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26 diciembre 2011

Historia de Navidad



Este ha sido un año raro. He publicado menos que en 2010 y mi vida de nuevo ha dado un giro de 180º. Estoy de vuelta en mi tierra desde julio pasado y aún no encuentro mi "lugar". No se trata de reencuentros, al fin y al cabo mi vida ha cambiado y ya no podría "ajustarme" a la forma de vida que tenía antes de formar una familia. En tdo caso se trata de encontrar un nuevo lugar o una nueva forma de encontrarlo con mis nuevas circunstancias. Ni la familia ni los amigos me ayudan. Lo siento. Pasé demasiado tiempo fuera y mis conceptos variaron. Y no sé si fue de una forma tan radical que ya no me hallo

Hemos pasado las Navidades aquí. Por cuestiones ajenas a nosotros, no viajamos a Valencia. Happy Demon tenía ganas de ver a sus amigos y a la familia y para ser sincera, se quedó bastante desilusionado. Papá Noel trató de consolarlo con varios regalos y parece que han servido, pero en cuanto se toca el tema, vuelta a lo mismo: que si mis amigos, que si mi abuela, que si mis primos, que si las cosas que dejamos y que en el anterior viaje no pudimos traernos. En fin...

No tengo los ánimos muy allá. Estas fechas siempre me traen malos recuerdos aunque yo misma intente no sabotearme. A fin de cuentas, tengo un nano que me da la ilusión que los años y las viviencias me fueron quitando. Y aunque es una historia triste, más que el cuento clásico de Dickens, este de Truman Capote me gusta para estas fechas:




Historia de Navidad

Una mañana de últimos de noviembre. Un amanecer de invierno, hace más de veinte años. La cocina de una vieja casa espaciosa en una aldea. Constituye su rasgo principal una gran estufa negra; pero hay también una gran mesa redonda y una chimenea con dos mecedoras colocadas ante ella. Aquel día comenzaba en la chimenea el rugido invernal.

Una mujer de pelo corto y canoso está de pie ante la ventana de la cocina. Lleva zapatos de tenis y un informe suéter gris sobre un vestido de algodón veraniego. Es pequeña y vivaracha como una gallinita de bantam; pero, debido a una larga enfermedad de la infancia, sus hombros son lastimosamente gibosos. Su rostro es singular..., parecido al de Lincoln, así de áspero, curtido por el sol y el viento; pero también es delicado, de fino trazo, y sus ojos son tímidos, color de cereza.

-¡Oh, madre mía! -exclama, empañando el vidrio de las ventanas con su aliento-. ¡Llegó el tiempo de los pasteles de fruta!

La persona a quien habla soy yo. Tengo siete años; ella, sesenta y pico. Somos primos, muy distantes, y hemos vivido juntos..., bueno, desde que yo puedo recordar. Viven en la casa otras personas, parientes; y aunque tienen poder sobre nosotros, y con frecuencia nos hacen llorar, en general no advertimos mucho su existencia. Somos el mejor amigo uno de otro. Me llama Buddy, en recuerdo de un muchacho que fue antes su mejor amigo. El otro Buddy murió en 1880 y tantos, cuando ella era todavía una niña. Ahora es todavía una niña.

-Lo supe antes de levantarme -dice, alejándose de la ventana con una excitada decisión en los ojos-. ¡La campana de la Audiencia sonaba tan fría y clara! Y no había pájaros que cantasen; se habían marchado a tierras más cálidas, sí. ¡Oh, Buddy deja de tragar bizcochos y trae nuestro carrito! Ayúdame a buscar mi sombrero. Tenemos que hacer treinta pasteles.

Siempre lo mismo: llega una mañana de noviembre y mi amiga, como inaugurando oficialmente la época navideña que alboroza su imaginación y aviva las llamas de su corazón, anuncia: «¡Llegó el tiempo de los pasteles de frutas! trae nuestro carrito. Ayúdame a buscar mi sombrero».

Se encuentra el sombrero, una rueda de paja adornada con rosas de terciopelo que la intemperie ha marchitado: en otro tiempo perteneció a una parienta muy elegante. Los dos juntos empujamos nuestro carrito, un destrozado coche de niño, hacia el jardín y hacia un bosquecillo de pacanas. El carrito es mío, es decir, fue comprado para mí cuando nací. Está hecho de mimbre, bastante desbaratado, y las ruedas se bambolean como las piernas de un borracho. Pero es un servidor leal; en primavera, lo llevamos a los bosques y lo llenamos de flores, hierbas, helechos para las macetas de nuestra galería; un verano, lo cargamos con provisiones para el picnic y con cañas de azúcar para pescar, y lo empujamos hasta la orilla del arrollo; también tiene sus usos invernales: transportar leña del patio a la cocina, servir de cama tibia para Queenie, nuestra pequeña terrier anaranjada y blanca, vigorosa, que ha sobrevivido a enfermedades y a dos mordeduras de serpientes de cascabel. Ahora Queenie va trotando junto al carrito.

Tres horas más tarde estamos de regreso en la cocina con una carretada de pacanas caídas de los árboles. Nos dolía la espalda por el esfuerzo de recogerlas: era difícil encontrarlas (puesto que la cosecha principal había sido recogida sacudiendo los árboles y vendida por los propietarios de la huerta, que no éramos nosotros) entre las hojas que las ocultaban y la hierba escarchada y engañadora. ¡Craaac! Un alegre crujido y estallidos de un trueno en miniatura se oyen cuando se rompen las cáscaras y el dorado montón de dulces almendras aceitosas y marfileñas aumenta en la vasija de criolita. Queenie pide que lo dejemos probar, y de cuando en cuando mi amiga le da furtivamente un trocito, aunque insistiendo en que con ello nos privamos.

--No debemos, Buddy. Si empezamos, no pararemos. Y apenas si alcanza con esto. Para treinta pasteles.

La cocina está oscureciéndose. El crepúsculo convierte la ventana en un espejo: nuestro reflejo se mezcla con la luna naciente mientras trabajamos junto a la chimenea al resplandor del fuego. Por último, cuando la luna ya está alta, arrojamos la última cáscara al fuego y, suspirando al unísono, la vemos encenderse. El carrito está vacío, la vasija llena hasta el borde.

Cenamos (bizcochos fríos, tocino, dulce de zarzamora) y discutimos sobre lo que haremos mañana. Mañana empieza la clase de trabajo que me gusta más: comprar. Cerezas y sidra, jengibre y vainilla, pasas y nueces y whisky, y, ¡oh, tanta harina, mantequilla, tantos huevos, especias, esencias! ¡Caramba, necesitaremos un pony para tirar del carrito hasta la casa!

Pero antes de que se puedan efectuar esas compras, está la cuestión del dinero. Ninguno de los dos lo tiene. Excepto las miserables sumas que alguna vez obtenemos de las personas de la casa (diez centavos se considera una gran cantidad), o lo que ganamos con ciertas actividades: ventas diversas, de cubos llenas de moras cosechadas por nosotros, tarros de mermelada y jalea de manzana y conservas de melocotón hechas en casa, flores para los entierros y las bodas. Una vez ganamos un concurso sobre el fútbol nacional. No es que entendiéramos nada de fútbol. Es, simplemente, que participamos en cualquier concurso de que tuviéramos noticias: en aquel momento nuestras esperanzas se cifraban en el gran premio de cincuenta mil dólares ofrecidos para dar nombre a una nueva marca de café (propusimos «A.M.»; y después de alguna vacilación, pues mi amiga pensaba que acaso sería sacrílego el slogan «A.M. Amén»). Para decir la verdad, nuestra única empresa «realmente» provechosa fue el Museo de Rarezas y Diversiones que organizamos en el cobertizo de un patio, dos veranos antes. Las Diversiones consistían en una linterna mágica con vistas de Washington y de Nueva York que nos prestó una parienta que había estado en aquellos lugares (y se puso furiosa cuando descubrió para qué se la habíamos pedido); las Rarezas, un polluelo de tres patas empollado por una de nuestras gallinas. Todo el mundo quería ver aquel polluelo; hacíamos pagar un níquel a los mayores y dos centavos a los niños. Y habíamos colectado lo menos veinte dólares cuando se cerró el museo por la muerte de la principal atracción.

Pero de una manera o de otra, cada año reuníamos unos ahorros para Navidad, el Fondo de los Pasteles de Frutas. Guardábamos ese dinero en una vieja bolsa de cuentas, bajo una tabla suelta del piso, bajo el orinal, bajo la cama de mi amiga. Rara vez sacamos la bolsa de su seguro escondrijo, excepto para depositar dinero o, como sucede cada sábado, para retirarlo; pues los sábados se me conceden diez centavos para ir al cine. Mi amiga no ha ido nunca al cine ni piensa ir. Dice:

-Prefiero que me lo cuentes, Buddy. De esssta manera puedo imaginar más. Por otra parte, una persona de mi edad no debe gastarse la vista. Cuando el Señor venga, que pueda verlo claramente.

Además de no haber visto nunca una película, nunca tampoco había: comido en un restaurante, viajado hasta más de cinco millas de la casa, recibido o enviado un telegrama, leído nada excepto tebeos y la Biblia, usado maquillaje, maldecido, deseado mal a nadie, mentido a sabiendas, dejado que un perro hambriento siguiera hambriento. He aquí algunas cosas que ha hecho y que hace: mató con un azadón la mayor serpiente de cascabel que se ha visto en este condado (de dieciséis anillos), toma rapé (secretamente), domestica colibríes (hagan la prueba) hasta que se posen sobre su dedo, cuenta historias de fantasmas (ambos creemos en fantasmas) tan escalofriantes que le hielan a uno en Julio, habla sola, pasea bajo la lluvia, cultiva las más hermosas camelias japonesas de la población y sabe la receta de toda clase de viejas curaciones indias, incluyendo un remedio mágico para extirpar verrugas.

Ahora, terminada la cena, nos retiramos a nuestra habitación, situada en una parte remota de la casa, donde mi amiga duerme en una cama de hierro cubierta con una vieja colcha y pintada de rosa, su color favorito. Silenciosamente, entregados a los placeres de la conspiración, sacamos la bolsa de su escondrijo y derramamos su contenido sobre la colcha. Billetes de a dólar apretadamente enrollados y verdes como brotes de mayo. Sombrías monedas de a cincuenta centavos, lo bastante pesadas para mantener cerrados los ojos de un muerto. Hermosas piezas de a diez, la moneda más viva, la que realmente tintinea. Níqueles y cuartos de dólar, pulidos por el uso como guijarros de arrollo. Pero, más que nada, un odioso montón de centavitos de color acre. El verano pasado los otros de la casa convinieron en pagarnos un centavo por cada veinticinco moscas que matáramos. ¡Oh, la carnicería de agosto, las moscas que volaron al cielo! Sin embargo, ése no era un trabajo que nos enorgulleciera. Y mientras estábamos sentados contando centavos, era como si volviéramos a hacer el recuento de moscas muertas. Ninguno de los dos tenía cabeza para los números; contábamos lentamente, nos equivocábamos, volvíamos a empezar. De acuerdo con los cálculos de mi amiga, tenía $ 12.73. Según los míos, exactamente $13.

