30 abril 2011

Beltane



http://www.youtube.com/watch?v=H43204V0p04

"Beltaine" - Beltaine


Beltane, 1º de mayo, antiguo ritual celta para despedir el invierno y los días oscuros y dar la bienvenida a la temporada cálida y luminosa. Ritos de fertilidad para propiciar las buenas cosechas y hogueras para atraer el calor del fuego. Todo florece, hay vida en el ambiente.

Beltane es un anglicismo que deriva del gaélico irlandés Bealtaine o del gaélico escocés Bealtuinn que significa Bel-fire, el fuego del dios celta de la luz: Bel, Beli o Belinus. Hay otros nombres para esta festividad que también se conoce como Mayday: Cetsamhain, lo opuesto al Samhain y Walpurgisnacht o Walpurgis en Alemania.



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29 abril 2011

God save McQueen

Foto: AFP


13:32 (aproximadamente) Me encanta que Katherine haya escogido a la firma de Alexander McQueen para su vestido de novia :) Y me ha conmovido, qué demonios... Tanto que luchó McQueen, tanto que fue contracorriente, siendo hijo de un sencillo taxista. Tan bueno que fue y será y su irreparable pérdida al no superar la muerte de su madre...

Esta fue la actualización de mi status en Facebook. No hace falta decir que me refería a la boda real del Príncipe William y su prometida Kate o partir de ahora, Catherine. Me gustó la línea del vestido y el velo sencillo y corto. Aunque ya hay opiniones que "destrozan" literalmente la decisión de una joven que si bien no es de lo más clásico que se ha visto, tampoco luce un estilo estridente. Además, cumplió con la norma de lucir una larga cola, pero no excesiva. Seguramente por pura comodidad.

Y da un poquito de vergüenza ajena que haya diseñadores y especilistas españoles que minimizan la elección o que se han tragado la trola de que el estilo Alexander McQueen sólo es lo estrambótico y lo extravagante. He leido sus opiniones en El Mundo y sin embargo, en El País, han publicado un artículo que expone con conocimiento todo lo que engloba la decisión de un diseño de la casa McQueen, sobre todo tratándose, claro está, de la realeza británica:


Kate le devuelve las alas a Ícaro

¿Cómo se guarda un secreto? Mintiendo, claro. A pesar de las reiteradas negativas de los portavoces de la firma Alexander McQueen, Sarah Burton sí era la encargada de diseñar el vestido de boda de Catalina Middleton. Una decisión cargada de significado, dramatismo e historia que dará lugar a abundante literatura en los próximos días.

"Miss Middleton eligió la firma británica Alexander McQueen por la belleza de su artesanía, su respeto a la tradición y por la construcción técnica de su ropa. Deseaba que su vestido combinara tradición y modernidad con la visión artística que caracteriza el trabajo de Alexander McQueen", explica el comunicado emitido por Clarence House en cuanto Middleton puso un pie fuera del coche.

Sarah Burton, de 36 años, fue mano derecha de Alexander McQueen durante 12 años y la encargada de sucederle tras su muerte, en febrero de 2010. Se suicidió a los 40 años, incapaz de lidiar con sus demonios. Siempre obsesionado por las aves, como Ícaro, emprendió un último vuelo escapando de un mundo en el que no encajaba. Catalina le ha devuelto hoy sus alas.

La elección de uno de los diseñadores más geniales, inventivos y torturados de la moda contemporánea es atrevida. Pero tiene sentido y mucha épica. En 2008, McQueen concibió una colección que mezclaba las referencias a la reina Victoria, la India y el duque de Wellington. Fue una de las más hermosas de su carrera. "Tengo un olmo de 600 años en mi jardín", explicó entonces. "Imaginé la historia de una chica que vive en él y sale de la oscuridad, conoce a un príncipe y se convierte en reina". No es que Middleton salga precisamente de las tinieblas, pero la imagen encaja en este cuento como el zapato en el de Cenicenta.

Se especula que fue la directora de la edición británica de Vogue quien le aconsejó a Middleton que se decantara por McQueen. Entre otras cosas, porque su taller tiene una calidad de factura propia de un atelier de alta costura. La última colección de Burton para la firma (la del próximo otoño/invierno) estaba inspirada por "la reina de hielo" e incluía apabullantes vestidos, como un traje con una cola realizada con 500 metros de chiffon. A lo largo de su carrera, el malogrado McQueen exhibió una particular (si bien controvertida) sensibilidad hacia la historia y la realeza. Desde que se licenciara en Saint Martins en 1994 mostró gestos rebeldes y anarquistas. Se declaraba "anarquista, ateo y antimonárquico", pero aceptó una condecoración de la reina Isabel II en 2003, que le nombró Comandante del Imperio Británico (CBE): "Solo la recogí porque a mis padres les hacía ilusión".

Desde luego, han debido ser unas semanas intensas para Sarah Burton. Este domingo se inaugura en el Museo Metropolitan de Nueva York una retrospectiva sobre la carrera del diseñador titulada Savage Beauty.

Es la principal exposición de moda del año, organizada por la poderosa Anna Wintour. Un año después de su muerte, Alexander McQueen alcanza una notoriedad, reconocimiento y popularidad que el fallecido diseñador seguramente no imaginó ni en sus más febriles sueños. La coincidencia es una auténtica orgía para los intereses económicos de la compañía, propiedad del Grupo Gucci (el tercero del sector del lujo mundial).

El interés económico no solo es para la compañía que fabrica el vestido: se confía en que sea un empujón para la industria de confección inglesa. Por eso, las cuatro páginas del texto de Clarence House enfatizan el carácter británico de todo el asunto y proporcionan toda clase de detalles. Por ejemplo, que el aplique de encaje del cuerpo y la falda fue realizado por la Royal School of Needlework (Real Escuela de Costura). La técnica utilizada se denomina Carrickmacross y se originó en Irlanda en 1820. La intrincada ingenieria del encaje fue supervisada por Burton y su equipo. Los trabajadores se lavaban las manos cada 30 minutos para mantener el tejido impoluto. El vestido rinde homenaje a la tradición de Arts and Crafts y al Romanticismo. Por supuesto, todos los materiales son de proveedores británicos.

Otros detalles: la cola mide 2,70 metros y el cuerpo de afilada cintura y caderas acolchadas es un guiño a la tradición victoriana, así como una de las señas de identidad de McQueen. En la espalda, hay 58 botones cubiertos de gazar y organza. El velo también ha sido bordado a mano por los mismos artesanos. Está sujeto por la tiara Halo, de Cartier, que Jorge VI regaló en 1936 a la reina Madre. Esta, a su vez, se la regaló a su hija (la reina Isabel II) por su 18 cumpleaños. Los pendientes de diamantes, de Robinson Pelham, han sido un obsequio de boda de los padres de la novia.

Alexander McQueen firma también el vestido de su hermana, Phillippa. El séquito de la novia exhibe gran coordinación. La dama de honor lleva en su traje los mismos botones y remates de encaje que en el de la novia. Las niñas van vestidas por Nicki y Charlotte Macfarlane y sus atuendos se han realizado con los mismos materiales que el vestido de Middleton.


