18 noviembre 2008

Murió con el pijama puesto


En ocasiones, tengo la "mala costumbre" de intentar leer primero la novela antes que llevarme algún chasco mirando las adaptaciones fílmicas. De momento, tengo "atorado" a Eragon porque he dejado la lectura poco antes de llegar a la mitad. Así que, a pesar de que hace ya tiempo que bajé la peli, nanay, me niego a verla. Más aún porque he leido aquí y allá terribles críticas, por mucho que uno de los protagonistas sea interpretado por mi querido y admirado Jeremy Irons.

Así que, remarcando mi mala costumbre, y tras el estreno de la adaptación al cine del libro del irlandés John Boyne: El niño con el pijama a rayas, decidí leer primero la novela. Apenas son 194 páginas y ya le precede un enorme éxito en las listas de best-sellers a nivel mundial. Hace tiempo, quizá en las Navidades del año pasado, mi cuñada mencionó que recién lo había leido, y yo ni tarda ni perezosa la asalté con varias preguntas. Pero mi cuñada no soltó prenda y siguió firmemente aquella "recomendación" de no soltar ni una pista sobre la novela, para que los próximos lectores se acercaran a ella sin conocimiento alguno ni ideas preconcebidas (¿?).

Pues bien, lo dejé estar. Esa actitud no picó mi curiosidad y me enfrasqué en otras lecturas, aquellas en las que ocupo un par de horitas, más o menos, antes de dormir, porque fiel a mi vieja costumbre, jejeje, leo metida en la cama cuando ya la casa está en paz y mis chicos duermen a pierna suelta. Así que, a pesar de que El niño con el pijama de rayas puede leerse casi en un santiamén, yo tardé un poco más :P Sin embargo, desde el primer momento tenía la sensación de estar leyendo un homenaje velado o no a la peli La vida es bella de Roberto Benigni (que me encanta, por cierto). Discrepo totalmente con aquellos que han elogiado a John Boyne y le consideran algo así como el "revelador" del Holocausto para jóvenes lectores. Cierto es que el lenguaje y el tono de la novela es sencillo pero también plano, muy plano. Por ahí he leido que la novela está dirigida a chicos a partir de los doce años, pero si soy sincera, he leido otros libros más consistentes, con más garra, sin que esto signifique que su lectura sea pesada.

El niño con el pijama de rayas intenta ser tierno partiendo de la inocencia infantil, del punto de vista del protagonista: Bruno, un niño de nueve años, hijo de un comandante del ejército nazi. Y si bien hay momentos enternecedores por sí mismos, sin estar sobre-maquillados, por lo general, las situaciones caen en muchos tópicos de los buenos buenísimos y los malos malísimos. Y el tono inocente sufre un hachazo al final, un final abrupto para mí, porque si bien la novela está basada en hechos históricos, por así decirlo, y todos sabemos cuál fue el fin de la gran mayoría de los judíos en los campos de concentración, considero que John Boyle nos devuelve a la realidad sin concesiones.

Muchos dirán que esto mismo ocurre en la peli La Vida es bella, con el sacrificio del padre, que después de llevar un tono sonrosado y hasta divertido dentro de la enorme tragedia, pensamos que habrá un final casi acorde a toda la peli. Pero en El niño con el pijama de rayas tampoco ocurre así por mucho que el lector pueda hacerse a la idea de que aquello no es un cuento de hadas con un final de : y vivieron felices para siempre.

Ojo, no estoy en contra de los finales crudos, pero bajo mi punto de vista, la novela de John Boyne está un poquitín sobrevalorada. Quizá lo más plausible de su obra, para muchos, es que debido a su tipo de lenguaje lo mismo pueden leerlo jóvenes que adultos y tal vez ahí radique la verdadera razón de su éxito. Pero J. K. Rowling también ha logrado lo mismo y sin embargo, la saga de Harry Potter tiene más sustancia, su lenguaje es mucho más rico y tiene momentos crudos, muy crudos, sobre todo para aquella gente que quiere evitar que los niños enfrenten la muerte.

