26 julio 2007
Agggh, detesto dormir tanto
18 julio 2007
Sweet dreams... are made of this
Habrá gente que no entienda mi respeto y mi pasión por todas las tradiciones e historias de la mayoría de las tribus de indios nativoamericanos, más aún porque en México también tenemos una amplia herencia desde los tarahumaras hasta los aztecas, mayas, toltecas, etc., pero... no sé, en cierta medida, siempre me he sentido más identificada e inspirada con los nativoamericanos.
13 julio 2007
Demasiado
10 julio 2007
El bodorrio del año
Amparo y Thom a su llegada al salón de banquetes
Aquí en España, tal vez por cuestiones de costumbre o por aquello de que aquí son muy perros con los derechos de autor y demás, no se acostumbran las orquestas para amenizar las bodas. Yo ya he ido a varias y me queda un raro sabor de boca eso de que de pronto veas aparecer a un tipo con un teclado y bien, canta los "éxitos de ayer y hoy" al más puro estilo karaoke (lleva programadas las pistas) o hace sus versiones :S En el mejor de los casos, como nos ocurrió en una boda, el hombre es capaz de poner cd's (sin imponer todo el tiempo melodías pop) y se pasa los derechos de autor por el arco del triunfo. En la boda de Amparo se cuidó mucho este tipo de detalles, jejeje, tanto que en un principio, sus hermanos tocaron en directo versiones de algunos éxitos de los '80, algunos representativos del rock español y otros de su propia cosecha, como aquel que nos dedicaron a los que acompañamos en esa fecha tan especial a nuestra querida Amparo :) Amenizaron la partida de pastel (que aquí se acostumbra hacer con una espada, aunque yo no recuerdo si en México se hace así también:P) y en cuanto terminamos de degustar esa maravilla de tiramisú, jejeje, empezó el desmadre total musical bajo la batuta de Julián, Dj Reset, que no pudo comenzar mejor al ritmo de "Friday I'm in love" de nuestros adorados The Cure. Obviamente, Julián conoce los gustos de todos nosotros y nadie evitó sacudir el esqueleto, jejeje.
Aquí también se hacen listas de bodas o depositas tu regalo en las cuentas bancarias de alguno de los novios o, en el peor de los casos, en el banquete les entregas un sobre que contiene la cantidad que puedes regalarles. Pero habemos otros que aparte de hacer lo último, jejeje, decidimos regalar algo más como muestra del cariño que le tenemos a los novios. Sin más, en el mes de mayo, cuando Amparo vino a probarse el vestido y a hacer circo, maroma y teatro en cuanto a los preparativos, mi marido prometió regalarle la espada para la partida del pastel de bodas y yo le aseguré que le daría la pareja de figuritas que lleva el mismo. Porque este último detalle la estaba volviendo un poco loca, jejeje, quería algo fuera de lo común pero no tenía una idea clara. Así que le dije que se quitara eso de la cabeza, que yo solucionaría todo.
Yo tengo una clara afición por las espadas, a veces creo que podría ser una manía que va en camino de convertirse en vicio, hahahaha, pero mi marido no se queda atrás. Cuando empezamos a vivir juntos, ya de la pared del comedor colgaba una señora espada Excalibur que no recuerdo quien se la ha regalado y hace un año o poco más, ha empezado a probar forjar espadas de tamaño real. Pues bien, como el primer intento no quedó tan mal, en esta ocasión se esmeró mucho más y nos sorprendió a todos con le pedazo de espada que hizo para Amparo y para Thom, inclusive les grabó sus iniciales sobre la hoja, muy cerca de la empuñadura y por supuesto pulió y afiló la hoja.
Yo, por mi parte, no me rompí demasiado la cabeza para hacer la pareja, jejeje. Puedo preciarme de conocer muy bien los gustos de Amparo y gracias a una recomendación de mi marido, hice un Jack Skellington (Pesadilla antes de Navidad) y como novia no hice a Sally sino a Emily, la protagonista de "La Novia Cadáver" :) sólo que le pinté negro el vestido y le hice un velo de gasa del mismo color. Me tomé mi tiempo, no lo niego, pero es que quise hacerlo sin prisas y con mucho cuidado, la ocasión lo ameritaba. Yo nunca había hecho figuras que son un poco de tipo papel maché, pero me sirvió mucho haber visto muchos sábados por la mañana ese programa de Disney Channel (que aquí en tele abierta pasan en Antena 3) "Art Attack", hahahaha. Siempre logran hacer maravillas y a veces cosas cuasi inimaginables con papel periódico, cinta adhesiva (celo, aquí), cola blanca (nuestro querido Resistol blanco) y papel de cocina, jejeje. Así que dije "manos a la obra" y yo misma, lo juro, no podía creer el resultado. Nos contaron que antes de que el pastel entrara al salón, los meseros y la gente que estaba en los otros salones festejando también bodas, inclusive le hicieron fotos a la pareja tan singular y que era del tamaño de una barbie, poco menos :)
La super-pareja made by Mac
Sobra decir que esta ha sido una de las mejores bodas a las que hemos ido y que nos divertimos como enanos, jejeje. Happy Demon tuvo encuentros y desencuentros con uno de los sobrinos de Thom que es un par de años mayor que mi nano y descubrimos que cada vez posa más para las cámaras, hahaha. También que la abuela de Thom tiene pila para rato y se apunta para todo tipo de bailes, jejeje, lo mismo que los suegros de Amparo que le sacaron brillo al piso acompasados como una gran pareja de baile. Por último, aquí dejo constancia de las bellezas que acompañamos en ese día tan especial a nuestra amiga y ahora señora Laleike :)
Full de bellezas y un Happy Demon que cayó rendido demasiado pronto, jejeje.