Eugenia de la Torriente
El País
29 de abril de 2011




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22 abril 2011

And this time I’m not leaving without you



http://www.youtube.com/watch?v=2HSex-i6z4w

"You and I" - Lady Gaga


It’s been a long time since I came around
It’s been along time but I’m back in town
But this time I’m not leaving without you

You taste like whiskey when you kiss me oooh
I’ll give up anything again to be your baby doll
Yeah this time I’m not leaving without you

You said sit back down where you belong
In the corner of my bar with your high heels on
Sit back down on the couch where we
Made love for the first time
And you said to me

There’s something, something about this place
Something about lonely nights and my lipstick on your face
Something something about my cool Nebraska guy
Yeah something about
Baby you and I

Been two years since I let you go,
I could’ve listened to a joke for rock n roll
And muscle cars drove a truck right through my heart

You taste like whiskey when you kiss me oooh
I’ll give up anything again to be your baby doll
Yeah this time I’m not leaving without you

You said sit back down where you belong
In the corner of my bar with your high heels on
Sit back down on the couch where we
Made love for the first time and you said to me,

There’s something, something about this place
Something about lonely nights and my lipstick on your face
Something something about my cool Nebraska guy

Yeah something about, baby you and I
You and I
You, you and I
You, you and I
You you and I
You and I
You you and I
You you and I

[piano solo]

You said sit back down where you belong
In the corner of my bar with your high heels on
Yeah you like the red ones
Sit back down on the couch where we Made love for the first time and you said to me,

There’s something, something about this place
Something about lonely nights and my lipstick on your face
Something something about my cool Nebraska guy
Yeah something about
Baby you and I

You and I
You and I
You you and I
You you and I
You and I

You you and I
You you and I
You you and I

Been along time since I came around
Its been along time but I’m back in town
And this time I’m not leaving without you



Primera versión de la que se incluye en el álbum "Born this way" (2011)



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Porque en esta ocasión no te dejaré ir . Porque no volveremos a estar separados.

Prepárate en julio xD




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18 abril 2011

Los reyes del 'Glam'


Cuarenta años después de su momento álgido, el más escandaloso de los movimientos musicales es reivindicado por figuras como la omnipresente Lady Gaga. Un libro reciente revela que infinidad de grupos y solistas intentaron subirse al carro del 'glam rock'.


El mundo ha seguido con pasmo la ascensión de Lady Gaga: parece un monstruo surgido de la nada, pero incluso los monstruos tienen raíces, influencias, modelos: las indumentarias imposibles, el sentido teatral y la ambigüedad sexual de Stefani Joanne Angelina Germanotta nos retrotraen a un momento único de la música pop. El glam rock, a veces conocido como glitter rock, dominó las listas británicas entre 1971 y 1974, irradiando al resto del planeta.

Dave Thompson, el más prolífico de los biógrafos del rock, prefiere ampliar ese periodo. Acaba de publicar un minucioso catálogo, Children of the revolution, que cubre mes a mes desde 1970 hasta 1975. Hubo un movimiento masivo. Por debajo de las estrellas -T. Rex, Slade, Sweet, Bowie...- aparecen centenares de grupos y solistas que simplificaron su música y recurrieron al rímel. La liberación escénica de Elton John y Freddie Mercury solo se entiende en el clima de tolerancia generado por el glam rock, simplificado en España como gay rock.

Hasta 1970, en el mundo de la música popular la homosexualidad era el gran tabú. La industria del pop británico de los sesenta estaba controlada en parte por sodomitas muy precavidos, que no toleraban que sus pupilos hicieran la mínima concesión. ¡Ni en broma! Eso habría sido fatal para vuestra carrera, aseguraban: un incidente menor había torpedeado la de Johnnie Ray.

Ocurrió en 1970 que los Kinks triunfaron con Lola, la risueña crónica de un inocente que visita el Soho, conoce a un travestido y descubre la felicidad. Testimonio de la habilidad de su líder, Ray Davies, es el hecho de que la BBC no pusiera pegas a ese argumento... Solo obligó a cambiar una mención a Coca-Cola, considerada publicidad encubierta. Ese mismo año, el hirsuto Marc Bolan abandonaba el hippismo: su grupo, Tyrannosaurus Rex, se transformaba en T. Rex, a la vez que giraba hacia un rock pegajoso, marcado por su voz de borreguito.

La fórmula despegó. Bolan había descubierto un hueco enorme. La música estaba marcada por el rock progresivo, elitista y difícil de tararear; el prog rock era escuchado por un público universitario y difícilmente podía seducir a adolescentes. Por la brecha de T. Rex se colaron extraños animales, exhibiendo pantalones ajustados, telas satinadas, botas de plataforma, bisutería, maquillajes descarados, purpurina. Era música de chillidos, de ropa interior humedecida, de fotos cubriendo las paredes del dormitorio. Resumiendo: de fans.

Una eclosión de fantasía y provocación que arrebató a una generación. Muchos recuerdan el impacto de ver a David Bowie en la televisión, bello como un dios y exótico como un alienígena. Como Bolan, Bowie se había subido a todas las tendencias posibles: había sido mod, hippy, folky, underground. Pero también experimentó sexualmente y se vistió de mujer lánguida para su elepé de 1971, The man who sold the world. Al año siguiente se recicló en prototipo de la estrella de rock con Ziggy Stardust. Cimentó su reputación en los escenarios cuando se arrodilló ante Mick Ronson, su guitarrista, simulando una felación a través de la Gibson. Hasta entonces, confesaba Bowie, le habían tratado "como a una rubia tonta".

Destacar a Bolan y Bowie puede ser engañoso: ellos tenían una visión artística personal. Pero la mayoría del glam rock era música de productores y compositores. El equipo Nicky Chinn-Mike Chapman confeccionó éxitos para Sweet, Mud, Smokey y la rockera Suzi Quatro. La música era pegajosa y chillona, a veces con ritmos tribales o basada en mutaciones del rock and roll de los cincuenta. Eso permitió que veteranos como Paul Raven o Shane Fenton cosecharan éxitos en los setenta, tras rebautizarse respectivamente como Gary Glitter y Alvin Stardust. En realidad, este es un movimiento más definido por su estética que por su sonido. Poco tenían que ver Roxy Music con Slade. Unos eran cazurros que habían probado todo antes de hallar la fórmula sonora, con títulos que se burlaban de la ortografía inglesa. Los otros representaban a músicos más cultos.

Las letras del glam tendían a celebrar la agresividad, la exuberancia del adolescente. Aunque fueran obra de compositores adultos, sugerían el fantasma de una juventud belicosa y hormonada. Entre la sociedad biempensante británica despertaba un temor palpable, como comprobó Stanley Kubrick, tras aparecer imitadores de la violencia de su Naranja mecánica. Para acallar las críticas y las amenazas, vetó la exhibición de la película en el Reino Unido, una prohibición que se mantuvo hasta su muerte.

El glam rock cortaba el anhelo insurreccional de los sesenta. Lo más parecido a un himno que tuvo el glam fue All the young dudes, canción de David Bowie cedida en 1972 al grupo Mott the Hoople, que explicitaba esa ruptura generacional: "Mi hermano está en casa / con sus Beatles y sus Stones / nunca me inspiró esa historia de la revolución / qué rollo, demasiadas complicaciones".

Lo que tenía de revolucionario el glam rock habría que buscarlo en la liberación sexual. La imagen de los grupos podía servir de revulsivo, como comprobó Sweet en su visita a la TVE franquista. Cuando los músicos salieron de sus camerinos pintados como puertas, alguien decidió que eran demasiado para el telespectador, aunque estuvieran anunciados en un programa de la segunda cadena: "¡Son unos maricones!". Sin embargo, eran heterosexuales.

Si algo llama la atención del glam rock de los setenta es precisamente la normalidad de sus letras en lo erótico. La única canción de éxito realmente explícita es Walk in the wild side, que describe la muchedumbre polisexual que orbitaba alrededor de Andy Warhol. Su autor, Lou Reed, fue agrupado brevemente con la tropa del glam, debido a su relación creativa con Bowie y por algunas concesiones mínimas a la bohemia gay de Nueva York.

