Día Internacional de la Mujer... y de un tiempo a la fecha se le agrega 'Trabajadora'.
Y con la libertad que da tener un espacio dentro no sólo de una red social sino en internet, cada vez se critica más cada reacción por muy buena que sea su intención: No, no felicites a nadie que este día es para conmemorar a las costureras norteamericanas que murieron calcinadas por intentar exigir sus derechos; no, no tomes en cuenta este 'festejo' porque la sociedad no cambia y 'ellos' (nunca ellas) son los que nos imponen códigos de conducta, de vestuario y hasta de personalidad; no, no celebres nada, que cada vez son mayores las estadísticas de violencia de género; no, no felicites a ninguna mujer porque en todo caso la estás insultando o_O
A mí es que ya me da un poquito de risa aquellas arengas o reclamos contra la sociedad porque se perpetúan prejuicios contra nosotras. Pero precisamente no reconocemos que somos nosotras las que permitimos que esto ocurra, sobre todo en las sociedades latinas donde la mejor forma de manipular e imponer conductas es a través de los prejuicios. Que llegamos al punto de subestimar el 'poder' que tenemos y fingimos demencia, acusamos a los 'otros', a 'ellos', al patriarcado de los cojones, pero jamás reconocemos que somos fiel representación de esa Lady Macbeth que susurra al oído de la sociedad condenas, críticas y envidias. Y no es necesario ser madre para perpetuar esto. Basta y sobra con que pretendamos estar por encima del grupo al que pertenecemos. Basta y sobra que siempre se tenga a pedir de boca la moral, los buenos principios, el qué dirán, los códigos obsoletos de conducta.
Después, para echar más sal a las heridas, hay un amplio sector que se dice auténticas dueñas de sí mismas, poderosas, infalibles, amazonas del mundo actual y muchísimas veces terminan fomentando extremismos, fundamentalismos y encumbrando caricaturas femeninas. Dicen buscar igualdad, paridad. Pero no son más que otro tipo de dictadores de la conducta. Debe haber un fondo cristalino en todo esto, no lo dudo. Debe haber algo que ya se perdió después de tantos años de exigirlo todo para la mujer pues se lo merece por 'nacimiento', porque es superior a todo y a todos simple y sencillamente porque por casualidades de la vida nació mujer. Debe haber algo que no permite reconocer que en esa lucha por la igualdad se están fomentando los peores vicios que tenemos como especie.
Cada sociedad abraza sus luchas. Hay un sector que condena a las mujeres que no trabajan fuera de casa porque se perpetúa el prejuicio de que es muy cómodo ser la 'señora de' pero desconocen los motivos que hay detrás. Hay otro que sigue mostrando que hay desigualdades en cuanto a sueldos entre hombres y mujeres en muchísimas áreas laborales. Algunos otros caen en ridículos como manipular los diccionarios para que haya paridad en el lenguaje. Yo creo que todo radica en la educación. Y no, no es necesario un doctorado o una maestría. Es necesario forjarse un criterio para evitar caer y fomentar radicalismos. Yo creo que las peores enemigas que la mujer tiene son sus misma congéneres que apoyan, fomentan y callan conductas de desigualdad, opresión y desprecio. Yo estoy convencida de que el machismo surge en casa y en propiciado por las madres. Ese poder que tenemos como seres humanos, como seres pensantes, parece que sólo lo empleamos para manipular y sostener una guerra eterna con todas las mujeres que nos rodean llegando incluso a joderle la vida a nuestras propias hijas. Después, ellas harán lo mismo y la cadena se volverá interminable.
Somos nosotras las que creamos y perpetuamos la guerra por obtener la atención del mejor macho de la manada. Somos nosotras las que competimos para tener las tetas más grandes o la cantidad de veces que hemos entrado a un quirófano para modelar un cuerpo a gusto del sector masculino. Somos nosotras las que criticamos que no lleves tacones, que no te maquilles, que no te vistas de tal o cual forma porque hemos caído en la trampa de creer que 'arreglarse' sólo es en función de atraer a los hombres. Somos nosotras las que decimos siempre que viene a cuento y cuando no también: Calladita te ves más bonita, a los hombres no les gusta una mujer que sepa más que ellos. Somos nosotras las que siempre jodemos con exigir cuerpos perfectos a partir de un modelo impuesto por personas que detestan la figura natural femenina y se decantan por un androginismo de fantasía. Somos nosotras las que nos sentimos con todo el derecho de decir quién es puta y quién es santa. Y somos nosotras mismas las que nos hacemos caer en la trampa de una supuesta libertad que nos permite copiar y repetir los peores vicios y defectos de los hombres.
Deberíamos fomentar la educación de nuestras niñas en cada rincón del mundo. Sobre todo para que puedan forjar su criterio. Deberíamos mostrarles que los códigos de conducta deben ser en función de sus valores humanos y no de los que impone una religión. Deberíamos darle el valor justo a los hombres y a las mujeres, desechando los prejuicios. Ni uno es más que la otra. Tampoco pasa nada si el hombre baja las defensas y se muestra vulnerable. Tampoco debería acabarse el mundo si la mujer demuestra tener fuerza y carácter propios, no impuestos, ni copiados.
