13 septiembre 2005

Historia del rey transparente


No me gusta la novela histórica, me parece que el corsé de datos ahoga el aliento narrativo".

Historia del Rey Transparente (Alfaguara), de Rosa Montero, desembarcó ayer en las librerías con la nada oculta intención de conquistarlas. Es, dice su autora, su mejor historia, la que toda su vida había querido escribir y la que le hubiese gustado que le contasen cuando apenas tenía cinco años y combatía la tuberculosis a mandobles de cuentos e imaginación. Una historia de fantasía y aventuras, las de Leola, una joven del siglo XII que se disfraza de guerrero para sobrevivir y descubre, entre batallas, persecuciones y encantamientos, el verdadero poder de las palabras.


Sólo han pasado unos días desde que volvió de sus vacaciones en Islandia, uno de los lugares que tanto se parecen a su paraíso perdido (“montañas norteñas y solitarias, un valle alto verde y jugoso entreverado de bosques naturales, lagos quietos en prados perfectos”), y ya se ha sumergido de nuevo en la Francia medieval de su Historia del Rey Transparente. Quizá porque es, confiesa, la novela de su vida, la ha tenido enredada más de ocho años: “Ya sabes que una novela no se escribe sólo mientras se teclea en el ordenador, sino que se escribe, sobre todo, en la cabeza. O por lo menos ése es mi método. A mí se me ocurre una idea primera, el gérmen de una novela, y voy desarrollándola durante años, mentalmente y tomando notas en diversos cuadernillos, hasta tener toda la historia, la estructura, los personajes, incluso fragmentos enteros escritos a mano en los cuadernos. Entonces es cuando me siento al ordenador. Pues bien, hará cosa de nueve o diez años me dió una temporada de pasión lectora por los libros de historia medievales y también por textos de autores medievales como Chrétien de Troyes o María de Francia. Leí muchos libros de este tipo por puro gusto personal, y por eso, porque estaba sumergida más o menos en ese hábito mental, es por lo que se me ocurrió la novela. Empecé a tomar notas y a desarrollarla, y en este caso el proceso ha sido más largo que en otros libros míos. De hecho, escribí otras cosas entre tanto. Al fin, hará dos o tres años, decidí que la historia ya estaba madura para pasar al ordenador, pero entonces tuve que releerme casi todos aquellos libros que ya había leído años atrás, tomando notas, porque mi primera lectura fue de puro placer”.

Tras esa primera etapa vino “un trabajazo tedioso y tremendo, te lo aseguro, porque me tuve que releer y anotar varias decenas de textos. Después comenzó la fase final, la de la escritura en el ordenador, y ésa me ha llevado como año y medio. Y sí, reescribo mucho, corrijo mucho, soy una maniática perfeccionista”.

–¿Por qué es el libro que toda su vida ha querido escribir?
–Porque está en la huella, en la estela que dejaron en mi corazón y mi cabeza aquellos maravillosos libros de aventuras con los que aprendí a amar la literatura y a entender un poco el misterio del mundo. Aquellos libros primordiales y emocionantes que me hicieron ser en parte lo que hoy soy. He intentado acercarme a ese sentimiento, a esa emoción esencial, a ese dibujo básico y metafórico de la vida.

En la mesa de la cocina

–¿Cómo combinó el trabajo de documentación y redacción de un libro sobre los siglos XII y XIII con sus artículos de actualidad?
–Nunca he tenido ningún problema en compaginar mi trabajo periodístico y mi trabajo narrativo... es decir, el único problema que existe es el del tiempo, porque tanto el periodismo como la escritura de una novela son actividades enormemente absorbentes. Por fortuna, hará ya unos diez años que me despedí de “El País” y me quedé en régimen de colaboración, cosa que me ha permitido invertir más tiempo en la ficción. Pero incluso antes me las arreglé para escribir varias novelas. Ése es el gran problema de los novelistas, compaginar el trabajo que te da de comer con la redacción de tus libros. Siempre digo que la inmensa mayoría de las novelas de la historia de la literatura se han escrito a las 5 de la mañana y en la mesa de la cocina: a las 5 porque a las 7 el novelista se tiene que ir a trabajar, y en la mesa de la cocina porque a menudo no dispone ni siquiera de una mesa propia. Y aún así, los libros se terminan escribiendo, porque surgen de una necesidad imperiosa para el escritor.

