Modelo tridimensional de la Tlaltecuhtli elaborado con escáner Minolta, procesado por Saburo Sugiyama, Tenoch Medina y Acord. Archivo Proyecto Templo Mayor, CNCA-INAH.
El monolito más grande será expuesto al público
La monumental Tlaltecuhtli, diosa de la Tierra, hallada en 2006, es la joya de la muestra “Moctezuma II”, que hoy se inaugura en el Templo Mayor. Mañana podrá ser visitada
A partir de mañana, a las 9 horas, la Tlaltecuhtli podrá ser vista por el público. El monolito, que es más grande que el Calendario Azteca y la Coyolxauhqui, y que fue hallado el 2 de octubre de 2006, será el protagonista de la exposición Moctezuma II. Tiempo y destino de un gobernante.
En la muestra se exhibirán 208 piezas, entre las que destaca la Tlaltecuhtli -conocida como diosa de la Tierra-, así como el Teocalli de la Guerra Sagrada, la Lápida 10-Conejo, la Cabeza de serpiente, la recientemente encontrada ofrenda 102 que contiene piezas de madera y tela, restos óseos de animales, cuchillos de sacrificio, entre otros objetos.
La idea de la exposición es ver la época de Moctezuma II, dice el arqueólogo e investigador Eduardo Matos Moctezuma, curador de la muestra.
“Refleja la importancia de ese momento desde varios puntos de vista: la expansión del imperio y su economía, el linaje de los gobernantes mexicas, el momento de la Conquista, la discusión acerca de la muerte del tlatoani: si fueron los españoles los que lo mataron -que es la versión indígena-, si fueron los indígenas quienes le dieron muerte -que es la versión española-. Culmina en ese momento en el que el mundo prehispánico enfrentó la nueva presencia, la occidental, y surgió la guerra de Conquista, la guerra que llamaría también evangelizadora porque hubo resistencia a esto”.
El impacto de los hallazgos
Moctezuma II se presentó entre finales de 2009 y comienzos de 2010 en el Museo Británico, en Londres, donde fue visitada por 210 mil personas.
Llega al país sin algunas de las piezas allí exhibidas porque esas obras son parte de los acervos de museos internacionales (el Británico y el Luigi Pigorini, de Roma, entre otros). Esas piezas no pueden venir al país porque, como lo estipula la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos, de 1972, son patrimonio nacional y por lo tanto ya no podrían salir de México.
Creador del proyecto Templo Mayor, Matos Moctezuma explica que la exposición sigue, más o menos, el mismo orden de recorrido que tuvo en Londres. El arqueólogo resalta que no se había hecho una muestra de tal magnitud sobre el soberano azteca.
“Lo que hicimos fue reforzar la exposición para complementarla con otros materiales. Se incorporaron varios objetos, entre ellos una ofrenda, la 102, de la época de Moctezuma II, que consiste en telas que se conservaron muy bien, un tocado de un sacerdote de Tláloc hecho en una base de madera y de papel, restos de fauna, cuchillos de sacrificio revestidos y otros elementos”, comenta.
La escultura de Tlaltecuhtli, que se exhibe al público por primera vez, fue sometida a trabajos de conservación y consolidación, encabezados por el arqueólogo Leonardo López Luján, titular del Proyecto Arqueológico Templo Mayor.
Ubicada en el vestíbulo central del Museo del Templo Mayor, la pieza cierra la parte de la muestra referida al mundo prehispánico, previa a la de la llegada de los españoles. El público podrá verla a unos tres metros de distancia, pero también desde dos niveles de altura.
“Está montada de una manera espectacular -dice Eduardo Matos-. Viene acompañada de algunas ofrendas, que estarán en seis vitrinas para las cuales el doctor López Luján escogió algunos de los materiales que han salido alrededor o debajo de la deidad”, explica.
La colosal escultura de la diosa de la Tierra fue descubierta en 2006 en el predio de la Casa de las Ajaracas; estaba rota en cuatro fragmentos. Fechada hacia 1502, pesa 12 toneladas y mide 4.19 metros por 3.62 metros. Es la única escultura mexica que conserva sus colores originales. Tras el hallazgo, los conservadores la limpiaron y se apreció su variada tonalidad; destaca el color amarillo en el cuerpo junto a elementos en rojo, blanco, negro y azul.