-Espero que te hayas equivocado, Buddy. NNNo podemos hacer nada con trece. Los pasteles saldrían mal. O alguien iría al cementerio. ¡Ni pensar en levantarme de la cama el día trece!

Eso es verdad: mi amiga siempre pasa los días trece en la cama. Por lo tanto, para asegurarnos, separamos un centavo y lo arrojamos por la ventana.

De todos los ingredientes que componen nuestros pasteles de frutas, el whisky es el más caro, así como el más difícil de obtener: las leyes estado prohíben su venta. Pero todo el mundo sabe que se puede comprar una botella al señor Jajá Jones. Al día siguiente, terminada nuestras compras más prosaicas, nos dirigimos al establecimiento del señor Jajá, un «pecaminoso» ( según la opinión pública) café, donde hay baile y frituras de pescado, a la orilla del río. Habíamos estado allí antes y con el mismo objeto; pero los años anteriores tratamos con la esposa de Jajá, una india oscura como el yodo, pelo oxigenado color latón y un aire de extrema fatiga. Nunca, en verdad, habíamos visto a su marido, aunque habíamos oído decir que también es indio. Un gigante con cicatrices de navaja en las mejillas. Lo llaman Jajá porque es muy ceñudo, un hombre que nunca ríe.

A medida que nos acercábamos al café (larga cabaña de troncos, festoneada dentro y fuera con filas alegres y deslumbradoras bombillas eléctricas, que se levantaban junto a la orilla fangosa del río, bajo la sombra de árboles ribereños donde el musgo sube entre las ramas como niebla gris), nuestros pasos se hacían más lentos. Hasta Queenie deja de corretear y anda muy pegada a nosotros. Ha habido asesinatos en el café de Jajá. Personas despedazadas. Descalabradas. Hay un caso que irá al tribunal el mes próximo. 

Naturalmente, tales sucesos ocurren por la noche, cuando las luces de colores proyectan dibujos fantásticos y el fonógrafo aúlla. De día, el establecimiento de Jajá se ve mísero y desierto. Llamo a la puerta, Queenie ladra, mi amiga grita:

-¿Señora Jajá? ¿Señora? ¿Hay alguien en la casa?

Pasos. La puerta se abre. Nuestros corazones dan un vuelco. ¡Es el propio señor Jajá Jones! Y «es» un gigante; y «sí» tiene cicatrices; y «no» sonríe. Ceñudo, nos mira con ojos oblicuos de Satán y pregunta:

-¿Qué quieren de Jajá?

Por un momento estamos demasiado paralizados para contestar. Al fin mi amiga encuentra a medias su voz, un susurro de voz a lo sumo:

-Si nos hace el favor, señor Jajá, quisiérrramos un litro de su mejor whisky.

Sus ojos se inclinan más. ¿Quién lo creería? ¡Jajá está sonriendo! Es más, ríe.

-¿Quién de ustedes es el bebedor?

-Es para hacer pasteles de fruta, señor Jaaajá. Para cocinar.

Eso lo calma. Frunce el ceño.

-¡Qué manera de malgastar el buen whisky!<<

No obstante, se retira dentro del sombrío café y unos segundos más tarde aparece con una botella sin etiqueta llena de licor de un amarillo de margarita. Muestra su reflejo a la luz del sol y dice:

-Dos dólares.

Le pagamos con monedas de a diez, cinco y un centavo. De pronto, mientras agita las monedas en su mano como si fuesen dados, su cara se suaviza.

-¿Saben qué les digo? -propone, volviendo a meter el dinero en nuestra bolsa de cuentas-. En vez de pagar, mándenme uno de esos pasteles de frutas.

-Bueno -observa mi amiga por el camino de regreso a casa-, es un hombre encantador. Pondremos una taza más de pasas en «su» pastel.

La estufa negra, cargada de carbón y leña, resplandece como una calabaza iluminada por dentro. Las batidoras de huevo giran, las cucharas revuelven las vasijas de mantequilla y azúcar, la vainilla endulza el aire, el jengibre lo hace picante; una mezcla de olores que producen hormigueo a las narices, satura la cocina, se difunde por la casa, se esparce por el mundo en bocanadas de humo de la chimenea. En cuatro días nuestra obra ha terminado. Treinta y un pasteles, empapados de whisky, en los antepechos de las ventanas y los anaqueles.

¿Para quién son?

Amigos. No necesariamente amigos de la vecindad: realmente, la mayor parte están destinados a personas a quienes hemos visto quizá una vez, quizá nunca. Personas que han impresionado nuestra imaginación. Como el presidente Roosevelt. Como el reverendo J. C. Lucey y su esposa, misioneros baptistas en Borneo que dieron conferencias aquí el invierno anterior. O el pequeño afilador que viene a recorrer la aldea dos veces al año. O Abne Packer, el conductor del autocar de Mobile de las seis, con quien cambiamos ademanes de saludo cada día cuando pasa en una nube veloz de polvo. O los jóvenes Wiston, una pareja de California, cuyo coche una tarde se averió frente a la casa y pasaron una hora agradable charlando con nosotros en la galería (el joven señor Wiston nos sacó una instantánea, la única fotografía que nos han hecho en nuestra vida). ¿Es debido a que mi amiga es tímida con todo el mundo «excepto» con los extraños, que esos extraños, y las relaciones más fugaces, nos parecen ser nuestros verdaderos amigos? Creo que sí. También los álbumes donde guardábamos las palabras de agradecimiento en papel de carta de la Casa Blanca, alguna que otra comunicación de California y Borneo, las postales de a centavo del afilador, nos hacían sentirnos unidos a unos mundos extraordinarios más allá de la cocina con sus vistas a un cielo limitado.

Ahora la rama desnuda de una higuera, en diciembre, roza la ventana. La cocina está vacía, los pasteles han desaparecido ayer llevamos el último de ellos a la oficina de correos, donde el importe de los sellos dejó vacía nuestra bolsa. Estábamos sin un centavo. Esto me deprime, pero mi amiga insiste en celebrarlo..., con dos dedos de whisky que queda en la botella de Jajá. Damos a Queenie una cucharada en una taza de café (le gusta el café con sabor de achicoria y fuerte). El resto lo dividimos entre dos copas. Ambos amedrentados ante la perspectiva de tomar whisky puro; su sabor provoca gestos contraídos y estremecimientos. Pero poco a poco nos ponemos a cantar, cada uno diferentes canciones, simultáneamente. No sé la letra de la mía, sólo: «Ven, ven a la ciudad oscura, al baile de los faroleros». Pero sé bailar: quiero ser un bailarín de cine. Mi sombra danzante retoza sobre las paredes; nuestras voces sacuden la vajilla; reímos como si manos invisibles nos hicieran cosquillas. Queenie rueda sobre su espalda, sus patas se agitan en el aire, algo como una sonrisa estira sus labios negros. Por dentro me siento arder y chispear como esos leños que se desmoronan, despreocupado como el viento en la chimenea. Mi amiga da vueltas de vals en torno a la estufa, sosteniendo entre sus dedos el borde de su pobre falda de algodón como si fuera un vestido de baile. «Enséñame el camino para ir a casa», canta, mientras sus zapatos de tenis chirrían sobre el piso. «Enséñame el camino para ir a casa...»

Entran dos parientas. Muy enojadas. Potentes, con ojos que escarban, lenguas que escaldan. Escuchad lo que tienen que decir, palabras que caen con tono iracundo:

-¡Un niño de siete años! ¡Whisky en su allliento! ¿Has perdido el juicio? ¡Licor a un niño de siete años! ¡Si serás necia! ¡Camino a la perdición! ¿Recuerdas a la prima Kate? ¿Al tío Charlie? ¿Al cuñado del tío Charlie? ¡Vergüenza! ¡Escándalo! ¡Humillación! ¡Arrodíllate, reza, ruega al señor!

Queenie se esconde bajo la estufa. Mi amiga mira sus zapatos, su barbilla tiembla, levanta su falda y se limpia la nariz y corre a su habitación. Cuando ya hace mucho que la ciudad duerme y la casa está silenciosa, excepto por los relojes al dar las horas y el chisporroteo de los fuegos que van apagándose, está llorando sobre una almohada ya tan mojada como el pañuelo de una viuda.

-No llores -le digo, sentado a los pies deee su cama y temblando a pesar de mi camisa de noche de franela que huele a jarabe para la tos del invierno pasado-. No llores -le ruego tironeándole los dedos de los pies y haciéndole cosquillas-, eres demasiado vieja para eso.

-Es porque -dice en un hipo- «soy&raaaquo; demasiado vieja. Vieja y ridícula.

-No ridícula. Divertida. Más divertida qqque nadie. Oye: si no dejas de llorar, mañana estarás tan cansada que no podremos ir a cortar un árbol.

Se incorpora. Queenie salta sobre la cama (cosa que le está prohibida) y le lame las mejillas.

-Sé donde encontraremos árboles verdaderammmente hermosos, Buddy. Y acebo también. Con bayas grandes como tus ojos. Es muy adentro de los bosques. No hemos ido nunca tan lejos. Papá nos traía árboles de Navidad de allí; los cargaba sobre su hombro. De eso hace cincuenta años. Bueno, ¡no puedo esperar la mañana!

Mañana. La hierba resplandece con la escarcha; el sol, redondo como una naranja y anaranjado como las lunas del tiempo cálido, se alza en equilibrio sobre el horizonte, pule los bosques plateados de invierno. Un pavo silvestre canta. Un cerdo vagabundo gruñe entre la maleza. Pronto, a la orilla del agua de rápida corriente, profunda hasta llegar a la rodilla, tenemos que abandonar el carrito. Queenie es la primera en vadear el arroyo, chapotea ladrando plañideramente a la rapidez de la corriente y a su frialdad capaz de producir neumonía. Nosotros la seguimos, sosteniendo nuestros zapatos y equipo (un hacha y un saco de arpillera) sobre nuestras cabezas. Kilómetro y medio más: de espinas, zarzas y cardos atormentadores que se agarran a nuestros vestidos; de rojizas agujas de pino, brillantes, mezcladas con hongos de alegres colores y plumas de pájaros. Aquí y allá, un vuelo fugaz, un alboroto, una explosión de chillidos nos recuerdan que no todas las aves han volado hacia el sur. Siempre el sendero serpentea entre charcos de sol almidonado y oscuras bóvedas de ramas. Hay que cruzar otro arroyo: una alborotada flota de abigarradas truchas agita el agua a nuestro alrededor, y ranas del tamaño de platos practican las zambullidas de panza: obreros castores están construyendo un dique. En la otra orilla, Queenie se sacude y tiembla. Mi amiga también se estremece, no de frío sino de entusiasmo. Una de las maltrechas rosas de su sombrero suelta un pétalo cuando ella levanta la cabeza y aspira el aire cargado de aroma de pinos.

