31 enero 2010

¿Muerdes?



http://www.youtube.com/watch?v=K-C9KBd8rUg

Por fin, alguna buena alma caritativa, hahaha, se ha dignado llamar muffins a los muffins y no directamente renombrarlos como madalenas, que es como en este lado del mundo llaman a todo lo que tenga cara de mantecada, como las llamamos en México gracias al emporio Bimbo, hahaha.

Lo que más gracia me ha hecho es el anuncio-parodia (o cualquier semejanza con la vida real es mera coincidencia, hahaha) de las pelis y/o ambientación Twilight, jejejeje.

Por cierto, este anuncio apenas ha comenzado a transmitirse desde la semana pasada.

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A Robert Downey Jr. lo considero un buen actor, así, a secas. No sería capaz de hacerle reverencias ni de pedir que se le otorgase un Oscar honorífico ni mucho menos (aunque ha sido nominado en dos ocasiones). Quizá en plan persona, alejado de las cámaras, resulte admirable los cojones que ha tenido para intentar recuperarse de todas sus adicciones contando con esas largas temporadas en clínicas de desintoxicación y hasta en prisión. No cabe duda que el papel de Iron Man lo ha bordado y bueno, aún no he visto su interpretación como el mítico Sherlock Holmes by Mr. Ritchie, que nada tiene qué ver con esa clásica imagen que tenemos de un británico con pipa, sombrero de caza y adicto al opio, pero las pocas imágenes que he visto me agradan y seguro también ha asombrado su caracterización de un Holmes más vital, más aguerrido y mucho más hombre de acción.

Todo esto viene a cuento porque a mediados de agosto pasado corrió, como reguero de pólvora, el rumor de que Universal Pictures quiere retomar el proyecto de adaptar a cine toda la saga de las Crónicas Vampíricas de Anne Rice. Posiblemente con el fin de "competir" con esos vampiretes de tres al cuarto vegetarianos, asépticos y célibes en todos los sentidos, hahahaha. Bien, hasta aquí la noticia animaba y mucho, sobre todo a aquellos que somos fans de esa Mrs. Rice (que ahora parece tan lejana y remota) pre-ultra católica y antes de que se le fuera realmente la olla luego de enviudar.

El mazazo que acompañó a esta noticia fue que el papel de Lestat podría interpretarlo Robert Downey Jr. O_O Sí, amables lectores, a mí también se me quedaron los ojos como platos. Vale, dos actores de los más dispar ya han interpretado a Lestat: Tom Cruise que tuvo que soportar todo tipo de declaraciones negativas de la propia Mrs. Rice cuando se enteró que había sido elegido para interpretar a su príncipe malcriado (y sinceramente, nadie lo veíamos como vampiro ni mucho menos con el físico para interpretarlo) en la adaptación a cine de Entrevista con el vampiro bajo la dirección de Neil Jordan y Stuart Townsend en una variante "lestática" (:P) para la espantosa adaptación de Queen of the Damned, aunque su interpretación/caracterización podría ser lo más rescatable de ese engendro.

Cruise sorprendió y muchos casi debimos mordernos la lengua por haber dudado sobre su capacidad de interpretación. Si bien tuvo que cuasi matarse de hambre para dejar atrás su rostro con tendencia a luna llena, hahaha y meterse un aumento por dentro de los zapatos para estar a la misma altura que Brad Pitt, teñirse el cabello y lucir melena rizada, jejeje. Pero se ganó a pulso el lugar que ocupa dentro del imaginario popular como EL Lestat fílmico.

Probablemente, Mrs. Rice ha aprendido la lección y ahora declara que la propuesta de Robert Downey Jr. para interpretar a Lestat, no le parece tan descabellada y que inclusive, le complace. Además, que no reparemos en la edad del actor (44 añejos) que ha sido el principal motivo de las críticas, pues según Mrs. Rice, los veintipocos años de un hombre de la época en que fue convertido Lestat (siglo XVIII), no son los mismos de estas épocas, al contrario. Y es que también se ha comentado mucho que habiendo tantos actores jóvenes, a quién se le ocurre pensar en un actor que hasta físicamente, no tiene nada qué ver con el Lestat imaginado por Mrs. Rice (como tantas veces lo declaró antes de que se filmase Entrevista con el vampiro): aquel Rutger Hauer jovencillo, me atrevo a pensar que el de la peli Turkish Delight de 1973.

Visto lo visto, o más bien, leído lo que se ha leído, Mrs. Rice no se opondría a que Robert Downey Jr. interpretase a su antes querido Lestat, pero según recuerdo, cuando en 1998 se estrenó la versión de El Hombre de la Máscara de Hierro que llevaba en el papel de mosqueteros a ese tremendo cuarteto formado por Jeremy Irons, Gerard Depardieu, John Malcovich y Gabriel Byrne, muchas voces clamaron que Leonardo Di Caprio con aquella melena postiza que lució para interpretar el doble papel de Felipe y de Luis XIV, podría quedar perfecto como Armand e inclusive algunos más se atrevieron a imaginarlo como el próximo Lestat. En las recientes críticas, algunos han vuelto a mencionar a Leonardo, y viéndolo bien, podría ser el más idóneo aunque hayan pasado más de doce años y ya no conserve del todo aquel rostro un tanto aniñado.

Y todo esto ha venido a cuento porque hace cosa de algunos días que en en una de las actualizaciones que la propia Mrs. Rice se encarga de hacer en su perfil de Facebook, barajó la posibilidad de que si se realizara una peli sobre su vida, le gustaría que una de las actrices que pudiera interpretarla fuese Sally Field, por ejemplo. Pero lo tremendo ha sido quien le gustaría para el papel de Gabrielle, la madre de Lestat: nada menos que Cher O_O (por supuesto, en su modalidad rubia, creo yo :P)

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En la revista más reciente de el Círculo de Lectores, viene un apartado especial sobre algunas de las colecciones a las que podemos suscribirnos. La portada de este apartado muestra el título Entra en el mundo de los vampiros.

Uys, sobra decir que miedo me dio imaginando con qué me toparía: quizá con una colección de esas escritoras que se han dedicado a meter el mito del vampiro en todo tipo de temática adolescente o alguna tontería por el estilo. Pero lo cierto es que me he llevado una gran sorpresa pues se trata de una genial colección de ocho títulos (algunos de ellos, hace tiempo que dejaron de publicarse en castellano o de plano, hay un libro que nunca ha sido traducido).

Aquí el contenido de la colección titulada La Hora del Vampiro:

1. Bram Stoker, Drácula
La novela que consolidó el mito de Drácula tal y como lo conocemos hoy en día. Un clásico imprescindible.

Dacre Stoker/ Ian Holt, Drácula, el No Muerto
Todo un acontecimiento editorial: la segunda parte de Drácula, firmada por un descendiente directo de Bram Stoker. (Ambas novelas tiene el número uno porque se venden juntas)

2. Stephen King, El misterio de Salem's Lot
Una de las novelas más terroríficas de Stephen King: las fuerzas del mal se desatan en una pequeña ciudad de Nueva Inglaterra

3. John Ajvide Lindqvist, Déjame entrar
Si la película te parece escalofriante, espera a descubrir la novela. Una fábula oscura y audaz, sangrienta pero con momentos tiernos.

4. Whitley Strieber, El Ansia
Miriam posee el don de la eterna juventud y odia la soledad. Por desgracia, ningún ser humano ama para siempre.

5. Kim Newman, El año de Drácula
"Una brillante combinación de sátira política, intriga, horror gótico e historia alternativa". The Independent.

6. Richard Mathenson, Soy leyenda
No hay peor pesadilla que ser el último hombre vivo... y no estar solo. "Uno de los libros que más me han inspirado como escritor". Stephen King

7. Suzy McKee Charnas, El tapiz del vampiro
"Un gran clásico moderno del género". The New York Times.
"Una obra asombrosa y revolucionaria". The Washington Post.

Verdaderamente recomiendo adquirir esta colección no sólo por la acertada elección de títulos (aunque me parece un poco sobrevalorado el último, quizá lo novedoso de su historia radica en que muestra a un vampiro demasiado humano que acude a psicoanalizarse ) sino también por el precio de cada uno: 16.95 euros.

La semana pasada me entregaron el primer pedido que es doble, jejeje, así que he tenido que abandonar momentáneamente la lectura de El niño robado (que me está encantando y yo no tenía ni idea de su existencia y ha sido una verdadera sorpresa), que llegó a mí a través de mi amigo invisible del foro de El Capitán Alatriste y que me fue entregado en mano antes de la cena con Don Arturo Pérez-Reverte, pues he comenzado a devorar, jejeje, Drácula, el No-Muerto.




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Juan José Millás gana el premio Don Quijote de Periodismo


El periodista y novelista Juan José Millás ha sido galardonado hoy con el Premio Don Quijote de Periodismo por un trabajo publicado en la revista Interviú. Un adverbio se le ocurre a cualquiera, [leer el artículo en Interviú.es] es el título del artículo que le mereció el premio, en su VI edición, del que el jurado reconoce "la originalidad, la inteligencia y el humor que el trabajo ganador conjuga, para hacer un homenaje a los hispanohablantes, a la escritura y a las palabras en su totalidad".

El Don Quijote, que distingue al trabajo mejor escrito, está patrocinado por el Gobierno de Castilla-La Mancha y se convoca anualmente conjuntamente con los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España por la Agencia Efe y la Agencia española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Sobre el trabajo premiado, el propio Millás cuenta que siendo niño imaginó que ponía una tienda de palabras, en la que lo más cotizado eran los sustantivos, se regalaban conjunciones para "fidelizar" a la clientela y tenía un apartado de palabras inexistentes.

No puso la tienda, pero acabó viviendo de las palabras, de los artículos de periodismo. "El problema es que se cotizan por igual un sustantivo que un adverbio y un adverbio se le ocurre a cualquiera", sostiene. Juan José Millás nació en Valencia a finales de enero de 1946 y reside en Madrid desde el año 1952.

Ha recibido el Premio Planeta en 2007, por su novela El mundo, que fue asimismo galardonada con el premio Nacional de Narrativa y de la revista Qué leer al mejor libro español del año. Anteriormente, obtuvo el Premio Nadal, en 1990, por La soledad era esto, obra que fue llevada al cine en el año 2002 por el director argentino Sergio Renán.

También recibió el Premio Primavera de novela en 2002 por Dos mujeres en Praga. Fue asimismo galardonado con varios premios de periodismo, entre otros el Mariano de Cavia, en 1998, por un trabajo titulado Lo real , publicado en EL PAÍS; el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, en 2002, por el artículo Errores; y en 2005, el Francisco Cerecedo, que concede la Asociación de Periodistas Europeos.

Su primer premio literario lo recibió en 1974, el Sésamo, por su relato Cerbero son las sombras, escrito en 1972 y publicado en 1975. Millás considera que la novela, el cuento y el periodismo son "territorios que se complementan", por los que él transita "llevando materiales de unos a los otros". El Premio Don Quijote está dotado con 9.000 euros.

EFE
28 de enero de 2010.