Para su conservación en el Museo fue creado un soporte especial sobre el cual reposa. Se encuentra en posición horizontal, de acuerdo con la cosmogonía mexica, en la que las deidades de la tierra estaban en el suelo.
Los investigadores creen que esta escultura fue mandada a hacer por Moctezuma II, posiblemente como lápida para cubrir la tumba de su antecesor.
“Se ha excavado abajo y a los lados de la enorme escultura, ya que la idea del doctor López Luján y mía es que se trata de una lápida mortuoria del tlatoani Ahuizotl, que estuvo antes de Moctezuma II. Se han encontrado materiales, muchos son impresionantes, algunos estarán en la exposición. En este momento se hacen análisis pictóricos y de otros tipos; con López Luján trabajan biólogos, químicos, arqueólogos, restauradores. Falta el estudio integral que le corresponderá hacer a ellos. Habrá que confirmar si realmente está allí Ahuizotl; todavía implicará excavación, tiempo y análisis profundo de los materiales que hasta ahora se han obtenido”, dice.
En los hallazgos recientes destacan piezas de madera, algo que no es frecuente, puesto que es un material perecedero. “En otros entierros se han encontrado restos, pero como la tela, se deterioran con el tiempo. En este caso, la ofrenda 102 nos muestra telas hechas en algodón en muy buen estado y madera, al igual que papel -todo es parte de un atavío de un sacerdote del dios Tláloc-. La madera es parte del tocado y hay también máscaras hechas en ese material”, explica Eduardo Matos.
Para recorrer la muestra
Con objetos provenientes de los museos de Antropología, de Toluca, Nacional de Historia y del propio Templo Mayor, así como uno de la Colección Televisa, la muestra exhibirá en primer lugar el Teocalli de la Guerra Sagrada, única pieza arqueológica que tiene grabado el símbolo de la fundación de Tenochtitlan: el águila posada sobre el nopal, una de las obras emblemáticas de la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología. De ese mismo recinto se presentarán más de 40 piezas, como la Cabeza de guerrero águila y el Guerrero jaguar.
En el área dedicada al periodo de la Conquista, la exposición presenta un biombo que relata las escenas de la Conquista -que mide 1.91 metros por 5.4 metros y que pertenece al Museo Nacional de Historia-. La muestra culmina con un retrato de Moctezuma II.
Eduardo Matos señala la importancia de los distintos estudios que se llevan a cabo como parte del proyecto Templo Mayor. Además de la excavación alrededor o abajo de Tlaltecuhtli, se hace otra atrás de la Catedral, que es parte del Programa de Arqueología Urbana, que está consolidando el templo del dios del Viento. Paralelamente, se realizan investigaciones sobre el uso de la concha y los caracoles, la tecnología y elaboración de objetos prehispánicos y el simbolismo del Templo Mayor, entre otras.
“Hace 32 años -cuando se halló la Coyolxauhqui- contábamos con una determinada tecnología para practicar la arqueología. Como logramos darle continuidad al proyecto, ahora con Tlaltecuhtli se emplea una tecnología desconocida en aquella época. La arqueología ha desarrollado toda una tecnología muy interesante; es un avance de la disciplina que se ve en estos 30 años en el proceso del Templo Mayor”, comenta.
Sonia Sierra
eluniversal.com.mx
16 de junio de 2010
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El hueco central de Tlaltecuhtli, misterio a debatir cuando se muestre al público
A diferencia de lo ocurrido con la Piedra del Sol, la Coatlicue o la Coyolxauhqui, el monolito de Tlaltecuhtli conservó sus colores originales gracias al gran celo del equipo de restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica el arqueólogo Leonardo López Luján.
El cuidado fue tal, agrega, que los especialistas solicitaron que el "secado de la pieza fuera un proceso gradual y de cerca de un año, decisión que a muchos exasperó".
El equipo comandado por Virginia Pimentel impidió que la superficie esculpida fuera liberada súbitamente de la arcilla y la argamasa que la cubrió durante casi cinco siglos. Desde 2007 María Barajas tomó la estafeta de esas labores.
Existen varias teorías acerca del gran hueco central de la escultura. Ése será uno de los seductores misterios acerca del que los especialistas debatirán cuando la pieza se exhiba al público a mediados de año en el Museo del Templo Mayor.