Claramente apolítico, el glam rock no generó un solo cantante capaz de reivindicar la homosexualidad. Hubo que esperar a 1977, cuando -aprovechando el cambio de guardia causado por el punk- apareció Tom Robinson, artista identificado con el Frente de Liberación Gay. Aquello se tomó como una pose. Abundantes boutiques londinenses proporcionaban ropa y calzados audaces para quienes jugaban al equívoco, como Mick Jagger o Rod Stewart.

En Estados Unidos lo tenían más duro. Se identificó con el glam rock a grupos en nada distanciados de la sexualidad convencional, como Alice Cooper o Kiss. Aunque en la guía de Dave Thompson se rescatan olvidados grupos norteamericanos de sonido glam, desde Milk 'N' Cookies hasta los Hollywood Brats, la aportación más llamativa de EE UU fue Jobriath, un imitador de Bowie que consiguió un adelanto entonces astronómico -medio millón de dólares- a cambio de fichar por el sello Elektra. Fue un lanzamiento lleno de caprichos: el apoderado de Jobriath daba las entrevistas, en vez del cantante: "Tiene tanto talento que se comporta como Greta Garbo".

Muy cinematográfico, aunque no hay una aglomeración para rodar películas sobre el glam, tras el fracaso de Velvet Goldmine en 1998, una historia escrita y dirigida por Todd Haynes, basada en la leyenda de Ziggy Stardust, con elementos biográficos prestados de Iggy Pop, Marc Bolan o Lou Reed. El protagonista desaparecía tras un concierto apoteósico y un periodista investigaba el misterio.

El glam rock no tuvo un final tan dramático. Fue punto de partida para artistas inteligentes, pero supuso el final para talentos menores. Al ser una música para públicos masivos, pudo reducirse a fórmulas chicleteras como las utilizadas por los Rubettes o los Bay City Rollers. Sus oyentes más valientes pasaron a hacer música con bandas tan populares como los Smiths. Su vocalista, Morrissey, evocaba el huracán: "Cuando era niño quería ser cualquier cosa salvo ordinario. Hasta los setenta, las listas de pop contenían música que podía gustar a tus padres e incluso a tus abuelos. Repentinamente aparecía gente tan subversiva como Marc Bolan. Ahora pueden ser aceptados, pero entonces se consideraba que corrompían la moral de los jóvenes. Yo pensaba que era fantástico, que quería ser corrompido". Lady Gaga podría entenderlo.


Diego A. Manrique
El País
17 de abril de 2011






http://www.youtube.com/watch?v=_h_uSbsUSSM




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15 abril 2011

We kiss the stars




"Cold" - Static-X


We kiss
the stars.
We writhe.
We are

your name
desire,
your flesh.
We are

cold, we're so cold.
We are
so cold, we're so cold.
[x2]

Your mouth,
these words,
silence.
It turns
humming.
We laugh.
My head
falls back.

Cold, we're so cold.
We are
so cold, we're so cold.
[x4]


Del soundtrack de la película "The Queen of the Damned" (2002)
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No tiene una letra profunda y quizá su ritmo sea demasiado repetitivo. Tampoco se trata de una banda que me apasione :P Pero tiene algo que me gusta, que me mueve muchas fibras y que a pesar de pertenecer al soundtrack de una peli tan mala, fue utilizada en un momento "cumbre", hahahaha, como aquel donde Stuart Townsend interpretando a Lestat, se revela ante un par de groupies, subiéndose por las paredes y el techo, literalmente xD



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10 abril 2011

"La nueva mafia no tiene códigos"

Andrea Camilleri (ABC)


Andrea Camilleri (Porto Empedocle, Sicilia, 1925) tiene ochenta y cinco años y fuma como un carretero. A lo largo de la hora de conversación que mantuvimos, se ventiló cerca de diez cigarros. Por el olor que me llevé puesto, como un traje hecho a medida, al salir de su casa romana, debe ser tabaco negro, negrísimo, al igual que las novelas de su serie sobre el comisario Montalbano, que le han hecho famoso en medio mundo y merecedor, a sus ochenta y cinco años, de un club de fans que para sí quisieran los ídolos adolescentes, y no digamos otros escritores de sesudo fuste literario, hasta el propio Camilleri cuando se pone serio y se convierte en ese otro autor que se trae entre manos, de culto entre el culteranismo italiano, o siciliano. Busquen su página web (www.vigata.org) o tecleen su nombre en Twitter y empiecen a leer comentarios de este tipo: «Ayer, sniff, me leí lo último que me quedaba de Montalbano. Espero que no tarde en publicar algo nuevo, y lo siento porque es como despedirte de un viejo amigo. He disfrutado mucho de sus libros, que seguro no son lo mejor del género, pero lo cierto es que te enganchan sus historias y personajes» o «Para los incondicionales, como yo, de Montalbano, en marzo sale a la venta la última novela traducida, El campo del alfarero. Estoy deseando ir a comprala» o, cercano a la desesperación, «Un amigo que trabaja en una librería me comentó ayer que no hay noticias de la última de Camilleri, tiene entendido que sale en junio ¡¡¡No puedo/quiero esperar!!!». No esperéis más, que ya está aquí. El crimen según Camilleri y Montalbano, su álter ego en las cuestiones policiacas.

La novela negra o policíaca goza de los parabienes del público, vive un eterno «boom», pero sus grandes protagonistas se retiran, para disgusto de sus miles de seguidores. El sueco Henning Mankell ha jubilado por enfermedad al archifamoso Wallander. ¿A su Montalbano le llegará también la hora de la despedida?

No, no creo que haya un deseo de anunciar un final. Hay más bien cierto cansancio del personaje. Cansancio que él atribuye a la edad, aunque en realidad no es consecuente. Nació en 1950, con lo que hoy tendría 61 años. Si estuviéramos en el siglo XIX sería un hombre muy anciano, pero en nuestra época sigue siendo un hombre inteligente, válido. Está cansado de su trabajo, de la estupidez de los delitos, de la estupidez dominante.

¿Al cabo, una tendencia inevitable hacia el escepticismo, el único y último refugio?

Yo he intentado hacer un personaje que no permanezca inmutable en el tiempo, que madure con los años. Ahora bien, Montalbano padece ciertas particularidades. Por ejemplo, el mal tiempo le pone de mal humor. Es misógino (Nota: ¿No será misántropo? :/ ). No le gusta la compañía de los demás. Si él acumula todos estos elementos asociales y le añade el tener que tratar a diario con una materia que esencialmente le repugna, el homicidio, está claro que lo único que puede hacer es defenderse con cierto falso cinismo o con fingida ironía. Pero, luego, se resiente, no permanece indiferente frente al horror, al homicidio, a la falta de piedad.

Hablando de clásicos de las novelas policiacas europeas, ¿se parece Montalbano a otros comisarios e inspectores, pongamos el ejemplo de Maigret?

Sí que es deudor de Maigret, de Simenon. En Italia un detective privado no tendría la libertad de maniobra que tiene un comisario de policía, así que, cuando decidí escribir la primera novela policiaca, pensé enseguida en un comisario, y no en un detective. Los comisarios de policía en Italia son gente muy corriente, buenos burgueses, y enseguida se hace una comparación con Maigret, pero hay que intentar diferenciarlos. Maigret está casado, y Montalbano, no. Maigret es eterno, a su alrededor ocurre de todo: los alemanes conquistan Francia, y luego Francia es liberada. A Maigret nada le importa lo que ocurre en el mundo que tiene a su alrededor, en cambio a mi personaje le interesa el mundo que le rodea. En común tienen el gusto por la buena cocina: a Maigret, la brasserie o lo que le prepara la señora Maigret; digamos que la novia de Montalbano ni siquiera sabe cocinar. Por lo que respecta al método de investigación de Simenon, nada le debe. El método de investigación de Maigret consiste en ponerse de parte del muerto, estudiar el ambiente; el método de Montalbano es mucho más racional.

