25 octubre 2009

"El diablo tiene debilidad por los poderosos"

Padre Gabriele Amorth, el exorcista de Roma



Trabaja al servicio del Papa Benedicto XVI y es uno de los mayores expertos en el diablo. A sus 82 años, ha realizado más de 70.000 exorcismos. Hablamos con él en su consulta privada.

"Ojalá no tuviese vecinos tan quisquillosos. Todo sería más sencillo. Se quejaban, 'Alteración del orden público' , decían..." Don Gabriele ha vivido demaiadas cosas como para enojarse. " 'Alteración del orden público', decían... Se quejaban de los gritos, claro. Pero en los casos más difíciles son inevitables". Así que, ahora, Gabriele Amorth sólo trata en su casa los casos más graves. "Por suerte, un colega me ha dejado un local. Tengo también cinco o seis ayudantes, por si alguien se pone violento. Además, allá sí que pueden gritar." Se refiere a los poseídos por el diablo. Todos los martes y viernes a partir de las nueve de la mañana.

Don Gabriele es el exorcista oficial de la diócesis de Roma y, por lo tanto, también el exorcista al servicio del obispo de Roma, es decir, del Papa Benedicto XVI. A sus 82 años, sigue llevando la sotana con 33 botones. Para el padre Amorth, el diablo no es una metáfora, es la realidad con la que trabaja. "Soy el único exorcista que trabaja siete días a la semana, desde la mañana hasta la tarde, incluidas Nochebuena y Semana Santa. He realizado más de 70.000 exorcismos a lo largo de 21 años. ¿Ve mi agenda? Está llena para los próximos dos meses.

Su consulta privada parece más una cocina que otra cosa. Está dividida en dos, con un fregadero y un pequeño altar. De las paredes cuelgan imágenes del padre Pío, de juan Pablo II y de cándido Amantini, el preceptor del padre Amorth. No hay nada inquietante a la vista, ni olor a azufre ni potros para atar a los poseídos. Gabriele Amorth es una eminencia. Además de los estudios de Teología completó también los de Derecho. Sus libros se han traducido a 21 idiomas, entre ellos al japonés. Se lo considera una autoridad en mariología, la especialidad dedicada al estudio de la madre de Cristo. en 1990 fundó la Sociedad Internacional de Exorcistas. En la actualidad es su presidente honorario. "Les aconsejo a todos que primero vayan al médico o al psicólogo. En la mayoría de los casos hay una base física o psicológica para explicar sus sufrimientos. Los psiquiatras me envían a mí los casos que consideran incurables. No hay rivalidad. El psiquiatra establece si se trata de una enfermedad psicológica; el exorcista, si hay síntomas de una maldición."

El sacerdote habla sobre el diablo como un operario de la rotura de una cañería. Don Gabriele es el fontanero del mal. "En general, los poseídos no huelen a nada especial. Pero a veces escupen cosas. Ayer se pasó por aquí un paciente al que curé hace tiempo. Con los clavos que escupió podríamos haber abierto una ferretería. Pero también hay posesiones que se solucionan sólo con oración y ayuno."

El interior de la iglesia de la Inmaculada Concepción está debilmente iluminado. Dos o tres docenas de fieles se han congregado este viernes para asistir a la misa matinal. En la primera fila de bancos hay una joven con zapatos a la última. Los fieles han desplegado varios objetos ante el padre Amorth para que los bendiga: agua, sal común y fotografías de una boda. Tras la bendición, el sacerdote entra, acompañado por tres diáconos, en una sala contigua; allí los esperan sus ayudantes: tres señoras de cierta edad y aspecto jovial.

La puerta se cierra y, poco después, empieza a oírse un murmullo; de vez en cuando se aprecia la voz del padre Amorth. De repente, un grito. Obscenamente intenso. El murmullo se hace más alto. Otro grito: "¡Maledetto!". Es una voz de mujer. Al cabo de un rato, una de las mujeres sale y se lava las manos. Sonríe, como si en la habitación a sus espaldas no se oyeran gritos, rugidos salvajes y sollozos. "¡Yo te maldigo!", se oye también; luego, otra vez, al padre Amorth preguntando: "¿Cuál es tu nombre? ¿Cuál es tu nombre?" Un lamento gutural se transforma en un grito agudo. "¡Dime tu nombre! ¿Es Asgaroth?" La voz no sólo no contesta la pregunta, sino que no deja de blasfemar: "¡No! ¡No! ¡Poorrrrrca Madonna!".