Tlaltecuhtli, señora de la Tierra, progenitora y devoradora a la vez de todas las criaturas, en una de sus representaciones más espectaculares, emergió del subsuelo al pie del Templo Mayor el 2 de octubre de 2006.
Esa escultura de la deidad bisexual del inframundo es la "mayor talla" jamás encontrada en la ciudad de México y a mediados de este año exhibirá el esplendor con el que fue labrada y coloreada por artistas mexicas alrededor de 1478.
Tlaltecuhtli "es el monstruo caótico del que nacieron el orden, las plantas, la humanidad; el monstruo fértil que, habiendo sido muerto, explota de vida; el devorador que nutre y hace vivir, la tierra que, con el Sol, se reparte el imperio del mundo", detalla López Luján en el volumen Escultura monumental mexica, que realizó al alimón con Eduardo Matos Moctezuma.
La representación de esa deidad fue labrada en andesita lamprobolita, añade el director del Proyecto Templo Mayor, "roca de origen volcánico extrusivo, obtenida por los mexicas en la misma cuenca de México, en específico de la Formación Chiquihuite y, según deducen los especialistas, el traslado de la gran mole de 15 toneladas a Tenochtitlán fue realizado con los esfuerzos de 225 a 510 individuos."
"Si hacemos caso a lo señalado por algunas fuentes históricas acerca de los acontecimientos análogos, el bloque sin esculpir habría sido cubierto ritualmente con papel amate y sobre esta envoltura habrían derramado copal y hule derretidos, así como sangre de codornices sacrificadas para la ocasión. En medio de cantos placenteros, música, danza, escenificaciones cómicas y grandes voceríos, el bloque habría sido sacado de la cantera encima de un carretoncillo o vaso –especie de trineo de madera– y tal vez ayudados en cierto momento por una balsa que lo llevaría a su destino final. Ya en la gran Tenochtitlán, la gran piedra fue colocada al pie del Templo Mayor para conferirle su forma divina."
Los colores detectados en el monolito son de origen mineral, como el rojo, el ocre, el azul maya, el blanco y el negro; "salvo este último, todos fueron aplicados de manera directa sobre las rugosidades de la roca, sin base previa de preparación", aclara López Luján en el texto. Al respecto, Giacomo Chiari, experto en mineralogía aplicada y jefe del Departamento de Ciencia en el Instiitut Getty de Conservación, ha concluido que la mayor parte de los pigmentos de la escultura "tienen un origen mineral y son plenamente identificables".
"El color rojo contiene hematita, el cual se halla en forma de sedimentos, fracciones finas y en rocas volcánicas. En el caso de Tlaltecuhtli, la hematita estaba bien cristalizada y fue finamente molida para preparar el pigmento."
El cabello de la diosa fue pintado con pigmento rojo muy oscuro, casi negro, y está compuesto en su mayor parte por hematita más o menos cristalina y posee "propiedades magnéticas", como se constata cuando se le aproxima un imán, revela el arqueólogo.
El pigmento ocre, según determinó el minerólogo, está compuesto por goetita pobremente cristalizada, por lo cual se trata del conocido "ocre amarillo", mientras el pigmento blanco fue fabricado con calcita, uno de los minerales que se encuentran, por lo común, en yacimientos de gran pureza.
El color negro es un material no cristalino y por ello irreconocible en los difractogramas. "Es seguro que sea el ampliamente difundido negro humo o tlilli ócotl", como llamaban los tlacuilos a ese pigmento.
antiguaymedieval.blogspot.com
23 de marzo de 2010
6 comentarios:
Qué rica sorpresa cultural!
Saludos!!
Yo quiero ir a verloooooooo!!!!
Snif snif snif snif....qué interesante Mac...
Cada vez queda menos para el 8 de julioooooo....iujuuuuuuuuuuuu.....
Korkuss: Sip, sip ;-)
Brujita: Ainss, nena, que sí, que queda muy poco, jejeje. A ver si puedo traerte alguna imagen en "real" de este monolito. Te aseguro que lo visitaré.
Lo bueno es que sólo hay que tomar el metro para llegar al museo. Mac, ¿estás en México?
Nope, Mario, aún no ;-)
Llego a finales de la primera semana de julio.
Pues, bienvenida otra vez. Un abrazo.
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