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16 mayo 2012

Cerveza infantil japonesa


La cerveza infantil que triunfa en Japón 

Los niños son unos grandes imitadores que en multitud de ocasiones juegan a ser adultos. Por eso, no nos sorprende nada descubrir que en Japón disponen de una cerveza creada específicamente para que pueda ser consumida por los más pequeños de la casa.

Tal y como cuenta podemos leer en el blog «Viajar a Japón, aprender japonés, Japón», esta cerveza infantil, denominada «kodomo biiru». tiene la misma apariencia que la que toman los adultos. Sin embargo, no tiene nada de alcohol y su sabor es muy diferente.

La bebida, elaborada a base de guaraná y a la que se le añaden una serie de ingredientes para que tan espumosa como la cerveza real, fue inventada por el propietario de un restaurante. Para que el parecido sea aún mayor, esta curiosa bebida se comercializa en botellas muy similares a las de la cerveza tradicional.

Su consumo es habitual en celebraciones como Navidad o el «Kodomo no hi», el Día del niño, una festividad en la que se pide para que los pequeños crezcan sanos y fuertes. Gracias a esta cerveza infantil los más pequeños tienen una excusa más para jugar a brindar como los mayores.





ABC

14 de mayo de 2012



 







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14 marzo 2011

Preparados desde niños para hacer frente a un terremoto

Una niña duerme con su madre en un refugio (Reuters)


El terremoto ocurrido en Japón este viernes sorprendió a un centenar de jóvenes japoneses que se encuentran realizando cursos de español en la Universidad de Salamanca durante tres semanas.

Los jóvenes recibieron un mensaje de texto de los tutores que les acompañan en el viaje, alertándoles de la tragedia y pidiéndoles que se comunicaran por correo electrónico con sus hogares, en caso de que tuvieran familiares en la zona siniestrada. La mayoría reside en la zona central de Japón, en las localidades de Nagoya y Kioto, razón por la que se encontraban tranquilos y aliviados: sus familias viven a unos 600 u 800 kilómetros de la región de Tohoku, la más golpeada por el seísmo.

Sin embargo, tuvimos la oportunidad de conocer cómo se les prepara para hacer frente ante estas eventualidades que suelen producirse con mucha frecuencia en el país del Sol Naciente, una de las áreas más azotadas del planeta. Aparte de terremotos y tsunamis, Japón es blanco en verano de numerosos tifones que traen temporales de lluvia y ráfagas de viento. Cuando no sufre terremotos, debe padecer aluviones y anegamientos.

Protocolo para casos de emergencia

El profesor Hirotaka Sensui, que acompaña al grupo, informó de que antes de salir de Japón, la universidad prepara un detallado protocolo ante casos de emergencia. Los profesores llevan consigo teléfonos de contacto, correos electrónicos y todo tipo de información útil, la cual es compartida por las autoridades universitarias que permanecen en Japón.

Además, informamos de nuestro viaje a las autoridades consulares en Madrid. "Nuestra oficina japonesa puede contactarnos a toda hora. Aunque es un poco oneroso, alentamos a nuestros estudiantes a adquirir teléfonos móviles de prepago con el fin de poder comunicarnos con ellos a toda hora".

En ese sentido, el terremoto ocurrido hace unas semanas en Christchurch, que sorprendió a muchos estudiantes japoneses que se encontraban en Nueva Zelanda, fue un recordatorio de que las catástrofes no sólo ocurren en territorio japonés. "Hay que estar siempre listos para un desastre natural", añade el vicecatedrático.

Instrucciones

"Apenas llegados a Salamanca, los chicos recibieron instrucciones para comprar sus móviles y seleccionar las mejores tarifas. En pocas horas, dejaron las tiendas de telefonía móvil de la parte antigua de Salamanca sin existencias. Compraron todos los móviles disponibles", indicó Sensui. La universidad pronto estableció un sistema de mensajería que permitía el envío simultaneo de mensajes de texto a sus estudiantes en caso de urgencia. "Es importante estar enchufados todo el tiempo", concluye el profesor.