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Un adverbio se le ocurre a cualquiera



Hemingway cobraba los artículos por palabras. A tanto el término, lo mismo daba que fueran adjetivos que sustantivos, preposiciones que adverbios, conjunciones que artículos. No recuerdo de dónde saqué esa información, hace mil años (cuando ni siquiera sabía quién era Hemingway), pero me impresionó vivamente. En mi barrio había una tienda de ultramarinos, una mercería, una droguería, una panadería, una lechería… Pero no había ninguna tienda de palabras. ¿Por qué, tratándose de un negocio tan lucrativo, como demostraba el tal Hemingway? Para vender leche o pan, pensaba yo, era preciso depender de otros proveedores a los que lógicamente había que pagar, mientras que las palabras estaban al alcance de todos, en la calle o en el diccionario.

Imaginé entonces que ponía una tienda de palabras a la que la gente del barrio se acercaba después de comprar el pan. Sólo que yo las vendía a precios diferentes. Las más caras eran los sustantivos, porque sustantivo, suponía yo, venía de sustancia. Si la sustancia de una frase dependía de esta parte de la oración, lo lógico era que valiera más. Después del sustantivo venía el verbo y, tras el verbo, el adjetivo. A partir de ahí, los precios estaban tirados. Cuando un cliente, en mis fantasías, compraba tres sustantivos, le reglaba cuatro o cinco conjunciones, para fidelizarlo. Mi padre, que era agente comercial, utilizaba mucho el verbo fidelizar. ¿De dónde, si no, iba a sacar yo esa rareza gramatical? En mi tienda imaginaria había también un apartado de palabras inexistentes, para gente caprichosa o loca. Aún recuerdo algunas: copribato, rebogila, orgáfono, piscoteba, aguhueco, escopeja…

El negocio imaginario iba bien. Todo el mundo necesitaba mis palabras. Al poco de inaugurar la tienda tuve que contratar dos empleados porque no daba abasto. Luego compré el piso de arriba para ampliar el negocio, pues llegó un momento en el que la gente me pedía también frases. Puse en el sótano un taller con cuatro gramáticos que se pasaban el día construyendo oraciones. Las había de muchos precios, claro. Las frases hechas eran las más baratas. Recuerdo, entre las que tuvieron más éxito, en boca cerrada no entran moscas y no rascar bola, pero a mí me gustaban mucho también leerle a alguien la cartilla, ser un hueso duro de roer, chupar cámara, pelillos a la mar, o mi sastre es rico. El precio de las frases aumentaba a medida que resultaban menos comunes, o más raras. Por alguna razón que no llegué a entender, había mucha demanda de frases absurdas. Me duelen los zapatos, por ejemplo, los espejos fabrican harina orgánica, o las cremalleras son menos sentimentales que los botones. Con el tiempo tuve que crear un departamento dedicado de manera exclusiva a la construcción de frases absurdas.

La idea de la tienda de palabras y frases me resultó muy liberadora, pues siempre pensé que ganarse la vida era condenadamente difícil. El mayor miedo de mi infancia era el de acabar en una esquina, vendiendo pañuelos de papel. Un día que mi madre, tras suspirar con expresión de lástima, se preguntó en voz alta qué iba a ser de mí, le dije que no se preocupara, pues había decidido que iba a poner una tienda de palabras. Tras meditar unos instantes, me dijo que eso era un disparate y que debía poner mis energías en cuestiones prácticas. Ahí acabó mi sueño de vender palabras. Luego, de mayor, comprobé que los anuncios por palabras constituían un capítulo muy importante en la cuenta de resultados de los periódicos. Pero no le dije nada a mamá, para que no se sintiera culpable.

De todos modos, acabé viviendo de las palabras. No tengo una tienda abierta al público, tal como soñaba entonces, pero me levanto por las mañanas, las ordeno en un papel, las envío al periódico o a la editorial y me pagan por ellas. A tanto la pieza. Una pieza es un artículo. El término pieza se utiliza también entre los cazadores para denominar a los animales abatidos. La semejanza es correcta, pues escribir un texto se parece mucho a cazarlo. De hecho, con frecuencia se nos escapa. La otra noche, en la cama, con los ojos cerrados, pasó volando por mi bóveda craneal un artículo estupendo. Me levanté, cogí un cuaderno que tengo en la mesilla, apunté con el bolígrafo, pero la pieza había desaparecido. Desde la utilización masiva de los ordenadores, contamos los artículos por palabras. Éste que están ustedes leyendo tendrá unas 4.700. Puedo calcular a cuánto me sale la palabra y decir que cobro en plan Hemingway. Pero me sigue pareciendo mal que me paguen lo mismo por un sustantivo que por un adverbio. Un adverbio se le ocurre a cualquiera.

Juan José Millás
Interviú

29 enero 2010

No es fácil



http://www.youtube.com/watch?v=QOYIKw1NGSw

"Superman (It's no easy)" - Five for Fighting


I can't stand to fly
I'm not that naive
I'm just out to find
The better part of me

I'm more than a bird:I'm more than a plane
More than some pretty face beside a train
It's not easy to be me

Wish that I could cry
Fall upon my knees
Find a way to lie
About a home I'll never see

It may sound absurd:but don't be naive
Even Heroes have the right to bleed
I may be disturbed:but won't you conceed
Even Heroes have the right to dream
It's not easy to be me

Up, up and away:away from me
It's all right:You can all sleep sound tonight
I'm not crazy:or anything:

I can't stand to fly
I'm not that naive
Men weren't meant to ride
With clouds between their knees

I'm only a man in a silly red sheet
Digging for kryptonite on this one way street
Only a man in a funny red sheet
Looking for special things inside of me

It's not easy to be me.

Del álbum "American town" (2000)

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No sé si les haya pasado en alguna ocasión, pero es como si de pronto tal o cual canción que escuchamos, al parecer, por primera vez, te suena conocida, te suena como si la hubieras escuchado en algún otro sitio. A mí me ha pasado varias veces y la más reciente ha sido con este tema que fue escrito ex-profeso para la serie de tv Smallville, esa donde se muestra a un Clark Kent post-adolescente.

El martes pasado, mientras esperaba que se escribiera un nuevo capítulo en la larga historia de esa legendaria estación de radio llamada Rock 101 (y que ahora transmitirá sólo por internet), mientras daban casi las tres de la tarde hora de México, sonaban dos canciones una y otra vez: una de Tracy Chapman y esta de la banda americana Five for Fighting. Y de pronto, me dije: hey, momento, que esto ya lo he escuchado en algún otro lado pero no precisamente en la serie de tv, que Superman nunca ha sido santo de mi devoción ni mucho menos. Acaso, Smallville la he visto haciendo zapping o los últimos minutos de algún capítulo porque me interesaba ver la serie o el programa que ponían a continuación. Así que he estado dándole vueltas a la cabeza pero nada, que no consigo recordar dónde la había escuchado. Me "sonaba" al final de algún capítulo de House, de Anatomía de Grey o hasta de Bones...

En fin, que debido a que no logro sacármela de la cabeza y que su letra tiene una frase que me parece que contiene toda la esencia de la misma: Even Heroes have the right to bleed he decidido colgar uno de los videos donde es interpretada en directo, me parece que durante uno de los conciertos que se hicieron como apoyo a la ciudad de Nueva York tras el 11-S.

28 enero 2010

De los colmillos a las alas

Dibujo de Marcos Balfagón

¿Se ha agotado la sangre? Como si le hubieran clavado una estaca de madera en el corazón, el fenómeno literario y cinematográfico de los vampiros parece que tiene los días contados. Un nuevo ser surge de los despachos de las editoriales: los ángeles. Remite el filón de los chupasangres mientras los editores luchan por repetir el éxito de la escritora estadounidense Stephenie Meyer, de 37 años, con la saga Crepúsculo.

Por lo pronto, dos títulos sobre seres celestiales se abren paso entre las listas de los más vendidos en EE UU. Es el caso de Fallen, de Lauren Kate y, más modestamente, Hush, hush (Silencio, silencio), de Becca Fitzpatric. Al igual que la creadora de Crepúsculo, las dos son escritoras menores de 40 años y estadounidenses.

Hay más similitudes entre el fenómeno de los vampiros y los ángeles. Las nuevas criaturas no son seres inocentes y bondadosos. Se trata de ángeles caídos de alas rotas por haber coqueteado con el mal. "Aparentemente son ángeles normales, pero tienen un lado oscuro. Un poco como los vampiros", explicaba el mes pasado, en el periódico The Independent, Megan Larkin, editora de ficción en Usborne. "Pero en lugar de chupar sangre, los ángeles roban energía y vida a los humanos para sobrevivir".

Con estos ingredientes, Hollywood, siempre atento, ha puesto sus ojos en los ángeles para repetir el fenómeno de los vampiros en la gran pantalla. Disney, en busca de su Crepúsculo, ya ha comprado los derechos de Fallen para llevarla al cine; el actor Will Smith trabaja en una adaptación de Angelology, de la escritora Danielle Trussoni (también estadounidense y menor de 40 años) y en España está a punto de estrenarse Legión, en la que el actor Paul Bettany se convierte en ángel que salva a la humanidad del Apocalipsis.

Aunque, cuidado. No será tan fácil olvidar a los vampiros. Primero, porque aún queda al menos una película por estrenar de la saga Crepúsculo -Eclipse-. Y segundo, porque siempre han estado presentes en la historia de la literatura, el cine y la música. Lo sabe bien Villi Valo, cantante del grupo de rock oscuro HIM, que están a punto de publicar disco nuevo. "Los vampiros siempre vuelven", explica Valo. "Cuando se pase un poco la moda volverán a sus ataúdes y esperarán pacientemente para volver a salir. Reaparecen cada 10 años". Raúl González, editor de Alfaguara, que ha editado en España la saga Crepúsculo, calcula que al fenómeno vampírico le queda por lo menos un año. "Cuando acabó el éxito de Harry Potter todo el mundo se puso a especular qué iba a venir después. Nadie lo tenía claro", explica González. "Hace dos años nadie ofertaba novelas de vampiros y de dos años para acá han salido hasta de debajo de las piedras". Además de los ángeles, hay otras ofertas encima de la mesa: zombies, hombres lobo, espíritus... "Es muy difícil saber a ciencia cierta qué va a venir después de los vampiros. Lo que está claro es que lo siguiente tendrá esa esencia gótica con elementos de triángulo amoroso y un gran componente de aventura y fantasía límite", deduce el editor.

Sí está convencidísima Gema Xiol, editora de Random House Mondadori que publica en España el próximo 12 de marzo Fallen, de Lauren Kate. Traducida aquí como Oscuros tiene todas las piezas de una historia de amor con tintes paranormales o fantásticos. "El éxito que la novela está teniendo en EE UU e Inglaterra avala la teoría de los ángeles", explica Xiol. "Oscuros es la historia de una pareja de ángeles enamorados que sufren una condena divina", continúa. "Durante la guerra en el cielo, Daniel y Lucinda son castigados porque, en lugar de elegir entre el bien y el mal, apuestan por su amor. Por eso Daniel es condenado a hacerse inmortal en la tierra y Lucinda es obligada a reencarnarse en humana una y otra vez sin recordar nada. Ella cada vez que se encuentra con Daniel muere". Un dramón al estilo Romeo y Julieta con tonos entre celestiales y góticos.