-Ya casi llegamos. ¿Los hueles, Buddy? - dice, como si nos acercáramos al océano.

Y, en efecto, es una especie de océano. Grandes extensiones perfumadas de árboles navideños, acebos de punzantes hojas. Bayas rojas como brillantes campanillas chinas: los negros cuervos se precipitan chillando sobre ellas. Ya llenos nuestros sacos de suficiente verde y escarlata para rodear de guirnaldas una docena de ventanas, vamos a elegir un árbol, por fin.

-Debe ser -murmura mi amiga- dos veces más alto que un muchacho. De esta manera ningún muchacho podrá robar la estrella.

El que elegimos es dos veces más alto que yo. Hermoso y valiente bruto que sobrevive a treinta hachazos antes de ceder con un crujiente grito de rendición. Tomándolo como un animal muerto, empezamos el largo arrastre. A los pocos metros abandonamos la lucha, nos sentamos y jadeamos. Pero tenemos la fuerza de los cazadores victoriosos; esto y el perfume frío y viril del árbol nos reanima, nos aguijonea. Muchos elogios acompañan nuestro regreso, a puesta de sol, por la carretera de arcilla roja que lleva a la aldea; pero mi amiga es taimada y evasiva cuando los viandantes alaban el tesoro cargado en nuestro carrito.

-¡Qué hermoso árbol! ¿De dónde lo traen? -De por allá - murmura ella, vagamente. Una vez se detiene un coche y la holgazana esposa del rico propietario del molino se asoma y relincha:

-Les doy veinte centavos por ese viejo árbol.

Ordinariamente mi amiga tiene miedo de decir que no; pero en esta ocasión sacude prontamente la cabeza:

-No lo daríamos ni por un dólar.

-¡Un dólar! ¡Madre! Cincuenta centavos. Es lo más que doy. ¡Por Dios, mujer!, pueden ir a buscar otro.

En respuesta, mi amiga observa suavemente:

-Lo dudo. Nunca hay dos de nada.

En casa, Queenie se deja caer junto al fuego y duerme hasta la mañana, roncando fuerte como un ser humano.

~ ~ ~

Un baúl en el desván contiene: una caja de zapatos llena de colas de armiño (procedentes de una capa de teatro de una curiosa dama que una vez alquiló una habitación en la casa), rollos de colgajos de relumbrón dorados por los años, una estrella de plata, una corta serie de bombillas acarameladas, viejas, indudablemente peligrosas. Excelente decoración hasta donde alcanza, que no es lo suficiente: mi amiga quiere que nuestro árbol resplandezca «como una ventana de los baptistas», que se doble bajo el peso de las nieves de adorno. Pero no podemos costear los esplendores de fabricación japonesa que venden en el «cinco y diez». Por lo tanto, hacemos lo que hemos hecho siempre: pasar días sentados ante la mesa de la cocina con tijeras y lápices y montones de papel de colores. Yo hago los dibujos y mi amiga los recorta: gran cantidad de gatos, peces también (porque son fáciles de dibujar), algunas manzanas, algunas sandías, unos pocos de ángeles alados hechos de envoltorios de papel de estaño que tenemos guardado. Empleamos imperdibles para sujetar al árbol esas creaciones: como toque final, salpicamos las ramas con algodón desmenuzado (recogido en agosto con ese propósito). Mi amiga, contemplando el efecto, junta sus manos.

-Ahora, francamente, Buddy, ¿no te parece bueno para comer?

Queenie trata de comerse un ángel.

Después de tejer y adornar con cintas las coronas de acebo para todas las ventanas de la fachada, nuestro proyecto inmediato es la preparación de los regalos para la familia. Pañoletas para las damas, para los hombres un jarabe, preparado en casa, de limón, regaliz y aspirina, para tomarlo «a los primeros síntomas de un resfriado y después de cazar». Pero cuando llega la hora de preparar nuestros mutuos regalos, mi amiga y yo nos separamos para trabajar secretamente. Me gustaría comprarle un cuchillo con mango de nácar, una radio, una libra de cerezas cubiertas de chocolate (una vez probamos algunas y ella siempre jura: «viviría siempre de cerezas, Buddy. ¡Señor, si, podría...!, y esto no es tomar Su nombre en vano»). En vez de todo eso, le estoy haciendo una cometa. A ella le gustaría regalarme una bicicleta (lo ha dicho un millón de veces: «si yo pudiera, al menos, Buddy. Ya es bastante malo pasar la vida sin lo que "uno" desea; pero, que Dios lo confunda, lo que me fastidia es no poder dar a "alguien" lo que deseo que tenga. Pero cualquier día lo haré, Buddy. Te encontraré una bicicleta. No preguntes cómo. La robaré quizá»). En vez de eso, estoy casi seguro de que me está haciendo una cometa..., igual que el año pasado, y que el anterior: el anterior a ese nos regalamos hondas. Todo lo cual me parece muy bien. Pues somos campeones de vuelo de cometa, sabemos estudiar el viento como los marineros; mi amiga, más experta que yo, puede elevar una cometa cuando ni siquiera sopla brisa suficiente para arrastrar a las nubes.

La víspera de Navidad, por la tarde, reunimos un níquel y vamos a la carnicería a comprar el regalo tradicional para Queenie, un buen hueso de ternera para roer. El hueso, envuelto en papel fantasía, se cuelga alto en el árbol, cerca de la estrella de plata. Queenie sabe que está allá. Se agazapa al pie del árbol mirando hacia arriba en un arrobo codicioso. Cuando llega la hora de ir a dormir se niega a moverse. Su excitación es igualada por la mía. Levanto a patadas las mantas y doy vueltas a la almohada como si fuese una abrasadora noche de verano. En algún lugar canta un gallo, falsamente, pues el sol está todavía al otro lado del mundo.

-¿Buddy, estás despierto?

Es mi amiga que me llama desde su habitación, contigua a la mía; y un momento más tarde está sentada en mi cama, sosteniendo una vela.

-Bueno, no puedo dormir ni tanto así -declara-. Mi pensamiento salta como una liebre. Buddy, ¿crees que la señora Roosevelt servirá nuestro pastel en la cena?

Nos arrebujamos en la cama y ella me oprime la mano con ternura.

-Diría que tu mano era mucho más pequeña. Creo que me disgusta verte crecer. Cuando seas mayor, ¿seremos amigos todavía?

Yo digo que lo seremos siempre.

-¡Me siento muy triste, Buddy! ¡Deseaba tanto regalarte una bicicleta! Traté de vender el camafeo que me regaló papá. Buddy... -vacila, como turbada-, te he hecho otra cometa.

Entonces, yo confieso que hice una para ella también; y reímos. La vela está demasiado agotada para seguir ardiendo. Se apaga, y deja ver la luz de las estrellas, esas estrellas que giran en la ventana como un visible villancico al que, lentamente, lentamente, el alba acalla. Posiblemente estamos adormilados; pero los primeros resplandores de la aurora nos rocían como agua fría; ya estamos levantados, con los ojos muy abierto y dando vueltas mientras esperamos que los demás despierten. Adrede, mi amiga deja caer un caldero sobre el suelo de la cocina. Yo bailo, repiqueteando con los pies, frente a las puertas cerradas. Uno a uno salen los de casa, con caras de querer matarnos a los dos; pero es Navidad y, por lo tanto, no pueden hacerlo. Primero, un espléndido desayuno: absolutamente todo lo que uno puede imaginar..., desde las tortas de sartén y la ardilla frita, hasta el pinole y la miel en panal. Lo cual pone a todos de buen humor, menos a mi amiga y a mí. Francamente, tenemos tanta impaciencia por ver los regalos, que no podemos tragar un bocado.

Bueno, quedo decepcionado. ¿Quién no lo estaría? Calcetines, una camisa para ir a la escuela dominical, algunos pañuelos, un suéter usado y un año de suscripción a una revista religiosa para niños. El Pequeño Pastor. Me indigna. Realmente me indigna.

Mi amiga saca mejor tajada. Un saco de ciruelas, que es su mejor regalo. Sin embargo, está más orgullosa de un chal de lana blanca tejido por su hermana casada. Pero «dice» que su regalo favorito es la cometa que yo le hice. Y «es» muy hermosa; aunque no tan hermosa como la que ella hizo para mí, que es azul y tachonada de estrellas de Buena Conducta doradas y verdes; además, en ella está pintado mi nombre, «Buddy».

-Buddy, está soplando el viento.

Sopla el viento, y nada haremos sino correr hasta unos prados que hay más abajo de la casa, adonde Queenie había volado para enterrar su hueso (y donde el otro invierno, Queenie será enterrada también). Una vez allí, sumergidos en la lozana hierba que nos llega hasta la cintura, soltamos nuestras cometas, las sentimos que tiran del cordel como peces del cielo que nadan en el viento. Satisfechos, calientes del sol, nos tendemos en la hierba y pelamos ciruelas y contemplamos el cabriolar de nuestras cometas. Pronto olvido los calcetines y el suéter usado. Soy tan feliz como si ya hubiéramos ganado el Gran premio de cincuenta mil dólares en aquel concurso de dar nombre a un café.

-¡Madre, que tonta soy! -exclama mi amiga, súbitamente alerta, como una mujer que recuerda demasiado tarde que tiene bizcochos en el horno-. ¿Sabes lo que he creído siempre? -pregunta en un tono de descubrimiento y no sonriéndome a mí, sino a un punto situado más allá-. Siempre he creído que un cuerpo tiene que estar enfermo y morir antes de ver al señor. Y me imaginaba que cuando Él viniese sería como mirar a través de la ventana de los baptistas: hermoso como un cristal de color atravesado por el sol, un brillo tal que no te enteras de que oscurece. Y ha sido un consuelo pensar en aquel resplandor que hace desaparecer todo el miedo al coco. Pero estoy segura de que eso no sucede nunca. Estoy segura de que en el último momento el cuerpo comprende que el Señor ya se ha mostrado. Que ver las cosas tal como son -su mano hace un ademán circular que abarca nubes y cometas y hierba y a Queenie echando tierra con las patas sobre su hueso-, simplemente como siempre las ha visto, era verlo a Él. En cuanto a mí, podría dejar el mundo con el día de hoy en los ojos.

~ ~ ~

Esta es nuestra última navidad juntos.

La vida nos separa. Aquellos que Saben Más deciden que debo ir a una escuela militar. Y de este modo sigue una miserable sucesión de prisiones donde suena la corneta, severos campamentos de verano con toque de diana. Tengo también un nuevo hogar. Pero no cuenta. El hogar es donde está mi amiga, y allí nunca voy.