Una joven de la ciudad de Nagoya, Marie Akiyama, nos contó que justo antes de partir rumbo a España, la universidad donde estudian realizó una prueba de los sistemas de alarma de seísmos del campus universitario. Al principio pensaba que se trataba de una alarma de verdad, pero cuando se percató de que el suelo no se movía, entendió que se trataba de una prueba. En Japón, los lugares públicos están obligados a tener un sistema de altavoces con sirenas de alarma y mensajes de precaución y a verificar su funcionamiento con regularidad. El borde costero también cuenta con un sistema similar que retransmite las alertas de tsunami. Prácticamente no hay playa o embarcadero japonés que no cuente con estos altavoces. Las áreas de refugio están debidamente señaladas con carteles fluorescentes, para favorecer su lectura en caso de cortes en el suministro eléctrico.

La universidad, según la joven, realiza el primer año un cursillo de orientación en el que se repasa el protocolo a seguir en caso de catástrofes. "Los profesores indican las áreas designadas como refugio y dan una serie de consejos para que estemos preparados, especialmente si hemos dejado el hogar y estamos viviendo solos», indica. Entre estos consejos se incluye asegurar las estanterías a la pared y no colocar en éstas objetos pesados que podrían caer encima de los moradores en caso de que se produzca un seísmo fuerte.
Kobe, un punto de inflexión

A partir del terremoto de Kobe también conocido por Hanshin, acaecido en enero de 1995, las autoridades japonesas lanzaron el 'kit de urgencias', una bolsa que se vende en muchos supermercados y tiendas por departamentos que incluye una serie de herramientas esenciales para hacer frente a una catástrofe natural. Incluye una radio-linterna, cuyas pilas se recargan haciendo girar una manivela, y que tiene programada el canal de emergencias de la emisora pública japonesa, NHK. El 'kit' comprende también pastillas para purificar el agua, cerillas, sopas instantáneas, entre otros alimentos no perecibles, y un botiquín de primeros auxilios.

Otro chico, Ryuto Matsuo, natural de Nagoya, indicó que después de un terremoto es muy importante cerrar a la brevedad las llaves de paso del gas, puesto que puede haber fugas. Es posible que los edificios resistan el seísmo, pero las cañerías del gas pueden romperse. Los incendios causaron tantas víctimas o más que el remezón del movimiento telúrico. "Cada año, un equipo contratado por la comunidad de mi edificio de departamentos, revisa cada una de las alarmas de gas de los pisos", indica. "Es muy importante detectar las fugas a tiempo y las alarmas cumplen el doble propósito de detectar los escapes de gas de la cocina, que se producen por descuido, o las fugas producidas por la rotura de las cañerías", comenta.

'El imperio de los signos', como algunos intelectuales occidentales bautizaron Japón, sabe que solo cuenta con el ingenio humano para hacer frente a las catástrofes.



Arturo J. Escandón
El Mundo
12 de marzo de 2011




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11 marzo 2011

"Estoy en un refugio improvisado en Sendai..."

"Estoy en un refugio improvisado en Sendai..."

Un científico español, actualmente en Japón, cuenta cómo está viviendo el terremoto desde un refugio improvisado en el barrio de Omahi, en Sendai


Recientemente hemos asistido a una serie de terribles catástrofes naturales: Haití, Chile, Nueva Zelanda, Australia, China, los nuevos chamanes de la izquierda clamaron que era una clara respuesta de la Tierra a nuestro maltrato. También obra de extraterrestres o sofisticadas operaciones militares. Pero no. No hay dioses ni demonios que expliquen esos desastres. Asisto en persona a uno de ellos, aquí en el centro de Sendai, Japón. Esto se llama Geología.

Estoy en un refugio improvisado en una escuela en el barrio de Omahi, en puro centro de la ciudad. Hace algo más de cuatro horas estaba en mi despacho de profesor Invitado en la Universidad de Tohoku. Todo estaba en orden después del susto de hace un par de días en que la tierra tembló, nos levantó de la silla, pero no nos sacó a la calle.

"Es fuerte pero esta lejos. No es el que esperamos", dijo mi colega el profesor Katsuo Tsukamoto mientras la Facultad se movía como un tiovivo. Hoy sí. Hoy el centro del seísmo estaba a diez kilómetros de profundidad y casi en la vertical de la ciudad. Según pronto supimos, 8,9 grados. Me dio tiempo a pensar que debía desenchufar la tetera, los ordenadores, la lámpara. Poco más. Me uní a los que ya corrían hacia la escalera de seguridad. Pillé un casco de los que vi en el camino y baje a trompicones. Cuando llegué abajo la tierra seguía temblando. Me fui hacia un claro con muro al que me agarré. Traté de alejarme del muro para sentirlo mejor, para sentirlo más. Pero no me supe mantener en pie, tuve miedo y volví al muro. Y la tierra seguía temblando.