¿Qué hay de Camilleri en la personalidad de Montalbano?

Nada. Absolutamente nada. Es un personaje imaginario. Bueno, en realidad, no es tan imaginario, pero desde luego, nada mío hay. Después de la cuarta novela de Montalbano mi mujer me dijo: «¿Te das cuenta de que con Montalbano estás haciendo un largo retrato de tu padre?». Yo reflexioné y terminé por darle la razón, así que lo único mío que hay en Montalbano es que yo no soy el padre de Montalbano; si acaso, le he dado a Montalbano los rasgos de mi padre.

La mafia está en el origen de los crímenes que se suceden en sus novelas. Pero, lo mismo que Montalbano ha cambiado con el paso de los años, la mafia de ahora no es la misma que la de antes o, al menos, así parece darlo a entender. ¿Cualquier tiempo pasado, incluso para el crimen, fue mejor?

El pasado de la mafia nunca ha sido bueno, pero hay una diferencia entre la vieja mafia y la nueva mafia. En efecto, Montalbano, cuando tiene relaciones con la mafia, las tiene con mafiosos muy ancianos, sus interlocutores han sido los ancianos jefes y, desde luego, no los jóvenes jefes de la mafia de hoy. Los antiguos jefes tenían un código, que a nosotros puede parecernos una locura, pero que era respetado por ellos mismos. No obstante, la mafia que surgió luego es la mafia de las masacres, la de Totò Riina, Bernardo Provenzano, Leoluca Pagliarella. Una mafia de matanzas, que no mira a la cara. La nueva mafia no conoce las reglas y no tiene códigos. Esta es la diferencia fundamental. En los dos casos se trata de asesinos, pero a mí un viejo mafioso me dijo: «Cada vez que nosotros nos veíamos obligados a matar a alguien, lo hacíamos por necesidad, y lo considerábamos una derrota, porque no habíamos conseguido persuadirlo de otra forma». La vieja mafia sentía un enorme respeto por los representantes de la ley que eran íntegros. Me inclino casi a pensar que la mafia verdadera, la de antes, no hubiera matado a Falcone o Borsellino, o, si lo hubiera hecho, el jefe de la mafia en persona habría apretado el gatillo, de hombre a hombre, no confiándoselo a unos sicarios.

Montalbano es un comisario que usa los libros y sus lecturas para resolver los casos. Un hombre culto. En el último título editado en España, «El campo del alfarero», recurre a una obra suya, del propio Camilleri, para llegar al final de la trama. ¿Necesitaba hacerse un autohomenaje? ¿No le basta con todo lo que le quiere el público?

[Con ironía:] De un autor que se llama Camilleri... Es un autohomenaje, sí. Como muchos lectores me escriben: «Yo nunca había leído un libro, pero empecé a leer a Montalbano y me apasionó. Ahora que he terminado con Montalbano, ¿qué libros leo?». Entonces yo les escribo: «Lean los libros que lee Montalbano, porque da buenos consejos de lectura».

Pienso que sus novelas, más que policiacas, son costumbristas.

Exactamente. Es un intento de pasar de contrabando un cuadro de la sociedad italiana de hoy a través de novelas policiacas. La importancia de la novela policiaca mediterránea es precisamente esta. Los autores de hoy –Lucarelli y yo en Italia, otros en Francia o en España– pretendemos contar la sociedad de hoy atrapando a los lectores con el anzuelo de la novela policiaca.

Camilleri no solo es Montalbano y su larga serie de novelas por él protagonizadas, también es un escritor de culto y cultista. ¿Cómo concilia ambas caras?, ¿se miran frente a frente o de reojo?

Se concilian en mí desde el momento que escribo lo uno y lo otro. Si para los lectores se da el caso de que no se concilian, me reconozco más en las obras que no son de Montalbano. Por ejemplo: el lenguaje de una novela como Il re di Girgenti o de otros trabajos históricos, es más complicado, más difícil de afrontar para alguien que no sea siciliano. En las novelas policiacas he preferido simplificar bastante mi lenguaje.

En una conversación con el fallecido Vázquez Montalbán, de cuyo nombre viene el de Montalbano, señala: «A veces siento que me he convertido en una moda de cretinos». ¿Sigue pensando lo mismo?

No, como si fuesen cretinos, no. No llego a tanto, pero me agrada que una de mis criaturas, una de mis novelas, tenga tanto éxito en todo el mundo, no solo en Italia. Aunque hay veces que no lo entiendo. Por ejemplo, me han llegado ocho contratos coreanos para publicar allí a Montalbano. No obstante, que me perdonen: ¿pero qué le ven los coreanos? Luego está el hecho de que los fans de Montalbano son también sus más severos críticos. Un lector ha llegado a escribirme: «Tú no puedes prestar tus ideas políticas a Montalbano, porque Montalbano ya no te pertenece. Ahora Montalbano es nuestro».

En definitiva, le niegan la palabra y sus opiniones. No obstante, en estos momentos de la sociedad italiana, ¿qué papel pueden jugar los intelectuales y los escritores?

No hay una norma, cada uno hace lo que le parece. Yo creo que el papel del intelectual es interesarse también, y sobre todo, por la sociedad en la que vive, y en los momentos históricos que se cruzan en su vida. No creo que la función de los intelectuales o los escritores sea permanecer ausentes o lejanos. Si alguno quiere permanecer encerrado en su habitación mirándose el ombligo y nos ofrece una obra maestra de la literatura, tampoco pasa nada. No hay ninguna obligación, depende de la conciencia de cada cual.

Supongo que estará aburrido de que le pregunten por Berlusconi, pero tal y como está el patio en Italia, no tengo más remedio.

No estoy aburrido, porque está bien que todos sepan quién es Berlusconi. Hay libertad para expresarlo. Los escritores e intelectuales no estamos bajo una dictadura, estamos bajo una deformación del régimen democrático. Yo puedo hablar mal de Berlusconi sin acabar en la cárcel, cosa que no sucedería si en lugar de Berlusconi estuviera Mussolini, o Franco en España. De modo que no estamos en ese nivel, nos encontramos en lo más insidioso de la corrupción de la democracia, y mientras podamos hablar, hablamos.

Pues explíqueme el surrealismo en el que vive inmersa Italia.

Berlusconi ha sido elegido con mayoría, ayudado por una ley electoral difícil de explicar que permitía que si tenías un voto más, te correspondían 50 diputados más. Y esto es una degeneración de la democracia. Poco a poco, se ha ido desvelando el verdadero rostro de Berlusconi, pero se ha desvelado cuando ya los italianos se estaban desilusionando de él. Desde hace un par de años, los italianos han empezado a comprender que el Gobierno solo ha hecho leyes a su favor, para evitar enfrentarse al juicio de los tribunales. Ahora en Italia se ha producido una fuerte reacción contra él: ha habido manifestaciones espontáneas, con millones de personas. Pero hay una auténtica fractura entre la Cámara, es decir, los diputados elegidos hace dos años, y la realidad actual del país. La realidad actual no refleja la de los diputados elegidos en la Cámara. El Parlamento sigue funcionando como si nada hubiera cambiado desde hace dos años, pero ha cambiado mucho. Si hoy se celebraran elecciones, Berlusconi correría un gran riesgo de no ser elegido. Hemos llegado al absurdo. La pregunta que yo plantearía a los italianos es esta: ¿a un señor acusado cuatro veces de ser un pederasta y en espera de juicio, le ofrecerías la posibilidad de hacer una nueva reforma de la ley sobre la pederastia?

