14 julio 2008

Una de halcones

Cetrero en una fiesta de la provincia de Valladolid (2001)


Una de las cosas que más me gustan de los mercaditos medievales que montan en este lado del mundo son las exhibiciones de cetrería: poder apreciar en pleno vuelo a los halcones y en muchos casos, lechuzas también. Y aquí viene la pregunta que la mayoría se hace: ¿A qué te refieres, Mac?, pues bien, la cetrería es el arte de cazar con rapaces, especialmente con halcones, azores y otras aves de presa para la captura de especies de volatería o de tierra.

El conocido naturalista español Félix Rodríguez de la Fuente definió a la cetrería como "la primera vez en que el hombre no sometió al animal al yugo y al látigo". El humano captura, liga el ave al propio hombre por reflejos condicionados (reflejos adquiridos como resultado de la experiencia ante determinados estímulos), y entrena al ave en la caza y en la fidelidad. Su pájaro captura aves-presa y cuadrúpedos generalmente pequeños o medianos como conejos o liebres.

La cetrería fue una práctica muy extendida en la Edad Media, ligada a la nobleza y a los potentados, que tenían desde los más codiciados azores y halcones, a diminutos esmerejones (clero) y gavilanes (nobleza femenina). La cetrería fue un deporte, por emplear un término actual, que era básico en la educación de todo caballero medieval. Todas las obras medievales que tratan de la educación de los caballeros, nobles y príncipes hablan del papel fundamental que juega la caza en su educación.

Se dice que los orígenes de la cetrería son muy antiguos y se cree que se originó en Asia. Es posible que se haya descubierto en China, ya que existen muchas referencias sobre la práctica de la cetrería antes de Cristo en diversos textos chinos y japoneses.

El mundo greco-latino no practicó la cetrería. Algunas de las representaciones que se hacen pasar como de cetrería, tan sólo son lo que entre los romanos se llamaba aucupio (captura de pájaros, chuchería, pajaritería). Sin embargo, hay informes de que el emperador Julio César usaba halcones para matar palomas mensajeras.

Parece que a Europa occidental llegó de mano de las invasiones godas. El primer testimonio gráfico, datado en el siglo V d. C., se encuentra en los mosaicos de la Villa del Halconero en Argos (Grecia). Posteriormente se mencionará en las leyes de los pueblos germánicos que poco a poco fueron traspasando las fronteras del Imperio de Roma y se asentaron al sur de los ríos Rhin y Danubio.

En la Península Ibérica la cetrería llegó a través de dos corrientes: una a través de los bárbaros del norte de Europa, que introdujeron la cetrería con aves de "vuelo bajo", una modalidad más sencilla de caza, y otra corriente que fue la que emanó de los paises árabes y que fue la que introdujo la caza por "altanería" o "vuelo alto" practicada sólo con halcones y en la que el uso de la caperuza es indispensable. Este es el utensilio más emblemático usado por la cetrería, donde reside la gran diferencia entre la refinada cetrería árabe y la cetrería rústica de los pueblos del norte a los que les era completamente desconocida esa pequeña capucha de cuero.

Posteriormente con la invasión musulmana, llegaron los halcones y la introducción al uso de la caperuza, que es indispensable para el comienzo del adiestramiento de estos y que con su uso los árabes perfeccionaron, favoreciendo que los halcones se utilizaran más que los azores. Durante la Edad Media, la cetrería, que en un principio fue concebida como un medio de subsistencia, siendo empleada por las clases bajas para obtener alimento capturando animales mediante el uso de rapaces, fue pronto absorbida y quedó relegada al uso exclusivo de la nobleza y de las clases altas de la sociedad que vieron en las aves nobles una peculiar forma de destacar su rango social y de practicar una forma exclusiva de caza. Puede decirse que esta época fue la más importante, ya que durante la Edad Media resulta casi imposible marcar algún hecho histórico en el que no se mencione de algún otro modo a las aves de cetrería. Así, cabe resaltar el hecho de que el precio por la independencia de Castilla fue un azor. También en el poema de Mio Cid se narra que, en el momento de partir para el destierro, el héroe castellano Rodrigo Díaz de Vivar ‘El Cid’ lloró ante la pérdida de sus preciadas aves soltadas antes de su destierro.

Las Cruzadas fueron un evento importante para la cetrería al igual que otras batallas, ya que en éstas se desarrollaban treguas para que los nobles pudieran volar a sus halcones, inclusive si alguno de esos halcones era capturado o se posaba en territorio enemigo el rescate para ponerlo en libertad podía ser superior al precio de 500 prisioneros.