Y allí permanece ella, entreteniéndose en la cocina. Sola con Queenie. Sola, pues. («Buddy querido -escribe con su letra salvaje, difícil de leer-, ayer el caballo de Jim Macy dio a Queenie una coz mortal. Gracias a Dios, no sufrió mucho. La envolví en una fina sábana de lino y la llevé en el carrito hasta el paso de Simpson, donde puede descansar con todos sus huesos...»). Durante algunos noviembres continúa haciendo sola sus pasteles de frutas; no tantos, pero algunos; y, naturalmente, siempre me manda «el mejor de la hornada». Además, en cada carta incluye diez centavos envueltos en papel higiénico: «ve al cine y cuéntame la película». Pero, gradualmente, en sus cartas tiende a confundirme con su otro amigo, el Buddy que murió en 1880 y tantos; cada vez más son no solo los días trece en que se queda en la cama: llega un mañana de noviembre, un amanecer de invierno sin hojas y sin pájaros, en que no puede levantarse y exclama: «¡Oh, madre mía! ¡Llegó el tiempo de los pasteles de fruta!»

Y cuando eso sucede, lo sé. El mensaje que me lo anuncia no hace más que confirmar una noticia que ha recibido ya cierta secreta fibra, amputando una parte insustituible de mi mismo, dejándola suelta como una cometa con el cordel roto. Es por eso que, al atravesar un patio de la escuela en esa particular mañana de diciembre, voy escudriñando el firmamento. Como si esperase ver, semejantes a corazones, un par de cometas sueltas que corren al cielo.


Truman Capote






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20 marzo 2011

Fallas 2011

El emperador Moctezuma con Calendario azteca incluido en la falla de Almirante Cadarso-Conde Altea


El fuego vuelve a Valencia

La Cabalgata del Fuego, que ha recorrido durante la tarde del sábado las céntricas calles de Valencia, ha servido de aperitivo al baño de llamas que se ha dado la capital del Turia en la medianoche del día de San José para despedir su fiesta grande.

Las Fallas de 2011 se han despedido, como es tradición, con la Cremà. El trabajo de todo un año de los artistas falleros sucumbió pasto de las llamas. Atrás quedan las rivalidades entre comisiones que volverán de cara al próximo curso fallero, los problemas para plantar los monumentos debido a una climatología adversa que ha mejorado para que Valencia reventara de gente en las últimas jornadas de sus Fallas.

A la luna de Valencia, que este sábado brillaba más que nunca, el fuego purificador que anuncia la primavera consumió el arte efímero y sarcástico de las Fallas, unas fiestas multitudinarias y este año aún más turísticas donde la omnipresente crisis ha obligado a contener más los gastos.

Desde la medianoche, Valencia se convirtió en un trasunto de la Roma neroniana y las llamas prendieron la ciudad, ante la mirada de miles de valencianos y de turistas. A la una de la madrugada y ante las lágrimas capitulares de la Fallera Mayor, Laura Caballero, la falla municipal, dedicada al deporte por obra de Pere Baenas, se transformó en una monumental pira de veinticuatro metros de altura que contemplaron el presidente de la Generalitat, Francisco Camps -aquejado de una hernia discal-, y la alcaldesa, Rita Barberá, ante numerosos invitados de la política, la cultura, el deporte o la economía.

Lo que no ardió con los catafalcos de las 386 comisiones repartidas por la ciudad son las polémicas que en los últimos años vienen alimentando la actualidad fallera. ¿Debería celebrarse la Ofrenda también por las mañanas para aligerar el desfile y que la Fallera Mayor pudiera asistir a la 'Nit del Foc'? ¿Seguirá estableciéndose un tope en el precio de los monumentos de sección Especial? La respuesta a estas preguntas forma parte de las Fallas de 2012.

760 monumentos pasto del fuego

La 'cremà' de los 760 monumentos grandes e infantiles de la ciudad de Valencia y de las poblaciones situadas en el área metropolitana de la capital e integradas en la Junta Central Fallera (JCF) culminó a partir de las 22.00 horas del sábado de San José.

A esa hora comenzaron a consumirse las fallas infantiles. Media hora después, el monumento infantil ganador del primer premio de la Sección Especial, el plantado por la Falla Pediatra Jorge Comín-Serra Calderona (Nou Campanar) -titulado 'La boda de mis padres...en fotos'-. A las 23.00 horas llegó el turno de la falla infantil de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia.

Al llegar la medianoche, el fuego redujo a cenizas los monumentos grandes de la ciudad y de su área metropolitana. La falla grande de Convento Jerusalén-Matemático Marzal, que ha obtenido este año el máximo galardón de la Sección Especial, ardió a las 00.30 horas y a la una de la madrugada llegó la 'Cremà' de la falla grande de la Plaza del Ayuntamiento, que tradicionalmente es la última a la que se prende fuego.

No obstante, Valencia ha permanecido en llamas durante toda la madrugada del sábado al domingo, ya que la cantidad de monumentos a quemar, el riesgo existente en algunos cruces de calles por la cercanía de viviendas y el límite en el número de bomberos hace que la 'cremà' se desarrolle de forma escalonada durante toda la noche.


Agencias
elmundo.es
20 de marzo de 2011

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Son poco más de las siete de la tarde de este domingo de resaca fallera, jejejeje, y es cuando nos damos cuenta de que los días pasaron volando. Desde el 27 de febrero que se dio el pistoletazo de salida de las Fallas con la Cridà hasta anoche con la Cremà de todas las fallas. Música, color, sabor, aunque hubo varios días que la lluvia y el viento daban malos pronósticos sobre la fiesta con mayúsculas de Valencia. Varios monumentos cayeron debido al viento, inclusive un ninot de la falla de mi barrio. La llovizna perjudicó a muchos más. Pero finalmente, desde el jueves pasado, el mal tiempo dio una tregua.

Happy Demon y yo fuimos a ver una de las diecinueve mascletaes aque se llevaron a cabo en la Plaza del Ayuntamiento que, si bien se pueden ver por tele o diferidas por la red, no hay nada como estar ahí, sintiendo los cañonazos de pura pólvora retumbando en el suelo y ensordeciendo con su potencia. Pinchen aquí si quieren saber lo que es una mascletà y aquí si quieren ver una de las mejores de estas Fallas.

Yo comí una cantidad indecente de buñuelos de calabaza (espero, anhelo que aún mañana pueda comer unos poco más, hahahaha). Happy Demon tiró algunas bombetas para calmar sus ansias de pólvora, hahaha, que tal parece que eso se lleva en la sangre ;-) El valenciano promedio, desde pequeñito, disfruta y mucho tirando petardos y encendiendo tracas. Había que ver a la mayoría de los niños del cole de Happy Demon luego de la cremà de la falla que entre todos hicieron: todos queriendo empaparse del olor a pólvora, de estar lo más cerca posible de los últimos resquicios de las llamas.

Pero es que algo tiene toda esta fiesta que te llega al alma y enciende tu corazón :)



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21 mayo 2010

Groupie de banda renacentista



http://www.youtube.com/watch?v=3VeV_P-zUio

"Come live with me and be my love" - Pantagruel (w/ new singer: Anna Maria Wierod)


Come live with me and be my love,
And we will all the pleasures prove
That valleys, groves, hills, and fields,
Woods, or steepy mountain yields.

And we will sit upon rocks,
Seeing the shepherds feed their flocks,
By shallow rivers to whose falls
Melodious birds sing madrigals.

And I will make thee beds of roses
And a thousand fragrant poises,
A cap of flowers, and a kirtle
Embroidered all with leaves of myrtle;

A gown made of the finest wool
Which from our pretty lambs we pull;
Fair lined slippers for the cold,
With buckles of the purest gold;

A belt of straw and ivy buds,
With coral clasps and amber studs;
And if these pleasures may thee move,
Come live with me, and be my love.

The shepherds's swains shall dance and sing
For thy delight each May morning:
If these delights thy mind may move,
Then live with me and be my love.


Christopher Marlowe
1599

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Desde hace poco más de diez años, en Valencia se lleva a cabo el Festival de Música Antigua que desde abril hasta diciembre (un concierto mensual) logra reunir a los mejores intérpretes españoles e internacionales. Una de las muchas ventajas de contar con un festival de este tipo es que los conciertos se llevan a cabo en espacios históricos de Valencia como la Iglesia del Patriarca, el Museo de la Ciudad, el Salón de Cristal del Ayuntamiento de Valencia, Las Reales Atarazanas, L’Almodí, el Palau de Cervelló o La Llotja.

El año pasado, precisamente el 21 de mayo, asistí a uno de estos magníficos conciertos acompañada de mi querida amiga Ana. Días atrás, habíamos recibido, a través de MySpace, el request de un trío renacentista llamado Pantagruel. Uno de sus miembros, se había tomado la molestia de contactar con un montón de residentes en Valencia. Sólo así, pudimos descubrir a unos músicos geniales.

Pantagruel iba a presentarse en el Palau de Cervelló que en su momento de esplendor (siglo XIX) fue residencia de los Reyes de España cuando visitaban Valencia. La destrucción durante la invasión francesa del antiguo Palacio Real, motivó la designación de la casa de los Cervelló como residencia real. Actualmente acoge el Archivo Histórico Municipal que es uno de los más completos, ricos y mejor conservados de los archivos municipales de Europa.

La cita era a las ocho y media de la tarde (sip, tarde, que luego del invierno, aquí cae la noche como tal hasta las nueve y media de la noche), sobra decir que llegamos con anticipación para ponernos en la fila, que el concierto era gratuito. La mayoría de los asistentes eran jubilados que parece que se apuntan hasta a un bombardeo con tal de salir de sus casas, hahaha. Los jóvenes nos distinguíamos no sólo por la escasa cantidad, sino también porque íbamos todos vestidos de negro ;-) (sobra decir que todos nos conocíamos). Poco después descubriríamos que el encargado del laúd, entre otros instrumentos de cuerda de Pantagruel, había sido el guitarrista de la banda alemana de gothic rock Love like Blood. Así que, él se encargó de contactar a la gente cuyos gustos musicales derivaban hacia el mundillo gótico.

De pronto Mark, pasó delante de nosotros preguntando si éramos la gente de MySpace, jejeje, sobra decir que dijimos que sí y él sonrió ampliamente. Parece ser que esto de la música antigua es repelente para la mayor parte de las nuevas generaciones y si bien nosotros no somos unos expertos en música renacentista, la gran mayoría de los que asistimos al concierto de Pantagruel, sabemos apreciar la música antigua. Además, era impensable desperdiciar la oportunidad de ver a un grupo alemán talentoso y con el plus de no pagar ni un euro ;-)

El concierto se llevó a cabo en el patio central del Palau de Cervelló. El calor llegó a ser agobiante en un momento dado, pero echamos mano de los abanicos que la mayoría de las chicas llevábamos (primeros síntomas del agobiante verano que nos esperaba). Pantagruel presentó una cuidada selección de canciones de amor del Renacimiento bajo el título Love's Anatomy que surgieron tras la unificación política entre Escocia e Inglaterra. Dominik Schneiner se encargó de las flautas y la guiterna, Mark Wheeler del laúd, la citerna y la guiterna y Hannah Morrison con simpatía, desparpajo y talento, puso voz a temas como Venus & Adonis o The Tempest.