España tampoco está para dar muchas lecciones, pero la imagen que se ofrece de su país a veces roza una comedia al estilo de Dino Risi.

La realidad italiana es difícil de comprender, entiendo perfectamente que se pueda tomar por una comedia, solo que es una tragicomedia, porque la deuda pública sube a niveles aterradores; el paro lo mismo, tres de cada cuatro jóvenes están desocupados; la renta de las familias baja cada día; dos de cada tres familias no llegan a fin de mes. Berlusconi dice que es culpa de la crisis mundial. Desde luego, la crisis mundial ha influido, pero la pasividad total de nuestro Gobierno ha hecho que hoy seamos un país al borde de un abismo, desde el punto de vista del empleo, de las fuerzas de trabajo, de la calidad de la producción, de las exportaciones, desde el punto de vista de la calidad de vida que perdemos. Este señor promete continuamente esperanzas y ha hurtado cualquier futuro a los italianos. El problema ya no es Berlusconi, sino cómo se recuperará Italia de este tsunami representado por Berlusconi cuando se descubra el estado en que está Italia, y cómo se puede dar una moral cuando se ha perdido cualquier sentido de la moral.

Pasemos página. ¿Sigue escribiendo todos los días?

Sí, estoy escribiendo otro libro. Escribo todos los días. Me levanto a las seis de la mañana y trabajo durante cuatro horas maravillosas, antes de que empiecen las llamadas. Soy un empleado de la escritura.


El campo del alfarero, Andrea Camilleri, Salamandra 221 páginas, 14 euros

Laura Revuelta
ABC
1 de abril de 2011





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08 abril 2011

Thief of your heart



http://www.youtube.com/watch?v=7kvLT9EOhuw

"You made me the thief of your heart" - Sinead O'Connor


I hope you're happy now..
I could never make you so...
You were a hard man...
No harder in this world
You made me cold, you made me hard
And you made me the
Thief of your heart

Winter is cold...oh!
But you're colder still
And for the first time
I feel like you're mine
I'll share you with the one who will
Mend what falls apart and turn
A blind eye to the thief of your heart

I'll never wash these clothes
I want to keep the stain
You blood to me is precious
Nor would I spill it in vain.
Your spirit sings
Though your lips never part
Singing only to me
The thief of your heart


Del soundtrack de la película "In the Name of the Father" (1994)


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En sí, es un gran tema y con esta versión, justo con esta que data de 2002, se vuelve más que enorme :)

La letra es de Bono y recoge la esencia de la peli En el nombre del Padre que hace unos días vi por millonésima vez, jejeje, y aún me sigue conmoviendo. Inolvidable la escena donde los presos lanzan papeles encendidos por sus ventanas, en homenaje al padre del Gerry Conlon (Daniel Day Lewis) que recién ha fallecido.



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07 abril 2011

"El vampiro es más que una moda"



Curiosamente el vampiro siempre ha sido un monstruo aristocrático, pero a Jacobo Siruela el gusto por esta criatura le llegó de otros territorios, los de su faceta de editor. Fue a comienzos de los 90 cuando preparó una antología de cuentos por la que tuvo que conocer la literatura vampírica en profundidad. Poco seguidor de las modas, su atracción por estos seres en lo literario se relaciona, más bien, con el carácter que tienen de mito moderno. Atendiendo a criterios de calidad estética y de originalidad temática amplía ahora con Atalanta esa antología que recorre al vampiro en todas sus variantes. Los relatos añadidos son de Derleth, Aickman y Matheson.

PREGUNTA.- ¿De dónde viene su interés por los vampiros? ¿Por qué cree que están tan de moda?

RESPUESTA.- En 1992 preparé una antología de vampiros después de leer muchos cuentos del tema. Había pedido a Juan Perucho que prologara la edición, y él no podía debido a sus compromisos y el plazo que le daba. De modo que, como había tenido que leer mucho al respecto y el tema me había atrapado, decidí encargarme de ello, lo cual hizo que quisiera documentarme más. En realidad no sigo las modas. Nunca me han interesado. El vampiro es más que una moda. Es un mito moderno, y como tal resurge con fuerza cada cinco años. Esta antología tiene más de 18 años de vida. Es increíble, pero a lo largo de este tiempo lo he visto rebrotar, a través de la película de Coppola, las novelas de Anne Rice, etc., etc.

P.- ¿Qué criterio siguió para añadir los nuevos textos?

R.- Criterios de calidad estética y de originalidad temática. Las antologías a veces suelen ser muy monótonas, y he procurado mostrar el mito con todas sus variantes, tanto temáticas como de género; así hay cuentos, una novela corta o nouvelle, una poesía y hasta un fragmento de un novelón. He pretendido enseñar la evolución del mito, desde la figuras románticas y aristocráticas del siglo XIX hasta las irrupciones terroríficas más contemporáneas de una ambigua presencia maléfica, que cada vez se hace más psicológica.

P.- ¿Podría destacar algunas características de los autores y relatos añadidos? ¿Y en general, cuál cree que tiene mayor peso literario?

R.- El cuento de Derleth introduce una variante nueva, el de una figura monstruosa de la que sólo conocemos su magnetismo irresistible, por cómo se entregan sus víctimas a ella, y los trágicos efectos que tienen sobre ellas. El cuento de Matheson -el mítico autor de Soy leyenda y de La increíble historia del hombre menguante- tiene su interés en que, a pesar de que el vampiro está perfectamente en la vida contemporánea a través de un niño perturbado y morboso, el aura mítica y misteriosa del vampiro que logra su esplendor, por ejemplo, en los primeros capítulos del Drácula, irrumpe al final del cuento. Creo que el cuento más delicado y redondo literariamente es el de Robert Aickman titulado Páginas del diario de una joven, (lectura on line aquí) que ganó un premio importante en su época. En este relato una joven, que viaja por Italia con sus padres durante el siglo XIX, nos va explicando en su diario, sin ella ser consciente de ello, acerca de las perniciosas consecuencias psicológicas que le ha producido un encuentro fortuito que tuvo con un vampiro después de una fiesta -aunque nada aquí se diga explícitamente- que la está volviendo cada vez más perversa.


(Pinchar aquí para leer La nieve que arrastra el viento de August Derleth)


M. C.
El Cultural
El Mundo
14 de junio de 2010



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04 abril 2011

Ese monumento de papel


Pues resulta que voy a la librería de Antonio Méndez, en la calle Mayor, y le digo oye, compañero, ¿tienes la Biblia nueva que acaba de sacar la Conferencia Episcopal? Y Antonio, que es amigo hace veinte años, me mira de reojo y dice te veo chungo, maestro, una Biblia a tus años. De qué vas, Tomás. ¿Has visto la luz, o qué? Y yo le respondo que menos choteo, chaval, o la compro en el Corte Inglés. Grandes superficies, que se dice ahora. Y además quiero dos, una para regalar. Pues la tengo que pedir porque no la tengo, redunda Antonio. Y yo le digo: debería darte vergüenza. Un librero sin Biblia nueva en el escaparate. Ya sé que no vas a misa ni yo tampoco, y que monseñor Rouco y sus mariachis te caen, como a mí, igual que una patada en el duodeno. Pero no estamos hablando de opio del pueblo, ni de tocapelotas nietos de Trento, ni de estragos históricos y sociales, sino de cultura, chaval, que para ser librero no te enteras. De uno de los caudales de sabiduría que nos hizo lo que somos, cóscate, Viejo y Nuevo Testamento, cultura judeocristana que, combinada con el Islam mediterráneo, Grecia, Roma y toda la parafernalia, hizo lo que llamamos Europa y de rebote Occidente: sitio que lo mismo también te suena, Antoñete; aunque a esa vieja Europa, en tiempos referente moral del mundo, cuna de derechos humanos y crisol de cultura, ya no la reconozca ni la madre que la parió. Dicho en lenguaje de librero, para entendernos, te hablo del mayor bestseller de la Historia, necesario para quien pretenda estar al tanto de lo que es y lo que hace. Para tenerlo tan a mano como a Cervantes, Shakespeare y Montaigne: cuatro patas de la mesa donde algunos apoyamos los codos cuando estamos cansados. No sé si me explico.

