22 noviembre 2006

Sueños

Seguramente no encontraremos ningún otro motivo de inspiración literaria tan persistente como los sueños. Para los antiguos, tenían una naturaleza revelada y que actuaba sobre sus vidas; los dioses y los espíritus de ultratumba los empleaban como cauce de comunicación con sus criaturas predilectas. Los héroes de Homero, cuando se acogían al benéfico descanso, recibían la visita de sus dioses tutelares, que les dictaban el signo de la batalla o el itinerario de sus odiseas; también los elegidos por Yavé poseían -como Jacob- el don de recibir encomiendas a través de los sueños, o bien -como José- el de interpretar los presagios que eso sueños pudieran contener. Suetonio se atrevió a catalogar la materia onírica, según la sombra premonitoria que arrojase sobre nuestra existencia, otorgando carta de naturaleza a los "íncubos" -sueños angustiosos que anuncian alguna calamidad- y a las "larvas" -sueños muy concurridos de fantasmas y criaturas monstruosas-. Los ingleses poseen una palabra que siempre me ha estremecido para designar la pesadilla, ese afluente febril y desbocado del sueño: nightmare o, literalmente, "yegua de noche": cada vez que pronuncio esta palabra surge en mi imaginación, nítida como un escalofrío, la estampa de una yegua huyendo despavorida en mitad de la oscuridad, con los ollares henchidos por el horror y la piel lustrosa de un sudor frío. El sueño, convertido en una yegua clandestina que chapotea en charcos de sangre todavía tibia, se aposenta en las mejores tragedias de Shakespeare; también Dante dejó que el sueño, transformado en un gran monumento alegórico, o en una terrible ensoñación escatológica, inundase su genialidad.

Hubo un momento en que el hombre, deseoso de gobernar su destino, quiso negar el poder premonitorio de los sueños, que empezaron a ser recluidos en mazmorras extramuros de la razón. Aquel esfuerzo racionalista, tan ímprobo y estéril, quedaría negado por el fervor romántico, que ya no entendería los sueños como emanaciones de una divinidad que se insmicuye en nuestro reposo, sino como expresiones máximas de la libertad del hombre, como cristalización incoherente y desaforada de sus anhelos y fantasmas interiores. El aroma lúgubre y desquiciado, tempestuoso y aquietado de estos sueños se filtraría a partir de entonces en la literatura. El arte de la modernidad resultaría inexplicable sin esta concepción del sueño como vigilia de la fantasía, liberada de coartadas y fiscalizaciones; los infiernos mentales urdidos por Edgar Allan Poe, los paraísos artificiales invocados por Baudelaire, no habrían germinado sin la aportación de este legado romántico.

Aunque no hayan faltado épocas en que el sueño ha caído en el descrédito, lo cierto es que la literatura del extinto siglo XX ha rendido obcecadamente tributo a este manantial de inspiración, que se ha hecho caudaloso por influencia del psicoanálisis y de la escuela surrealista. Extinguida la efervescencia de aquellos movimientos culturales, el sueño ha ejercido su influencia (ya liberada de los encorsetamientos y dogmatismos impuestos por Breton y sus secuaces) en los creadores más heterodoxos, de Cocteau a Cortázar, y ha hallado un nuevo cauce expresivo a través del cine, donde los sueños adquieren una traducción en imágenes que los hace más perturbadores. ¿Alguien podría entender el muy particular universo de Hitchcock, Buñuel o David Lynch sin aceptar previamente el acoso que el mundo onírico ejerce sobre la realidad en sus películas?

Jorge Luis Borges llegó a afirmar que los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios. Para demostrar este aserto, compiló en un volumen misceláneo la evolución de tan profundo género, desde los sueños proféticos del Antiguo Oriente hasta los alegóricos de la Edad Media y los puramente lúdicos de Lewis Carroll y Franz Kafka. En este delicioso Libro de los sueños (del que Borges, muy maliciosamente, destierra a todo autor sospechoso de vanguardismo), se congregan las visiones del profeta Daniel, las revelaciones del babilónico Gilgamesh, las puertas divinas de las que -según Homero- emanan los sueños (una puerta de marfil para los sueños falaces; otra de cuerno, para los proféticos) y otras muchas especies de pesadilla y espanto infligidas por los más conspicuos escritores. Entre tanto pasaje desconcertante o estremecedor, me quedo con esta perplejidad propuesta por Coleridge: "Si el hombre atravesara el Paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que había estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano... ¿entonces qué?".