Lino Portela
El País
24 de enero de 2010

26 enero 2010

Tim Burton y Cannes

Mr. Burton en el Museo de las Momias de Guanajuato, México




Tim Burton presidirá el jurado del próximo Festival de Cannes


El cineasta estadounidense Tim Burton, autor de cintas fantásticas con tintes góticos y oníricos como Beetlejuice, Batman o Eduardo Manostijeras, será el presidente del jurado del próximo Festival de Cannes, según han anunciado los organizadores. "Después de pasar mi juventud viendo funciones triples y maratones de 48 horas de películas de terror, estoy listo para Cannes", declaró el creador californiano de 51 años en un comunicado.

El artista, que estrena este año la película Alicia en el país de las maravillas, aseguró que "cuando piensas en Cannes piensas en el cine mundial. Y como siempre he vivido las películas como sueños, voy a vivir un sueño hecho realidad", explicó el director de Mars Attacks!.

Se trata de la primera vez que un cineasta que proviene del mundo de la animación preside el jurado de la 63 edición del Festival, recordó el presidente del certamen, Gilles Jacob, quien habló de Burton, que inició su carrera trabajando para la factoría Disney, como de un "prestidigitador con un delirio visual que convierte la pantalla en magia".

Burton, que reemplaza en el cargo a la actriz francesa Isabelle Huppert, agregó que está "muy impaciente" por encontrarse con sus colegas del mundo del cine en Cannes, que celebrará su festival del próximo 12 al 23 de mayo.

El delegado general del Festival, Thierry Frémaux, describió a Burton como un "artista ecléctico, lunático y brillante, un autor popular que ha impuesto su mundo imaginario y un hombre apasionante que conoce bien la historia del cine".

Burton, nominado al Oscar a la mejor película por La Novia Cadáver y al mejor vestuario por Charlie y la fábrica de chocolate, cuenta en su haber con un Globo de Oro a la mejor comedia musical por Sweeney Todd y con una nominación a la Palma de Oro de Cannes, por Ed Wood.


EFE
26 de enero de 2010


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Sip, sus inicios fueron en la casa Disney, pero ahora ya nadie menciona que casi fue despedido cuando presentó el proyecto primigenio de Nightmare Before Christmas, pues los dirigentes de tan edulcorado imperio pensaron que era demasiado tétrico para los niños.

Y si bien su talento siempre ha sido valorado (en mayor o en menor medida), esto de que haya sido elegido como presidente del jurado de la edición de este año del Festival de Cannes suena más a "ponga un friki en su vida para hacerla más interesante y/o divertida".

Lo cierto es, fuera de toda broma, que Mr. Burton ha sabido mantenerse en el perfecto punto medio entre la comercialidad pura y dura y las muestras totales de originalidad de tintes oscuros y fantásticos :)












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25 enero 2010

Larga vida a Scorpions


Scorpions anuncia su retirada

El grupo alemán Scorpions ha anunciado este domingo el final de una carrera que ha durado más de cuatro décadas. "Estamos de acuerdo en que hemos llegado al final del camino", ha explicado en su página web la banda, conocida por éxitos como 'Wind of Change', uno de los himnos de la caída del 'Telón de acero'.

Los componentes de Scorpions anunciaron que se despedirán de sus millones de seguidores con un último álbum, 'Sting In The Tail' ('Aguijón en la cola') que será lanzado en marzo, y con una gira que comenzará en mayo en Alemania y los llevará por todo el mundo a lo largo de "los próximos años".

El guitarrista Rudolf Schenker, que fundó la banda en Hannover en 1965 cuando tenía 17 años (ahora cuenta con 61), el cantante Klaus Meine y sus compañeros de formación se despidieron de sus 'fans' en el comunicado colgado en la Red: "Estamos extraordinariamente agradecidos por poder tener la misma pasión por la música que hemos tenido en todo momento desde que el grupo se originó".


Agencias
Diario El Mundo
25 de enero de 2010


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Ayer escuché esta noticia cuasi fúnebre en el telediario. Scorpions ha sido una banda constante en el soundtrack de mi vida desde que tenía nueve o diez años (y de eso hace bastante tiempo). Desde que descubrí sus álbums Blackout y Love at first sting. Me costaba entender completamente las letras de sus canciones, pero me emocionaba la voz de Klaus y las guitarras poderosas y rítmicas. Aunque he de confesar que me gustan mucho más sus temas con fuerza que sus power balads que se convirtieron en su sello, para bien o para mal.

Larga vida a Scorpions.

23 enero 2010

Una tumba en Dinamarca


Conmemoración del Bicentenario de la Expedición española de D. Pedro Caro y Sureda, Marqués de La Romana, en Dinamarca. (2008)


Desde hace doscientos dos años, en un lugar perdido de la costa danesa frente a la isla de Fionia, donde siempre llueve y hace frío, hay una tumba solitaria. Tiene una cruz y dos sables cruzados sobre una lápida, y está pegada al muro del cementerio de San Canuto, en Fredericia. De vez en cuando aparece encima un ramo de flores; y a veces ese ramo lleva una cinta roja y amarilla. Esto puede llamar, tal vez, la atención de quien pase por allí sin conocer la historia del hombre que yace en esa tumba. Por eso quiero contársela hoy a ustedes.

Se llamaba Antonio Costa, y en 1808 era capitán del 5.º escuadrón del regimiento del Algarbe: uno de los 15.000 soldados de la división del marqués de la Romana enviados a Dinamarca cuando España todavía era aliada de Napoleón. Después del combate de Stralsund, la división había pasado el invierno dispersa por la costa de Jutlandia y las islas del Báltico. Al llegar noticias de la sublevación del 2 de Mayo y el comienzo de la insurrección contra los franceses, jefes y tropa emprendieron una de las más espectaculares evasiones de la Historia. Tras comunicar en secreto con buques ingleses para que los trajesen a España, los regimientos se pusieron en marcha eludiendo la vigilancia de franceses y daneses. Por caminos secundarios, marchando de noche y de isla en isla, acudieron a los puntos de concentración establecidos para el embarque final. Unos lo consiguieron, y otros no. Algunos fueron apresados por el camino. Otros, como los jinetes del regimiento de Almansa, recibieron en Nyborg la orden de sacrificar sus caballos, que no podían llevar consigo; pero se negaron a ello, les quitaron las sillas y los dejaron sueltos: medio millar de animales galopando libres por las playas. En Taasing, viéndose perseguidos por los franceses y cortado el paso por un brazo de mar que los separaba de la isla donde debían embarcar, algunos del regimiento de caballería de Villaviciosa cruzaron a nado, agarrados a las sillas y crines de sus caballos. De ese modo, cada uno como pudo, aquellos soldados perdidos en tierra enemiga fueron llegando a Langeland, y 9.190 hombres –sólo unos pocos menos que los Diez Mil de Jenofonte– alcanzaron los buques ingleses que los condujeron a España; donde, tras un azaroso viaje, se unieron a la lucha contra los gabachos.

Como dije antes, no todos pudieron salvarse: 5.175 de ellos quedaron atrás, en manos de los franceses. Algunos terminarían alistados forzosos en el ejército imperial, en la terrible campaña de Rusia –a ellos dediqué hace diecisiete años la novelita La sombra del águila–. Otros se pudrieron en campos de prisioneros, o quedaron para siempre bajo tres palmos de tierra danesa. El capitán Antonio Costa fue uno de ésos. A causa de la indecisión de sus jefes, el regimiento de caballería del Algarbe perdió un tiempo precioso en emprender su fuga hacia la isla de Fionia, donde debían embarcar. Por fin, cuando Costa, un humilde y duro capitán, tomó el mando por propia iniciativa, desobedeció a sus superiores y se llevó a los soldados con él, ya era demasiado tarde. En la misma playa, casi a punto de conseguirlo, el regimiento fugitivo vio bloqueado el paso por el ejército francés, con los daneses cortando la retirada. Furioso, el mariscal Bernadotte exigió la rendición incondicional, manifestando su intención de fusilar a los oficiales y diezmar a la tropa. Entonces el capitán Costa avanzó a caballo hasta los franceses y se declaró único responsable de todo, pidiendo respeto para sus soldados. Luego, no queriendo entregar la espada ni dar lugar a sospechas de que había engañado o vendido al regimiento llevándolo a una trampa, se volvió hacia sus hombres, gritó «¡Recuerdos a España de Antonio Costa!» y se pegó un tiro en la cabeza.

Así que ya lo saben. Ésta es la historia de esa lápida pegada al muro del cementerio de San Canuto, en Fredericia, Dinamarca. La tumba solitaria de uno que quiso volver y pelear por su patria y su gente. Reconozco que eso no suena políticamente correcto, claro: pelear. Esa palabra chirría. Tan fascista. Nuestra ministra de Defensa habría criticado, supongo, la intransigencia dialogante del tal Costa –maneras autoritarias y poco buen rollito, misión que no era estrictamente de paz, gatillo fácil–; y monseñor Rouco, nuestro simpático pastor de ovejas, su falta de respeto a la vida humana, empezando por la propia, incluido un serio debate sobre si, como suicida, tenía derecho a yacer en tierra consagrada, o no lo tenía –igual hasta era partidario del aborto, el malandrín–. Lo mío es más simple: el capitán Costa me cae de puta madre. Su tumba solitaria me suscita un puntito de ternura melancólica. Ese cementerio lejano, frente a un mar gris y extranjero. Por eso hoy les cuento su vieja, olvidada historia. Por si alguna vez se dejan caer por allí, o están de paso por las islas del Norte y les apetece echar un vistazo. A lo mejor hasta tienen unas flores a mano.


Arturo Pérez-Reverte
XL Semanal
17 de enero de 2010
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Un poco de Historia. En virtud de los acuerdos suscritos en el Tratado de San Ildefonso (27 de junio de 1796), el emperador de los franceses pidió a Carlos IV el envío de un cuerpo expedicionario del ejército con el objetivo de guarnecer las costas de mar Báltico y aumentar el bloqueo al que quería someter a Gran Bretaña. Estas tropas debían aguardar la invasión de Suecia, que nunca se llevó a cabo. Enterados, aunque con dificultad por la intercepción de la corresponcia por parte de los franceses, de los sucesos del Dos de Mayo de 1808 en Madrid, y de las proclamas de las Juntas de Asturias, Galicia y Andalucía, la mayor parte de aquellos españoles lograría escapar ayudados por la Marina Inglesa. El 5 de septiembre, los 9.000 españoles fueron embarcados en 37 buques enviados por Gran Bretaña, y zarparon con destino a A Coruña; no obstante, debido al mal tiempo, arribaron a Santoña y Santander, el 8 de octubre, incorporándose en la Guerra de la Independencia (1808 – 1814).

Su estancia y convivencia en las tierras danesas ha sido recogida por la literatura popular y es muy recordada allí; además produjeron una gran impresión en sus habitantes que aprendieron y adoptaron costumbres españolas.