06 julio 2007
Trece
- Ha planteado el tema de la mentira - dije -. Quizás eso sí deba preocuparnos.
- ¿En qué sentido? - A través de los oscuros cristales podía vislumbrar los movimientos de las pestañas de la señorita Winter.
Estas se agazapaban y temblaban alrededor del ojo como largas patas de una araña.
- En los últimos dos años ha dado a los periodistas diecinueve versiones diferentes sobre su vida. Y ésas son sólo las que encontré en una búsqueda apresurada, pero debe de haber muchas más, probablemente centenares.
Se encogió de hombros.
- Es mi profesión. Soy narradora.
- Y yo soy biógrafa. Trabajo con hechos reales.
La señorita Winter asintió con la cabeza y sus tiesos bucles se movieron a una.
- Qué aburrido. Yo no podría haber sido biógrafa. ¿No cree que la verdad se puede contar mejor con un relato?
- Con los relatos que le ha contado al mundo hasta ahora, no.
La señorita Winter cedió asintiendo con la cabeza.
- Señorita Lea -comenzó con una voz pausada-, tenía mis razones para crear una cortina de humo en torno a mi pasado, pero le aseguro que esas razones ya no son válidas.
- ¿Qué razones?
- La vida es el abono.
Parpadeé.
- Sé que mis palabras le extrañan, pero es así. Toda mi vida y todas mis experiencias, las cosas que me han sucedido, la gente que he conocido, todos mis recuerdos, sueños y fantasías, cuanto he leído, todo eso ha sido arrojado al montón del abono que, con el tiempo, se ha ido descomponiendo hasta convertirse en un humus orgánico oscuro y fértil. El proceso de descomposición celular vuelve todo irreconocible. Otros lo llaman imaginación. Yo lo veo como un montón de abono. Cada cierto tiempo tomo una idea, la planto en el abono y espero. La idea se alimenta de esa materia negra que en otros tiempos fue una vida, absorbe su energía. Germina, echa raíces, produce brotes. Y así hasta que un día tengo un relato o una novela.
Asentí dándole mi aprobación a la analogía.
- Los lectores - prosiguió la señorita Winter - son ingenuos. Creen que todo lo que se escribe es autobiográfico. Y lo es, pero no como ellos creen. La vida del escritor necesita tiempo para descomponerse antes de que pueda ser utilizada para alimentar una obra de ficción. Hay que dejar que se pudra. Por eso no podía tener a periodistas y biógrafos hurgando en mi pasado, recuperando retazos y fragmentos, conservándolos mediante sus palabras. Para escribir mis libros necesitaba dejar tranquilo mi pasado a fin de dejar que el tiempo hiciera su trabajo.
Después de meditar su respuesta, le pregunté:
- ¿Y qué ha sucedido para que ahora desee cambiar las cosas?
- Ya soy vieja. Estoy enferma. Una esos dos hechos, biógrafa, ¿y qué obtiene? El final de la historia, creo yo.
"El cuento número trece"
Diane Setterfield
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Hace tiempo que un libro no me entusiasmaba tanto dejándome tan buen sabor de boca. Podría decirse que es un homenaje a la clásica novela gótica y al legado de las hermanas Brönte y Wilkin Collins. Además, de alguna forma, se las ingenia para mantener una atmósfera atemporal que bien puede ubicarse tanto a principios del siglo pasado hasta mediados, más o menos. Hay toda clase de sentimientos y un final satisfactorio, el que se espera en toda historia bien construida y redondeada que se precie de serlo. Y me temo que su éxito cuasi inmediato se ha debido en buena parte a que se escapa por completo de toda esa oleada asfixiante de novelas que intentan imitar al Código Da Vinci, inclusive, en la más reciente revista de el Círculo de Lectores he descubierto una que se llama: "La clave Gaudí", por favor!!!!
En lo personal, me encuentro un poco harta de tanto misterio ligado con el pasado. Sí, me encantan los enigmas sagrados y eso ha sido desde siempre, no sólo a raíz de la lectura de El Código Da Vinci (que leí mientras estaba embarazada), pero es que todas las editoriales pretenden montarse en el mismo carro del éxito y repletan el mercado con historias que no son otra cosa más que variaciones sobre el mismo tema, y no sólo en el aspecto de misterios ligados con la religión y/o sociedades secretas y herméticas, sino con personajes antiguos y muy conocidos (de preferencia escritores).
Nacida en Berkshire, Inglaterra, Diane Setterfield estudió en la Theale Green Community School y, posteriormente en la Universidad de Bristol, donde se licenció en Literatura francesa. Especializada en la creación literaria gala del siglo XX y, en particular, en la obra de André Gide, durante años colaboró en distintas instituciones y centros académicos. La publicación en 2006 de su ópera prima El cuento número trece -una obra que se inscribe en la mejor tradición de la novela gótico-romántica- ha supuesto una de las mayores y más agradables sorpresas literarias de los últimos años y ha alcanzado el primer puesto en la lista de los libros más vendidos del New York Times.
Más que recomendable :)