Concluida la guasa entre Antonio y yo, una semana después tengo al fin esa nueva Biblia en casa; y, aparte el pequeño inconveniente de maldecir en arameo el tacto áspero de su encuadernación en tela bajo las guardas -la tela en los libros siempre me dio dentera-, disfruto con sus páginas de papel sutil y agradable al tacto, la limpia tipografía y el peso reconfortante del volumen en las manos. Es un hermoso ejemplar con la nueva traducción canónica de los textos sagrados al castellano, que será utilizada en todos los actos litúrgicos y catequéticos, o como se diga, de la Iglesia Católica de aquí. El canon, para entendernos, de la Biblia oficial en lengua de Cervantes. Esto lo convierte en libro de extraordinaria importancia; pues, aparte la lectura íntima que haga cada cual, su texto, leído en misa y utilizado a partir de ahora en las actividades relacionadas con el asunto, influirá directamente, en la lengua que hablan y escriben varios millones de católicos de habla hispana. Que se dice pronto.

Pero ésa, la de la peña practicante, sólo es una parte. Al fin y al cabo, la Biblia es también, y sobre todo, un magnífico caudal de diversión, reflexión y conocimiento. Un monumento indispensable para comprender sobre qué cañamazo se tejió lo que algunos cabrones reaccionarios y gruñones como el arriba firmante todavía llamamos, con una mezcla de melancolía y de guasa escéptica, cultura occidental; dicho sea sin ánimo -o con ánimo, qué puñetas- de ofender. En ese contexto, la Biblia es una fuente extraordinaria de relatos, aventuras, batallas, traiciones, amores, emociones y simbolismos; materia de la que hace tres mil años viene nutriéndose el mundo civilizado y que inspiró a los más grandes filósofos y artistas de todas las épocas; literatura, música, pintura y cine incluidos. Nadie que busque lucidez e inteligencia, que quiera interpretar el mundo donde vive y morirá, puede pasar por alto la lectura, al menos una vez en la vida, del libro más famoso e influyente -para lo bueno y lo malo- de todos los tiempos. El Antiguo y el Nuevo Testamento, para unos historia sacra y revelación divina, y para otros llave maestra de cultura e ilustración, son imprescindibles para comprender cómo llegamos aquí, lo que fuimos y lo que somos. Compadezco a quien no tenga un Quijote y una Biblia en casa, aunque sólo sea para decorar un mueble y leer cuatro líneas de vez en cuando. Y quien sí sea lector, que calcule. Sólo la Biblia, releída una y otra vez, bastaría para colmar una vida entera. Y ojo. Insisto en que no se trata de religión, sino de cultura. La de verdad; no esa papilla desnatada, presuntamente educativa, impuesta por quienes legislan desde su cateta mediocridad. Oponer prejuicios a la Biblia es como oponerlos a una catedral: no hace falta creer en Dios para visitarla y admirar su belleza. Para sentir lo majestuoso de la memoria que atesoran sus viejas piedras.


Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
3 de abril de 2011


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Presentan una nueva traducción de la Biblia que unificará todos los textos (pinchar aquí)



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03 abril 2011

"Los editores ya no son lectores apasionados"



Michael Krüger (alemán de 1943, poeta, novelista, editor) es el director de Hanser, una de las grandes editoriales literarias de Europa. Su despacho está en Múnich, y está rodeado de originales en papel.

Delante, ante sus ventanales airosos que nosotros visitamos en enero, hay unos árboles suntuosos que él, poeta de la ironía y de la memoria, identifica con los que nos estarán mirando en el futuro. ¿Y el presente? Ese es el meollo de la cuestión ahora: ¿qué será del libro tal como lo conocemos, tal como lo piensa él, como autor y como editor? ¿Qué será? Tiene en uno de sus libros de poemas unos versos hermosísimos sobre la memoria: "A veces la infancia / me envía una tarjeta postal". ¿Qué le dice la memoria al editor, qué postales le envía? Es de la estirpe de los editores literarios que ha tenido Europa: Carlos Barral, Roberto Calasso... De modo que siente por el texto como siempre lo hemos tocado un respeto enorme, que es el mismo respeto que siente sobre el paso del tiempo. De eso, del tiempo que viene, queríamos hablar con él en esta serie acerca de los desafíos a los que se enfrenta el mundo creado por su paisano Gütenberg.

Pregunta. Dice usted en uno de sus libros traducidos al español: "Ir así como si la muerte no estuviera en los zapatos". A veces vivimos como si la muerte no tuviera nada que ver con nosotros. Y ahí están los libros tal como los hemos conocido. ¿Morirán estos libros?

Respuesta. Los libros realmente buenos tienen una vida más larga que la de un hombre. Y esa es una situación extraña. Como la de sentarse por la mañana delante de un papel en blanco. Pero el autor un buen día se muere y el libro sigue ahí. Eso es lo fascinante de un libro: que tiene su propia vida. Y se relaciona con el autor solo porque su nombre figura en el libro. Lo extraño es que todos -los estúpidos, los inteligentes, los cultos y los ignorantes- pueden leer un libro de distintas maneras. El texto tiene vida propia. En el momento en que publicas un libro debes saber que el libro va a vivir, probablemente, mucho más que tú como autor. Y la única persona que va a velar por él es el editor. El editor tiene el deber de mantener el libro vivo aun cuando el autor esté muerto. Los únicos que siguen ahí tras la muerte del autor son el editor y el texto. El libro es un organismo vivo.

P. Y está el lector.

R. El libro siempre está a la espera de un lector. Si no llega un lector, el libro se muere. Por eso los editores tienen el deber de mantenerlo vivo. ¿Qué significa esto? Todos sabemos que el 90% de los libros que se han publicado en 2011 no sobrevivirán de aquí a un año. La mayoría de los libros que se ven en las tiendas tienen una vida de seis meses. El 10% restante podría tener una vida más larga. Algunos libros, aun cuando son importantes, se olvidan. Pero, de pronto, alguien viene, lo coge y dice: "Esto es una obra de arte, hemos de releerlo". Y muchas veces los lectores siguen este consejo. Kafka es un buen ejemplo. Mientras vivió publicó unas 200 páginas. Cuando se publicaron estas 200 páginas lo leyeron mil personas. Mil personas. Nadie más. Sin embargo, después de la guerra alguien cogió el libro y dijo: "Este libro describe perfectamente el estado de la condición humana en los tiempos de la Primera Guerra Mundial y hay que releerlo". Actualmente lo leen personas en todo el mundo.

P. Y, en su tiempo, era casi inédito...

R. Mientras vivió, a nadie le importaba lo que escribía Kafka. Y el deber de un editor es escuchar la música del tiempo... Esa música siempre está buscando a alguien y el texto puede ser revitalizado. Por ejemplo, hace dos años publicamos lo que yo llamaría la traducción más apropiada del Quijote. Por supuesto, existían muchas traducciones al alemán, unas 10 o 15. Sin embargo, aquí pensamos que hoy en día sus alegorías podrían suscitar interés, podrían tener una nueva lectura. Pensamos que sería interesante leerlo en la actualidad, en este momento histórico, capitalista, europeísta, en el que hay tantas nuevas luchas contra los molinos de viento. Lo interesante es que la nueva traducción tuvo muchísimo éxito. Pero lo que no esperábamos era que esa situación metafórica y alegórica, la de don Quijote y Sancho Panza, encajase tan perfectamente con la situación presente. El editor tiene que saber que un libro, aunque tenga 500 años, puede tener una nueva vida. Imagínate Hamlet ahora...