En Europa la época dorada de esta arte y afición fue la Edad Media. Se puede decir que más o menos desde el siglo VI hasta el siglo XVI, en el que se practicaba la caza con halcones y azores, disfrutó de su mayor auge y difusión. Esta técnica venatoria perdió terreno frente a las novedosas armas de fuego y, también, a causa de lo costoso que era mantener un buen equipo de halcones y halconeros, pues la cetrería, por lo general, fue una práctica reservada para reyes y grandes señores.

Hoy es un deporte que en el mundo occidental se practica con aves de presa criadas en cautividad, lo cual no supone ningún peligro para las aves salvajes. Sin embargo, aún hay zonas remotas en las que se siguen capturando aves silvestres.

En Oriente, hogar de los mongoles nómadas descendientes de Gengis Khan es una práctica bastante frecuente aún hoy en día; y es el método de subsistencia de parte de la población nómada. Para cazar montados a caballo y con el equipo adecuado entrenan principalmente a halcones que cazan después de que estos han comido y están demasiado cansados como para volar, echándoles una red encima confeccionada por ellos mismos.

A continuación proceden a llevar la nueva rapaz al ger (tienda) para mantenerla durante un mes en su interior con el fin de que se adapte a los nuevos sonidos y olores humanos. Las dos o tres semanas siguientes la llevarán sobre su brazo, enseñándole a mantener el equilibrio a galope y a no deslizarse, y acabado esto le enseñarán la tarea más difícil: regresar al amo.

Un dato curioso es que la cetrería se mantiene vigente en España, no sólo por las diversas asociaciones que se dedican a su difusión y conservación, sino también en 29 de los 47 aeropuertos. La cetrería se usa para evitar el paso regular de aves que podrían causar accidentes en las pistas.

Esto yo no lo sabía hasta hace unos días que en una revista del diario El Mundo, apareció la entrevista a una chica (curiosamente ex-azafata, de 24 años y bastante guapetona) que es cetrera en el aeropuerto de Santander. El hecho de remarcar su sexo, no me llamó tanto la atención, sino su tipo de trabajo del que yo no tenía ni la más remota idea. Una curiosidad, sin duda. Un servicio necesario que muy pocos saben que existe y en qué consiste.




El Aeropuerto de Barajas dispone desde hace 37 años de un servicio de control de fauna, basado en la cetrería como técnica para evitar el paso regular de aves sobre el recinto. Este servicio se conoce como Operación Bahaí, nombre tomado de la raza española de halcón peregrino. El objetivo de Baharí es mantener la seguridad en el tráfico aéreo. Para conseguirlo, los cetreros utilizan 35 halcones con los que recorren a diario las pistas.

Gracias a las aves de presa, se establecen unas condiciones de peligro que son fácilmente identificables por otras aves, neutralizando los posibles factores de atracción que hubiera para ellas en el aeropuerto y desviando flujos sobre áreas conflictivas. Los halcones vuelan 4 ó 5 veces al día con premios, claro. La idea “es hacer un control disuasorio con el mínimo de bajas posible. El halcón cuando ataca elige el individuo más débil”, declara Jesús, uno de los cetreros.

Además, también se logra disminuir de forma apreciable la permanencia y nidificación de aquellas especies que suponen un mayor peligro en las proximidades de las pistas y mantener limpias las zonas de aves migratorias. “Los pájaros sedentarios del aeropuerto, cuando ven el coche se esconden en los árboles, el problema son las aves migratorias”, continúa el cetrero.

El servicio fue creado por Félix Rodríguez de la Fuente a finales de los años 60. Consiste en la utilización de aves de presa debidamente adiestradas para evitar la presencia de aves silvestres en las zonas de movimiento de las aeronaves -espacios sometidos a rigurosas normas de seguridad- y prevenir los incidentes que pudieran producir por su choque contra los aviones durante las maniobras de despegue y aterrizaje.

Para conseguir una máxima efectividad o ambiente de peligro permanente fácilmente identificable por las aves salvajes, el servicio funciona día y noche durante los 365 días del año y cuenta con grandes profesionales especializados en la cría, selección, amansamiento y adiestramiento de aves de presa. “Es un trabajo muy esclavo, comenta Jesús, “tienes que estar dispuesto todas las horas de luz, y llevar un control riguroso y constante”.

Los objetivos del servicio de control de fauna en Barajas son básicamente dos. Por un lado, evitar que las aves no sobrevuelen el espacio aéreo y evitar que se establezcan en el aeropuerto o desviando flujos de las zonas en que su presencia pueda significar algún riesgo para el tráfico aéreo. Por otro, la observación, control y prevención sobre otros grupos de animales que puedan representar algún riesgo.