Todo se prolonga durante media hora y cesa. Uno de los diáconos se asoma a la puerta. Luego es la poseída quien sale. Es una mujer que estuvo sentada en la primera fila durante la misa. Su rostro está algo congestionado, pero mira, tranquila, saluda y hace una observación sobre la huelga de transportes. Tiene un aspecto radiante, como si Leonardo DiCaprio acabase de firmarle un autógrafo.

En la sala de espera aguarda Tonino con su madre. Viven en un barrio pobre de Roma y tiene un problema: los muebles se mueven. "Es por las noches, y ve sombras de encapuchados", dice su madre. Su marido guarda silencio. Tonino, también. "Pasen, por favor", pide don Gabriele. A sus espaldas se ve una pequeña sala con un viejo sillón, unas sillas y, en el centro, una camilla. A su alrededor ya están sentadas las tres ayudantes con sus rosarios en la mano, hablan de las rebajas, tan tranquilas. Junto con ellas, tres diáconos jóvenes y fornidos.

"Lo primero que hago es preguntarle al demonio cuál es su nombre. A menudo no quiere decirlo, pues se vuelve más vulnerable. No hay que hacerle nunca preguntas estúpidas, como si la Roma ganará al Lazio. Sólo preguntas directamente relacionadas con la curación del poseído. Así que, primero, el nombre; luego, el día de entrada en el cuerpo, los motivos y quién lo envía."

Tonino ya está tumbado en la camilla. Una mujer sostiene su cabeza y uno de los sacerdotes le coge la mano. Los padres permanecen de pie. El exorcista rocía al joven con agua bendita. "Renuncia, Tonino, el satanismo, a la brujería, a los demonios, a los echadores de cartas..." Tonino mira la lámpara de neón del techo. Lleva pendientes en las orejas: dos puntas de acero.

Don Gabriele traza varias veces la señal de la cruz sobre la frente del joven, luego lo golpea con la yema de los dedos. "¿Cómo te llamas?", pregunta, y acerca su oreja a los labios de Tonino. No hay respuesta. A tonino se lo ve inquieto. Esto no mola nada, ni siquiera a un chaval de 17 años del extrarradio de Roma. "Con la ayuda de don Cándido, con la ayuda de Juan Pablo II, con la ayuda de la Inmaculada Virgen María... libera a Tonino", repite una y otra vez el padre Amorth mientras golpea la frente del joven. El chico suda, arruga el rostro como si algo empezara a dolerle, agita las piernas. "Libera a Tonino, libera a Tonino..."

Su cuerpo empieza a rebelarse, el torso se comba hacia arriba. La ayudante más robusta se sienta sobre sus muslos. Otra sostiene una servilleta por si el joven empieza a escupir o a vomitar. El ambiente empieza a cargarse. Esto parece que ya va en serio. Si Tonino empieza a escupir clavos o a levitar... tendría que replantearme mi visión del mundo.

Pero Tonino no escupe, sólo cierra los ojos con fuerza durante un momento, y todo termina. Los presentes rezan un avemaría.Tonino también, para alivio de sus padres y los religiosos. "Bueno, ¿te sientes mejor?", pregunta el exorcista. Tonino asiente. "Un exorcista puede ayudarte, pero sólo tú puedes sanarte. Tienes que rezar todos los días", dice el padre Amorth, y le entrega una lista de diez oraciones.

"¿Y que hacemos con los muebles que se mueven, padre?", pregunta la madre de Tonino. "El agua bendita suele ser de ayuda. Un par de gotas en cada rincón de la casa". La mujer sostiene con fuerza la mano del padre Amorth, luego le da 20 euros. "Para los pobres", dice don Gabriele. Su labor es gratis.