–Sí, pero ¿casa bien un mundo lleno de caballeros, superstición y magia con la racionalidad del siglo XXI?
–Tampoco hay ningún conflicto. Muy dentro de mí yo soy así, tengo una parte tremendamente racional, muy lógica, y otra parte muy loca y muy fantasiosa. Para mí la vida está compuesta de todos esos matices, de todas esas facetas, y no tengo ningún problema en habitar en uno u otro lado de la realidad.

–Niega la mayor, que Historia del Rey Transparente sea una novela histórica, y la define como de aventuras y fantástica. ¿En qué las diferencia, tratándose de un relato que transcurre en el siglo XII, y por el que campan Leonor de Aquitania, Ricardo Corazón de León, María de Francia o la Eloísa de Abelardo?
–Me refiero a lo que habitualmente se entiende como “novela histórica”, es decir, a esos libros que, sobre todo, son como “dramatizaciones” de períodos históricos. A mí me encanta la historia, pero la historia de verdad, es decir, los libros de historia, y lo cierto es que no me gusta demasiado el género de novela histórica, porque me parece que el corsé de datos ahoga el aliento narrativo. Eso sí, hay novelas maravillosas ambientadas en otras épocas, como Yo, Claudio, de Graves, o Juegos Funerarios, de Mary Renault, a las que no considero novelas históricas, porque el afán primero de esos libros no es explicar cómo era el mundo de la antigua Roma o el efímero imperio de Alejandro el Magno, sino que aspiran a explicar cómo es el mundo, sin más. Es decir, aspiran, como cualquier otra novela, a poner un poco de luz en las tinieblas de la vida. De toda vida, de nuestra vida.

–¿Y no sería mucho peor que relacionasen el libro con otros best-sellers que también tratan de los templarios, los cátaros, la Edad Media y los cruzados...?
Yo no puedo controlar lo que otra gente pensará del libro. Ni puedo, ni debería preocuparme por ello. Yo me he limitado a escribir mi novela con toda la necesidad (es decir, necesitaba escribirla, justamente esta novela, justamente esta historia) y con todo el corazón. Y hasta tengo la soberbia de creer que Historia del Rey Transparente es una obra lo suficientemente original como para que los lectores que la lean se den cuenta enseguida de que mi libro es algo distinto.

–¿Qué le ha prestado a la protagonista de la novela, a Leola, de sí misma?
No lo sé bien. Supongo que muchas cosas, pero los novelistas somos los primeros en no saber bien qué es lo que estamos escribiendo. Uno escribe de lo que no sabe que sabe, porque las novelas surgen del subconsciente. La novela comienza diciendo: “Soy mujer y escribo. Soy plebeya y sé leer. Nací sierva y soy libre”. Pues bien, ¿quieres creerte que hace unas semanas, con el libro ya impreso, me di cuenta de que estas frases eran en realidad una metáfora de mi vida? Y no sólo de la mía, me parece, sino de la de muchas mujeres. Pero no lo advertí hasta hace unos días.

Disfraces necesarios

–O sea, que sigue siendo revolucionario proclamar, como hace su protagonista, “soy mujer y escribo”.
–Metafóricamente sí. Literalmente es obvio que no, por fortuna.

–¿Todavía las mujeres tenemos que disfrazarnos de guerrero para sobrevivir?
–Sí, desde un punto de vista simbólico creo que las mujeres tenemos que seguir siendo bastante hombrecitos para poder manejarnos y sobrevivir en el mundo exterior. Aunque sin duda las cosas han mejorado muchísimo en Occidente a lo largo de todo el siglo XX.