Alguien soltó por ahí que tras la lectura de El niño con el pijama de rayas, sus jóvenes lectores irían corriendo a leer el Diario de Ana Frank, por ejemplo. Mayor exageración no puede haber, si me permiten decirlo. Muy cierta es la consigna de que aquellos que desconocen la historia están condenados a repetirla, y que es necesario que las nuevas generaciones conozcan a fondo los errores que se han cometido a lo largo de la historia, con la esperanza de que no vuelvan a ocurrir. Pero, disculpen ustedes, yo no considero que la obra de John Boyle resulte una "revelación" para cualquier chico o que logre que se interese por el Holocausto. Sobre todo cuando la generación de sus padres considera estar harta del victimismo judío: demasiado Lista de Schindler, demasiado sobreviviente contando su versión de los hechos... (según ellos, claro). Porque la generación de sus padres se enrollan al cuello pañuelos palestinos porque está de moda hacerlo y no tienen ni pizca de conocimiento ni de conciencia política. Porque la generación de sus padres se deja llevar por lo que cuentan los telediarios y no han tenido la oportunidad de conocer a algún judío personalmente. Porque la generación de sus padres es la primera en señalar con dedo inquisitorio al que desciende de una familia judía y mete a todos en el mismo saco.

Lo siento, pero me quedo con La vida es bella. Y con un artículo que escribió el maese Pérez-Reverte que muy bien se puede aplicar a esos "lectores" que quieren todo peladito y a la boca, vamos, tramas sencillas y lenguaje plano.

5 comentarios:

Eli dijo...

Comparto contigo la afición a leer la novela antes de que una buena película me la destripe o una mala me quite la ilusión por leerla.
Pero no veo la historia del niño con el pijama de rayas de la misma manera que tú.

Para mí lo importante no ha sido el argumento, ni el desarrollo o incluso su final (que por cierto, venía cantado). No, lo que me ha hechizado ha sido a forma de ir descubriendo el mundo a través de los ojos y del lenguaje parciales del protagonista: un niño criado en base a una forma de vida y una clase social que dividía a las personas en "nosotros" y "los malos".
Ni iquiera me parece una novela infantil. Creo que es un espeluznante tirón de orejas a la conciencia de aquellos que se olvidan que la Gloria no está en las fronteras, ni en las batallas, ni en la supuesta superioridad.

Pero me ha gustado la profundidad de tu análisis.
Besos!!!

Korkuss dijo...

Que les corten la cabeza!

Bruja Blanca dijo...

Yo soy integrista también en ese aspecto. Jamás veo una peli sin leerme el libro antes. Y a veces paso de ver la película, como en este caso. No creo que me pueda aportar nada más, me parece que con el libro tuve suficiente. Lo leí en inglés el año pasado y es cierto que simplifica las cosas, pero es como una pequeña obra de teatro, un par de escenarios, pocos personajes, etc. A mí sí que me gustó, no lo considero una gran obra de la Literatura, pero bueno, para pasar el rato no está mal...

Asilo Arkham dijo...

Ya me habían recomanedado ese libro en un taller de literatura infantil. No pude conseguirlo, y escuché a los demás decir que estaba excelente y muy conmovedor. Por fortuna no quise que me dijeran de qué se trata, así que espero conseguirlo pronto. A ver si lo encuentro en la FILIJ.

Un abrazo, Mac.

MacVamp dijo...

Eli: Gracias, nena, pero no creo que mi análisis sea tan profundo. Si bien, podría pasar por una muestra visceral, antes que por una crítica, hahahaha. Es probable que tengas razón sobre el tirón de orejas.

Korkuss: Eso, eso, tú instaladísimo en la pose de Rey de Corazones, hahaha.

Brujita: Según he leido, la adaptación fílmica difiere un mucho o un poco del libro, no sé si para bien o para mal. De cualquier forma, tampoco se me quita el aliento por verla.

Mario: Pues si no lo has leido espero no haberte metido muchos spoilers, hahahaha. Por cierto, déjame decirte una cosa, yo no considero que sea excelente. Quizá es efectivista, más aún porque tira de los resortes de la compasión desde que comienzas a leer las primeras líneas y entreves de qué va. La "vieja" fórmula de: judíos, nazis, niños. Vamos, que no te muestran nada nuevo. En todo caso, es preferible el Diario de Ana Frank.