P. Es que la condición humana es siempre la misma...

R. Correcto. Y no cambia de manera acelerada. El periodo de vida de un ser humano es muy corto. Al ser tan corto uno debería leer los buenos libros que existen. Y el editor tiene que saber qué libros -del pasado y del presente- realmente pueden interesarle al lector desorientado. En los últimos años hemos sufrido tantos cambios, en nuestras nociones sobre el mundo, sobre nuestra existencia, sobre la política, sobre la Unión Europea. La gente ha cambiado tanto, se ha variado tanto el pensamiento. Eso es lo que tienen que tener en cuenta los políticos: que ya todo es distinto, y que acaso los autores lo están percibiendo mejor que ellos. Cada país tiene sus autores, nosotros debemos estar atentos a lo que escriben, pero los políticos también. Creo que la mentalidad es descrita correctamente solo en la literatura. Hasta los años cincuenta del pasado siglo las personas solo tenían la literatura para entender otros mundos. Ahora tenemos otros mecanismos. Para saber cómo somos. Pero hemos de leer la literatura si queremos realmente saber cómo es la mentalidad de las personas.

P. Decía usted que su trabajo consiste en revivir libros muertos. En el caso de los libros actuales, ¿cómo es el proceso de selección? ¿Cuándo sabe usted que un escritor, como hubiera dicho Gertrude Stein, es un escritor-es-un-escritor?

R. Esto te lo da la experiencia. Creo que muchos de los editores hoy en día no leen. Están tan inmersos en leer a los contemporáneos y leer informes sobre libros que ellos ya no leen por placer. Ya no son lectores apasionados. Y el 80% o el 90% de los libros que publican desaparecerán el año que viene. Claro que tenemos que alimentarnos y alimentar al escritor, así que la máquina tiene que funcionar. Pero la máquina no tiene nada que ver con la persona que está sentada sola escribiendo. El trabajo de escribir: eso es lo que me fascina. Y eso no ha cambiado nunca. Sigue habiendo un escritor sentado a la mesa delante de un papel en blanco. El proceso de escritura no tiene nada que ver con la máquina. Solo que la infraestructura ha mejorado para el escritor, pero nada más.

P. En uno de sus libros usted dice que el futuro es una broma. ¿Podríamos hablar del futuro como si fuera una broma?

R. Si tienes mi edad, 67 años, por supuesto que puedes hablar del futuro con sentido del humor. Nadie supo pronosticar la crisis global que estamos sufriendo. Ni siquiera las personas con un alto nivel educativo, con dinero, con cultura. Nadie. Nadie pensó que iba a haber una reunificación en Alemania. Nadie pensó que en África iban a sublevarse. Nadie pensó que Facebook iba a cambiar la sociedad. Hace 20 años nadie pensó que las personas iban a caminar por la calle con un teléfono móvil. Antes solía contentarme con poder leer un periódico por las mañanas. Hoy hay gente que no está satisfecha si no recibe 15 periódicos al día en su ordenador. Al final me sentaré y miraré el árbol y la casa que tengo delante. Y me moriré con ese árbol delante de mis ojos.

P. Muchos cambios. ¿Y cómo afectarán a la lectura?

R. Afectan a nuestra propia existencia. Esto significa que en estos momentos en que vivimos nadie tiene tiempo. Es muy habitual escucharlo. ¡No tengo tiempo! Si empleas aunque sea un periodo muy breve de tiempo en leer basura se lo estás quitando a una lectura de un poema de Góngora. Cuanta más basura haya menos tiempo tendrás para ti. Y es una situación paradójica: escuchar a gente decir que no tienen tiempo. ¡Porque sí lo tienen! Y, claro, en ese vaivén la lectura se ve perjudicada. Porque no se puede leer más rápido. A Proust no se le puede leer en menos de tres meses. Y eso hace que la máquina se enfade. La máquina lo que quiere es que una persona pueda leer a Proust en dos días. La máquina pensará en crear formatos más cortos, en resúmenes, en tiras de cómic... Lo que ocurre me recuerda una cita de Woody Allen; después de leer a Dostoievski le preguntaron sobre el libro y dijo: "Lo único que puedo decir es que es ruso". La lectura es totalmente contraria a esta aceleración. A este ritmo. Cualquier cosa sí se puede adaptar a este ritmo, pero la lectura no.

P. ¿Afectarán estos cambios también a la escritura? ¿Y a las editoriales?

R. Acabo de volver de Nueva York, donde me dijeron que ahora el 35% de los libros va a estar disponible en formato e-book. Puede que ese porcentaje suba. El e-book es más barato, no precisa papel, los bosques están felices. Esto también significa que se pueden almacenar cientos de libros en tu ordenador, no necesitas espacio físico para guardarlos. Creo que todo eso está afectando enormemente al mundo editorial. Las librerías pequeñas están cerrando. De aquí a cinco años tendré que reorganizar nuestro modo de funcionar. Necesitaré a más personas que supervisen la venta electrónica, que promocionen los libros a través de las redes sociales. Y tendrán que meterse en blogs. La escritura tiene ahora que ver con meter una idea en un universo electrónico. La idea es más rápida que el libro. Cuando en 1858 alguien lograba una solución matemática para un problema, esa noticia viajaba lentamente hasta ser aprobada y adoptada. Ahora en ocho minutos puedes compartir una solución matemática con todo el mundo.

P. ¿Y los editores seguirán siendo los guardianes de los libros?

R. De aquí a 20 años seguirá habiendo editores. Tal vez no tantos como hoy, pero muchos sobrevivirán. El mercado en sí se está reduciendo. La tirada de libros se está reduciendo y el coste está aumentando. Dentro de 10 o 20 años un libro valdrá demasiado para un joven lector. En lugar de comprarse un libro se imprimirá los sonetos de Shakespeare de manera directa. Y esto nos lleva al asunto del copyright. Este es el gran problema. La mayoría de los libros y la información disponible en una librería se puede conseguir por Internet. Uno lo paga o lo piratea. Si la voluntad de comprarse un libro desaparece el libro desaparecerá. Y eso mismo ha pasado con la industria editorial. No sé cómo será en España, pero aquí los autores hacen giras con sus libros y dan charlas. Si pueden dar 14 charlas al año llegan al público y obtienen lo suficiente como para vivir de eso, aparte de lo que obtengan por las ventas.

P. Son trovadores.

R. Y en ese rol de trovador el autor puede vender sus libros de manera personal e íntima. Y este es un mercado al alza aquí. Es un acontecimiento, y si el autor consigue transmitir y ser un buen orador, puede tener éxito.

P. ¿Todo esto cambiará la relación entre el autor y el editor?

R. Yo me paso mucho tiempo con los autores porque eso me encanta. Me interesa estar cerca de ellos. El proceso de escribir sigue siendo para mí lo más fascinante de mi trabajo. Lo que viene después, vender el libro, se hace de la manera más transparente posible e intentamos que el escritor entienda qué es lo que hacemos. Recuerdo que Günter Grass me dijo que lo único que necesitaba era una mesa y papel. Y le pregunté: ¿sabes cuánto vale el papel? ¿Sabes cuánto vale un anuncio en EL PAÍS? Y no lo sabía. La mayoría de los escritores no sabe cómo funciona el mercado y es nuestro deber hacérselo saber. Creo que la solución es estrechar los lazos con el autor. No existiríamos sin el autor.

