Hubo una vez un chico inglés que en su etapa punkie se codeó con los Sex Pistols y con la Prima Donna Bitch llamada Siouxsie. Ese chico rubio oxigenado con esa forma peculiar de torcer el labio superior formó su propia banda a la que llamó Generation X. Logró grabar tres trabajos con ellos y poco después los envío directamente a la mierda para convertirse en solista.
William Broad, mejor conocido como Billy Idol, hizo la maleta y se largó a Nueva York. Pronto conoció al magnífico guitarrista Steve Stevens y en 1983 lanza su primer trabajo de donde surge el sencillo Dancing with myself, promocionado en Estados Unidos junto con el video correspondiente que durante seis meses estuvo rotando en la cadena MTV. Después vinieron White Wedding y Hot in the city . Al año siguiente, su segundo álbum Rebel Yell lo consagra en las listas de popularidad y de ventas con sencillos como el que da título al trabajo, Flesh for Fantasy, Catch my Fall y Eyes without a face.
Yo tenía doce años y por nada del mundo me perdía aquel primigenio programa de videos que la televisión abierta de México hacía todos los sábados por la noche. Algo así como una pequeña MTV para los que no teníamos tele por cable (en aquel entonces era exclusivamente para gente que vivía en ciertos barrios residenciales). Durante un par de horas, desfilaban los videos más populares y yo me los tragaba todos y cada uno así fueran los más malos, visulamente hablando, los más estrambóticos y los menos creativos, hahaha. Hay que reconocer que los videos musicales fueron los causantes de toda esa imagen que se tiene de los '80, para bien o para mal.
Billy Idol me gustó desde el principio: sin ser tan rebuscado, se distinguía de los representantes del New Romantic tan estilizados como los Spandau Ballet, del New Wave o de todos los que pertenecían al Hair Metal, hahaha. Es más, con el paso de los años, "adopté" una de sus canciones para recargarme las pilas: Dancing with myself. Sin embargo, no tengo una favorita como tal. La mayoría de sus éxitos me provocan recuerdos y sensaciones pero había casi olvidado la letra tan rara que tiene Eyes Without a Face. No se sabe si es una pesadilla o una canción de desamor.
El video es aún menos indescriptible. En todo caso, es un ejemplo de la estética visual que imperó en los '80. Pero resulta entrañable, hahahaha, precisamente porque recuerda otras épocas.
El tiempo pasa, cierto es, y lo más increíble es que Billy Idol ha cumplido 53 años O_O y aunque hay rockeros que son mucho mayores que él, por desgracia el rubio oxigenado hace demasiado tiempo que atrás dejó las listas de popularidad y hace cosa de un par de años editó un álbum navideño con muy poca fortuna. Su encanto mágico-punkie se rompió cuando Mony, mony (1986) y Cradle of love (1990) lo encumbraron para dejarlo caer demasiado pronto, tal vez.
2 comentarios:
I'm dancing with my elf!
Jejejeje.
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