Somos compañeros, debemos ser aliados.
***
Y con la libertad que da tener un espacio dentro no sólo de una red social sino en internet, cada vez se critica más cada reacción por muy buena que sea su intención: No, no felicites a nadie que este día es para conmemorar a las costureras norteamericanas que murieron calcinadas por intentar exigir sus derechos; no, no tomes en cuenta este 'festejo' porque la sociedad no cambia y 'ellos' (nunca ellas) son los que nos imponen códigos de conducta, de vestuario y hasta de personalidad; no, no celebres nada, que cada vez son mayores las estadísticas de violencia de género; no, no felicites a ninguna mujer porque en todo caso la estás insultando o_O
A mí es que ya me da un poquito de risa aquellas arengas o reclamos contra la sociedad porque se perpetúan prejuicios contra nosotras. Pero precisamente no reconocemos que somos nosotras las que permitimos que esto ocurra, sobre todo en las sociedades latinas donde la mejor forma de manipular e imponer conductas es a través de los prejuicios. Que llegamos al punto de subestimar el 'poder' que tenemos y fingimos demencia, acusamos a los 'otros', a 'ellos', al patriarcado de los cojones, pero jamás reconocemos que somos fiel representación de esa Lady Macbeth que susurra al oído de la sociedad condenas, críticas y envidias. Y no es necesario ser madre para perpetuar esto. Basta y sobra con que pretendamos estar por encima del grupo al que pertenecemos. Basta y sobra que siempre se tenga a pedir de boca la moral, los buenos principios, el qué dirán, los códigos obsoletos de conducta.
Después, para echar más sal a las heridas, hay un amplio sector que se dice auténticas dueñas de sí mismas, poderosas, infalibles, amazonas del mundo actual y muchísimas veces terminan fomentando extremismos, fundamentalismos y encumbrando caricaturas femeninas. Dicen buscar igualdad, paridad. Pero no son más que otro tipo de dictadores de la conducta. Debe haber un fondo cristalino en todo esto, no lo dudo. Debe haber algo que ya se perdió después de tantos años de exigirlo todo para la mujer pues se lo merece por 'nacimiento', porque es superior a todo y a todos simple y sencillamente porque por casualidades de la vida nació mujer. Debe haber algo que no permite reconocer que en esa lucha por la igualdad se están fomentando los peores vicios que tenemos como especie.
Cada sociedad abraza sus luchas. Hay un sector que condena a las mujeres que no trabajan fuera de casa porque se perpetúa el prejuicio de que es muy cómodo ser la 'señora de' pero desconocen los motivos que hay detrás. Hay otro que sigue mostrando que hay desigualdades en cuanto a sueldos entre hombres y mujeres en muchísimas áreas laborales. Algunos otros caen en ridículos como manipular los diccionarios para que haya paridad en el lenguaje. Yo creo que todo radica en la educación. Y no, no es necesario un doctorado o una maestría. Es necesario forjarse un criterio para evitar caer y fomentar radicalismos. Yo creo que las peores enemigas que la mujer tiene son sus misma congéneres que apoyan, fomentan y callan conductas de desigualdad, opresión y desprecio. Yo estoy convencida de que el machismo surge en casa y en propiciado por las madres. Ese poder que tenemos como seres humanos, como seres pensantes, parece que sólo lo empleamos para manipular y sostener una guerra eterna con todas las mujeres que nos rodean llegando incluso a joderle la vida a nuestras propias hijas. Después, ellas harán lo mismo y la cadena se volverá interminable.
Somos nosotras las que creamos y perpetuamos la guerra por obtener la atención del mejor macho de la manada. Somos nosotras las que competimos para tener las tetas más grandes o la cantidad de veces que hemos entrado a un quirófano para modelar un cuerpo a gusto del sector masculino. Somos nosotras las que criticamos que no lleves tacones, que no te maquilles, que no te vistas de tal o cual forma porque hemos caído en la trampa de creer que 'arreglarse' sólo es en función de atraer a los hombres. Somos nosotras las que decimos siempre que viene a cuento y cuando no también: Calladita te ves más bonita, a los hombres no les gusta una mujer que sepa más que ellos. Somos nosotras las que siempre jodemos con exigir cuerpos perfectos a partir de un modelo impuesto por personas que detestan la figura natural femenina y se decantan por un androginismo de fantasía. Somos nosotras las que nos sentimos con todo el derecho de decir quién es puta y quién es santa. Y somos nosotras mismas las que nos hacemos caer en la trampa de una supuesta libertad que nos permite copiar y repetir los peores vicios y defectos de los hombres.
Deberíamos fomentar la educación de nuestras niñas en cada rincón del mundo. Sobre todo para que puedan forjar su criterio. Deberíamos mostrarles que los códigos de conducta deben ser en función de sus valores humanos y no de los que impone una religión. Deberíamos darle el valor justo a los hombres y a las mujeres, desechando los prejuicios. Ni uno es más que la otra. Tampoco pasa nada si el hombre baja las defensas y se muestra vulnerable. Tampoco debería acabarse el mundo si la mujer demuestra tener fuerza y carácter propios, no impuestos, ni copiados.
Somos compañeros, debemos ser aliados.
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