"Un caso leve", dice don Gabriele. Como la convocatoria de huelga en los trasnportes públicos de la ciudad se mantiene para hoy, puede sentarse un rato y tomarse un descanso. "No, por supuesto que no estoy a salvo del diablo. Todo el mundo es vulnerable. Incluso la madre Teresa fue exorcizada en sus últimos años. Y otros santos, también. El diablo es muy inteligente. Ha conservado la inteligencia del ángel que fue." Según la doctrina de la Iglesia, los demonios son criaturas reales como los ángeles, la Inmaculada Concepción y el piano que el Papa Benedicto XVI tiene en su residencia. El mal es el precio de la libertad. El ser humano tiene la opción de hacer el mal sólo porque fue creado como un ser libre. ¿Pero cómo se puede conciliar la posesión infernal con el libre albedrío? "La Revelación nos dice que los espíritus del mal fueron en su día ángeles que se alzaron contra Dios. su misión consiste en conducir al ser humano al pecado. Puede ser, por ejemplo, que alguien de su trabajo sienta envidia de usted y le lance una maldición. Usted enfermará. El origen del 90 por ciento de los casos que trato es, precisamente, una maldición. El resto se debe a la pertenencia a sectas satánicas, a haber tomado parte en sesiones de espiritismo oa practicar la magia. El diablo, en ocasiones, tiene la capacidad de poseer un cuerpo, pero... -don Gabriele señala a su interlocutor con el dedo, a la altura del plexo solar- sólo el cuerpo, nunca el alma. Si usted vive en consonancia con Dios, al diablo le resultará mucho más difícil llevar a cabo la posesión."

En la primera conferencia internacional sobre el exorcismo celebrada en México en 2004, la Iglesia decidió actuar con más energía contra el diablo. La situación no ha cambiado tras la muerte de Juan Pablo II. Con Benedicto XVI han continuado con renovado impulso, los cursos de formación para exorcistas. Hay escasez de aprendices. "El Papa apoya a los exorcistas. Siempre me ha animado. No creo que él haya realizado nunca un exorcismo, a diferencia del papa Wojtyla. Antes éramos nueve exorcistas en Roma. Uno está enfermo, otro ha sido promovido a otro cargo y un tercero ha sido trasladado. Ya no hay exorcistas en activo en el Vaticano. Pero las sectas satánicas proliferan. No las vemos, pero están. El diablo trabaja en todas partes. Está en Fátima, en Lourdes... Y con toda seguridad también actúa en el Vaticano, en el centro mismo del cristianismo."

El padre Amorth ya se dedicaba a luchar contra el mal antes de hacerse exorcista. Combatió a los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. A los 18 años se unió a los partisanos. Su nombre de guerra era Alberto. Tras la caída del régimen fascita, Giuolo Andreotti intentó llevarlo a la política, pero al final decidió convertirse en sacerdote. "Por supuesto que existe el mal en la política, incluso es frecuente. Al diablo le gusta adueñarse de aquellos que ocupan cargos de responsabilidad, industriales, políticos... Hitler y Stalin estuvieron poseídos. ¿Por qué lo sé? Porque mataron a millones de personas. El Evangelio dice: 'Por sus frutos los conocereis'. Desgraciadamente, un exorcismo no habría funcionado con ellos, pero estaban convencidos de lo que hacían. No se puede decir que fuera una posesión en el sentido estricto de la palabra, más bien se trataba de una aceptación total y voluntaria de las sugerencia del diablo."

El padre asegura que, tras 70.000 casos, no es capaz de reconocer a un demonio de un vistazo. "Cada uno es diferente." Luego apunta una idea: "Podríamos intentarlo con usted. No se ponga nervioso. Durará unos minutos. Su mano, fría, toca mi frente y pronuncia una oración en latín. Una persona maldita debería caer de rodillas entre sollozos. Algo se me agita en el estómago. Quizá sean los fagioli que cené anoche. Quizá.

Alexander Smoltczyk
XL Semanal
13 de abril de 2008
Entrevista al padre Gabriele Amorth (con imágenes de exorcismos reales).

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