La hora y minutos que duró el concierto nos supo a poco, jejeje. Al término del mismo, los organizadores del concierto nos invitaron a adquirir algunos de los cd's de Pantagruel. Mientras Hannah se cambiaba de ropa, Mark y Dominik se encargaron de recoger y guardar los instrumentos. En un momento dado, algunas personas se acercaron a Dominik para charlar sobre el grupo y los temas que habían interpretado. Nosotras también nos acercamos para felicitarlos y obtener la foto del recuerdo, jejeje. Mark o Dominik comentaron que querían beber algo, que los acompañáramos y la mayoría de nosotros no nos opusimos, hahaha. Alguien propuso un lugar cercano (a fin de cuentas nos encontrábamos en el centro) y decidimos encaminarnos hacia el Café de las Horas. Las chicas fuimos de avanzada, mientras los de Pantagruel terminaban de recoger, y nos tocó vivir algunas situaciones un poco surrealistas, sobre todo para mí que me ha costado acostumbrarme a que en este lado del mundo nadie te dice nada así vayas como vayas vestido, arreglado, maqueado y demás, hahaha. Contrario a lo que sucede en México, por ejemplo, donde la gente no se corta ni un pelo para mirarte insistentemente y tampoco se detienen a decirte mil y una cosas si te atreves a ir por la calle con el outfit darkie más radical, hahaha.

Casualmente, íbamos cinco chicas vestidas todas de negro pero discretas. Ninguna llevaba la mega-imagen, que algunas habían ido directo del trabajo al concierto. Pues bien, allá donde íbamos, no faltaron los tarados que nos decían uys, las novias de Drácula, hahaha, otro llegó a ponerse de rodillas delante de nosotras mientras gritaba Ave Satanás :P Más adelante, una punkie nos pidió un cigarro y como ninguna se lo dio, nos gritó que éramos unas pijas de mierda (fresas), que seguro éramos góticas de fin de semana o_O Sobra decir que soltamos la carcajada y entonces surgió aquello de que: "Somos tan, pero tan góticas, que somos groupies de una banda renacentista" ;-)

La velada en el Cafe de las Horas transcurría agradablemente. Hannah no charló mucho con nosotros porque insistía en comunicarse con su móvil que marcaba fuera de cobertura (y me parece que necesitaba hablar con su noviete). Mark nos contó su paso por la banda Love like Blood y que consideraba que el hoy desaparecido festival gótico de Leeds en Inglaterra llamado Beyond the Veil, era uno de los mejores a los que había asistido pues para él, reunía la esencia de la música gótica sin caer en las tendencias electro ni en el revival del deathrock o el horror punk. Dominik es un tipo agradable, conversador y muy simpático. Y tras las cervezas, mi amiga Ana sugirió que pidiésemos Agua de Valencia, para que los de Pantagruel la probaran. Se trata de un cóctel que se hace combinando cava con jugo de naranja y una pizca de azúcar. Como tiene un sabor suave, entra con mucha facilidad, así que cuando menos cuenta te das, ya has consumido varias jarras de Agua de Valencia, hahaha.

Habríamos cerrado con broche de oro de no ser porque a mi amiga Ana le robaron el bolso :P Era pequeño con asas metálicas redondas y por descuido o por costumbre, lo colgó en el respaldo de la silla. Quizá había pasado demasiado tiempo cuando nos dimos cuenta y es que hay una modalidad bastante chunga en la mayoría de los bares y cafés del centro de Valencia: a todas horas hay un ir y venir de supuestos vendedores de rosas que lo único que logran es agobiarte. Por lo regular se trata de hombres de mediana edad, moros en su gran mayoría que apenas entienden el castellano. Mark y Dominik se preocuparon mucho y nos ayudaron a buscar el bolso en las afueras del Café de las Horas porque a veces el ladrón sólo se lleva la cartera y tira lo demás a un contenedor de basura, por ejemplo. Pero nada. A mi amiga la dejaron sin cosa alguna, inclusive, sin la llave del coche :P

Por supuesto, decidimos marcharnos. Mark y Dominik abrazaron a mi amiga y le dieron ánimos. Luego le regalon los dos cd's que ella había perdido pues luego de comprarlos tras el concierto, los había guardado en su bolso. Un pequeño y bonito detalle de su parte. Después fuimos a las afueras del etacionamiento donde mi amiga había dejado su coche y esperamos a que sus padres viniesen a dejarle la copia de la llave del coche.

Es obvio que no podemos exigir que la gente que se dedica a robar tenga conciencia, pero no es justo que no sólo decidan trincarte la cartera sino todo lo que implica un bolso: llaves de casa, identificaciones, cámara de fotos, móvil, llaves del coche, etc. A mi amiga la jodieron viva porque el lunes siguiente tenía que viajar a Madrid por cosas de su trabajo y no tenía ni tarjetas de crédito ni identificación oficial. Lo peor es que, justo una semana después, a mí también me birlaron el bolso enterito y conste que no era una pequeñez :P Como acto reflejo, colgué el bolso en el respaldo de la silla en una terraza de un Burger King y en menos de cinco minutos, lo juro, se llevaron mi bolso sin que mi marido y yo, por supuesto, nos percatáramos :P
Por cierto, el año pasado, Pantagruel cambió de cantante.

01 abril 2010

El Santo Cáliz de la catedral de Valencia, en National Geographic


La productora estadounidense National Geographic ha iniciado hoy en Valencia la grabación de un documental sobre el Santo Cáliz, que se venera en la Catedral desde el siglo XV, que será distribuido para su emisión en televisiones de todo el mundo.

Según informa el Arzobispado de Valencia, las imágenes han sido grabadas esta mañana en la Seo, tanto en la capilla del Santo Cáliz como en el Museo, y esta tarde el equipo filmará momentos de la misa de la Cena del Señor, que presidirá el arzobispo, Carlos Osoro.

Las cámaras de National Geographic estarán el Viernes Santo en los Poblados Marítimos de Valencia para recoger imágenes de las procesiones de la Semana Santa Marinera, según ha explicado el presidente de la comisión de Liturgia y canónigo conservador del Santo Cáliz, Jaime Sancho.

Entre los profesionales e investigadores extranjeros que se han trasladado a Valencia para realizar el reportaje figura la investigadora estadounidense Janice Benett, así como el antropólogo e historiador alemán Michael Hessemann, especialistas en el estudio del Santo Cáliz y que participaron en el congreso internacional sobre la reliquia celebrado en 2008 en Valencia.

El documental tendrá una hora de duración e incluirá también testimonios y declaraciones de expertos en el Santo Grial, según Sancho, que ha añadido que desde que concluyeron las fiestas de Fallas hasta hoy una treintena de televisiones y productoras han grabado imágenes de la reliquia en la Catedral de Valencia.


Fuente: EFE
Diario Levante
1 de abril de 2010

04 marzo 2010

El Asedio es mío, míooo, hahaha

De esta manera, Arturo Pérez-Reverte traza sobre Cádiz un mapa superpuesto y siniestro, un complejo tablero de ajedrez donde la mano de un jugador oculto, un asesino despiadado, el azar, las curvas de la artillería, la dirección de los vientos, el cálculo de probabilidades, mueve piezas que deciden el destino de los protagonistas.

Ana Leñador
La Voz Digital, Cadiz
3 de marzo de 2010

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Al fin es míooooo ;-) Desde ayer por la mañana que bajo una ligera lluvia que mojó Valencia durante toda la noche y buen aparte de la mañana, me dirigí a FNAC. Y ahí estaba, justo frente a las escaleras eléctricas que te llevan al segundo nivel donde están la librería y los dvd's. Ainss, qué emoción.

Anoche, cuando la casa estaba tranquila y mis chicos en brazos de Morfeo, comencé a leer y sólo porque me vencía el sueño, tuve que dejar el libro en mi mesita de noche. Jo, el primer capítulo es impresionante.


Tras los pasos de Pérez-Reverte en Cádiz (ABC)

Pérez-Reverte se sumerge en el "foco de esperanza" que fue el Cádiz de 1811




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16 febrero 2010

Carnavales 2010


Durante los 31 años que viví y crecí en aquel monstruo de ciudad llamado DF (que ahora, según resultados de los recientes censos, cuenta con casi 25 millones de habitantes) jamás celebré los Carnavales. Sólo mencionarlos, al menos a los citadinos, nos llevaba a pensar en los festejos de las costas: en el de Mazatlán (Océano Pacífico) y en el de Veracruz (Golfo de México), básicamente. En todo caso, si los niños y los adultos queríamos disfrazarnos, lo hacíamos en Halloween :P Y para la mayoría de los latinoamericanos, el Carnaval más representativo es el de Río de Janeiro.

Con el paso del tiempo, descubrí con fascinación la forma de festejar el Carnaval en Venecia, por ejemplo (y que es uno de mis must antes de que rinda cuentas allá arriba o allá abajo, hahaha) y que en muchos lugares de Europa era un festejo común. No mencionemos el de Nueva Orleáns, el Mardi Grass (el Martes Gordo) porque ese es punto y aparte, jejeje. Más que por Mrs. Rice, la mejor descripción corresponde a Poppy Z. Brite en el prólogo de su novela Lost Souls:


Durante el verano las familias de los suburbios de Nueva Orleáns -Metarie,Jefferson, Lafayette cuelgan guirnaldas en sus puertas delanteras: alegres guirnaldas de paja de color oro, púrpura y verde; guirnaldas con campanillas y tiras de cinta que cuelgan de ellas, y que son movidas por la cálida brisa enredándose unas con otras. Los niños disfrutan comiendo pasteles enormes. Cada
rebanada de pastel está adornada con un recubrimiento distinto e igual de dulzón y pegajoso -las cerezas confitadas y el azúcar de distintos colores son los preferidos-, y el niño o la niña que encuentran un bebé de plástico rosado dentro de su porción de pastel gozarán de un año de buena suerte. El bebé representa al Cristo recién nacido, y los niños casi nunca se atragantan porque Jesús ama a los niñitos.

Los adultos compran máscaras de gato adornadas con lentejuelas para las mascaradas, y los esposos de otras mujeres atraen a las esposas de otros hombres hacia su pecho bajo el refugio del musgo español y el anonimato, seda caliente y lenguas que se lanzan a una búsqueda desesperada, la tierra húmeda y el blanco perfume fantasmal de las magnolias que se abren en la noche, y los farolillos de papeles multicolores del porche que brillan en la lejanía.