–En la novela los personajes femeninos (Leola, Nyneve, la Dama Blanca) son mucho más ricos que los masculinos...
–¿Te parece? La verdad es que no estoy muy de acuerdo. Hay personajes masculinos que me encantan, hermosos y positivos, como el Maestro Roland, que enseña a combatir a Leola, o como el caballero de Ballaine, que le enseña lo que es una vida y una muerte dignas. Y sobre todo León, que me gusta muchísimo, a mí me encantaría tener un León en mi vida real... León es muy importante porque es el contratipo positivo de Dhuoda. Ambos han tenido un pasado cruel, y mientras Dhuoda hace de su dolor una excusa para su malignidad, porque cree que su sufrimiento le da derecho a todo, León convierte su dolor en sabiduría y compasión. Son dos ejemplos opuestos de cómo los humanos podemos hacer frente a nuestro sufrimiento. Es cierto, eso sí, que la protagonista absoluta de la novela es una mujer, y que su acompañante y alter ego es otra mujer. Pero ya sabes lo que siempre digo: me desespera que, cuando una mujer escribe una novela protagonizada por una mujer, todo el mundo piense que está escribiendo sobre mujeres, mientras que cuando un hombre escribe una novela protagonizada por un hombre, todos piensen que está escribiendo sobre el género humano... No sé, salvando las distancias, a nadie se le ocurre decir que en El Quijote los personajes masculinos son mucho más ricos que los femeninos.

Palabras que lo envenenan todo

–En la novela describe los errores y horrores de las Cruzadas y la lucha contra los cátaros, guerras santas como las que ahora han emprendido los islamistas radicales contra Occidente. ¿Qué truco de magia le gustaría hacer para favorecer el diálogo?
–En primer lugar, no creo que los islamistas radicales hayan emprendido una guerra santa contra Occidente, sino contra la democracia, la modernidad y el progreso en general. Y sus primeros enemigos son los musulmanes progresistas. Recuerda que el terror fundamentalista está matando a más musulmanes que occidentales. De manera que creo que la única salida de esto es la evolución de los países islámicos hacia la modernidad y la democratización, y Occidente debe de ayudarles en lo posible.

–¿Qué poder tiene hoy la palabra? ¿No la hemos devaluado, con tanta prisa y ruido?
–La palabra es, en realidad, lo único que tenemos. Es lo que nos diferencia de los otros animales, es el principio de lo que somos. Aunque, claro, la palabra construye mundos, pero también infiernos. Como digo en la novela, las hogueras de la represión no quemarían y el hacha del verdugo no cortaría si no hubiera antes palabras malas, palabras mentirosas que envenenan todo. No creo que hoy la palabra esté más o menos devaluada que antes.... siempre ha habido esa tensión entre la palabra verdadera y honesta y la palabra mentirosa, banal o criminal.

–En alguna ocasión ha asegurado odiar al “escritor comprometido”, y sentir asco por lo que Julio Llamazares llama “el intelectual de guardia”. ¿Las guerras, el hambre, no le hacen cambiar de idea?
–Yo creo que todos debemos comprometernos como ciudadanos con el mundo en el que vivimos. No sólo el escritor, sino el zapatero, la economista y la vendedora de Avon. Lo que me parece ridículo es pensar que el novelista tiene que tener más compromiso que el zapatero, o que sus opiniones sobre la situación política tengan que ser más atinadas. Todos conocemos a maravillosos novelistas que son unos zopencos en cuanto al análisis de la realidad. Para mí el compromiso del escritor, como escritor, es el de escribir de la manera más honesta, más libre, más necesaria posible. Y hablo de escribir aquello que de verdad necesitas escribir, intentando permanecer al margen de las presiones comerciales, la vanidad, el ansia de poder y demás. Luego, como ciudadana, claro que tienes que comprometerte. Pero eso es otra cosa.