Juan Manuel Prada
XL Semanal Magazine
5 de noviembre de 2006


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Lo reconozco: no estoy muy inspirada :p y he echado mano de una sección que suele gustarme mucho cuando compro los domingos el diario Las Provincias. A veces se disputa rabiosamente mi preferencia con la Arturo Pérez-Reverte, jejejeje. Sin embargo, volviendo a mi falta de inspiración es que he estado muy tensa, diversos motivos y sobre todo, unos dolores de cabeza angustiantes que me dan con cierta frecuencia sin llegar a convertirse en migraña, por fortuna. A veces me atacan por las tardes, me tomo las pastillas que están en mi top ten particular de remedios contra esos dolores de cabeza que desde niña sufro, y para la hora de la cena se han aplacado, pero a la mañana siguiente me despierto con ellos (inclusive esos son la causa de que me encuentre incómoda acostada o con la cabeza apoyada). En fin, que me tomo otro par de pastillas y espero, inútilmente, que en poco tiempo hagan efecto. Y así, a los dos de la tarde, aún estoy un poco aturdida por el dolor que es como si me comprimieran la mitad de la cabeza (en esta ocasión, el izquierdo) aunque ya con menor intensidad.

Me gustaría que en esta ocasión, ustedes, los que amablemente me leen y en muchas ocasiones no dejan comentario alguno, ahora lo hiciesen. Quiero saber si sueñan, si hay sueños que se hayan cumplido o con qué sueñan. Y justo en este momento, me viene a la cabeza la serie de televisión "Medium" cuyo personaje principal lo interpreta Patricia Arquette. Yo no he tenido sueños "premonitorios" como tales aunque parece ser que debería tener una herencia vía materna, porque mi madre si los padecía pero con el tiempo dejó de prestarles atención. Yo nunca he sabido lo que es una pesadilla, pero los sueños me han servido para desahogar muchos nudos del alma y para, inclusive, recibir visitas muy especiales.

Música de fondo: "Ojos de triste llanto" de Alameda (uno de los grupos más representantivos del rock andaluz de finales de los '70, me encanta esa fusión de rock que rozaba con lo progresivo y muchos, muchos toques de flamenco).




7 comentarios:

Korkuss dijo...

Yo sueño con el mundo oscuro de fantasía, con la magia... con soñar.

Y tú?

J.P.R dijo...

Recuerdo una epoca que tuve una serie de sueños relacionados todos con un mismo lugar. Un lugar muy querido para mi que me trae muchos recuerdos de mi infancia. Era un mundo mágico donde ocurrian hechos inverosimiles.
La ultima imagen que tuve de esta serie de sueños, era yo volando por encima de una verde colina llena flores blancas, al lado habia un rio. Fui descendiendo por el, a vista de pajaro, hasta llegar a una especie de isleta donde aparecieron una serie de tumbas. Una voz me dijo que "aqui descansan los muertos de la guerra civil" Y me desperté de golpe, muy sobresaltado.

Algún dia relatare estos sueños en mi blog, de hecho ya relaté uno.

Siempre he querido que volvieran esos sueños, pero nunca jamás lo han echo.

Saludos!

Anónimo dijo...

Yo soy de la opinión que todos y cada uno de los sueños que tenemos (incluso aquellos que no recordamos) sirven para algo.

A veces si he tenido sueños premonitorios, pero por desgracia casi siempre son de mal agüero.

Otras veces, cuando me levanto e intento recordar el sueño, me cuesta horrores y solo soy capaz de recordar la sensación que dicho sueño ha dejado en mi.

Suele ser efectivo intentar escribir el sueño, pues mientras estás haciéndolo, recuerdas más cosas.

Me gusta buscar el significado de los sueños.

La Sacerdotisa dijo...

Hola Mac, estoy visitando por primera vez tu blog y me atrajo bastante.
Desde que puedo recordar, sueño todas las noches. Así como mencionas en tu post, algunos de mis sueños me han inspirado, y los he volcado en cuentos . He tenido tambien sueños premonitorios, aunque no con frecuencia. Una película bastante onírica es Stay, la recomiendo a los que les gusta el estilo de David Lynch, aunque esta no es tan compleja.
Bueno, saludos, te seguiré visitando!

Ana dijo...

Soñar...ultimemente ni se lo que es eso...toda la vorágine del nuevo trabajo me está desequilibrando sobremanera...solo tengo ganas de hacerme bien a todo mi entorno de trabajo y a todas mis tareas, a ver si puedo empezar a reequilibrarme de los pies a la cabeza, que buena falta me hace...ahora mismo soy un autómata, y estos no sueñan.

MacVamp dijo...

Yo sueño con muchas cosas pero hace apenas unos días, mis cuasi carcajadas despertaron a mi marido o_O Me preguntó de qué me reía en mitad de la noche, hahaha, y sólo recuerdo que medio dormida le dije que de la cara de Tom Jones, hahaha.

A veces recuerdo fragmentos de mis sueños, a veces es como si fuera yo la directora y la protagonista porque no siempre son recuerdos, sino vivencias nuevas con familiares, amigos o gente que muchas veces me queda la duda si no serán recuerdos de otras vidas. Cuando murió mi madre, soñé con ella muchas veces, pero eran vivencias nuevas, por así llamarlas. Pocos recuerdos y en algunos de esos sueños, es como si me reconfortara, podía sentir su cariño en aquellos abrazos. Varias veces me desperté llorando.

Fernando dijo...

Yo suelo poco, la verdad, al menos no me acuerdo de nada, duermo tan profundamente que cuando despierto parece que no hubiera pasado ni un segundo pero sí, han pasado horas y horas.