En el Barrio Francés el licor fluye como si fuese leche. Ristras de abalorios baratos cuelgan de los balcones de hierro forjado y adornan cuellos sudorosos. Después de que hayan pasado los desfiles, los abalorios quedan esparcidos por las calles y se convierten en la realeza de la basura que se amontona en las cunetas, colores abigarrados entre las colillas de los cigarrillos, las latas y las gafas de plástico marca Huracán. El cielo es de color púrpura, el destello de una cerilla medio oculta que se enciende detrás de una mano curvada es de color oro; el licor es verde, de un verde muy intenso, hecho de mil hierbas distintas, hecho de altares. Los que tienen la experiencia y la sabiduría suficientes para beber chartreuse durante el carnaval son muy afortunados, porque la esencia destilada de la ciudad arde en sus estómagos. El chartreuse brilla en la oscuridad, y si bebes una cantidad suficiente de él tus ojos se volverán de un verde fosforescente.


Cuando vine a vivir a este lado del mundo descubrí que en muchos rincones de España tanto del interior como de las costas, se festejan los Carnavales con singular alegría. Valencia capital no monta uno en toda la extensión de la palabra (como el de Madrid que se llevó a cabo el pasado domingo en plena Gran Vía, con peligro de cuasi congelamiento de los participantes, por aquello de las bajísimas temperaturas y de la caída diurna de nieve que al final no cuajó) pero en los colegios se enfatiza mucho la celebración. Cuando Happy Demon estuvo en la guardería, las mismas profes junto con los niños, fabricaron un disfraz de conejo que no fue otra cosa que una careta sujeta con un palito de helado y una bolsa de basura gris (que se la pusieron a modo de sayo) a la que le pegaron, en la parte posterior, una bola de papel higiénico simulando un rabito, hahaha. Aquello resultó gracioso para unos niños de dos años pero hasta ahí :P Lo malo es que hay fotos que probablemente, en un futuro no muy lejano, cuando Happy Demon se haga un poco mayor, renegará de su madre por haber permitido que lo disfrazasen tan ridículamente, hahaha.

El año pasado, en primero de Infantil (preescolar), las cosas cambiaron. Happy Demon se entusiasmó con la idea de disfrazarse y eligió ser una versión mini de Jack Sparrow: tuvimos la suerte de encontrar un disfraz muy completo (eso sí, sin el pelucón con rastas y pañuelo que ahora venden por doquier) que venía acompañado de todos sus complementos: pistola, espada, parche, garfio, brújula y medallón y que, a pesar de que no se vendía como una copia del insigne look del capitán Sparrow, tenía mucha similitud. Happy Demon disfrutó mucho y yo me familiarizé un poco más con la forma de celebrar los Carnavales en su cole que no es otra cosa que un pasacalle de cada grupo para que los alumnos de sexto otorguen algunos premios. Y al final del mentado pasacalle, los chicos de sexto montan una coreografía para "deleite" de todos los asistentes :P

En esa ocasión, llamaron mi atención un grupo de chicas de quinto de primaria que se habían disfrazado de algo que a lo lejos parecía ser una versión rara, rara, rarraaa, de góticas mezcladas con chicas emo, hahahaha: labios y uñas negras, guantes negros que se sujetaban al pulgar con calaveritas blancas, camisetas negras, minifaldas de tela vaquera y Convers negros. Uys, iban monísimas de la muerte, hahaha y mi marido y yo tratábamos de descifrar de qué pitos se habían disfrazado. Había otra chiquita, creo que del mismo curso que me encantó porque si bien iba de princesa (con el cabello liso y un par de pequeñas trenzas unidas en la parte posterior de la cabeza) su vestido era negro de gasa y de corte medieval. Ciertamente muy bonito y sencillo, comparado con esos disfraces que de unos años para acá venden con nombres como Gothic Princess O_O Sí, amables lectores, ahora resulta que las chiquillas pueden disfrazarse de góticas de la muerte con vestiditos medievales de terciopelo y poliéster... Yo no sé si alegrarme o cortarme las venas con galleta María, hahaha. Si bien hay disfraces de brujas y diablesas que son geniales, yo no creo que por propia voluntad una chiquilla quiera ser la mini-versión de Dark Queen (que no drag-queen, hahaha). Aunque no sé yo si habrá algunos darkie-padres que podrían incitar a sus pequeñas criaturas a que se vistan como toda una Claudia de la peli Entrevista con el Vampiro ;-) Hace muchos años conocí el caso de un chico, amigo de amigos míos del mundillo darkie, que para la presentación en la iglesia de su pequeñaja de tres años, la vistió de raso negro y cuasi tocado de plumas en la cabeza :P

En fin, que con cierto sopor, cada vez descubro que hay más oferta (quizá porque hay más demanda, juas!) para que las chiquillas se disfracen de princesitas góticas... Y yo que pensé que Happy Demon podría ser la sensación, hahaha, el día que lo disfrazara (mi marido dice que lo "desfigurara", hahaha) no de vampiro, que de esos ya hay muchos hasta con camisas de olanes y chalecos que semejan tela de brocado, sino de Robert Smith, hahaha.

Para este año, la fiebre de los piratas quedó opacada por otra figura clásica: la del Zorro. Pero Happy Demon no admira a Antonio Banderas (que bien que mal ha logrado que resurja la imagen del justiciero californiano en la pantalla grande) sino al Zorro de los dibujos animados que al tratarse del siglo XXI, se titula: El Zorro, Generación Z que ya no monta a lomos de Tornado sino de una veloz moto negra y que casi ni usa el látigo, sino una espada láser al más puro estilo Star Wars, hahaha. Sin embargo, el disfraz que se vende es el clásico con florete y tuve que inventarme una historia para convencer a Happy Demon que el florete estaba mucho mejor que esa espadita láser, hahaha.

Las chicas del año pasado ya están en sexto y ahora van de superguays, nada qué ver con las pintas medio siniestras: todo el grupo montó una coreografía al más puro estilo del concurso Fama: A bailar con gorritas, ropa deportiva, esos horrorosos pantalones que llevan tanto ellos como ellas a medio culo y tratando de hacer virguerías con sus cuerpos que en la mayoría de los casos fueron poco menos que modestas, jejeje.

Un chico de cuarto o quinto iba de rockero ;-) con guantes negros con calaveritas, algo de maquillaje, pelos de punta y guitarra eléctrica que de lejos parecía de gomaespuma aunque era hinchable. Otro chico (eso creo porque no me quedó muy claro :/ ) iba de Elvis Presley con el clásico traje blanco con capa y piernas acampanadas y una peluca desgreñada que pedía a gritos algo de spray (laca) para que el peinado volviese a su forma original, hahaha. Ese es el clásico disfraz de Elvis, pero debido a la rotundidad del chico, más parecía que iba del Elvis versión el programa de tele Muchachada Nui, en aquel capítulo donde a Robert Smith le revelan un mundo alternativo a donde van aquellos artistas que han fingido su muerte ;-)

Sí, mucho disfraz, mucha música que apenas se escuchaba por la modestísima magafonía del patio del colegio, pero tanto los padres y familiares como los propios profes y los chiquillos, cuasi nos estábamos congelando a las cuatro de la tarde. Se llegó al grado de volver a ponerle las chaquetas a todos los chiquillos de preescolar antes de que pescaran el mega-resfriado. Menos mal que durante buena parte del festival, lucieron sus disfraces, sobre todo las chiquillas que este año decidieron vestirse todas de princesitas Disney :P

Happy Demon de nuevo disfrutó mucho con su disfraz. Estaba contentísimo vestido del Zorro y al final ni siquiera echó de menos la espadita láser, jejeje. Jugó mucho con el clásico florete y no quiso quitarse el disfraz hasta la hora de ir a dormir, que si por él hubiera sido, seguro se habría dormido hasta con el sombrero ;-)



Happy Demon, Carnavales 2010

21 diciembre 2009

Brrrr!!!!!!


Que sí, que a pesar de todo lo sostengo: si me dieran a escoger, prefiero mil veces el frío a el calor. Pero todo con justa medida. Esto de llegar a los -20 grados como han llegado en muchas partes de España (y a -10 en algunas otras del interior de la Comunidad Valenciana) , en Madrid capital nieve y más nieve y el aeropuerto de Barajas trabajando a menos de un 50 por ciento, no es nada agradable por mucho que nos haga ilusión tener una Blanca Navidad.

En Valencia capital no ha nevado, sólo ha caído aguanieve algunos días salteados y la madrugada del domingo llegamos a -1 grado y para muestra quedaron muchísimas fuentes que ayer amanecieron congeladas (como bien lo muestra la foto que encabeza esta entrada). La Gothic-Biker Family salimos el sábado a cenar con unos amigos y sólo por lo mucho que los apreciamos, jejeje, que de lo contrario nos hubiésemos quedado en casita pegados a la estufa de queroseno. Lo malo de este atrevimiento es que hoy he amanecido con la nariz congestionada (aunque apenas y me fluye) gracias a que en el bar a donde fuimos a cenar, tenían la calefacción a todo trapo y luego fue inmenso el contraste con el frío siberiano que nos esperaba en la calle a las doce de la noche. Happy Demon va aguantando, con algunos mocos y poco más. Seguramente quedó cuasi "inmunizado" luego de pasar la gripe A. Sí, damas y caballeros, sin mucho cuento y sin grandes aspavientos, pero en este hogar hemos sido dos los que ya pasamos por todo ese sanquintín, aunque no fuimos internados como fue el caso de el padre de un compañero de Happy Demon que pasó día y medio en el hospital.

A mediados de noviembre comenzé a sentirme fatal de la garganta hasta llegar al punto de pasar dos días afónica. Happy Demon iba resistiendo ya que en el cole, me atrevo a decir que todos los niños y los profesores, fueron cayendo con diferentes manifestaciones de constipado (no nos vayamos tn lejos: la prpia profesora de Happy Demon dejó de ir casi tres semanas porque comenzó con la gripe y se le complicó con ciática :P). Sin embargo, a finales de noviembre, una mañana de lunes, Happy Demon amaneció con casi 38.5 de temperatura y así pasó casi toda la semana. La madrugada del martes nos dio un tremendo susto porque de pronto le subió la fiebre a 39.5 Le dimos ibuprofeno y sin mucha tardanza le bajó la fiebre. Pero la tarde de ese día, yo empezé a sentirme mal, con la cabeza embotada y al ponerme el termómetro marqué 38.5 :P Lo único claro es que Happy Demon me había contagiado. Tratamos de descansar aunque él no estaba tan decaído.

Por si las dudas, lo llevé con la pediatra y esta con toda la parsimonia del mundo nos dijo que lo mismo podía ser gripe común que A, que de cualquier forma se combatían del mismo modo, así que recetó descanso y paracetamol. Al lunes siguiente, Happy Demon acudió al cole y hasta el momento sólo ha tenido mocos y poco más.

Si bien superé ese constipado raro o gripe A, dos semanas después tuve cuasi un colapso debido a una plena manifestación de migraña :P Y no es que esté llegando a ese momento de la vida donde decimos con demasiada frecuencia "Es que yo nunca..." pues nos cuesta trabajo aceptar que los años no pasan en balde, jejeje, pero a pesar de que desde peqeña padezco de dolores de cabeza que han ido transformándose en jaquecas, nunca me había pasado lo de ese sábado donde desde la una o las dos de la tarde me metí a la cama y así pasé todo el día, sin tener ánimos ni para comer, casi sin moverme porque todo me dolía y con el estómago hecho una mierda y ya ni hablamos de la cabeza que no me permitía encontrar acomodo alguno en la cama.