–Pasó de la ficción al periodismo y ha regresado a la ficción. ¿Qué le parece el periodismo actual español?
–Uf. La verdad es que creo que estamos en un momento bastante chungo. Hay demasiadas rencillas, demasiados partidismos, demasiados intereses y, sobre todo, creo que hay una relación enfermizamente estrecha entre el poder político y los medios de comunicación, una promiscuidad entre políticos y periodistas que lo enrarece todo.

–Sé que le gusta internet: ¿para cuándo su blog? ¿Le interesan, sigue alguno?
–Sí, internet me encanta, pero dudo mucho que escriba algún día un blog. En mi página web hago a veces alguna notita de actualidad, pero nada más. Y sí, suelo leer el blog El Escorpión, de Gándara.

Nuria Azancot
Revista El Cultural
Diario El Mundo


No sé por qué, pero esta historia me ha llamado mucho la atención. Ya dije en otro post, que Rosa Montero no es una de mis autoras favoritas, que sólo disfruto casi siempre de sus colaboraciones para El País Semanal. Tal vez con la historia del rey transparente logre congraciarse conmigo y me conquiste, jejeje. Soy fanática de los personajes femeninos que ocultan su verdadera personalidad. Algo tendrá qué ver la película "La monja alférez" de María Félix, donde se lucía como espadachín ;-) y que la vi cuando era muy niña.


Música de fondo: "Palestinalied" Corvus Corax

7 comentarios:

Akasha Déclenché! dijo...

Wow, me ha fascinado tu blog, desde la estética, las referencias literarias, las fotos, los shows que mencionas (me agradaba bastante ver a los Happy tree friends) y por supuesto que coincido en que Tim Burton es FABULOSO.

Aunque algo fuera de lugar (con permiso de Rosa Montero), acerca del post anterior... ese relato precisamente fue el primero que me condujo al insondable abismo del maestro H. P. Lovecraft. Te diré que después de leer mucho más de él, "El extraño" no es de mis favoritos.

Recuerdo que traté de hacer un documental de Literatura de Horror en años universitarios, lástima que no resultó buen proyecto (por cuestiones personales, ay, esta pasión de los mortales), porque en verdad que faltan títulos para el buen cine, por cierto, "Dagon" se salva, para mi gusto está muy bien realizada.

Al rato regreso, cuando la luna aparezca...

Claroscuros saludos.

MacVamp dijo...

Gracias akasha dulcinea :)

Pero bajo mi punto de vista, ninguno de los intentos de llevar al cine los relatos de Lovecraft, es salvable. Todos caen en el topicazo del Necronomicón, por ejemplo.

Yo impartí varios cursos de literatura de horror y siempre la base de la que partí fue el ensayo de Lovecraft. Pero yo me atreví a ahondar más en las mitologías antiguas, inclusive hablé de la Cábala, alquimia, ángeles caídos, etc., etc. para mostrar de dónde surgen los personajes emblemáticos de este género literario. Y naturalmente, abarqué hasta los tiempos modernos con gente como Clive Barker, Harlan Ellison, Stephen King, entre muchos otros otros.

Un abrazo.

Ariel Hexen dijo...

Que gusto me da encontrar blogs interesantes de personas con gustos afines. =)

Me encanta Tim Burton tambien y otros directores.


Andare por aqui de vez en cuando

Lety Ricardez dijo...

Pues tendré qe leer la historia del rey transparente. Me has dejado intrigada con el libro y su autora. Besos

MacVamp dijo...

Gracias por tu visita ariel, regresa cuando quieras :)

MacVamp dijo...

Lety, Rosa Montero es una autora conocida. Entre sus trabajos se encuentra la novela "La hija del caníbal", que ya la adaptaron al cine y "La loca de la casa", entre otras novelas.

Creo que bien vale la pena adquirir su nuevo trabajo. Alfaguara distribuye muy bien en México, así que seguro ya está por aquellos lares.

Un abrazo.

Pech dijo...

Hooola, pasando a saludar, los desfiles son muy bonitos :)