(Asociación Histórico-Cultural Teodoro Reding.
23 de diciembre de 2008)

21 enero 2010

Cuando vayas a Madrid... (2a parte)



http://www.youtube.com/watch?v=o3ZB9ZiTDBI

"No queda sino batirnos" - Mago de Oz (con imágenes de la película "Alatriste", gracias Juanrahig)


Hay miedos que se acurrucan
entre uno y otro escalón
de la escalera que sube
de tus sueños hacia el sol

Y te acechan y no dejan
que tú elijas tu lugar
no queda sino batirnos
no queda sino luchar

Hay dudas que nos mutilan
hay deudas del corazón
hay días que nos estorban
hay “dioses” que van de dios

Pero hay voces que no callan
si las sabes escuchar
son los gritos de tu gente
que te animan a luchar

Y verás que en la vida hay que sufrir
y verás que en la vida hay que luchar
y al final si eres fuerte ganarás
no queda sino batirnos
no queda sino luchar

Ten cerca siempre a un amigo
y al enemigo a tu par
para aprender como piensa
y cuando actúe reaccionar

Las traiciones que bien matan
son las hechas con amor
y no hay estocada más grande
que el acero de una voz

Y verás que en la vida hay que sufrir
y verás que en la vida hay que luchar
y al final si eres fuerte ganarás
no queda sino batirnos
no queda sino luchar

Y el sudor de tu frente saciará
tu sed de tener sueños y vivir
y la vida será tu mayor rival
no queda sino batirnos
no queda sino luchar

Hay miedos que se acurrucan
si les cobija tu voz

Del álbum "La ciudad de los árboles" (2007)

*******

Dejé atrás la Puerta del Sol y en teoría, repito, en teoría, jejeje, debía encaminarme hacia la Plaza Mayor y bajar por la calle Toledo. Pero casi sin pensar giré hacia la izquierda y terminé en la calle de las Huertas. Aquello cada vez estaba más solo a pesar de que los restaurantes y pequeños comercios aún estuviesen abiertos. Y yo consultaba el mapa con cierta preocupación, debajo de alguna farola o acercándome a algún escaparate. Insisto: no quería parecer una turista total. Pero el mapa que había comprado era turístico y la calle donde se ubica la Taberna del Capitán Alatriste es pequeña y no aparecía por ningún lado. Menos mal que desde casa, había consultado el Callejero de Madrid y había ubicado entre qué calles se encontraba la de Grafal.

Me armé de valor y desde lejos ubiqué a un hombre un poco mayor que se buscaba la llaves para entrar en un edificio. Firme pero delicadamente le pregunté por la calle Grafal o en su defecto Cava Baja (que también podía llevarme a la Taberna). Menos mal que el hombre no se sorprendió ni me hizo mala cara, al contrario. Así que me recomendó regresar sobre mis propios pasos y llegar a la Plaza Mayor, tomar la calle Toledo y bajar por ella. Eso intenté y caminé por la calle de Atocha pero mirando el mapa decidí bajar por Concepción Jerónima. Joer, seguía rodeando y sin aclararme :P Así que de nuevo me armé de valor y le pregunté a un barrendero delante de la plaza Tirso de Molina. No me entendió cuando le pregunté por Grafal, así que de pronto recordé que en el mapa había visto que la Catedral de San Isidro estaba a una calle de distancia de mis cálculos donde debía estar la Taberna. Al mismo tiempo los dos miramos hacia mi derecha y distinguí el campanario de la iglesia. Agradecí la atención de un barrendero amable pero un poco sorprendido, jejeje y caminé calle arriba por Colegiata. Y voilá, al cruzar Toledo, la siguiente esquina era Grafal. Puffh, qué alivio. Había llegado con un poco de retraso pero al fin ya estaba ahí. Desde lejos distinguí a un grupo de gente que charlaban animosamente, me imaginé que serían mis compañeros de cena y del foro El Capitán Alatriste :)

Presentaciones, sonrisas, nervios, abrazos, qué gustazo poner cara y nombre a esos 19 nicks (más otros tantos de los que acudirían a la cena alternativa en una pizzería cercana) con los que he charlado no sólo sobre el maese Pérez-Reverte sino también de temas de actualidad, pasiones, gustos y también nos hemos enfrascados en algunas discusiones, jejeje. Después, comprobé lo tremenda que puede llegar a ser la impresión que te provoca sólo entrar a la Taberna principalmente: una de las paredes muestra un mural de tamaño natural con una reproducción fiel del cuadro de Velásquez La rendición de Breda y como detalle "curioso": la inclusión, en el extremo derecho, de un Capitán Alatriste tal como lo representó Viggo Mortensen en la peli de Alatriste :)

Más charlas con mi compañeros foreros, más nervios y un calor tremendo. A quitarse chaquetas, abrigos, gabardinas, suéteres, bufandas :P Los foreros de Madrid nos habían advertido a los fóraneos que fuésemos bien abrigados, no en balde una semana atrás había nevado en pleno Madrid. Y aunque la temperatura marcaba nueve grados cuando llegué, les aseguro que no se sentía tanto frío. Será que me he acostumbrado al frío húmedo de Valencia que cuando se te mete hasta los huesos no hay poder humano ni sobrehumano que te lo quite, jejeje. Y bien que mal, el frío de Madrid es seco, como el del DF, y basta con que te abrigues medianamente para combatirlo.

Uno de los principales moderadores del foro (y viejo conocido de estas lides con el maese Pérez-Reverte, pues esta es la tercera vez que tiene la amabilidad de cenar con 20 foreros) nos indicó que pasáramos a la Sala de las Espadas donde cenaríamos con don Arturo. Bajamos unas escaleras y la sala se mostró en todo su esplendor con aquellos ladrillos y abovedados que don Arturo comentó que databan del rescate de la vieja muralla romana. Detrás de uno de los extremos de la mesa, pendían varias espadas y floretes (don Arturo también nos comentaría que el decorador de la peli Alatriste había ambientado el restaurante).

Nos fuimos sentando según nos apetecía no sin antes dejar una silla en la zona media de la mesa para que la ocupara Don Arturo. Por casualidades de la vida (juro que no lo planée y que tampoco fui consciente) me senté a tres personas de distancia de donde se sentaría Don Arturo y no fui consciente de ello hasta que justo a las nueve de la noche, apareció el padre del Capitán Alatriste con una sonrisa de oreja a oreja. Íbamos a levantarnos todos de nuestros asientos, casi como un acto reflejo de respeto, pero él mismo pidío que no lo hiciéramos y sonriente fue a ocupar su silla.

Resulta casi imposible resumir en un breve espacio las cuatro horas de cena exquisita, de charla, de ambiente relajado (a pesar de los nervios primeros) y de pequeñas grandes enseñanzas que vivimos gracias a la gentileza de Arturo Pérez-Reverte. Todos escuchábamos atentos y en alguna ocasión hicimos comentarios breves y algunos más preguntas sobre tal o cual novela o sobre sus experiencias como reportero que no periodista como él mismo diferenció y remarcó. Tuvimos el privilegio de conocer los entresijos de la próxima novela de don Arturo cuyo título es El Asedio y que se publicará el próximo 3 de marzo: desde la historia que contendrá 700 páginas ubicada durante la invasión napoléonica de la ciudad de Cádiz, hasta el diseño de la portada pues Don Arturo se involucra hasta en el último detalle.

Lo cierto es que esas cuatro horas donde compartimos una exquisita y abundante cena (parecía que los camareros se ofendían si no dejábamos los platos limpios, jejeje), de genial charla llena de detalles, de declaraciones sin duda asombrosas como el hecho de que para Don Arturo el DF es como la peli Blade Runner porque es la ciudad del futuro con todo lo bueno y lo malo, con tanta vida y tanta muerte, con tanta violencia y tanta belleza al mismo tiempo (y de descubrir por él mismo que en alguna ocasión fue a un cabaret de ficheras cercano a Garibaldi acompañado por el escritor Xavier Velasco, jejeje), de revelarnos que su primer amor fue Milady Winter y de que la mujer, como tal, es la protagonista del siglo XXI, fue todo un privilegio, tomando en cuenta que Don Arturo tiene fama de arisco y hosco. Pero en las distancias cortas, es todo un caballero y muy simpático.

La crónica completa se puede leer aquí: Arturo y el foro: nuevo encuentro


Continuará

20 enero 2010

Cuando vayas a Madrid...

Fuente de Cibeles con el Palacio de Comunicaciones detrás.


" Ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo, la Puerta de Alcalá..."


El Instituto Cervantes


El Banco de España



Había estado un par de ocasiones más. En la primera, todo lo que pude observar fue a través de la ventanilla del coche, el paseo más rápido que he dado en una ciudad. La segunda, sólo fue para hacer un alto en mi ruta hacia una vida verdaderamente nueva y llena de incógnitas, jejeje.

La tarde del sábado pasado la dediqué a recorrer la Gran Vía de Madrid. No tomé fotos por temor a parecer una turista en modo nipón-on, hahaha. Además, fui testigo de un operativo de la Policía Municipal de Madrid que en plena Gran Vía detuvo un auto ciertamente sospechoso, mientras ocupaba todo un carril con tres coches de policía. Los municipales abrieron el maletero, pidieron papeles y en el interior del coche había cuatro hombres con pinta de árabes. Aquello iba para largo y yo preferí seguir mi recorrido y tratando de abrirme paso entre los cientos de paseantes que abarrotaban todo tipo de comercios. Mucho se habla de la crisis, pero ahora en época de rebajas, las calles están llenas.

Personajes variopintos, contenedores de basura demasiado pequeños para lo cantidad de desechos. Kioscos de prensa que lo mismo venden bebidas, que postales typical-spanish con escenas taurinas, flamencas y monumentos madrileños. Escasas casetas telefónicas públicas, la mayoría de los cruces para peatones señalizados con pequeñas líneas horizontales en lugar de las típicas "cebras" de alargadas líneas verticales. De un lado el McDonald's, en la acera de enfrente un Burguer King y un poco más allá un Starbucks. La Plaza de Callao aún adornada con un enorme árbol de Navidad mientras del lado opuesto un enorme cartel de la nueva versión de Sherlock Holmes by Mr. Guy Ritchie invitaba a darse una vuelta por el cine... Tiendas, tiendas y más tiendas.

Casi recorrí por completo la calle de Fuencarral donde se ubica el hostal donde me alojé. La mayor parte ha sido convertida en peatonal, dicen que desde hace poco tiempo. Me encontré con la típica tienda de chinos con sus baratijas a veces tan útiles (ahí encontré un hilo que me hacía mucha falta) pero que también tenía la zona de abarrotes, hahaha, inclusive vendían pan recién hecho del día. Casi todas las cortinas de los comercios cerrados, saturadas de graffitis. Construcciones cuyas fachadas no han sido reformadas, así que al observar sus escaparates te remontas a los años '20 o '30. Gente por doquier, sobre todo jóvenes a la caza de ofertas. Pronto me di cuenta de que el delirio por las compras no es exclusividad de las mujeres: algunos chicos (hetero) casi gritaron de felicidad al encontrar tales o cuales zapatillas, jejeje.

Casi frente a la ventana de mi balcón (que daba hacia la calle) estaba una chica que tocaba el violín pero con pinta de "okupa" con rastas y todo. Interpretaba temas que lo mismo podían pasar cíngaros, jejeje, que algo mucho más clásico. No hace falta decir el gran contraste entre su pinta y lo que hacía surgir de su violín.

A las ocho de la tarde salí rumbo al restaurante, donde otros 19 comensales compartiríamos mesa y mantel con el creador de el Capitán Alatriste ;-) (aquí y aquí videos). Podría haber tomado el metro, pues a media calle del hostal se encuentra la estación de la Gran Vía, pero preferí caminar tratando de guiarme con un mapa. A fin de cuentas, quería conocer y tampoco el restaurante estaba tan lejos.