A los pocos días fui con el médico familiar que me toca según la Seguridad Social y sin moverse ni un milímetro de su clásica postura no sé si incrédula o para evitar la fatiga, hahaha, ni me auscultó ni me envío con el neurólogo. Al responder negativamente a sus preguntas de si tenía problemas de cervicales y todo eso, al contarle que desde niña padezco de dolores de cabeza y poco más, directamente me dio tres recetas distintas para el mismo número de pastillas. Por cierto, una de ellas son bastante caras pero muy efectivas. Y me recomendó que casi jugara al "apueste, acierte y gane" :P Que fuera probando con cada pastilla, a ver cuál era la más efectiva para aminorar lo más posible esos connatos de migraña, como aquel que dice, pues según me dijo, lo que yo tengo es de por vida :/

Hoy he amanecido con la nariz congestionada aunque no me fluye... Qué mal pinta eso :P A ver cómo paso las Navidades y el festival de Navidad del cole de Happy Demon que es mañana por la mañana y que en vista del clima que tenemos, aunque no lloviera, se está previendo llevarlo a cabo en el auditorio del instituto que está a menos de una calle de distancia. El año pasado, al ser lo más pequeños, la clase de Happy Demon figuró como el belén aunque a él le tocó ir de pastocillo. Este año no tenemos idea de cuál será la historia porque los niños de las clases de cuatro y cinco años irán de naranjos (¿?) y creo que cantarán una especie de villancico que se han inventado que más o menos dice que el niño Jesús se ha constipado y hay que darle vitamina C, hahaha, vamos, que un tema de moda ;-)

10 diciembre 2009

Terror en 3D en el cementerio


Los nuevos cineastas han puesto sus ojos en el cementerio de Valencia para recrear sus historias de terror. El Ayuntamiento de la ciudad ha recibido ya peticiones de dos productoras para rodar en el camposanto: una que plantea un 'remake' de alguno de los clásicos del género, como 'Drácula' o 'Frankenstein'; y otra para filmar un corto de terror con tecnología 3D, titulado 'Ángela'.

En el caso de 'Ángela', los permisos se están tramitando en la Concejalía de Cementerios del Ayuntamiento de Valencia, si bien fuentes municipales aseguran que no debe haber problemas para que finalmente se lleve a término el rodaje. El corto estará dirigido por Alberto González, un especialista en fotografía que ha sido galardonado en numerosas ocasiones por sus trabajos en cortos, documentales y series de televisión. Le acompaña en el proceso creativo Carlos Pérez, montador y grafista con el que ha colaborado anteriormente.

El proyecto cuenta con el respaldo del Instituto de Cinematografía y las Artes Audiovisuales del Ministerio de Cultura (ICAA) y el Instituto Valenciano de Cinematografía (IVAC), además de la participación de la firma Krono Mav, una de las tres empresas más importantes del mundo en innovación tecnológica, que sorprendió con sus máquinas para filmar en 3D en la IBC, el certamen referente en tecnología audiovisual.

Una niña como eje del terror

El corto de Alberto González Lorente y Carlos Pérez Santamaría cuenta con algunos de los ingredientes irrenunciables del género. Una ambientación "perfecta" -el cementerio de Valencia les convenció más incluso que alguna necrópolis polaca-, una niña como protagonista y una historia lúgubre y escalofriante para mantener la tensión del espectador, entre cruces, elementos judíos y ángeles de piedra.

Ángela es una niña que va a un cementerio judio con su madre y mientras visitan una tumba un niño le roba su muñeca y empieza una persecución por los recovecos del lugar. Localizado en Polonia, años 40, el relato introduce a un grupo de niños con los que Ángela entra en una especie de juego, hasta que la niña quiere dejar de jugar y volver con su madre.

La busca desesperadamente y, cuando la encuentra, la madre se está marchando ya del cementerio. Uno de los niños, una especie de ángel de la guarda, le dice a la protagonista que no se puede ir con su madre porque está muerta. Descubrimos entonces que la madre ha ido a visitar la tumba de su hija.

Los realizadores afirman que se trata de "un trabajo serio y muy profesional", por lo que "se rodará con todo el respeto del mundo teniendo en cuenta las localizaciones en las que queremos grabar". Alberto y Carlos forman un gran equipo, un conjunto explosivo en el que se combina el talento para la fotografía con unos gráficos y un montaje excepcional. Sus trabajos enganchan.

elmundo.com
10 de diciembre de 2009

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No tiene mala pinta, no (menos me lo parece justo ahora que estoy a punto de terminar de leer El libro del cementerio de Neil Gaiman, que por cierto, me ha encantado). Y creo que elegir el cementerio de Valencia, ha sido una gran idea. Sólo he ido en una ocasión y no por gusto (con lo que a mí me gustan los cementerios :P) y me encantó todo lo que vi. A ver si me apunto para hacer uno de esos recorridos que desde junio pasado se están llevando a cabo y según cuenta, con mucha aceptación por parte del público.


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01 noviembre 2009

Calavereando

Ofrenda montada en Valencia en honor de Pedro Infante y Jorge Negrete



Otro aspecto de la ofrenda




Happy Demon después del taller de calaveritas


Poco a poco esa americanada (como lo llaman aquí) del "Jaloguín" empieza a penetrar en la mentalidad de las nuevas generaciones y lo festejan con singular alegría, algo que me llama mucho la atención y que no voy a negar que me encanta, hahaha. Disfraces por aquí y disfraces por allá, los niños son los primeros que se preguntan entre ellos que qué van a hacer en la noche de Halloween, influidos sobre todo, por las series tipo Hannah Montana y las demás de la factoría Disney Channel. Happy Demon decía que quería disfrazarse de Bob Esponja, hahaha, pero todo quedó en eso, en una idea peregrina, que aún es muy pequeño para que sus amigos se organizen una fiesta de Halloween. A mí no me hace gracia que se disfrace de ese personaje, pero ya veremos si el gusto le dura hasta Carnavales, que es cuando los niños pueden acudir disfrazados al cole.

El plan de la Gothic-Biker Family para este 31 de octubre era ir al maratón de cine de terror del autocinema a donde hemos estado yendo desde el verano y que está abierto todo el año. Está muy cerca de Pinedo y de su playa, tanto que en noches que hace mucho viento se puede escuchar claramente el fuerte oleaje. Nos vino bien descubrir que el autocinema seguía funcionando porque es una opción cómoda para las familias que tienen niños pequeños pues por una módica cantidad se pueden ver dos pelis. Durante el verano, primero pasaban una infantil y en la segunda función venía la de los adultos considerando que los peques de la casa ya estarían en brazos de Morfeo y así los padres podrían disfrutar de la proyección. Con el buen tiempo del verano, era factible que cargáramos con las sillas que usamos para el camping y una mesita plegable y montarlo todo delante de nuestro coche y así, cómodamente, cena "al fresco" mientras veíamos las pelis. Pero al encontrarnos tan cerca del mar, las noches comienzan a refrescar demasiado y a soplar mucho aire, así que desde septiembre, preferimos estar dentro del coche.

Bueno, he dicho que nuestro plan era asistir al maratón de cine de terror, pero como últimamente pasa con los programadores del autocinema: casi a la mera hora cambiaron la cartelera. Sabíamos que a las siete y media de la noche proyectarían la peli de Michael Jackson (que si soy franca y sincera, me hubiera gsutado ver, pero a mi señor marido no le hacía ninguna gracia, hahaha) y luego a las diez comenzaría el maratón con tres pelis, pero a los señores programadores se les ocurrió de última hora que lo mejor sería proyectar después de la de Jacko, nada menos que Ágora y al finalizar esta, claro, comenzar el maratón, lo cual siginificaba que su inicio se retrasaría hasta las once y media. Sobra decir que este cambio nos desanimó por completo. A mi señor marido no le apetecía tener que soplarse ni la peli de Jacko ni Ágora sólo por alcanzar un buen lugar pues aunque caben 400 coches, seguro el autocinema estaría lleno a reventar ya que los que fueran disfrazados de zombies entraban gratis :P Así que decidimos ir a cenar a un bar cercano a casa que desde el viernes habían decorado para estas fechas, jejeje.

Se trata de un lugar bastante curioso para los estándares de un bar de los muchos que hay en este barrio: es como si fuese una pequeña taberna con las paredes semejando de piedra, las mesas, las sillas y la barra de madera color oscuro y ambientanción un poco hippie para algunos, hahaha, porque es muy mística con un mural bastante logrado de una hada nocturna que custodia un nido con cuatro huevos a saber de qué, hahaha, velas por doquier, dibujos de hadas de inspiración propia y algunas reproducciones al más puro estilo Luis Royo, un acuario de medianas proporciones a un lado de la barra y una dueña con un aire ibicenco muy bronceada, muy rubia, de faldones largos a la cadera y top pequeñitos que muchas veces no dejan nada a la imaginación, hahaha. Pero es super-agradable, lo mismo que su novio y sus hijas (que una de ellas es la que se encargó de la decoración).

Pues bien, ahí fuimos y yo me animé desde que vi a los personajes que comenzaron a llegar (todos amigos de las hijas de la dueña del bar): un Jack Skellington con sombrero y bien maquillado, una Reina de Corazones cuyo careto mala leche no era parte del disfraz, hahaha, un Edward Scissorhands maravilloso pero super-serio :P, una Novia Cadáver, una Cruela DeVille sin abrigo de pieles (quizá para estas nuevas generaciones hubiese sido un poco políticamente incorrecto aunque fuese sintético, hahaha), una enfemera-zombie trasvestida y lo mejor de todo: un Sombrerero Loco al estilo Alicia en el País de la Maravillas made by Mr. Burton ;-)

Cualquiera diría que bien hubiese valido la pena sacar algunas fotos y yo fui la primera, pensando que Happy Demon podría tomarse algunas con los personajes, pero no me inspiraron ninguna simpatía :P Joer, si te disfrazas es para pasártelo bien, para reírte y para relajarte. Pero casi todos iban con unos caretos que parecía que en lugar de disfrutar estaban padeciendo. Así que ni fotos ni nada de nada. Ellos cenaron en la terraza del bar y nosotros dentro que estaba a media luz y con un strobo que casi nos dejaba ciegos, haha, pero qué más daba.

Pero creo que me he adelantado un poco con el recuento del día :P Ayer por la mañana, llevé a Happy Demon a un taller para hacer calaveritas. Sip, amables lectores, gracias a los pequeños grandes esfuerzos de una asociación hecha por algunos de los paisanos que habitan en estos lares de España y a un centro de jesuitas que siempre que pueden le echan la mano a los inmigrantes, se logró montar un pequeño taller para los más peques. Yo no quise dejar pasar la ocasión e inscribí a Happy Demon casi sin pensar. Fueron más o menos tres, tres horas y media donde los niños hicieron una especie de esqueleto y una calaverita de cartonería. A algunos les quedaron muy bien, a otros, como mi hijo, se les agradece el entusiasmo y las ganas de divertirse, hahaha, porque como artistas de cartonería no podrían sobrevivir, hahaha.