Pero además de control de fauna, la Operación Baharí se dedica a otras cuestiones. En general los halcones no se reproducen en cautividad pero, gracias a los cuidados y al estudio que durante años han realizado sus integrantes, aquí sí lo hacen. Tienen unos recintos acondicionados para que las aves estén juntas en el periodo de reproducción. “En época de celo no se les puede molestar”, comenta Jesús, “ así que se les alimenta por una trampilla para no incidir en su espacio”. Después, las instalaciones están dotadas de incubadoras, donde reposan los huevos de 30 a 33 días.

Asimismo, dado que estas aves están muy acostumbradas al hombre y no podrían sobrevivir en libertad, en las instalaciones también se mantiene a las aves que por su edad ya han cumplido con su labor. Madrid Barajas es el primer aeropuerto dotado con este tipo de instalaciones específicas para llevar a cabo la reproducción de aves de presa en cautividad, lo cual le permite renovar su dotación de ejemplares a partir de su propio equipo de actuación.

En la actualidad en la halconera del Aeropuerto hay más de 90 aves de presa (68 halcones, 2 azores y 2 harris), contando tanto las 35 aves que son operativas, como las que las que están en proceso de cría en cautividad y las que están en fase de amansamiento o adiestramiento. Las aves de presa que hoy en día sobrevuelan el Aeropuerto de Barajas mantienen los nombres de sus predecesoras a las que Félix Rodríguez de la Fuente llamó con curiosos nombres de origen medieval, muy acordes con la época dorada de la cetrería, como Jimena, Ginebra, Califa, Zaida, Aldonza o Don Mendo. Además, cada ave, según su carácter, recibe su nombre.

La primera experiencia de este tipo que se llevó a cabo en España tuvo lugar en 1968 en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz y fue conocida como “Operación Baharí”. Por aquel entonces, la base militar tenía un problema de interferencias aéreas a causa de bandadas de sisones (aves cuyo vuelo se semeja al de los patos) que cruzaban por la zona. Tras probar sin éxito diferentes sistemas para ahuyentar a las aves que entorpecían la operatividad de los aviones militares, la comandancia militar contactó con Félix Rodríguez de la Fuente, quien diseñó y dirigió un proyecto consistente en entrenar a halcones para hacer frente a esta difícil tarea.

Los resultados obtenidos por el equipo de halconeros y halcones formado por el cetrero y naturalista para este fin en Torrejón, unidos a problemas similares con aves silvestres en Barajas, llevaron a contratarle un año más tarde dicho servicio para el Aeropuerto de Barajas. Basándose en el comportamiento de las especies silvestres frente a sus enemigos naturales, la experiencia de Barajas consistió en convertir las proximidades de las áreas de movimiento de los aviones en el territorio de caza del halcón peregrino, uno de los depredadores más poderosos del espacio aéreo, y adiestrar a los mismos para ello.



Sin embargo, y pese a los buenos resultados obtenidos en el Aeropuerto de Barajas, este tipo de servicio de control de fauna tardó casi 20 años en establecerse en otros aeropuertos con similares problemas de sobrevuelo de aves debido, principalmente, a que la cetrería era una práctica poco difundida y a que existían muy pocos especialistas dispuestos a trabajar en aeropuertos.

Además, dado que la protección de las aves de presa no permitía, ni permite, la captura de ejemplares salvajes de su medio natural para destinarlos a esta u otras actividades, se tuvo que esperar algún tiempo hasta conseguir resultados de la reproducción de esta especie en cautividad y su posterior adiestramiento.

En la actualidad, la experiencia de Barajas, pionera en España, está ya implantada en 22 aeropuertos de la red de Aena, el 46,8% de los centros, con especial énfasis en los aeropuertos costeros, donde existe un mayor problema con las poblaciones autóctonas, como las gaviotas y migraciones de aves, y donde ya hay equipos de halconeros encargados de adiestrar a aves de presa para evitar que las aves silvestres sobrevuelen los recintos aeroportuarios.

A nivel internacional, España es el único país del mundo que utiliza la cetrería en gran parte de sus aeropuertos. De hecho, los aeropuertos europeos utilizan para ahuyentar a las aves otros sistemas menos eficaces, basados en procedimientos acústicos u ópticos, como la emisión de ruidos, gritos o ultrasonidos, el lanzamiento de cohetes o el uso de pistolas detonadoras.

(Con información de Tamara Antona, Gente Digital Madrid, abril de 2008).

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