Crucé la Gran Vía y tomé la calle de la Montera famosa por sus chicas, hahahaha. A esas horas, había muchísima gente y las lumis estaban en cada portal o entre tienda y tienda. Yo no sé cómo es que los hombres que las buscan, no les dá vergüenza hacerlo delante de las familias y de los niños :P Había varios hombres-anuncio, esos que se ponen un cartel delante y detrás, jejeje, donde anunciaban un local de tatuajes con la tremenda oferta: por un tatuaje que te hicieras te regalaban un piercing O_O

Camino hacia abajo me encontré con la Puerta del Sol (el kilómetro cero de todas las carreteras españolas) abarrotada de gente, de grupos de chicos, de usuarios del metro. Me detuve un breve momento para admirar el famoso reloj de la Casa de Correos que da las doce campanadas cada Nochevieja. No, no estaba iluminado, pero no me importó. A mi izquierda estaba el edificio que alberga el viejo y clásico anuncio del jerez Tío Pepe luminoso y enorme. A mi derecha, frente a la Casa de Correos, la estatua del Oso y el Madroño (símbolo de Madrid) y más allá la estatua ecuestre de Carlos III. Lo siento, tampoco hice fotos: era ya de noche y yendo sola, me dio un poco de temor que me arrebataran la cámara :P


Continuará

16 enero 2010

"Escribo sobre héroes en ciudades en llamas"


El escritor español vuelve al ruedo con Ojos azules (Seix Barral), un pequeño relato genial sobre la célebre y sangrienta noche en la que los soldados de Hernán Cortés huyeron con el oro azteca de Tenochtitlán. El narrador se inspiró en un mural de Diego Rivera para retratar el mestizaje, en un cuento seco, duro y cinematográfico: "Yo quería que el lector viviera esa noche y sufriera ese miedo", dice

Estamos en la medianoche del 30 de junio de 1520 y Hernán Cortés da la orden de marchar en silencio absoluto. Llueve sobre Tenochtitlán y los soldados españoles, cargados de oro, avanzan ensimismados sabiendo que de un momento a otro los guerreros aztecas se darán cuenta de que huyen de la ciudad después de realizar robo, engaños y masacres. Una anciana mexica que toma agua de un cántaro avisa en la noche y entonces comienza a sonar el tambor de piel del templo de Huitzilopochtli, y miles y miles de guerreros llegan a bordo de canoas y atacan con cuchillos, mazas planas, dardos y flechas. Comienza la llamada "Noche Triste", que el último soldado de la retaguardia española narrará mientras piensa en la india que dejó embarazada y mientras avanza con su bolsa de oro hacia la muerte. Hablamos de Ojos Azules , el libro de Arturo Pérez-Reverte que llega a la Argentina en pocos días, una miniatura genial que narra de un modo sintético y hondo el drama de ese tiempo, el choque de dos civilizaciones y el nacimiento de un mundo.

Vale la pena pasarse un día entero en el Zócalo. Es una experiencia única y apabullante. La legendaria plaza central de la capital de México sigue siendo un mercado bullicioso, intenso y musical. Durante años se creyó que la catedral estaba construida sobre el Templo Mayor de los aztecas, y nadie se atrevía a escarbar los cimientos de ese edificio precario que huele a incienso. Los españoles, en aquellos tiempos impiadosos, arrasaban con los templos de los infieles y colocaban encima de ellos sus iglesias. Pero en 1978 un grupo de trabajadores de la compañía de luz que estaban excavando en las cercanías, en el noroeste de la gran plaza, se topó con el primer indicio: una piedra circular con relieves. La piedra de la diosa Luna. El Templo Mayor, prácticamente intacto, con sus distintas épocas, surgió a la luz del día en poco tiempo, y en 1987 se construyó un museo que permite palpar las entrañas de ese lugar sagrado y reconstruir la historia de un cruel y riquísimo imperio, que estaba consagrado por igual al progreso y a los sacrificios humanos.

Cuando uno emerge de ese mundo, vuelve al Zócalo y no puede dejar de pensar en el mercado central de Tenochtitlán, y en las vueltas de la historia y en cómo el pasado y el presente, el mito y la realidad se combinan y trenzan: hace unos años hallaron una gran piedra donde se contaba la historia de Tláloc, el dios de la lluvia, y decidieron trasladarla en camión al modernísimo Museo de Antropología. Una furiosa tormenta azotó el DF: Tláloc estaba ofendido y nadie se asombró demasiado.

Luego, si queda un poco de tiempo todavía y está abierto al público, uno camina hasta el Palacio Nacional, sede del gobierno mexicano, sube las escaleras y se encuentra con el gran mural de Diego Rivera. Es una obra faraónica y sensacional que pretende y logra narrar a lo largo de metros y metros de pared la historia total de México. Hace ya muchos años, Pérez-Reverte caminaba por esos pasillos mirando detenidamente los detalles. De pronto se topó con una mujer mexicana que llevaba un niño atado a sus espaldas. El niño tenía los ojos azules. "...Esa era la manera que había encontrado Rivera para hablar del mestizaje -cuenta ahora, desde su casa de La Navata, el padre del capitán Alatriste y el autor de El pintor de batallas -. Luego me quedó en la cabeza la idea: qué bueno sería poder resumir en cuatro folios, como Rivera lo había hecho en pocos trazos, el nacimiento de un mundo. Voy a intentarlo." Arturo llegó a España y se consagró durante cuatro o cinco semanas a escribirlo.

-Se han hecho novelas muy importantes, pero en realidad nunca he leído lo que para mí fue la Conquista de América. Tenemos dos ideas. Una es la local: los españoles vinieron a violar a las indias y a llevarse el oro. Otra es la española: no, fuimos a fundar una civilización, a llevar el progreso y el mundo católico. Dos grandes camelos. Sobre todo para alguien como yo, que me he pasado la vida entre soldados. Es una cosa muy sencilla, mira: el español va a América a buscar el oro, a dar el pelotazo. Harto de ser esclavo aquí de reyes y de curas y de gentuza poderosa, viaja a América como el inmigrante: "Reviento o me hago rico". Y en efecto, la mayoría reventó. Pero Bernal Díaz del Castillo, uno de los grandes escritores de todos los tiempos en lengua castellana, lo cuenta muy bien. Cuenta la historia de esos soldados anónimos. No había grandes ideas en esos soldados españoles. Sólo ver si podían hacerse ricos, regresar a casa y no tener que trabajar en su puta vida. Esas bestias valerosas y extraordinarias hicieron, sin proponérselo, algo que cambió la historia del mundo: crearon una nueva raza, producto del mestizaje y del coraje que tenían. Entonces yo pretendía contar, de una forma breve y concisa, sin entrar en jaleos, cómo del coraje y de la ambición de un grupo de hombres sale un mundo nuevo. Con lo bueno y con lo malo.

-Y entonces recordaste la "Noche Triste".

-Claro, esa salida de Tenochtitlán a cualquier escritor lo pone cachondo. Es un material magnífico. Pero yo quería algo corto, de un solo trazo, que pudiera explicar la palabra "mestizaje". Narrar, sin patrioterismos, cómo un español deja a una india preñada y la va recordando mientras huye con el oro, sin la lucidez pero con la intuición de que deja atrás algo que no es banal. Que deja a su espalda algo nuevo: empieza la América latina. Esos animales magníficos capaces de atrocidades y de sembrar el terror no sabían que estaban fundando algo.

Después de luchar treinta días con ese relato breve, que se lee entre la estación Victoria y la terminal de Retiro, que se devora en veinte minutos pero que no se olvida fácilmente, Arturo lo guardó en un cajón. Y no volvió a fijarse en él hasta que el poeta y ensayista Pere Gimferrer, compañero de Pérez-Reverte en la Real Academia Española, le habló de aquel texto, que alguien había hecho girar por Internet. Le contó que le parecía extraordinario y que quería incluirlo en una colección de exquisiteces que supervisaba en Seix Barral. La colección se llama Únicos y hay narraciones pequeñas pero memorables de Paul Bowles, Don DeLillo y Patrick Süskind.

Arturo, que pertenece históricamente al equipo de Alfaguara, se encogió de hombros y le dijo: "Publícalo si quieres". Seix Barral es de Planeta. "Pero es una cosa especial y me la pidió un amigo, que además me honró con ese pedido, ¿entiendes?".

Arturo está escribiendo una novela de ochocientas páginas y está acostumbrado al éxito y al prestigio. Pero igualmente se siente orgulloso de Ojos azules . "¿Sabes algo? -me dice-. Yo quería contarlo cortito. Hay muchas novelas sobre el tema, y muy buenas. Pero yo quería hacerlo de una manera brutal, sin adornos, con un lenguaje que no fuera ni siquiera arcaico a la manera de Alatriste. Que fuera directo, corto y seco. Tan duro como la historia. No me salió de golpe. Me llevó mucho tiempo. Las cosas que parece que salen de golpe son las que más trabajo dan. Tardé un mes, puliendo y sacando, dejando el esqueleto. Cualquier reflexión complementaria, cualquier personaje secundario, cualquier incursión lateral, cualquier diálogo de sobra hubiera arruinado ese efecto final de escopetazo o de estocada. Yo quería que el lector viviera esa noche, tuviera ese miedo, se mojara y corriera. Y que se enfrentara con ese final atroz. Necesitaba una economía de medios. Y eso da mucho trabajo."

-Sé que no simpatizás con Ernest Hemingway. Pero tengo que citarlo porque la teoría del iceberg revela tu procedimiento. Lo que contás en Ojos azules explica la vida entera de un hombre, la cronología de esa noche trágica y famosa, y toda la historia de la Conquista y el mestizaje.

-Gracias. Es lo que quería. Pero ojo, que Hemingway como escritor me parece muy interesante. Lo que no me gusta es su fanfarronería y su ostentación del valor y la testosterona. Ahora su estilo, la capacidad de dialogar y sintetizar me gustan mucho. Pero es cierto. Ojos azules es una narración tipo iceberg. Cada línea tenía que sugerir algo muy grande que estaba oculto debajo. El desafío era mostrar sólo la puntita. Bernal Díaz del Castillo ya escribió ese libro de historia que es en realidad una gran novela. ¿Cómo escribir después de ese libro? Pues yo encontré esta manera.

-Una vez más un libro tuyo surge de una obra de arte. Y específicamente, de una línea secundaria de una pintura.

-Sí. Yo tengo una forma de mirar el arte. Lo que realmente me importa de los cuadros son los segundos planos. Toda mi vida me han fascinado los rincones, los personajes secundarios, los misterios en las esquinas. Eso me pasó también con el mural de Rivera. Soy de los que piensan que en los westerns de John Ford las cosas las explican mejor los sargentos que el protagonista. Los personajes y planos secundarios en los cuadros, en los libros, en las películas e incluso en la vida real explican mejor la realidad que las figuras centrales. Por eso en La Reina del Sur , por ejemplo, son tan importantes los personajes secundarios que andan alrededor de la protagonista. Y por eso, Cortés pasa. No interesa tanto. Ya fue contado, ya lo conocemos a Cortés. Interesa más el anónimo que va detrás corriendo, el que se queda, el último de la retaguardia. Toda mi obra es así. Los personajes de infantería llevan el peso de la trama en mis relatos y novelas.