P. Cuando lee un manuscrito, ¿qué es lo que le convence para publicar?

R. Busco aprender. Si leo una novela, por ejemplo, quiero aprender algo sobre la forma de escribir, algo sobre el tema que trata, o quiero que alimente lo que yo llamo "mis pilas de placer". Si no aprendo nada, no la publico. Esa es mi prioridad: aprender, tener placer. Anoche estuve leyendo hasta las dos de la madrugada porque hoy tenía que tomar una decisión. Si no aprendo nada, no publico lo que he leído. Claro que hay editores a los que solo les interesa publicar teniendo en cuenta el aspecto comercial. Al leer no leen por leer sino que leen para ver si eso reúne los ingredientes comerciales adecuados... Samuel Pepys dijo: "No quiero morir porque tengo que leer 400 libros. Quiero morir cuando los haya leído todos". Es algo heroico lo que dice Pepys. Pero yo me contento pensando que hasta el último momento de mi vida tendré libros para leer.

P. Tiene usted unos versos muy bellos sobre la niñez, que "a veces me manda una tarjeta postal". Si usted pudiese escribirle al niño que fue una tarjeta postal sobre lo que se va a encontrar, ¿qué le pondría?

R. Diría que si tiene que elegir entre el mundo de los libros y el mundo del campo que escoja el mundo del campo, del bosque, que huya de la ciudad. O vas a Atenas o te quedas en el campo.


Juan Cruz
El País
3 de abril de 2011




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01 abril 2011

The face of a sinner but the hands of a priest




"Moon over Bourbon Stret" - Sting


There's a moon over Bourbon Street tonight
I see faces as they pass beneath the pale lamplight
I've no choice but to follow that call
The bright lights, the people, and the moon and all
I pray everyday to be strong
For I know what I do must be wrong
Oh you'll never see my shade or hear the sound of my feet
While there's a moon over Bourbon Street

It was many years ago that I became what I am
I was trapped in this life like an innocent lamb
Now I can never show my face at noon
And you'll only see me walking by the light of the moon
The brim of my hat hides the eye of a beast
I've the face of a sinner but the hands of a priest
Oh you'll never see my shade or hear the sound of my feet
While there's a moon over Bourbon Street

She walks everyday through the streets of New Orleans
She's innocent and young from a family of means
I have stood many times outside her window at night
To struggle with my instinct in the pale moon light
How could I be this way when I pray to God above
I must love what I destroy and destroy the thing I love
Oh you'll never see my shade or hear the sound of my feet
While there's a moon over Bourbon Street


Del álbum "The Dream of the Blue Turtles" (1985)


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Un tema delicioso rodeado de una atmósfera envolvente. Destila pasión y aflicción. Se dice que Gordon Summers, mejor conocido como Sting, escribió este tema después de leer Entrevista con el vampiro. Y no es que sea un amante del mito del vampiro ni mucho menos. En alguna entrevista, Sting declaró que lo que más le llamó la atencion, fue el personaje de Louis y esa parte que describe el dolor que le causa amar a una mortal como es Babette:

"Debes comprender que lo que entonces sentía por Babette era un deseo de comunicación más fuerte que cualquier otro deseo intenso que sentía..., salvo por el deseo físico de... sangre. Era tan intenso que me podía hacer sentir la profundidad de mi capacidad de soledad. Cuando antes había hablado con ella, había habido una comunicación breve pero directa que era tan simple y satisfactoria como la de dar la mano a una persona, estrechársela, dejándola ir suavemente. Todo eso en un momento de gran necesidad o aflicción. Pero ahora estábamos confundidos. Para Babette, yo era un monstruo y eso me parecía espantoso, y hubiera hecho cualquier cosa para que cambiara de parecer. Le dije que los consejos que le había dado eran correctos, que ningún instrumento del demonio podía hacer algo correcto aunque quisiera.

- ¡Lo sé! - me dijo.

Pero con eso ella quería decir que no podía confiar más en mí que en el mismo demonio. Me acerqué, pero ella retrocedió. Levanté la mano y ella se encogió, aferrándose a la barandilla.

- Pues bien, entonces - dije, sintiendo una profunda exasperación -. ¿Por qué me protegiste anoche? ¿Por qué haa venido a verme a solas?

Lo que vi en su rostro era astucia. Tenía una razón, pero no me la revelaría de ningún modo. Le era imposible hablarme libre y abiertamente, brindarme la comunicación que yo deseaba. Me sentí afligido al mirarla. Ya era tarde y yo podía ver y oír que Lestat había entrado en el sótano y retirado nuestros ataúdes. Y yo necesitaba irme. Aparte de sentir otras necesidades... La necesidad de matar y de beber. Pero no era eso lo que me afligía. Era algo más, algo mucho peor. Era como si esa noche fuera la única de miles de noches, un mundo sin fin, una del que no podía ver el final, una noche en la que yo andaba bajo el frío y las estrellas insensibles. Pienso que desvié la mirada y me puse una mano sobre los ojos. De improviso me sentí débil y orpimido. Pienso que hacía algún sonido en contra de mi voluntad... Y entonces, en ese paisaje vasto y desolado de la noche, donde yo estaba a solas y Babette sólo era una ilusión, vi súbitamente una posibilidad que jamás había considerado, una posibilidad de la cual había huido, absorto como estaba con el mundo, con todos mis sentidos de vampiro, enamorado del color, la forma, el sonido, el canto y la suavidad y las variaciones infinitas. Babette se movía, pero no le presté atención. Sacaba algo del bolsillo, y era un gran llavero. Subía los escalones. 'Déjala ir', pensé.

- Criatura del demonio -susurró-. Aléjate de mí. Satán -repitió. La miré. Estaba inmovilizada en los escalones, mirándome con sus grandes ojos suspicaces. Había alcanzado la lámpara que colgaba de la pared y la tenía en sus manos, mirándome, cogiéndola como a una cartera valiosa.

- ¿Piensas que vengo de parte del demonio? -le pregunté.

Ella movió rápidamente los dedos de la mano izquierda alrededor de la manija de la lámpara y con la mano derecha hizo una señal de la cruz, y pronunció las palabras latinas apenas audibles para mí; su rostro palideció y se arquearon sus cejas cuando no se produjo el menor cambio debido a eso.

- ¿Esperabas que me deshiciera en una nube de huno? -le pregunté, acercándome, porque ahora la veía objetivamente debido a mis pensamientos-. ¿Y a dónde me iría? -le pregunté-. ¿Al infierno de donde vine? ¿Con el demonio a quien represento? -Me quedé al pie de la escalinata-. Supónte que te diga que no sabes nada del demonio. ¡Supónte que ni siquiera sabes si existe!

En el paisaje de mis pensamientos, yo había visto al deminio y ahora yo pensaba en el demonio. Desvíe la mirada. Ella no me escuchaba tal como tú ahora me escuchas. Ella no escuchaba. Miré las estrellas. Lestat estaba listo, yo lo sabía. Era como si hiciera años que estaba listo con el carruaje. Tuve la súbita sensación de que mi hermano estaba allí y hacía años que estaba y que me hablaba en voz baja, pero excitada. Y lo que me decía era desesperadamente importante, pero se alejaba de mí con la misma rapidez con que lo decía, como el ruido de las ratas en los tablones de una casa inmensa. Hubo un sonido crujiente y un estallido de luz.

- ¡No sé si vengo o no del infierno! ¡No sé quién soy! -le grité a Babette, y mi voz ensordeció mis propios oídos-. ¡Voy a vivir hasta el fin de los tiempos y ni siquiera sé quién soy!".



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