Hay
momentos en la vida, pocos o muchos, que nunca se olvidan. Momentos que
quizá pasaron desapercibidos y cuyo significado lo 'encontramos' años
después.
Cuando yo tenía trece años, en 1985, una mañana
descubrí a Alaska en el programa Hoy Mismo que conducía Guillermo Ochoa y
fue un golpe directo a la conciencia. Golpe que empezó a poner en su
gaveta correspondiente las ideas que bullían sin parar.
Yo no quería ni podía ser una niña con pretensiones de 'fresa' (en el
sentido conservadora), algo dentro de mí se negaba. Dejé los colores a
un lado (aunque nunca fui demasiado 'sunshine' ni jamás me gustaron los
colores pastel) y empezé a vestir de color noche, poco a poco, en la
medida de mis posibilidades: algunas veces 'asaltaba' el armario de mi
madre que a decir verdad, tenía escasa prendas negras y otras tenía la
suerte de adquirirlas en los lugares más inimaginables
A los quince empezé a estudiar en el CCH Sur (bachillerato) y yo ya
lucía mis pelos a lo Ann Wilson de las hermanitas Heart y mis atuendos
de faldones largos, accesorios de plata, ojos muy remarcados y zapatos
de cordones que por lo regular adquiría en la zapatería La Idea Verde
Esos zapatos y esas botas 'tobilleras' que llegaron a ser conocidas en
esta ciudad como 'calzado perestroiko', hahahaha. Algunos meses después,
un amiguete llegó con un vinilo bajo el brazo y nos mostró la portada:
cuatro chicos con una imagen que no correspondía a lo que se veía
comercialmente, tirando un poco a The Cure. Se trataba del sencillo
Mátenme porque me muero de Caifanes cuyo Lado B era La Bestia Humana Era el sencillo que empezaba a escucharse con inistencia en algunas estaciones de radio.
Estar atenta a la radio, poder grabar todo lo que fuese de ese banda,
celebrar como una poseída aquella transmisión desde Rockstock o
Rockotitlán donde Caifanes interpretaron los temas en directo de su
primer álbum, comprar el disco y escucharlo una y otra vez hasta que mi
madre me preguntó un poco consternada:' Hija, le pasa algo a ese chico?
Canta como si sufriera mucho', hahahahaha ;-)
Sip, Caifanes fue una de las bandas que me marcó porque 'aparecieron'
justo en el momento en que forjaba y reforzaba mis gustos, mi
personalidad, mis sueños. Fueron parte importante del soundtrack que
envolvía esos días y algunos años, también. Los conciertos, las salidas
clandestinas, las ganas de vivirlo todo, devorar libros y películas, las
dudas, las depresiones 'gratuitas', las risas, las lágrimas de rabia o
de profunda tristeza, los encontronazos conmigo misma, los golpes que te
da la vida y que te asientan, los amigos que así como llegaron se
fueron, las emociones a flor de piel, tratar de actuar como adulta
cuando por dentro me moría de miedo, quererlo todo y al mismo tiempo no
desear nada, vivir, vivir, vivir...
Y Caifanes y un montón de
grupos más surgiendo de mi grabadora, de mi estéreo. Música siempre en
todo y para todo. Recordar aún con mucha emoción aquel concierto en el
Auditorio Nacional donde la gente de seguridad nos preguntó a mis dos
amigas y a mí si éramos 'parte del chou' por nuestras pintas, el del
Teatro Blanquita, el de la explanada de Rectoría de la UNAM, y la tocada
cuasi en plan petit comité de las Insólitas Imágenes de Aurora (el
proyecto anterior a Caifanes) en Rockotitlán en 1990. Pero, en cierta
medida, esa magia se rompió con el segundo álbum... El Diablito contenía
'versiones pulidas' de temas que ya se habían escuchado en los
conciertos de Caifanes pero, para mí y para muchos, algo ya no
'encajaba'
Todos
crecimos, tomamos caminos diferentes. Caifanes 'mutó' en Jaguares tras
mil y un pleitos. A algunos, la segunda fase le gusta más y se sienten
más identificados con ese nacionalismo y esa conciencia social que surge
de la gran mayoría de las letras. Y se atreve a menospreciar la fase
primigenia. Otros esa es la que preferimos pero sin dejar de reconocer que, sin proponérselo, Caifanes marcó nuestras vidas.
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