-Que son una mezcla de mercenarios honestos con testigos directos y desesperados. Tipos que, en muchos casos, no saben muy bien por qué están ahí, en medio de las batallas. ¿Por qué van esos héroes a la guerra?

-¿Pero por qué Jenofonte va a Persia? Va porque el hombre se mueve por dinero o por afán de aventuras. O por las dos cosas. Basta leer Moby Dick . Dinero, afán de aventuras, valor y ya está. Ya tienes al hombre que echa a andar, que toma una coraza, una espada o un arpón y va a cazar la ballena y se va a matar a persas o troyanos. ...sa es la historia de la Humanidad: ambición más aventura más valor. Claro, el que no tiene coraje se queda toda la vida labrando la tierra como esclavo del amo. Es el otro el que se arriesga y el que muere. Y cuando no muere, a lo mejor, a veces, consigue el premio, o no. Pero por lo menos se mueve. Siempre he simpatizado con los hombres que ponen un pie delante del otro y avanzan. Nunca me han gustado los moluscos quietos en la concha. Tengo más simpatía por el pez que corre la aventura con la piel desnuda. Siempre he querido mucho más al que se arriesga, al que conoce mundos, se mueve y al final muere, pero cuando ha vivido. El molusco, en cambio, pasa toda su vida encerrado hasta el final.

-¿Cómo nació tu amor por los personajes secundarios?

-El libro que más me dejó de pequeño fue la Eneida . Allí descubrí que Eneas, un personaje secundario de la Ilíada , que yo había leído, era luego protagonista. Eneas estaba desesperado y decide morir matando. Y ese héroe en esa ciudad en llamas siempre me ha fascinado. Desde niño. Casi todos mis héroes son hombres a la ida, durante o a la vuelta de ese recorrido peligroso en el transcurso del cual el hombre se transforma. Ningún hombre lo es hasta que no tiene una Troya ardiendo a sus espaldas. El hombre o la mujer que han ido a Troya son diferentes. Y no hablo de ir a la guerra. Troya puede estar en un amor, en una aventura personal, en el trabajo, en una enfermedad, en los libros, en la lucidez.

-¿Qué pasó cuando bajaste al Templo Mayor? Porque cuando yo bajé y subí al Zócalo, sentí algo inenarrable.

-La ventaja que tenemos los que hemos leído y poseemos imaginación es que amueblamos el mundo con los libros. Vas a Roma, pero ves el Coliseo y estás viendo y oyendo a la gente del pasado. Tú vas al mar y ves a los marinos de Conrad navegando. Y claro, cuando llegué al Templo Mayor, veía a esos estupendos animales, brutales y al mismo tiempo admirables, con sus hierros y espadas degollando indios y buscando oro. Y yo los estaba viendo y me decía: ¡Hasta aquí llegaron esos cabrones! Cargando sus hierros desde Veracruz, buscando El Dorado. ¡Hasta aquí llegaron! No puedo despreciarlos, ¿sabes? No los admiro desde un punto de vista moral. Pero los admiro en otro sentido: hicieron una hazaña increíble. Qué cojones. Lo que habrían hecho esas gentes si hubieran tenido buenos reyes y gobernantes, si hubieran podido vivir honradamente en su patria, qué distintos habrían sido España y el mundo. Lo diferente que hubiera sido todo, ¿no? En eso pensaba.

-Siempre tenés una visión políticamente incorrecta. ¿Ojos azules convalida o refuta alguna teoría sobre la Conquista?

-Vamos a ver. España destrozó esa cultura, la azteca. La arrasó. Y si no mataron a todos los indios fue porque los necesitaban como esclavos en las minas o como criados en las casas. Pero no se puede reducir la Conquista a eso. La Conquista es todo un movimiento cultural porque los españoles luchan incluso junto a los tlaxcaltecas, que les son fieles aun en la derrota. Es un mundo indio que acepta la modernidad europea contra otro mundo indio que no la acepta. Es el futuro que viene, una lengua que cambia todo, doscientos años de autogobierno. Es algo mucho más complejo que esas visiones limitadas. La Conquista de América para mí no es una hazaña patriótica española ni una canallada contra los derechos del hombre. Me niego a aplicarle un criterio moral del siglo XXI al siglo XVI. Eso es una gilipollez que se hace mucho hoy en día. Hay cosas que antes eran normales: la esclavitud, la Inquisición, el sometimiento de la mujer. Era un mundo diferente. Es como pretender aplicarle retroactivamente nuestras leyes al siglo XVI. Algo injusto y absurdo. Y esa lectura falsa de la historia lleva a la estupidez de pretender que Aníbal y Julio César y Hernán Cortés y los piratas del Caribe actuaran según la ética de la Unesco. Me niego por completo. Era un mundo de barbarie, hostil y sangriento, pero no puedo condenar moralmente yo a esa gente desde mi cómoda situación de hombre con Internet del siglo XXI. Que se vayan a tomar por culo los que pretenden eso.

Tengo en mi mano un ejemplar de Ojos azules . En su edición española de tapa dura, es un objeto diminuto y azulado. Tiene ilustraciones de Sergio Sandoval, un dibujante de Barcelona que trabajó para El laberinto del fauno y Hellboy . Veo sus imágenes. Los soldados que se abalanzan sobre el oro. Cortés a caballo con la espada en la mano derecha. Los mexicas que caen sobre el protagonista en la retaguardia. La india sensual que reposa junto al amante. Y luego recuerdo a ese niño de ojos azules que pintó Rivera hace tantos años. Y siento de pronto el bullicio. Bulle el Zócalo, resuenan los tambores de Tenochtitlán.


Suplemento Cultural de Clave 88
8 de marzo de 2009

(Originalmente publicado por Jorge Fernández Díaz en La Nación, adnCultura
Buenos Aires, Argentina
7 de marzo de 2009)

Ojos azules

Detalle de uno de los murales de Diego Rivera en el Palacio Naconal de la Ciudad de México.

Llovía a cántaros. Llovía, pensó, como si el dios Tlaloc o la puta que lo parió hubieran roto las compuertas del cielo. Llovía mientras resonaban afuera los tambores, y los capitanes iban llegando cubiertos de hierro, sombríos, con las gotas de agua corriéndoles por los morriones y la cara y las cicatrices y las barbas. Llovía sobre Tenochtitlán, cubriendo la capital azteca de una noche húmeda; lágrimas siniestras que repiqueteaban en los charcos del patio del templo mayor, y disolvían en regueros pardos las manchas de sangre de la última matanza, la de centenares de indios mexicanos, cuando en plena fiesta el capitán Alvarado mandó cerrar las puertas y los hizo degollar, ris, ras, visto y no visto, hombres, mujeres y niños, por aquello de que al que madruga Dios lo ayuda, y más vale adelantarse que llegar tarde. Los he cogido en el introito, dijo luego Alvarado, cuando Cortés fue a echarle la bronca. Se me fue la mano, jefe, se disculpaba, huraño. Pero por lo bajini se reía, el animal. Los he cogido en el introito.

Bum, bum, bum, bum. Apoyado en el portón, bajo la lluvia, el soldado de ojos azules reprimió un escalofrío mientras se ajustaba el peto y ceñía la espada. A su alrededor los compañeros se miraban unos a otros, inquietos. Al otro lado de los muros del palacio, afuera, los tambores llevaban sonando una eternidad. Bum, bum, bum, bum. Había toneladas de oro, pero ahora Moctezuma estaba muerto y se acababan las provisiones y todo se había ido al carajo. Bum, bum, bum, bum. También había miles y miles de mexicanos en la ciudad, alrededor, cubriendo las terrazas, llenando las piraguas de guerra en los canales y la calzada entre los puentes cortados. Mexicanos sedientos de venganza. Bum, bum, bum. Así todo el día y toda la noche, mientras en lo alto de los templos los sacerdotes alzaban los brazos al cielo y preparaban los sacrificios. Bum, bum, bum, bum. Aquello sonaba adentro, precisamente en el corazón, que los más cenizos ya imaginaban fuera del cuerpo, ensangrentado, abierto el pecho por el cuchillo de obsidiana. Bum, bum, bum. Menudo plan, pensó el soldado mirando las caras mortalmente pálidas de los otros. Venir desde Cáceres y Tordesillas y Luarca y Sangonera, que están lejos de cojones, para terminar abierto como un gorrino, con las asaduras hechas brochetas en lo alto de un templo, aquí donde Cristo dio las tres voces. Bum, bum, bum. Y además, de tanto oírlos, aquellos tambores habían adquirido un lenguaje propio. Si uno prestaba atención podía oír que decían: Teules malditos, perros, vais a morir todos hasta el último, y pagaréis el deshonor de nuestros ídolos, y vuestra sangre correrá por las aras y los escalones de los templos. Bum, bum, bum. Eso decían aquella noche, pensó estremeciéndose, los jodidos tambores de Tenochtitlán.

Cortés, con cara de funeral, no se había ido por las ramas: tenían que romper el cerco. Dicho en claro, eso significaba Santiago y Cierra España, todos corriendo a Veracruz, y maricón el último. De modo que cargaron en caballos cojos y en ochenta indios aliados tlaxcaltecas la parte del oro que correspondía al rey, y luego dijo Cortés aquello de ahí queda el oro sobrante, más del que podemos salvar, y el que quiera que se sirva antes de darlo a los perros. De modo que los soldados de Pánfilo de Narváez, que habían llegado los últimos, se atiborraron de botín dentro del jubón y del peto, y bolsas atadas a la espalda, y anillos en cada dedo. Pero los veteranos que habían estado en Ceriñola y en sitios de Flandes e Italia y llevaban con Cortés desde el principio, y nunca se las habían visto como en el matadero de México, procuraban ir sueltos de cuerpo, sin mucho peso. Si acaso, como Bernal Díaz y algún otro, se embolsaron alguna joya pequeña, algún anillo de oro. Cosas que no les impidieran correr en una huida que iba a ser, eso lo sabían todos, de piernas para qué os quiero. Que no era bueno, como decía la mala bestia del capitán Alvarado, pasearse con los bolsillos llenos en noches toledanas como aquélla.

Bum, bum, bum. Seguía lloviendo cuando abrieron las puertas y empezaron a salir en la oscuridad. Sandoval y Ordás en la vanguardia, con ciento cincuenta españoles y cuatrocientos tlaxcaltecas, con maderos para reparar los puentes cortados. En el centro, Cortés, otros cincuenta españoles y quinientos tlaxcaltecas con la artillería y el quinto del tesoro correspondiente al rey. Después salieron los heridos, los rehenes, doña Marina y las otras mujeres, protegidos por treinta españoles y trescientos tlaxcaltecas, entremetidos entre los capitanes y la gente de Narváez. Y por fin, Alvarado y Velázquez de León en la retaguardia, con un grupo de los cien soldados más jóvenes que debían moverse a lo largo de la columna, acudiendo allí donde el peligro fuese mayor. Eso, en teoría. En la práctica no había más órdenes que andar ligeros, pelear como diablos y abrirse paso por los puentes y la calzada como fuera. A partir de cierto punto, cada uno cuidaría de su pellejo. Dirección: primero Tacuba y luego Veracruz. Eso, los que llegaran.

