Seguramente nuestro funeral tendrá un aire gris, frío y deprimente, salvo que antes del fatídico día hayamos decidido comprar un ataúd 'fashion' con el que irnos al otro barrio.
Hace dos años, Alice Hofer abrió su extravagante funeraria en la ciudad alpina de Thun, una tienda con apariencia de boutique en la que uno no se viste para la vida, sino para la muerte. Aquí se venden féretros individualizados a petición de los futuros muertos. Además de ataúdes patrióticos, con la bandera suiza o la alemana; ha creado un ataúd negro con estrellas "porque el universo seguirá brillando aunque nosotros no estemos"; otro con césped artificial "para los apasionados del golf"; y otro con girasoles, "para los que disfrutan del verano".
La palma, sin duda, se la lleva un féretro de color azul eléctrico con cáscaras de mejillón pegadas, "para los amantes del mar". El marido de Alice, el famoso cantante de rock Polo Hofer, le ha sugerido que el suyo tenga dos espejos retrovisores "para poder mirar hacia atrás en su vida".
Hofer quería ofrecer a los suizos otra forma de despedirse de este mundo. "En la mayoría de los casos la pérdida de un ser querido es una tragedia, así que ¿por qué no darle un toque de humor? Seguro que ayuda a superar la pérdida más fácilmente", dice Hofer. Con estos ataúdes, de hecho, lo lógico es que el resultado sea más próximo a una tragicomedia griega. Su aspecto casero despierta, como poco, la sonrisa.
No obstante, desde que abrió sus puertas al público, sólo ha vendido 10 piezas, a un precio que ronda los dos mil euros. Ha tenido más suerte con las urnas para cenizas y los féretros para animales que también confecciona a gusto del consumidor. Las cifras no le preocupan, porque para Hofer esto es un "hobby".
Una tradición africana
La idea de Hofer no es nueva. La tradición de crear ataúdes excéntricos nació en Ghana hace más de cinco décadas cuando un ebanista fabricó una suntuosa silla en forma de grano de cacao para un mandatario local. El hombre murió antes de disfrutarla así que se convirtió en su ataúd. Poco después, otra señora pidió que le construyeran uno en forma de avión porque nunca había podido cumplir su sueño de volar. Y así la excentricidad pasó a convertirse en moda. En Ghana es ahora común enterrarse en un ataúd con forma de algún objeto representativo de la profesión de cada uno. Por eso, los hay con forma de martillos, teléfonos móviles, bolígrafos o caracoles (para el vendedor de gasterópodos, lógicamente).
Por una vez, la globalización recorrió el camino a la inversa y los estrambóticos sarcófagos llegaron al mundo occidental, donde se han convertido en auténticas obras de arte que llegan a exponerse en museos. Los ataúdes de Hofer no son los primeros y mucho menos los más sofisticados. La empresa Crazy Coffins lleva una década creando cajas poco corrientes con apariencia de patinete, tapón de corcho, yate, barco vikingo o zapatilla de ballet. Todas las piezas son únicas y están hechas de manera artesanal y su coste puede oscilar entre los 500 y los 6.000 euros. En Natural Endings están especializados en funerales y ataúdes inspirados en el fútbol.
Son muchos los que se interesan por estos féretros pero muy pocos los que se acaban decidiendo por un entierro con humor.
Meritxell Mir
El Mundo
27 de marzo de 2011
*******
Me encantan ;-)
Aunque yo no quiero ser enterrada. Ni que depositen mis cenizas en un nicho. Quiero que una parte se queden en México y otra en España. Y las cenizas que se lleven a mi tierra, quiero que estén en una urna bonita, casi decorativa, jejeje.
***
Hace dos años, Alice Hofer abrió su extravagante funeraria en la ciudad alpina de Thun, una tienda con apariencia de boutique en la que uno no se viste para la vida, sino para la muerte. Aquí se venden féretros individualizados a petición de los futuros muertos. Además de ataúdes patrióticos, con la bandera suiza o la alemana; ha creado un ataúd negro con estrellas "porque el universo seguirá brillando aunque nosotros no estemos"; otro con césped artificial "para los apasionados del golf"; y otro con girasoles, "para los que disfrutan del verano".
La palma, sin duda, se la lleva un féretro de color azul eléctrico con cáscaras de mejillón pegadas, "para los amantes del mar". El marido de Alice, el famoso cantante de rock Polo Hofer, le ha sugerido que el suyo tenga dos espejos retrovisores "para poder mirar hacia atrás en su vida".
Hofer quería ofrecer a los suizos otra forma de despedirse de este mundo. "En la mayoría de los casos la pérdida de un ser querido es una tragedia, así que ¿por qué no darle un toque de humor? Seguro que ayuda a superar la pérdida más fácilmente", dice Hofer. Con estos ataúdes, de hecho, lo lógico es que el resultado sea más próximo a una tragicomedia griega. Su aspecto casero despierta, como poco, la sonrisa.
No obstante, desde que abrió sus puertas al público, sólo ha vendido 10 piezas, a un precio que ronda los dos mil euros. Ha tenido más suerte con las urnas para cenizas y los féretros para animales que también confecciona a gusto del consumidor. Las cifras no le preocupan, porque para Hofer esto es un "hobby".
Una tradición africana
La idea de Hofer no es nueva. La tradición de crear ataúdes excéntricos nació en Ghana hace más de cinco décadas cuando un ebanista fabricó una suntuosa silla en forma de grano de cacao para un mandatario local. El hombre murió antes de disfrutarla así que se convirtió en su ataúd. Poco después, otra señora pidió que le construyeran uno en forma de avión porque nunca había podido cumplir su sueño de volar. Y así la excentricidad pasó a convertirse en moda. En Ghana es ahora común enterrarse en un ataúd con forma de algún objeto representativo de la profesión de cada uno. Por eso, los hay con forma de martillos, teléfonos móviles, bolígrafos o caracoles (para el vendedor de gasterópodos, lógicamente).
Por una vez, la globalización recorrió el camino a la inversa y los estrambóticos sarcófagos llegaron al mundo occidental, donde se han convertido en auténticas obras de arte que llegan a exponerse en museos. Los ataúdes de Hofer no son los primeros y mucho menos los más sofisticados. La empresa Crazy Coffins lleva una década creando cajas poco corrientes con apariencia de patinete, tapón de corcho, yate, barco vikingo o zapatilla de ballet. Todas las piezas son únicas y están hechas de manera artesanal y su coste puede oscilar entre los 500 y los 6.000 euros. En Natural Endings están especializados en funerales y ataúdes inspirados en el fútbol.
Son muchos los que se interesan por estos féretros pero muy pocos los que se acaban decidiendo por un entierro con humor.
Meritxell Mir
El Mundo
27 de marzo de 2011
*******
Me encantan ;-)
Aunque yo no quiero ser enterrada. Ni que depositen mis cenizas en un nicho. Quiero que una parte se queden en México y otra en España. Y las cenizas que se lleven a mi tierra, quiero que estén en una urna bonita, casi decorativa, jejeje.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario