26 julio 2010

Esther Freud, a la felicidad por la escritura

Esther Freud (Foto: Miguel A. Fonta)



"Cada día dudo entre limpiar o trabajar. Siempre termino escribiendo". Esther Freud observa la habitación de su casa en el norte de Londres como si fuera la primera vez en mucho tiempo: "Compré esa pelota azul para aliviar la espalda durante mi tercer embarazo y nunca volví a usarla. De eso hace seis años. Es como si no la viera". A esta escritora londinense de 47 años, bisnieta de Sigmund Freud e hija de Lucian Freud ("sólo pienso en mi apellido durante las entrevistas"), el oficio de escribir le proporciona una dicha inquebrantable. "Acabo de terminar una novela y ya he empezado otra. Creí que encontraría algo diferente que hacer entremedias, pero nada me proporciona tanto placer". Su próximo proyecto explorará el territorio de lo sobrenatural: "Para mí es muy real. Viví cinco años en una casa que tenía una presencia malvada. Tan terrorífica que me hacía desvanecerme de noche. Pero no quería aceptarlo, porque era un buen piso, muy barato". Y su recién finalizada novela, que se publicará en Reino Unido el próximo año, sigue a un grupo de actores desde la escuela de arte dramático. Ex actriz y casada con el actor británico David Morrissey, Freud montó la novela sabiendo bien de lo que hablaba: "A mi marido le asustaba verse expuesto. Le parecía mal. Pero los escritores tenemos que seguir adelante. Tenemos una pieza de cristal en el corazón". No es la primera vez que Freud hace temblar a los suyos. Su primer libro, Una infancia en Marraquech, está basado en su niñez vagabundeando por Marruecos. La novela muestra un entorno tan mágico como amenazante, una joven madre irresponsable y un padre distante. "Tengo la suerte de que mi familia lo entienda. No es que estuvieran emocionados con el libro, pero todos los resentimientos se han disipado. Hay dos cosas que paralizan la escritura: una es preocuparse por lo que pensará tu madre y otra empezar queriendo saber cómo se desenvolverá la historia". Posar para su padre le hizo ver las entrañas del proceso creativo. "Me enseñó que la paciencia y la capacidad de trabajo son fundamentales. Él me dijo que el talento influye una mínima parte, que el resto tiene que ver con el esfuerzo". La novelista escribe de diez a dos de la tarde, con las carantoñas de su gata como única interrupción. El resto del día lo dedica a su marido y a sus tres hijos. Su plácida vida familiar es muy diferente de su peripatética infancia. Pero Freud no da muchas vueltas a su fortuna. "Solía pensar que cuando te llega demasiada suerte, tenía que sucederte algo malo. Un día me di cuenta de que las cosas simplemente ocurren, no significan nada. Para mí fue toda una liberación".


Brenda Otero
Perfil: El Rincón
El País
17 de julio de 2010


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"Nunca fui paciente en un tratamiento psicoanalítico"

La reconocida novelista es bisnieta de Sigmund e hija de Lucian (el artista vivo más cotizado del mundo). Dice que nadie sabe cuántos hermanos tiene ya que su padre no pudo adaptarse a la vida burguesa. Y sostiene que el psicoanálisis no es para cualquiera


En el elegante extremo norte de la ciudad de Londres, bordeando Highgate Park, en una plácida calle donde solamente hay casas, la escritora Esther Freud abre la puerta de la suya. Allí reside con su marido, el actor David Morrissey, y los tres hijos de ambos. Hija del artista Lucian Freud y bisnieta del célebre creador del psicoanálisis, Sigmund Freud (de quien, este miércoles, se cumplieron 70 años de su fallecimiento); Esther Freud encontró, en sus novelas, su propia voz.

- Usted es portadora de apellido. ¿Cómo lleva esta situación?
- En Inglaterra nunca me preguntan acerca de mi familia. Sigmund Freud se estableció aquí con su mujer y sus seis hijos en 1933. En cambio, cuando viajo al exterior, particularmente a lugares donde se practica el psicoanálisis, el tema causa gran curiosidad.

- ¿Cuándo comenzó a escribir?
- Fue mientras estudiaba actuación. Nos hacían escribir historias sobre los personajes que íbamos a representar. A mí me atraía más esa tarea que la de subir al escenario. Tardé un tiempo en darme cuenta de que la escritura era lo mío y nunca dejo de agradecerlo.

- ¿Suele viajar a las presentaciones de sus libros en el exterior?
- Sí, me gusta. Iré pronto a Alemania, asistiré a un festival literario en Colonia, luego haré una lectura en Berlín, la ciudad donde nació mi padre. Es interesante visitar Berlín por ese motivo; además, él afirma que no volvería allí.

- ¿Por qué Lucian Freud no regresaría a su país natal?
- El no siente ningún tipo de nostalgia respecto de Alemania, se fue en su temprana adolescencia. No llegó a Inglaterra como un refugiado, pero tuvieron que irse por razones de fuerza mayor. En algún sentido, él no querría que vaya, a pesar de que estuve en Alemania varias veces. Cuando se lo conté, me miró sorprendido, su pregunta era por qué me interesaría ir. De todas formas, creo que no se puede vivir a través de los sentimientos de los padres de uno. Entiendo muy bien lo que pasó con los Freud allí. Sigmund, mi bisabuelo, fue perseguido y logró emigrar a Inglaterra. Sin embargo, creo que pasó tiempo y no me parece que se pueda responsabilizar a las nuevas generaciones alemanas por lo que hizo su país en la Segunda Guerra Mundial.

- Durante su infancia, ¿escuchó historias sobre sus ancestros?
No. Justamente varios de mis libros tratan acerca eso: de gente que no habla sobre lo que le sucedió en el pasado. Digamos que padecí de una grave falta de información. Así fue como empecé a formular preguntas; sin embargo, las respuestas eran escasas, entonces les preguntaba a otras personas. En mi novela Volver a Glasgow utilicé correspondencia de mis abuelos que pude recuperar.

- ¿Quiénes eran sus abuelos?
- Mi abuelo era Ernest Freud, el menor de los varones de los Freud, eran tres varones y tres mujeres. Era arquitecto. Decía que había estudiado arquitectura porque ninguno de sus padres sabía acerca de esa disciplina. De hecho, fue el más independiente de los hijos. Sigmund, su padre, le escribió una carta en la cual lo felicitó: a los 30 años tenía su profesión, era económicamente solvente, estaba casado con una mujer a la que amaba y tenía un hijo. Luego tuvo dos más, uno es mi padre y el otro Clement, un reconocido político.

- ¿Alguna vez vivió toda su familia junta? Me refiero a sus padres, usted y su hermana.
- Desde que nací, mis padres vivían separados. Tengo una hermana mayor. Mis padres son amigos desde aquella época, lo cual me alegra.

- Ha indagado varias veces en el tema de las familias ensambladas y de la ausencia del padre. En su novela Peerless Flats, ¿cómo obtuvo información acerca de ese submundo inglés, de la gente que vive de pensiones de desempleo y habita en viviendas que les brindan los municipios?
- Lo obtuve fácilmente porque vivimos tantos estilos de vida distintos... Si uno mira la casa que tengo ahora resulta inverosímil que pueda haber conocido ese costado de la vida. Creo que al haber pasado por instancias tan disímiles desarrollé un profundo interés por el tema de la familia. En cierta época vivía solamente con mi madre y mi hermana; luego, ella volvió a casarse, nos convertimos en una familia grande. Al tiempo se separaron y nos quedamos mi madre y yo. Crecí en Essex. A los 16 años, cuando vine a Londres para estudiar actuación, estuve más cerca de mi padre y conocí a sus otros hijos.

- ¿Cuántos hijos tiene su padre?
- Nadie sabe, realmente. Puedo decir que conozco ocho. Cada tanto aparece alguien que dice que es hijo suyo. El eligió un estilo de vida coherente con su arte: reside en su estudio y lo que más le interesa, es la pintura. La vida burguesa no le funcionó. Intentó formar una familia tradicional cuando era muy joven; más adelante, decidió vivir a su manera. Hace poco cumplió 85 años y le hicimos un festejo a donde asistieron varios de mis hermanos.

- ¿Escribió sobre su padre?
- En el último libro lo utilicé como inspiración para un personaje. En los anteriores más bien me dediqué a escribir acerca del padre ausente.

- ¿De qué trata su nueva novela?
- Se trata de un grupo de actores. Me interesan mucho los personajes, sigo el desarrollo de cada uno. El argumento no es lo más importante en esta novela.

- ¿Qué piensa acerca del psicoanálisis?
- Creo que las terapias basadas en la palabra pueden ser muy útiles. Nunca fui paciente en un tratamiento psicoanalítico. Más bien diría, como afirma mi padre, que es una buena forma de curación para gente que está enferma: no es para cualquiera.


Paula Varsavsky - Escritora y periodista. Su última
novela es "El resto de su vida" (Mondadori 2007)
La Gaceta
27 de septiembre de 2009




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Mac. Una persona muy interesante esta señora.

MacVamp dijo...

De nada, guapetona ;-)

Casi se podría decir que yo también la he descubierto, por eso he colgado los dos artículos :)