nº 486
Diario El Mundo
18 de enero de 2009

3 comentarios:

Alberich dijo...

Q puedo dcir???
yo también le he dedicado entrada.
Es el + grande.

abrazos!

MacVamp dijo...

Sip, el más grande :)

Korkuss dijo...

Celebremos pues :)