Era el turno de los últimos. Tiritando de frío bajo la lluvia, el soldado de los ojos azules terminó de atarse el saco de oro sobre el hombro izquierdo, se ajustó el barbuquejo del morrión, sacó la espada y echó a andar. El agua sobre los ojos lo cegaba, y la oscuridad le impedía ver dónde iba poniendo los pies. La columna se movía con ruido de pasos, oraciones, blasfemias, rumor metálico de armas y corazas. Iba a ser un largo camino, se dijo. Tacuba, Veracruz, Cuba, España. El peso del oro lo reconfortaba. Había venido muy lejos a buscarlo, había peleado y sufrido y visto morir a muchos camaradas por ese oro. Él tenía la certeza de que iba a salir con bien de aquélla; y a su regreso ya no tendría que arar la tierra ingrata en la que había nacido, seca y maldita de Dios, tierra de caínes esquilmado por reyes, curas, señores, funcionarios, recaudadores de impuestos y alguaciles; por sanguijuelas que vivían del sudor ajeno. Con aquel oro tendría para vivir bien y hacer una buena boda, para poseer su propia tierra y su propia casa. Para envejecer tranquilo, como un hidalgo, contándole a sus nietos cómo conquistó Tenochtitlán. Para morir anciano y honrado sin deber nada a nadie, porque hasta el último gramo de oro lo había ganado con su sangre, sus peligros, sus combates, su salud y su miedo.

Sintió un hueco en el corazón, y antes de ser consciente de su pensamiento, supo que pensaba en ella. Los soldados que iban delante se habían parado, y allí, inmóvil bajo la lluvia, mientras esperaba a que la columna reanudara su marcha, recordó. Sólo era una india, se dijo. Sólo era una de esas indias. Las había a cientos, y ésta no tenía nada de particular. No era ni especialmente bonita ni especialmente nada. Pero él la encontró en el momento oportuno, al principio, cuando las relaciones de españoles y mexicanos aún eran buenas. Se la había tirado como lo que era: una perra pagana. Se la había tirado disfrutándola, con rudeza. Sin embargo, ella le cobró afición al Teule barbudo de ojos azules; volvió un día tras otro, y él repetía hembra entre las bromas groseras de sus compañeros. Qué la das, decían socarrones. Aquella mexicana se le quedaba mirando los ojos y lo acariciaba hablando cosas extrañas en su lengua. Era muy joven y muy triste; no se reía nunca, como si viviera envuelta en un presentimiento. Un día, ella le dio a entender que estaba preñada, y él se lo contó a los otros y todos se rieron mucho. Luego se la calzó por última vez antes de echarla a patadas, a ella y al bastardo pagano que llevaba en la tripa. Sin embargo, a la segunda o tercera noche en que no volvió, se sintió extraño. Anduvo un par de días buscándola, sin admitirlo ni siquiera ante sí mismo. Pero no dio con ella. Por fin reconoció, aunque tarde, que añoraba su piel sumisa, y el tono quedo de su voz cuando lo acariciaba, y aquella mirada oscura que a veces fijaba en él, orgullosa y lúcida e inconquistable allá adentro; y experimentaba una indefinible nostalgia de algo que apenas había llegado a conocer. Pensaba en aquella india con un hueco raro en el corazón, igual que el que sentía esta noche. Un hueco cuya intensidad superaba, incluso, la del miedo.

Porque el miedo ya era mucho. Los tambores habían acelerado su batir, y Tenochtitlán entera resonaba de trompetas y gritos de los mexicanos alertados: se van, los teules se van, acudid y atajadlos y que no quede uno con vida. Y de la noche surgían cientos y miles de guerreros que caían en turba sobre la columna, y la laguna y los canales se cubrían de canoas de indios vociferantes, y los pasos y los puentes se taponaban de caballerías muertas, y de fardos con oro abandonados, y de mexicanos armados y feroces tirando con lanzas y flechas y mazas. Resbalaban los caballos en la calzada mojada de lluvia y caían los hombres desventrados, gritando, a los canales, y avanzaban los españoles en la oscuridad, por los vados a medio llenar de los puentes, el agua por la cintura, lastrados por el peso del oro bajo el que se ahogaban muchos. Atrás, volvamos, gritaban algunos, corriendo a encerrarse de nuevo allí de donde ya no saldrían jamás. Otros apretaban los dientes y seguían entre la turba de indios, arremetiendo a cuchilladas, adelante, adelante, a Tacuba y Veracruz o al infierno esta noche; y Cortés y los que iban a caballo se alejaban ya a salvo picando espuelas con la vanguardia, dejando muy atrás los puentes y a los que iban a pie, dejando atrás a esa retaguardia sumergida bajo miles de mexicanos sedientos de venganza, a la retaguardia que ya no era sino un desorden de hombres luchando a la desesperada por abrirse paso, gritos por todas partes, gritos de los hombres que clavaban las espadas ensangrentadas, gritos de los heridos y agonizantes, gritos de los mexicanos que caían con valor inaudito sobre los soldados rebozados de hierro, sangre y fango de los canales, gritos de los españoles apresados a quienes cortaban los tendones de los pies para que no escapasen, antes de arrastrarlos vivos hasta las pirámides de los templos, donde los sacerdotes no daban abasto y la sangre corría en regueros espesos bajo la lluvia.

El soldado de los ojos azules peleó con bravura, a la desesperada, chapoteando en el barro, abriéndose paso a estocadas. El saco de oro le pesaba en el hombro pero no quiso dejarlo. Había ido muy lejos a buscarlo, y no pensaba regresar sin él. Avanzaba con un grupo de compañeros, batiéndose todos como perros salvajes, matando y matando sin tregua, y de vez en cuando alguno de ellos caía o era arrancado por las manos de los mexicanos y se oían sus gritos mientras se lo llevaban. La noche era cada vez más negra y turbia de bruma y lluvia, y en lo alto de los templos las antorchas ardían iluminando siluetas que se debatían en lo alto de los peldaños rojos, y los cuchillos de obsidiana bajaban y subían sin descanso, y seguían sonando los tambores. Bum, bum, bum, bum. Pero el soldado de los ojos azules ya no oía los tambores porque su corazón latía aún más fuerte en su pecho y en sus tímpanos. Las piernas se le hundían en el barro y el brazo le dolía de matar. Una piragua vomitó más guerreros aullantes que se abalanzaron sobre el grupo, y éste se deshizo, y se oyó la voz del capitán Alvarado diciendo corred, corred que ya no queda nadie detrás, corred cuanto podáis y que cada perro se lama su badajo. Y luego todo fue una carnicería espesa, tunc, y cling, y chas, carne desgarrada y golpes de maza y tajos de espadas, y el soldado oyó más gritos de españoles que morían o pedían clemencia mientras los arrastraban hacia los templos, y se dijo: yo no. El hijo de mi madre no va a terminar de ese modo. Llegaré a Veracruz y a Cuba y a España, y compraré esa tierra que me espera, y envejeceré contando mil veces cómo fue esta asquerosa noche. El oro le pesaba cada vez más y lo hundía en el barro, pero no quiso dejarlo, no lo dejaré nunca, he pagado por cada onza, y sigo pagando. Vio ante sí unos ojos oscuros como los de aquella india en la que pensaba a trechos, pero éstos venían llenos de odio y la mano que se alzaba ante él enarbolaba una maza. Se abrazó al mexicano, un guerrero águila pequeño y valiente, y abrazados rodaron por el fango, golpeando el otro, acuchillando él. Tajó en corto con la daga, porque había perdido la espada. Sácame de aquí, Dios, sácame de aquí, Dios de los cojones, sácame vivo, maldito seas, sácame y la mitad de este oro la emplearé en misas, y en tus condenados curas, y en lo que te salga de los huevos. Llévame vivo a Veracruz. Llévame vivo a Tacuba. Llévame vivo aunque sólo sea hasta el próximo puente, que ya me las apañaré yo luego.

Siguió adelante, y ya ningún otro español iba a su lado. Soy el último, pensó. Soy el último de nosotros en este puñetero sitio. Soy la retaguardia de una vanguardia que ya está a una legua de aquí. Soy la retaguardia de Cortés y de su puta madre, y este oro me pesa tanto que ya no puedo caminar. Estaba cubierto de barro y de agua y de sangre suya y mexicana, y los pies se negaban a moverse, y el brazo le dolía de tanto acuchillar. Estaba ronco de dar gritos y le ardían los pulmones y la cabeza; pero el hueco del corazón seguía allí, y no podía dejar de pensar en ella. Estará en alguna parte de esta ciudad con su bastardo en la tripa, mirando lo que pasa. Mirando cómo a los teules nos hacen filetes. Igual hasta piensa en mi. Igual se pregunta si he logrado pasar. Igual hasta siente que me vaya.

Más indios. Ahora ya no intentó escapar. Carecía de fuerzas, así que acuchilló resignado, una y otra vez, cuando la turba le cayó encima dando alaridos. Acuchilló a tajos con una mano sobre el saco de oro y la daga en la otra hasta que sintió un golpe en la cabeza, y luego otro, y otro, y varias manos lo sujetaron, y aún intentó clavarles la daga hasta que comprendió que ya no la tenía. Entonces le arrancaron el saco de oro y se lo llevaron por la calzada bajo la lluvia, a la carrera, arrastrando los pies por el suelo, hacia una de las pirámides cuyos escalones brillaban rojos a la luz de las antorchas en las que crepitaba la lluvia. Y gritó, claro. Gritó cuanto pudo, desesperado, de forma muy larga, muy angustiada, a medida que lo iban subiendo a rastras pirámide arriba. Gritó de pavor ante la multitud de rostros que lo miraba, y de pronto dejó de gritar porque la había visto a ella. La había visto allí, entre la gente, observándolo fijamente con aquellos ojos grandes y oscuros. Lo miraba como si quisiera retenerlo en su memoria para siempre; y él apenas tuvo tiempo de verla un instante, porque siguieron arrastrándolo hasta el altar ensangrentado, que rodeaban cadáveres de españoles con las entrañas abiertas. Ahora oía otra vez los tambores. Bum, bum, bum. Tiene huevos acabar así, pensó. Bum, bum, bum. Es un lugar extraño, y nunca imaginé que fuese de esta manera. Sintió cómo lo levantaban en vilo, tumbándolo boca arriba sobre el altar mojado que olía a sangre fresca, a vómitos de miedo, a vísceras abiertas. Le quitaron el peto, el jubón y la camisa. Sentía un terror atroz, pero se mordió la lengua para no gritar, porque ella estaba allí, alrededor, en alguna parte, y él sabía que seguía mirándolo. Varias manos le inmovilizaron brazos y piernas. Quiso rezar, pero no recordaba una sola palabra de maldita oración alguna. Tenía los ojos desorbitados, muy abiertos a la lluvia que le caía en la cara, y de ese modo vio el cuchillo de obsidiana alzarse y caer sobre su pecho, con un crujido. Y en el último segundo, antes de que la noche se cerrara en sus ojos, aún pudo ver latir en alto, entre las manos del sacerdote, su propio corazón ensangrentado. Ojalá, pensó, mi hijo tenga los ojos azules.