Mire al edificio que acababa de abandonar y que con su estructura antisísmica mantenía el tipo ante semejantes ataque, pues la tierra seguía temblando. Más de dos largos minutos, lo que tardará en leer este párrafo. Ya con las piernas temblando me uní a un grupo que empezaba a formarse en el jardín anexo. No hubo gritos. No hubo histeria, tanto que comenté si estaban acostumbrados, pero un colega comentó inmediatamente que había sido el mayor de su vida. Todo se organizó inmediatamente. Alguien tomó el mando. Con un altavoz empezó a dar órdenes que yo no entendía. Mi anfitrión estaba de viaje en Tokio, pero mis estudiantes que sabían inglés me tuvieron informado.

Después de que un piquete comprobara los destrozos, pudimos subir de seis en seis, comenzando desde el piso superior, a recoger nuestros abrigos pues empezó una fuerte nevaba.

Comenzó a llegar información sobre el seísmo. Todo el mundo tenía en mente Kobe y estaban preocupados por sus familias y sus casas, pero increíblemente la ciudad no parecía estar dañada, solo algunos incendios. El frío arreciaba y alguien ordenó cobijarnos a la entrada de un refugio que parecía menos dañado. Allí, mis alumnos empezaron a sacar cajas de víveres, agua, galletas y una lata de sardinas que guardo ahora por si hace falta mañana. ¿De dónde habéis sacado eso? "Llevábamos diez años esperándolo, profesor; está todo previsto". Todo organizado y además por gente que estaba entrenada para autoorganizarse. Entendí entonces que esta ciudad se había preparado para combatir a este monstruo que esperaban pacientemente. Y lo había hecho con las mejores armas que tenemos: con ciencia y tecnología.

No podíamos quedarnos en la universidad. Bajamos desde la Colina andando porque el tráfico estaba colapsado. Una pareja de estudiantes se ofreció a acompañarme para comprobar los destrozos en mi casa y llevarle a un refugio. Cuando me entere de que no quedaba en el camino de la suya, protesté, pero me dijeron que habían pasado un año en Bélgica, sabían lo que es no entender el idioma local y no me podían dejar solo. Seguimos caminando bajo la nieve y cuando al cruzar el puente sobre el río atisbamos la ciudad, no pude contener la alegría de ver a la ciudad en pie, sus casas enteras, sus rascacielos enhiestos, con algún rasguño, pero victoriosa. En la cara de los estudiantes noté el orgullo de la victoria. Habían ganado. El camino a mi casa fue una continua lección de comportamiento y al despedirse me dijeron: "Ya sabe profesor: esta noche lo importante es pensar que estamos vivos y que tenemos la obligación de seguir vivos".

Aquí, en el refugio no tengo noticias de la gravedad de los daños, aunque me imagino que el tsunami posterior ha debido ser tremendo. La tierra sigue -cinco horas después- enviando violentas réplicas que nos mantiene en vilo pero con la esperanza de salir de esta. Aunque a veces huela a azufre, no son diablos ni dioses quienes las envían, ni son ejercicios con bombas nucleares, ni es la tierra enfurecida con la humanidad. Esto se llama geología, es ciencia y es tecnología, y lo sabe un pueblo que quizás acaba de ganar una batalla histórica.


Juan Manuel García Ruiz es cristalógrafo, investigador del CSIC en la Universidad de Granada, y actualmente están en Japón, en la Universidad de Tohoku.


El País
11 de marzo de 2011



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Dá gusto saber que hay gente que ha vivido esta pesadilla a "medias". Pero esta mañana cuando vi las imágenes a través del canal que estaba sintonizado en la tele del bar donde me tomo el café todas las mañanas, no pude sino revivir el horror que vivimos en 1985 en mi tierra: México DF.

Lo peor ha sido el tsunami que ha penetrado hasta cinco kilómetros tierra adentro.

Estoy manteniendo una actualización constante en Facebook. De momento, a pesar de los vaticinios para todas las costas del Pacífico, parece ser que el primer impacto en la costas de Baja California Norte en México, ha sido muy leve.

Mañana publicaré un resumen.



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