También en este mismo sitio, desde el viernes por la tarde, se montó una pequeña ofrenda en honor de Pedro Infante y Jorge Negrete con todos los elementos de los que se puede echar mano estando lejos de nuestra tierra. Algo sencillo pero emotivo. Algo para que las nuevas generaciones aprendan a apreciar.



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13 octubre 2009

Mis adorables vecinos

Blasón de la ciudad de Valencia (Foto: Fuenterrebollo)


Provengo de una familia muy supersticiosa, más por el lado paterno que materno. Mi padre tardó años y más años en aceptar mi luto cuasi permanente, hahaha, y qué mal lo pasaba si se cruzaba en su camino un gato negro o si debía pasar por debajo de alguna escalera. El número trece ni se lo mencionemos y dejar los sombreros sobre la cama lo pone casi histérico y corriendo va y los pone en otro lugar. Tampoco permite que se abran los paragüas dentro de casa y cree firmemente en la buena y en la mala suerte.

Yo soy un fifty-fifty: a veces más por precaución que por superstición, evito pasar debajo de las escaleras de pintores, obreros y albañiles :P así tenga que bajar la acera y hacer un gran rodeo. Me da mucho repelús que se me rompa algo de cristal como un vaso, una copa o un espejo por pequeño que sea. Y durante mucho tiempo llevé en mi monedero algunas semillas de mostaza porque mi madre creía que daban buena suerte con el dinero, no es que lo multiplicaran, jejeje, pero lo cierto era que nunca lo tenía vacío.

Los gatos negros me dan igual. No me tomo a la tremenda que alguno se cruce en mi camino. Ahora mismo recuerdo a Salem, el gato de un amiguete que me hacía la ropa en México ;-) Aquello no era un gato negro, era una verdadera pantera que siempre insistía en colarse dentro de mi bolso, hahaha. También recuerdo a mis oscuros felinos vecinos durante dos o tres años: habitaban a sus anchas en la azotea de la panadería que está al lado del edificio donde vivo en Valencia. Siempre que me ponía a tender la ropa, los veía tirados al sol o hechos bolita dormitando. Pronto también descubrí a otro felino de color beige con manchas más oscuras y un poco más grande y robusto que los tres morenazos, hahaha, que curiosamente no tenía una oreja :P Algunas veces me miraban con cierta curiosidad, otras más pasaban de mí y seguían holgazaneando. A mi padre nunca se lo conté ni se los enseñé en alguna de sus visitas, hahaha. Le hubiese dado un infarto, seguro. A mí me hacían gracia, me parecía muy curioso tener esa clase de "vecinos" con tanta personalidad, sobre todo el desorejado que, por supuesto, era el que más llamaba la atención.

Hace tiempo que dejé de verlos. Según me he enterado, parece ser que alguien del barrio se dedicó a envenenar a cuanto felino habitaba libremente por las azoteas. Es probable que mis vecinos hayan sido de los primeros que cayeron porque caseros no se veían aunque tampoco estaban raquíticos. Probablemente se alimentaban y muy bien de las ratotas que campean a sus anchas en el patio trasero de una de las plantas bajas del edificio donde vivo, que hace tiempo está deshabitada. En más de una ocasión las he visto escurrirse por los tubos del desagüe. Así que quien envenenó a los gatos no se detuvo a pensar que los felinos mantenían cierto control sobre las ratas.

También hace tiempo que durante varias noches escuchaba una especie de chillido bajito y curioso que iba y venía por delante de la ventana de mi dormitorio. Yo no alcanzaba a descifrar qué clase de bicho podría ser y por más que miraba por la ventana entre la media penumbra que prevalece en esa gran área que conforman todas las partes traseras de varios edificios, no veía nada de nada, pero sí que percíbía más claramente el chillido.

Poco tiempo después, una noche de verano que estábamos sentados fuera del apartamento donde mi suegra pasa algunos días en el pueblo de Chiva, casi me muero de puro gusto al ver un montón de pequeños murciélagos revoloteando alrededor de una de las farolas que iluminan la pequeña urbanización. Sí, suena a pose total, lo sé, hahaha, pero jamás me han dado miedo ni asco los quirópteros. Y nunca había estado tan cerca de ellos como aquella noche que sólo había algunos metros de distancia. Repito: eran pequeños y mi señor marido, con toda la parsimonia del mundo, como quien habla del vecino de toda la vida, me dijo que aquellos murciélagos se alimentaban de las polillas que siempre están pululando alrededor de las farolas de la calle. Que él los veía desde que era niño pero que no les daba mayor importancia.

Yo lo más cerca que había estado de un murciélago fue gracias al biólogo William Lopez-Forment que al ser un especialista en quirópteros, conserva varios disecados. Hace unos diez años o un poco más, cuando TV UNAM nos entrevistó para un programa especial de vampiros, apareció al más puro estilo doc. Van Helsing, jejeje, con un maletín que contenía dos especímenes de la variedad hematófaga con las alitas extendidas y todo eso. Eran pequeños no aquellos enormes que nos muestran en las películas. Que esos, se alimentan de fruta, vamos que son cuasi vegetarianos, jejeje. Los que se alimentan de sangre no miden más allá de diez u once centímetros (y sólo son tres especies de casi mil existentes en todo el mundo). Recuerdo con cariño y admiración a López-Forment pues es una persona más que agradable y afable, siempre dispuesto a enseñarte todo sobre el fascinante mundo de los murciélagos.

Durante el verano, era cuando escuchaba con más frecuencia los chillidos delante de la ventana de mi dormitorio. Iba y venían con gran velocidad. Y hace realmente poco tiempo descubrí, con mucha sorpresa y emoción, qué los emitía: una tarde, mientras tendía la ropa en la parte trasera del departamento donde vivo (que da hacia esa área que conforman todas las partes traseras de todos los edificios de casi una manzana) vi una sombra veloz que pasaba cuasi zumbando por delante de mí, a corta distancia. Traté de enfocar todo lo bien que podía mi vista miope aunque un poco mejorada gracias a las gafas de aumento, jejeje, y voilà: un pequeño murciélago pardo que iba y venía soltando pequeños chillidos, iguales a los que todas las noches escuchaba delante de mi ventana. V-a-l-g-a-m-i-t-o. Mientras sonreía toda emocionada, el murciélago se metió en una pequeña grieta en la pared de ladrillos de una pequeña casita que tienen en una extensión de su terraza, mis vecinos del departamento de enfrente O_O

Madre del Amor Hermoso, hahaha, la Mac tiene murciélagos como vecinos. Si lo cuento, seguro que nadie me cree, para empezar mi marido que juraba y perjuraba que los murciélagos sí chillaban pero en una frecuencia casi imperceptible para el ser humano. Pues yo aseguro que no es así. Es más, varias noches que tengo la ventana del comedor abierta (para refrescarnos), con tres cuartos de la persiana bajada porque mis ventanales son muy altos y por seguridad para que Happy Demon no asome medio cuerpo, he escuchado los chillidos demasiado cerca. Será que al filtrarse la luz, se acercan muchas polillas, que este verano hemos tenido cuasi una plaga que se colaban alegremente en casa para abrazarse y abrasarse, hahaha, con las lámparas :P Así que el murciélago vecino o sus camaradas (no creo que sólo habite uno en esa brecha de la pared) han de acercarse a mi ventana para papearse a los bichos.

Lo curioso es que Valencia está muy familiarizada con la imagen del murciélago. Es más, el quiróptero "corona", por así llamarlo, el blasón de la ciudad y el escudo del equipo de fútbol que también tiene como mascota a un murcielago :P La leyenda cuenta que cuando el rey Don Jaime I (1206-1278) luchaba durante la Reconquista contra la dominación musulmana un murciélago se posó sobre el casco o celada del rey durante la reconquista de Valencia. Según las ideas de aquellos tiempos, esto se quiso interpretar como un aviso al rey para que vigilara. Desde entonces, fue escogido como símbolo y en 1503 el murciélago se empezó a usar en el escudo de Valencia y se creó también una bandera real en recuerdo de aquel murciélago que se posó en la Celada de Don Jaime I. Otra versión dice que una flecha lanzada contra el monarca en plena batalla dio contra un murciélago que volaba cerca de el y que le salvo la vida. La más conocida es aquella donde el rey Don Jaime (Jaume en valenciano) estaba acampado en las cercanías de Valencia en su intento de arrebatar el control de la ciudad a los moros. Una noche que dormía el ejército cristiano tranquilo y confiado, se escuchó un sonido muy extraño en las proximidades de la tienda del mismo rey. Un soldado que oyó el misterioso ruido corrió a despertar al monarca que de inmediato dio la orden de que estuvieran todos alertas y vigilantes.

Fue entonces cuando alguien descubrió que el ejército moro se hallaba muy cerca del campamento, emprendiendo un ataque sorpresa contra las tropas de Jaume I. Rápidamente, tomaron todos los soldados las armas para presentar la batalla al ejército moro. La lucha fue terrible, los moros sufrieron un número elevado de bajas que les obligaron a retirarse. El ataque sorpresa, casi a la desesperada había sido rechazado.

Al acabar la batalla, se quiso saber el origen de aquel misterioso sonido que había puesto en guardia al ejército cristiano cuando descubrieron que había sido un murciélago, el que había estado golpeándose a sí mismo en un tambor y tirando al suelo algunas armas que habían provocando el misterioso estruendo que habían escuchando en mitad de la noche.

En agradecimiento al quiróptero, Jaume I hizo poner al murciélago en la parte más alta del escudo de la ciudad de Valencia.

En la página dedicada a la conservación de los murciélagos de la Comunidad Valenciana se cuenta otra versión: Según la leyenda los árabes los domesticaban y los empleaban para mantener a raya a los mosquitos de los terrenos pantanosos cercanos a la ciudad de Valencia. En la época de Jaume I un profeta árabe auguró que mientras el murciélago del dueño de la ciudad pudiera volar todas las noches, la ciudad se mantendría en poder musulmán.

Una noche, el murciélago quedó fascinado por la figura del dragón que decoraba el casco de Jaime I. Fue entonces cuando el rey cristiano pudo capturarlo y al día siguiente tomó la ciudad. Consciente de la importancia que había tenido la captura del murciélago en la consecución de sus fines, el rey cristiano concedió a la ciudad de Valencia un nuevo escudo.

Sea cual sea la verdadera historia que dio pie a la leyenda, lo cierto es que Valencia se identifica con el símbolo del murciélago, 'rat-penat' en valenciano. Y a mí me encanta tener a uno como vecino ;-)


Medio Ambiente celebra hoy una jornada sobre murciélagos en el Parc Natural de l'Albufera en Valencia.



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