Arturo Pérez-Reverte
El País Semanal
2 de enero de 2000


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La contemplación de unas pinturas de Diego Rivera en la capital mexicana le inspiraron a Arturo Pérez-Reverte su relato breve "Ojos azules", que se publicará en marzo y en el que el escritor español intenta dar su visión del mestizaje "con lo bueno y lo malo" que hay en él.

"Ese relato es una especie de miniatura y constituyó un desafío para mí", le dice a Efe Pérez-Reverte, que escribió ese texto "hace unos diez años" y lo ambientó en el episodio de la Noche Triste (el 30 de junio de 1520) de la conquista de México, cuando las huestes de Hernán Cortés tuvieron que abandonar la ciudad de Tenochtitlán acosadas por los guerreros aztecas.

El relato, inencontrable hasta ahora porque se publicó sólo en una revista mexicana, lo rescatará la editorial Seix Barral dentro de su colección "Únicos".

En uno de los murales de Rivera, en el Palacio Nacional de la capital mexicana, Pérez-Reverte vio "una mujer india que lleva a sus espaldas a un niño de ojos azules".

"Pensé lo bien que reflejaba Rivera el mestizaje y me planteé si sería capaz de hacerlo yo en una pincelada corta, en un relato muy breve", recuerda el novelista, uno de los escritores españoles de mayor repercusión internacional.

Así nació "Ojos azules", protagonizado por "un soldado de Cortés, que va huyendo de Tenochtitlán con el oro que se han llevado de allí los españoles, y que deja atrás a una india embarazada".

"Ese español, que ha ido a México a por el oro, pero involuntariamente casi, no se da cuenta de que ha creado un mundo nuevo, una raza nueva para lo bueno y para lo malo", afirma el autor de novelas como "El Club Dumas", "La carta esférica" o "La Reina del Sur".

EFE
25 de enero de 2009


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Nuevos hombres para un Nuevo Mundo: 'Ojos azules', Arturo Pérez Reverte.

Hay una larga cadena heroica que comienza con Alejandro Magno, quien sirvió de ejemplo a Julio César, y concluye con Hernán Cortés, que se inspiró en el gran general romano para emprender una hazaña que superaría a la de los grandes héroes clásicos. Cortés conquistó México con la fuerza de su determinación, con su arrojo, con su ingenio. Y, después de él, ningún otro ha conseguido añadir un eslabón más a la cadena. Pero no estuvo solo, sino acompañado de una raza de hombres irrepetible, ornada de luces y embutida en sombras.

La novelita de Arturo Pérez-Reverte, 'Ojos azules', es radicalmente opuesta a la más célebre obra de ficción sobre la conquista del Imperio azteca, 'El dios de la lluvia llora sobre México', de Lászlo Passúth. Todo lo que tiene de extensa la novela del húngaro lo tiene de intenso el cuento del cartagenero. Pérez-Reverte no toma la egregia figura de Cortés como protagonista, sino la de uno de los soldados –que bien pudiera ser uno de los bisoños de Pánfilo de Narváez-, ni atiende a la épica inherente al desastre de la Noche Triste, sino a una muerte puntual y a su significado en la historia posterior de América y España: la sangre, que empapó Anáhuac desde los pechos de conquistadores y conquistados, regó además las semillas de una nueva raza, de un Nuevo Mundo.

Pérez-Reverte logra transmitir, en unas pocas páginas y sin alharacas estilísticas, el ambiente, la tensión, la emoción de aquella aventura sin parangón que pondría a los pies del siempre injusto Rey de España un imperio repleto de riquezas. Pero sobre todo desnuda el alma de aquellos hombres rudos y ambiciosos que, empujados por la esperanza y la desesperación, cambiaron el mundo para siempre.

Nuño Valdés
El Confidencial
23 de marzo de 2009


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La brutalidad, cuna de América: Pérez-Reverte
El escritor se reunió con los corresponsales mexicanos en la madrileña Casa de América para hablar de su libro Ojos azules, que narra lo que ocurre la noche del 30 de junio de 1520.

El autor de Cabo Trafalgar estuvo ayer con reporteros mexicanos para hablar de su libro Ojos azules (Seix Barral, 2009), un texto que, dijo, “estaba perdido, lo publiqué hace nueve o diez años y se podía encontrar por ahí en internet. Estoy encantado de que la editorial haya rescatado el texto”. Se trata, explicó, de una historia llena de violencia, de ambición y mestizaje, que resume la noche más dramática de la Conquista de México.

¿Cómo se le ocurrió escribir este libro?

Varias veces mis amigos me preguntaron por qué no hacía una novela sobre la Conquista de América y respondía lo mismo: esa novela ya está escrita, la ha escrito Bernal Díaz del Castillo. Hay novelas magníficas que explican eso muy bien y por eso no me quise meter en el territorio. Aunque a México lo conozco y lo quiero mucho.

Un día estando en el Palacio Nacional, en el Distrito Federal, viendo los frescos de Diego Rivera, me di cuenta de que había varios españoles que tenían a los indígenas como esclavos. En eso miré a una india que tenía sujeto a un niño con un paño y el niño tenía los ojos azules. Me quedé con esa imagen y dije: qué bien está explicado aquí el mestizaje, esos ojos azules marcan ese México que nace para bien y para mal. Decidí hacer una cosa corta que explicara el mestizaje en un texto condensando, breve, muy duro y muy brutal, como fue todo en aquella época. Como lector de Bernal Díaz del Castillo pensé en la noche triste, en esa noche terrible de los españoles en Tenochtitlán.

Hay una cosa que quería remarcar en Ojos azules y es la brutalidad: América nace de la brutalidad. Esos españoles van ahí a lo que fueron: por el oro y por las indias. La conquista fue un episodio duro, brutal y sangriento por ambas partes.

El español no va a América como me lo contaron en la escuela, donde me dijeron que el español iba a evangelizar a pobres paganos, a mejorar el mundo. No, no, no, el español fue a América por estar harto de lamer las botas a poderosos, a curas, a reyes. El español fue a América a dar el pelotazo, fue ahí pensando: “O me hago rico o reviento en el camino”.

De esa aventura terrible y egoísta, sin querer, sale un mundo nuevo, y vuelvo a insistir, con lo bueno y con lo malo. Ese mundo es lo que yo quería contar: cómo sin querer, esos maravillosos animales, brutos, despiadados, sembraron la semilla de un nuevo mundo.

¿Coincide con los historiadores que afirman que la Conquista cambió la historia del mundo?

Sin duda, eso es de sentido común. Lo que no podemos es juzgar a ese extremeño, a ese santanderino, a ese andaluz, analfabetos hechos a una vida áspera y dura que fueron a América buscando oro y mujeres para volver ricos y no trabajar nunca más. Esa gente que fue a buscarse la vida, en un mundo en el cual la esclavitud era reconocida, un mundo cruel, difícil, lo que no podemos es aplicar criterios morales de esa época al siglo XXI. El problema es que hay gente que todavía juzga a Hernán Cortés, Moctezuma con criterios morales del siglo XXI y eso nos impide comprender.

Incluso, hay quienes dicen que España debería pedir perdón por la Conquista, ¿qué opina de eso?

No, ahora es otra España. Voy a poner un ejemplo: un periodista mexicano me echó en cara: “Porque ustedes los españoles vinieron a tal…”. Le pregunté: ¿usted cómo se llama? Y me respondió Sánchez no sé qué. Le respondí: “El que vino (a América) fue su abuelo y el mío se quedó en España. Usted es parte de ese mundo y es tan responsable como yo. Ni usted ni yo somos culpables, hubo un mestizaje histórico que se dio así”. Por eso creo que es absurdo pedir perdón.

Vender que el español rompió un paraíso es mentira, aquello era un mundo muy duro. Nadie tiene que pedir perdón por la historia, somos hijos de ella. Por eso soy tan enemigo de la fanfarria patriotera que dice que los españoles llevaron la luz, la religión…. también soy crítico del patriotero que dice que los españoles solamente mataron. Se mezclaron las cosas: un mundo terrible y uno hermoso.

Ojos azules no habla de la hermandad retórica y demagógica que nos han enseñando, habla de una hermandad real: somos hijos de la misma sangre, de ese valor doble de dos razas que se matan y que al mismo tiempo nace un mestizaje.

¿Cómo ve a México en estos momentos?

Voy a México cada año. Viajo a América cada que puedo, a México lo veo… ¡No me hagan esto, por favor! Yo escribí La Reina del Sur, ¿se acuerdan? Eso es México. Siempre digo lo mismo, aunque también puedo decir de Perú, Nicaragua, El Salvador: esta gente orgullosa, leal, humana, afectuosa, esta gente tan buena... Qué no podría hacer si tuviera buenos gobernantes. Si no tuviera esa panda de hijos de puta que tienen gobernándolos desde el río Bravo hasta la Patagonia, si tuviesen gente decente que les permitiera comer y trabajar y vivir y estudiar con normalidad. Cuando uno ve en México a un chico que tiene que tomar 20 autobuses para llegar a la universidad, es una pena, qué no habría hecho esa gente con una oportunidad. Ese talento, el ingenio que pone un narco al pasar un tráiler por la frontera, imaginen ese ingenio puesto al servicio de algo bueno. Para mí es una desolación continua ver que América Latina es un continente muy infortunado y no es por los españoles, eso ya pasó.

Mi sensación siempre es esta: pobre gente que no tenga oportunidad, por eso me da esa furia. Me duele México, me duele toda América. Pero también me duele Nueva York, les voy a contar una anécdota: estaba en un bar y me percaté de que un gringo humillaba a un camarero mexicano. Después éste se me acercó y le dije: “Si a este güey lo pillara usted allá abajo (en Juárez)…”. Me respondió: “Hijo de la chingada, iba a ver qué chinga le ponía”.

Diario Milenio
19 de marzo de 2009

14 enero 2010

Wild Flower



http://www.youtube.com/watch?v=1yLVufAfby0

"Wild Flower" - The Cult

Hey you
You're a wild honey child
I'm out of control
Every time you are near me
I'm a wolf child, baby
And I'm howlin' for you
My heart beats faster, hrrrr
Hey hey, and it's overpowered, wow

I'm a wolf child, girl
Howlin' for you
Wild flower
Star of my dreams
The most beautiful thing, yeah

Yeah you
Sweet sensation of a nation
Oh, my soul
You're a perfect creation
You're an angel, baby
And I'm cryin' for you
My heart beats faster, hrrrr
Yea hey, and I'm overpowered

I'm a wolf child, girl
Howlin' for you
Wild flower
Star of my dreams
The most beautiful thing
Wild flower
I love you every hour
Wild flower
Burning down the night
Set the world alight, yeah

Wild flower
I'm a wolf child, girl
Howlin' for you
Wild flower
You're the star of my dreams
Most beautiful thing
Wild flower
I love you every hour
Wild flower
I love you every hour

Crazy 'bout you, yeah
Crazy 'bout you, girl
Crazy 'bout you, yeah
Crazy 'bout
Crazy 'bout you, yeah

Del álbum "Electric" (1987)

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Una de mis canciones favoritas de Mr. Astbury y Billy Duffy :)

Una de las que me transmiten energía y entusiasmo para iniciar un pequeño gran viaje. Mañana sábado viajo a Madrid, ya contaré los motivos. Por ahora sólo puedo decir que estoy muy emocionada ;-)