08 noviembre 2012

Bram Stoker, el hombre que clavó su colmillo


«Tenga presente que la risa que llama a la puerta y pregunta: '¿Puedo pasar?', no es auténtica risa. ¡En absoluto! La risa es reina; llega cuando quiere y como quiere. No pide permiso a nadie, no espera a que llegue el momento apropiado. Simplemente dice; 'Aquí estoy'»

Resulta curioso que fuera Drácula y no otro personaje literario el que mejor supiera definir la risa. Un hombre-vampiro que, sin embargo, despertó enormes sentimientos de miedo y terror una vez que Bram Stroker publicó su famosa novela en 1897. Google recuerda hoy al escritor irlandés con uno de sus doodles con motivo del 165 aniversario de su nacimiento. En él, las letras del buscador se visten de rojo y se crea una imagen con diferentes episodios de la novela en blanco y negro. 

«Drácula» no sólo se hizo muy popular gracias a la reinvención que trajo consigo en el género de terror, sino por ser una nóvela muy transgresora y, por tanto, relegada al terreno marginal de la literatura sensacionalista hasta que la Universidad de Oxford la incluyó en su biblioteca de clásicos en 1983. La novela, escrita a modo epistolar, presenta otros temas como el papel de la mujer en la época victoriana, la sexualidad, la inmigración, el colonialismo o el folklore. 

Desde pequeño, Bram Stoker se aficionó a las historias de miedo en las que habitaban vampiros y seres extraños, ya que hasta los siete años tuvo que pasar largos tiempos encamado, y su madre le contaba esas historias que luego servirian de cimientos para crear un imaginario propio. Según se ha podido saber, la única fortuna de la familia de Bram Stoker eran los libros y la cultura, por lo que este hecho también marcó su carácter. 




La pobreza marcó también el final de su vida, puesto que murió enfermo y olvidado en una pensión londinense mientras su famosa novela se reeditaba con gran éxito. Una víctima más del personaje que lo encumbró en leyenda. Se dice que el escritor se basó en las conversaciones que mantuvo con un erudito húngaro llamado Arminius Vámbéry y que éste fue quién le habló de Vlad Draculea, el príncipe de Balaquia que bebía la sangre de sus víctimas en copas mientras comía delante de los empalados.

Bram Stoker regeneró el género del terror y creó sin ser consciente un personaje mítico que ha inspirado después multitud de novelas, películas y relatos. Los colmillos más afilados de la literatura mundial al que diera vida... aunque fuera en la ultratumba. 



ABC
8 de noviembre de 2012







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